viernes, 15 de octubre de 2010

A "una minoría", tendente a épsilon

A)- “A la minoría, siempre”:

Comenzamos hoy esta entrada de blog con la alegría de saberse leído al menos una, o dos personas…. “Pues ser escuchado por dos, ya es mucho” -como diría el poeta-... Recibimos “la noticia” de que una nueva lectora se ha sumado a nuestras páginas, tratándose de Cristina Caro; restauradora y conservadora del Palacio Real de Madrid (mujer de gran cultura, simpatía y belleza). Aunque cuando pensamos en “cuan pocos” leen nuestras líneas, o qué pocos escuchan nuestra música, siempre recuerdo lo que me decía al respecto la poetisa Carmen Conde:
-“Angel, Juan Ramón Jiménez, afirmaba que la política era para la mayoría, pero las artes y las letras debían estar dedicadas a la minoría, siempre. Y cuanto menor minoría, mejor puede que sea nuestro arte”-.

En 1984, me encargó esta poetisa cartagenera (que llegó a ser la primera académica de la lengua), que le pusiera música a varios de sus poemas. Entre el año siguiente y 1986 habíamos creado y estrenado en Madrid y Paris, “La trovas de Carmen Conde”, “Mal de amores” y un apunte de ballet a la guitarra llamado “Safo”. Obras que, en su gran mayoría, fenecieron y desaparecieron en una inundación de mi despacho, ocurrida en junio de 1995, donde se perdieron una gran parte de mis escritos y composiciones (realizadas hasta esa terrible fecha). Pero pasando a lo que nos interesa, mientras trabajábamos con Carmen Conde, siempre ella quiso saber sobre mis "ideas raras" y mis estudios -que entonces realizaba con esmero-. Era 1984 y cumpliría el aquel tiempo yo, los veintitrés años; acababa de salir de año y medio de “mili”, en Sevilla (donde sobre todo toqué la guitarra) y finalizaba tercer curso de Derecho. Le entregué a “la académica” una de mis primeras “tesinas” sobre Derecho en la Protohistoria (llamada Las Leyes de Tarschisch) y tras hojearla me dijo con cara de asombro:

-“Tú….¿Esto lo entiendes o solo lo escribes?….”-.  Le confirmé que lo entendía y lo escribía; a lo que prosiguió:  -“¿Pero es que crees que esto puede leerlo alguien…. O menos entenderlo?-.
Tras oir aquello, me quedé pensantivo; casi absorto. Y es que Carmen Conde, con ese acento “murcianico” que se gastaba a veces (sobre todo cuando ironizaba) era muy directa y mordaz. Además, hacía unos gestos, con los que no hubiera necesitado escribir, ni siquiera hablar, para que la entendieran. No sabiendo qué responderle a su pregunta sobre "si entendía lo que escribía” y si pensaba que aquello era legible; decidí “salir por peteneras”. Así le contesté “pronto” y cauto, a su cuestión sobre mis escritos de mitología, filosofía y Derecho (unidos a Historia Antigua):
-“Yo cada vez que escribo; como tú dices…. Como afirmaba Juan Ramón: Lo hago para la minoría siempre”-.

Quedose entonces asombrada y me contestó:
-“Hombre, Angelito… Una cosa es, escribir para “La minoría”; y otra es para que no lo comprenda, ni lo lea nadie. Y es que lo que tú haces, para mí, se parece a lo que realizaba Ramón Gómez de la Serna, antes de mandar un artículo a publicar. Pues decía Ramón, que antes de enviar un escrito a un periódico, siempre se lo leía a su ama de llaves; tras lo que le preguntaba su opinión (en un alarde `por la democracia´). Aquella buena mujer, que con paciencia escuchaba las palabras del `greguero´ antes de ser editadas, le daba su juicio en cada artículo u obra, exponiendo lo que le parecía y sobre todo, qué partes había comprendido perfectamente…. Tras ello, Ramón las señalaba en rojo con unas marcas que ponían: `Peligro. Se entiende…´. O bien: `Peligro, zonas a oscurecer´. Procediendo luego a `hacer incomprensibles´, esos párrafos o frases que podían ser entendidos por todos…. Y es que eso no es dedicar la obra a “La Minoría”; eso son ganas de escribir para que nadie lo lea”-.
Tras decir aquello, Carmen Conde, cerró mi ejemplar de “Las Leyes de Tarschisch” y se quedó mirando su portada, apostillando: -“Si es que lo tiene todo. Hasta raro es el título…. ¿No podías haberlo llamado Las leyes de Tartessos?”-. 

