domingo, 24 de octubre de 2010

Joshua (hijo de Rabí Mishel) y Pitágoras de Samos, ingresan en el templo de Ra (Amón), resolviendo el "Volumen de la Esfera".

Continuamos con nuestro relato de Pitágoras, narrado por el hijo de rabí Mishel (Joshua), contando como lograron ingresar en el templo oracular del Sol hacia el año 535 a.C.; en la ciudad egipcia de Uaset (que luego sería la Tebas helena –actualmente Luxor-). El texto lo recogemos en cursiva, pero las anotaciones aclaratorias las iremos introduciendo en este tipo arial (común) y en negrilla.

Aquella noche, mi compañero de celda e ingreso -Pitágoras-, tampoco pudo dormir. Los sacerdotes del templo le habían comunicado dos días antes, que "su teoría" sobre triángulos, era sobradamente conocida y que incluso se había formulado por escrito en Babilonia (miles de años atrás). Para él, aquello fué horrible, llevaba años preparándola y consideró que cuanto había estudiado era “la nada”; tanto, que comenzó a dudar terriblemente de sí mismo. El sacerdote-impuro (entiéndase lego) de vigilancia del templo, en turno de noche; había dado ya "a viva voz" la hora tercera y me desperté con su aviso. Pude ver a Pitágoras pensativo, mirando a la luna y sin poder dormir.

Salí del camastro y me acerqué hasta el amigo, preguntando qué le tenía tan atormentado por dos dias. Me dijo, que al llegar a Egipto, parecía que la Hélade fuera solo un sueño; que aquello que algunos llamaban Grecia, quizás carecía de Historia e importancia. Tanto como para que los conocimientos que allí -en sus islas y sus tierras-, se enseñaban como preciosos; en el Imperio del Nilo se guardaban en secreto. Por mas horror, se mantenían en un silencio a gritos, pues los conocían todos los sacerdotes; pero nadie se atrevía a enseñarlos ni los transmitía, solo los pensaban y los recordaban....

Me aproximé hasta la ventana donde estaba y pasé a contarle algo que un día mi padre me había relatado. Ocurrió justo después de que Egipto confirmara lazos de amistad con Samos y el faraón Amosis encargara abrir nuevas rutas. Fueron esos, los años en los que mi progenitor se aventuró a intentar descubrir un nuevo camino hacia el Occidente y decidió salir con la expedición de Kolaíos de Samos, hacia Tartessos. Justo antes de partir, pasó unos dias intranquilo y triste, aunque de aquello no habló hasta su regreso. Cuando, tras volver, nos comentó que al embarcar en el "puerto samio" del Nilo (el embarcadero, trocadero, autorizado a los Samios por Amosis), nunca supieron si podrían volver. Ya que el intento de abrir nuevas rutas, estaba muy vigilado por los cartagineses; tanto que destruían cualquier embarcación que veían marchando hacia Iberia. De hecho, mi padre y Kolaios, llegaron hasta tierras de Tartessos, navegando por la noche y durante el día arriaban velas, como si la nave estuviera a la deriva; por si aparecían barcos extraños (siempre simulando pedir ayuda, por estar perdidos en la mar; evitando ser descubiertos como exploradores).

EL día antes de que partiera para aquella expedición, nadie en nuestro hogar pudo dormir y saliendo yo al atrio de la casa, encontré allí a mi padre preocupado y pensativo; mirando al cielo de la noche. Entonces, le pregunté qué le pasaba, pues no sabía qué decirle (principalmente para evitar que me enviase de nuevo a dormir). Él me contestó:

-“Hace ya unos cuatro siglos nació entre nosotros (los hebreos) un niño cargado de ilusiones y pasiones. Vió la luz y la tierra de Israel justamente una generación antes de que lo hiciera el rey Salomón. Aquel, con solo tres años se enamoró de las estrellas y de la Luna, por lo que salía todos los días, tras el atardecer, a intentar alcanzarlas. Pensó que podía bajarlas hasta nosotros con su honda y así, noche tras noche, se ponía bajo el raso del cielo, a lanzar piedras a cada una de las estrellas (y hasta, a la propia Luna). Los que le rodeaban, al ver al pequeño mandando al aire sus proyectiles con la honda a diario, se reían y le preguntaban qué intención tenía. Él les contestaba que había de alcanzar con una de sus piedras la Luna o alguna las estrellas, para conseguir que bajasen y llegar a tocarlas. Viendo que su intención no cesaba durante años, cuantos se acercaban a ese niño, los judíos quedaban admirados de que noche tras noche, pasara tantas horas mandando “glandes” (proyectil del hondero) al cielo.
Aquel chico creció y un dia se hizo un joven; un adolescente que manejaba con gran fuerza y destreza su honda. Resultando que por aquel entonces, un gigante atormentaba a los hebreos invadiendo sus tierras y sus lindes. Fue precisamente ese niño, quien se atrevió a enfrentarse al temido llamado Goliat. Derrotándole tan solo con un golpe de "glande", enviado con su honda a la frente del que asolaba a los hebreos. Tras su victoria, fue elegido rey de los israelitas con el nombre de David”-.

Terminado el relato, mi padre se tapó los ojos, para que no le viera las lágrimas que en ellos había y apretándoselos fuertemente prosiguió:
-“Esto que te narro, hijo mío; es para que siempre tengas en cuenta que los que mas traen la felicidad y la prosperidad a los suyos, son aquellos que desde niños se atreven a soñar y a intentar alcanzar la Luna y las estrellas. Mañana, parto hacia Occidente por mar, junto a Kolaios el samio, en busca de Tarshish (la que los helenos llaman Tartessos). No sé si lo conseguiré, pero si no la alcanzo, siempre ten en cuenta que me fuí con el espíritu que tuvo nuestro rey David, intentando llegar hasta el cielo y traerlo, para compartirlo con todos vosotros. Si nunca vuelvo, siempre has de mirar al cielo por las noches, pues seguro y en algún lugar del Universo, cuando se oculte el Sol, tu padre estará observando la belleza del Cosmos que tú ahora observas... ”.-

Tras decir aquello, se quitó una fíblula fundida en ese metal que vosotros llamáis orichalkos (se trata de una aleación de bronce "perdida comentada dor Plinio el Viejo y Platón -entre otros-), con la Estrella de David y que él siempre llevaba en su hombro izquierdo. La puso en mi mano y mientras la cerraba sobre aquella, me dijo: -“Toma hijo mío, esta estrella, símbolo de la ilusión y la alegría de nuestro pueblo (que tristemente hoy sufre el cautiverio bajo Babilonia). Guárdala y crea un Mundo dentro de ti, para que siempre puedas intentar alcanzar la Luna y los astros; porque aunque nunca llegues a ellos, quizás sí puedas al menos traer tu vida interior hasta los tuyos…Porque el cielo, la Luna, las estrellas y todo lo que jamás se puede alcanzar, solo vive dentro de nosotros.”-

(La expedición de Koleos de Samos hasta Tartessos se fecha hacia mediados del siglo VI a.C. Tal como este texto nos narra, salieron las naves desde Samos y fueron hasta los puertos egipcios que estos griegos tenían en la desembocadura del Nilo. En el camino, de vuelta, dice la Historia, que la nave se perdió y erró su