Me puse a explicarle que no; pues aunque no lo pareciera, había una gran diferencia entre la Tarschisch -o Tarshish- bíblica (que muchos discutían, fuera el mismo Tartessos) y el Tartesos, escrito con una sola “ese”, que los detractores de esta civilización andaluza, se habían empeñado en enseñar por aquellos años. Pues ese Tartesos -o Tarteso- lo describían como una cultura atrasada y arrinconada en el Atlántico. Tanto fué así,  que para distinguirse del gran maestro A. Schulten habían considerado que lo mejor era considerar a Tarshish, un lugar diferente  y “poner a Tartessos en su verdadero lugar histórico”. Para lo que el mejor medio era comenzar por quitarle una de las “eses”; algo que visto por un amante de la Historia Antigua resulta peor que si a un general se le arrancan las estrellas, para “ponerlo en su lugar merecido”. Pues parece ser que muchos aún no perdonan a Schulten, el haber venido desde Alemania para descubrir y dar a conocer una de las civilizaciones mas antiguas de la Península ibérica. Cultura de la que prácticamente nadie sabía nada, hasta aquel arqueólogo escribe su libro Tartessos... Tartessos, con dos eses, como lo fue en su inicio Cnossos, Mikalessos o el mismo Parnassos; todos topónimos debidos a hijos o nietos, de un mismo pueblo marinero nacido y emergido en El Bronce, que pobló el Mediterraneo desde el III al II milenio a.C. (aquellos para los que "essos" era un sufijo locativo. Gentes eteo-cretense o protoindoeuropeas, que habitaron en las costas de Anatolia o en el Minoico Medio hace unos cuatro mil años).

Escuchaba aquellas disertaciones mias Carmen Conde y se me quedó mirando fijamente... Me preguntó cuántos años tenía, le contesté que aún, veintitrés (por ello, recuerdo bien la fecha en la que esto sucedió). Tras escuchar mis palabras, me dijo si había compuesto mi obra musical a la guitarra en la mili. Le respondí que no; que la había hecho antes de entrar en “el ejército”, finalizándola en junio de 1982. Entonces dijo con gran rotundidad:

-“Mira macho… Tú no escribes para `la minoría´; ni siempre, ni nunca. Escribes solo para ti. Espero que un dia, alguien te pueda entender. Porque como sigas metido en la guitarra clásica y redactando este tipo de estudios, vas a tener menos lectores y menos fans que un beduino anacoreta”-.

Buscando quien entendiera lo que escribo, lo que pienso (y lo que compongo en guitarra), quizás llegué hasta Japón (donde logré que al menos, mi mujer, me comprendiera). Hoy alguien mas ha abierto este blog y se ha atrevido a leer aquello que escribo y que Carmen Conde un día describió como “potadas culturales”… Por cierto, después de decirlo, la académica me explicó, que la “potada cultural” se trataba de un ancla hecha en piedra, para fondear en las civilizaciones. Pese a lo que aún pudiendo parecerme muy interesantes, llegaban a ser como “ladrillos culturales” inamovibles en un fondo inalcanzable, e ilegibles para un ser humano….. La persona que hoy entra a leernos (Cristina Caro), es una de las últimas descendientes de la familia del gran sabio del Renacimiento (refundador de las escuelas platónicas y el mejor discípulo de Masilio Ficino): Pico della Mirandola. Por todo ello, y por leer estos “ladrillos, potadas o anclas en piedra”... : Gracias a esta minoría que dedica su tiempo en este blog. -“Minoría tan mínima”, que a lo largo de toda nuestra vida parece haber “tendido irreparable y constantemente a ε”-.  



B)-Disertaciones sobre la matemática en El Mundo Antiguo:    

Aprovechamos este inciso de hoy, en el que no vamos a profundizar sobre conceptos matemáticos, para exponer algunas ideas que constantemente tenemos, sobre las que no habíamos escrito aún. Pues llevamos ya mas de un cuarto de siglo apuntando, discutiendo y escribiendo, sobre matemática en La Antigüedad; pero aún no hemos podido dar una explicación coherente al por qué esta ciencia exacta y la religión estuvieron tan unidas hace miles de años. La respuesta mas sencilla a ello, quizás sería el afirmar que es fruto de la astronomía, debido a que los astros guiaban el futuro del hombre antiguo y para el conocimiento del movimiento del Cosmos era necesaria la matemática. Ello, parece una evidencia, pero creemos que el origen de todo no estuvo en intentar saber el futuro leyendo las estrellas. Pues en nuestra opinión, hubo algo mas importante que la astrología en La Antigüedad, de mucha mayor relevancia y que consideramos originó esta religión basada en la lectura de los astros. Un hecho imprescindible en el Bajo Neolítico y -sobre todo- en la Edad de Bronce como fué: La necesidad de guiarse en el desierto y en el mar.

Nos podrá resultar muy extraño que hablemos en el V milenio a.C., de la imprescindible necesidad para desarrollar sistemas de guiarse en el mar y en el desierto, tanto como de conocer puntos y coordenadas geodésicas. Pero son la arqueología y la Historia las que confirman que ello fue un hecho. Bastando "leer" y analizar los observatorios megalíticos que existen en Occidente (llamados cromlechs o menhires), extendidos desde El Algarve a Normandía o de Galicia a las Islas Británicas; para comprender que desde el 4000 al 2000 a.C., se desarrolla una civilización en el Mediterráneo y el Atlántico, de gentes navegantes y que estudiaban con detenimiento el Cosmos. Esta cultura megalitista, posiblemente procedente de Asia Menor y extendida desde el V milenio en Occidente, parece que precisaba del análisis minucioso de los planetas para navegar y situarse en ciertos puntos planetarios, en su búsqueda de los primero metales o del ámbar. Al mismo tiempo, se iniciaban “otros mundos antiguos”, en Mesopotamia y el Nilo; “mundos” que luego serían: Gudea, Babilonia, o Egipto. Pero sobre ello no podemos extendernos mas, pues deseamos hablar de sus matemáticas, para lo que nos debemos preguntar por qué pudo ser tan importante en aquel entonces guiarse y conocer las estrellas. Tal como demuestran hechos como que en el III milenio a.C., ya tuvieran una mitología y un nombre, la mayor parte de los astros y las constelaciones que pueden observarse a simple vista (sin telescopio) -o en la existencia aún en pié, de centenares de megalitos para su observación, construidos hace miles de años-.

La respuesta creemos que procede de los hechos que dieron nacimiento a estas civilizaciones hace mas de cincuenta siglos (las megalitistas y las del desierto): Origen que en nuestra opinión se debe a la capacidad de emigrar y defenderse por "aislamiento". Porque al poder huir entonces, unos al desierto y otros por mar, al Occidente remoto; creemos que consiguieron  no tener que dedicar gran parte de su vida a la autodefensa y así pudieron dedicar sus días al ocio, a la prosperidad (y hasta, al comercio). De tal manera es evidente que en estos siglos de los que hablamos, comienza en las costas occidentales (Península Ibérica) la búsqueda de “materiales extraños” (como el ámbar, el oro y la plata), tanto como su "comercialización en Oriente (Asia Menor)" y a la observación de los astros por medio de grandes moles de piedra. Una nueva civilización marcada por los megalitos e iniciada por algunos hombres que se hicieron a la mar desde las costas orientales del Mediterraneo desde el V milenio, huyendo de atacantes y buscando el lugar donde se ponía el Sol. Gentes que, se sabe, debieron llegar antes del 4500 a.C. a costas portuguesas; después a las gallegas, francesas, inglesas y a las del norte de Europa. Creando  durante miles de años, "la cultura de las grandes piedras" y todas sus manifestaciones artísticas; desde los menhires, a los dólmenes o los cromlechs, al igual que sus objetos votivos y su “alta joyería”(que desarrollan  hacia el 2500 a.C.).

Tal como hemos dicho, de un mismo modo y en igual tiempo, nacen las grandes civilizaciones aisladas y navegadoras del desierto, quienes en nuestra opinión, también usan como “murallas” las arenas desérticas, que solo se atreverían muy pocos a atravesar. Hechos que consideramos se demuestran arqueológicamente porque entre el 5000  a.C. y fines del III milenio a.C., comunmente apenas existen muros y murallas en muchas de la ciudades mas prósperas del desierto y el mar (en el Occidente y Oriente Mediterraneo, la Península Arábiga o Asia Menor, Egipto o Mesopotamia). Ciudades y pueblos que comúnmente se situan en islas apartadas o en puntos muy aislados del desierto, hasta los que solo podían llegar personas con conocimientos de astronomía y de la navegación. Pareciendo que aquella "distancia con el enemigo" era suficiente para que personas ignorantes y extrañas, no llegasen hasta los puntos mas desarrollados y prósperos. Consiguiendo con ello organizaciónes sociales muy avanzadas y evitando así, "la visita" de los incívicos. 

De hechos como la inexistencia de murallas en zonas de megalitismo, en ciudades de etapas iniciales del minoico, o en urbes de la mas antigua Babilonia y Egipto; se debe deducir que aquellas estaban protegidas por su situación (levantadas en mitad del mar o del desierto). Una lejanía del “mundo bárbaro y salvaje” que les permitiría progresar sin verse invadidas por gentes brutales y sin deber preocuparse mucho por su defensa. Ello, les permitiría desarrollar el análisis de los astros, tanto como iniciar una religión en la que los sacerdotes fueran los estudiosos de astronomía y los "dueños" de los secretos celestes, para guiarse bien en el desierto (o en el mar). Secretos que se guardarían con gran celo, pues de ello dependería la seguridad de todos, ya que de desvelarse las rutas o la situación de coordeadas para llegar a una isla o a una ciudad aislada en el desierto, podría venir hasta aquella cualquier enemigo (para invadirla o destruirla). Pese a ello, parece que durante el periodo comprendido entre el milenio V y el II a.C., en muchos lugares se vivió una etapa de suficiente paz y tranquilidad, como para no precisar de murallas. Etapa en la que igualmente se desarrolla una navegación que llega a cubrir rutas de miles de kilómetros entre el Mediterráneo Oriental y el Atlántico (incluso en el propio Océano); tanto como travesías en el desierto que llevaban caravanas desde zonas de Mesopotamia, hasta la actual Etiopía.

Evidentemente, para realizarlo hay que proveerse de unos conocimientos matemáticos mínimos y unos profundos conocimientos de astronomía práctica. Hablamos de astronomía “práctica”, porque no se trata exactamente de la formación que hoy en dia toma el astrofísico, sinó simplemente de “trucos” y soluciones, para poder orientarse con alidadas hechas con cuerdas y palos (o con compases y cuadrantes sencillos), sirviéndose del cielo. Algo que podemos hoy en dia comprender si estudiáramos el modo de guiarse por las estrellas de los beduinos; un sistema que muy bien que se pudo ver en Europa hace no mucho tiempo (hasta el siglo XIX), donde los campesinos aún llevaban cuadrantes para orientarse. Puesto que a falta de caminos (como ocurría en Europa hasta no hace mucho) y pudiendo fallar la brújula -tal como sucedía hace cientos de años-, lo mejor era siempre saber orientarse con el Sol, las estrellas y con un simple cuadrante. Alidada, que nos daba los ángulos de coordenadas, tanto como nos permitía saber a qué distancia estábamos del lugar al que deseábamos llegar. Algo que comúnmente aprendían los campesinos o los beduinos, de manera atávica, sin apenas conocer la teoría ni la explicación matemática ni astronómica de las “operaciones y movimientos” que realizan para orientarse, o medir distancias (de igual modo que hoy casi nadie sabríamos razonar matematicamente el número “pi”, pero no por ello dejamos de conocerlo, ni de aplicarlo).

Pese a ello y al haber sido una “ciencia atávica”, que pasó de padres a hijos en el desierto, sin conocerse apenas sus razones matemático-científicas. Este estudio de los astros para guiarse por el mar y el desierto, en algún momento debió “degenerar” hacia el supuesto  de que aquella ciencia podía acertar el futuro. Una teoría por la cual, los planetas y su situación, marcaban además del viaje y el destino de las naves o las caravanas; el porvenir y destinos del hombre. De ello, en Babilonia, hacia el IV milenio, se comienza a pronosticar el futuro con esta extraña religión que lee lo que le va a suceder a los hombres en la situación del Cosmos; llegando a poder preveer el carácter de las personas y cuantos acontecimientos nos van a suceder durante toda la vida, por el estudio de esos "ejes astronómicos". Una extraña religión de origen mesopotámico, que curiosamente, hasta hoy se sigue “practicando” y cuyos horóscopos podemos ver aún proliferando en televisiones o en la prensa. Pese a ello, en Egipto, el “misticismo” o la idealización de la ciencia matemático-astronómica, parece que fue por otros derroteros mas filosóficos. De esta manera surge una mitología y una escuela de astrónomos que relacionan plenamente la escultura, los monumentos, la arquitectura y el resto de las artes, con las medidas del Universo; con sus ciclos, el calendario y las leyes de la física y la matemática.

De tal manera, la religión del Antiguo Egipto, describía como todo hombre, en su juicio final primero debía de jurar ante el tribunal de Osiris, no haber cambiado jamás las medidas, ni adulterado los pesos o distancias (sagradas todas). No solo por motivos comerciales o de engaño en las ventas, sobre todo por razones filosóficas. Pues para conseguir salvarse, su corazón debía de ponerse en la balanza de Osiris y había que pesar lo mismo que la pluma de Maat (la pluma de avestruz). Siendo Maat la representación de la medida perfecta o de la Armonía Universal; una idea que se figuraba mitológicamente y en jeroglífico, como una mujer bellísima tocada con la pluma. Una joven tan solo vestida con una pluma de avestruz en la cabeza, como símbolo del equilibrio, la medida, con el peso y la armonía universal. Conceptos estos que englosaban la belleza, el arte, la armonía, la matemática y la astronomía; en una filosofía nacida en Egipto y que luego llegaría hasta Grecia de manos de Pitágoras (quien fue en su juventud, sacerdote en un templo de Heliópolis –actual Luxor-). Filosofía que pretendía comprender la unidad existente entre la medida, las distancias, los pesos, los sonidos y los astros (y su relación con la belleza).

Algo que durante largo tiempo y desde que lo escribieran los pitagóricos, fue olvidado e incluso tenido como “teoría del absurdo”. Pero que en el siglo XIV vuelven a plantearse, cuando en El Renacimiento se recuperan y traducen de nuevo los textos pitagóricos (fundando las escuelas neoplatónicas, siendo una de las principales la de Ficino y Pico della Mirandola). Teorías que fueron "tomadas como planteamientos serios" y estudiadas en profundidad, unos cien años mas tarde, por Kepler (y posteriormente, por Newton). Quienes considerando cierto -tal como decían los egipcios, Pitágoras o Platón- que podía existir una armonía universal, que relacionase los ciclos y giros de los planetas, con su distancia, su peso y su tamaño. Tanto como la existencia de una unión entre estos astros y los intervalos de la escala musical, o en las proporciones que nos resultan mas bellas (para crear edificios o esculturas)…. Partiendo de estas premisas pitagóricas, ambos genios, formularon sus teorías: Las Leyes de Kepler y (posteriormente) la Ley de los Graves; cumbres de la física mundial y que resuelven planteamientos tan importantes como es la órbita de los panetas o la atracción de la gravedad. Habiéndose basado, Kepler y Newton, en ese principio de la posible existencia de una armonía universal, que unificara los conceptos de belleza y equilibrio artísticos, con los del equilibrio, peso y giros del Universo…. Algo que hoy todos conocemos, pues hasta un niño comprende que la fuerza de atracción en los astros, depende de las proporciones entre la distancia y el peso de cada esfera celeste ( curiosamente, en una relación similar a la que guardan los intervalos musicales).

Pese a ello, cuanto decimos antes, son teorías que solo pudieron ser comprobadas por la física moderna; aunque fueron planteadas por los egipcios desde el III milenio a.C. y escritas por los pitagóricos desde el siglo VI a.C.. Ideas que de algún modo pudieron probar Kepler y Newton, pero que hasta hace muy poco no se pudieron ratificar con certeza absoluta. Ello, nos hace pensar en que el hombre tenga cualidades para intuir la verdad; Verdad, que a veces no puede demostrar siquiera. Algo que le acerca a “un animal domesticado por algo superior”, con dotes similares a las que han desarrollado el gato o el perro y que son : La capacidad de comunicarse con un ser transcendente y la posibilidad de intuir instintivamente hechos y verdades (que no puede probar, pero sí conocer). Teniendo quizás el Hombre este segundo “don”, para un conocimiento puramente animal e instintivo, por el cual los humanos (tanto como el perro o el gato), son capaces de orientarse, o conocer que un alimento está en mal estado y no comerlo. Aunque en el caso de los gatos (por ejemplo) esta facultad de orientación es mucho mayor, tanto como “sus bigotes” pueden avisarle de qué alimentos nunca debería tomar.

Pese a ello, estos dones instintivos de supervivencia y aviso, creemos que dan al hombre ciertos “datos intuitivos” que le han permitido crear teorías, que no pudo demostrar mas que miles de años mas tarde. Ideas como la anteriormente expuesta (de los pitagóricos), en la que se supone que existe una armonía universal relacionada con lo que nos resulta bello, grato o agradable. Es decir, que puede haber una relación entre las proporciones o los sonidos bellos y las distancias o pesos que guardan los planetas. 

En lo que se refiere a la posibilidad del hombre para relacionarse con lo trascendente o “algo superior”; tal como decimos, se puede asemejar en algún modo también al proceso “sufrido” por los animales domesticados, quienes saben comunicarse con sus amos y con los humanos, pero realmente no conocen por qué lo hacen. Pues es bien conocido el hecho de que perros y gatos han perdido gran parte de sus dotes para organizarse y comunicarse entre ellos, y las han sustituido por otras “fórmulas” para sobrevivir y servir entre los humanos (llegando a estableces relaciones de “cariño y amistad” con aquellos). De tal manera, lobos y felinos salvajes, saben organizarse perfectamente en manadas y sobrevivir en libertad, mientras un gato o un perro doméstico, podría tener grandes dificultades de supervivencia en el campo y sin el hombre que le cuida o le alimenta. Ello, porque (al parecer) han sustituido sus instintos de supervivencia, por otras dotes de comunicación con los humanos, que les llevan a entender conductas y formas de vida cercanas a las de sus dueños. Convirtiendo este hecho a los perros mas "humanizados", en insociables con otros canes, tanto como en animales solitarios, que solo desean entablar contacto y ganarse el cariño del amo (sufriendo procesos psicológicos de tristeza, cariño  -y hasta lo que puede considerarse amistad y amor-).
De manera similar, creemos que el hombre ha podido desarrollar otros medios de transcender y comunicarse con “algo superior”, sin conocer realmente muy bien lo que hace, cuando así se comporta (como le sucede al perro). Ello lo realizaría valiéndose de las artes, las ciencias y de la abstracción de la belleza y de la armonía. Siendo este a nuestro juicio, el origen, del misterio y el misticismo de la matemática y las artes; donde posiblemente el ser humano estuviera transcendiendo y comunicándose con “algo superior”, sin saber siquiera lo que llega a realizar (tal como el perro atiende las conversaciones del amo, intentando comprender cuantas frases dice, con las dos o tres palabras que entiende). Por ello y de igual manera, existe la pisibilidad de que aquellas personas que mas se dedican a estas disciplinas (al estudio profundo de las matemáticas, las artes o las ciencias) se conviertan en introvertidas y solitarias, tal como sucede el perro que llega a comunicarse bien solamente con el amo; siéndoles muy difícil luego conseguir integrarse socialmente en grupos, o familias. Considerando que pudiera ser este el origen de los misterios religiosos relacionados con el arte o con la ciencia desde antiguo y sobre todo,  la importancia de la matemática en la mística. Pues el conocimiento abstracto de la ciencia exacta puede hacer transcender al hombre, relacionando hechos exactos con su espiritualidad o sus sensaciones interiores. De ello, consideramos que matemática, música y otras artes, fueran juntas y unidas, desde los tiempos mas remotos (dejando evidentemente al margen, el hecho manifiesto, por el cual las castas sacerdotales se valían desde la Antigüedad de unos conocimientos superiores en matemática, astronomía o artes; para controlar las sociedades que "lideraban").

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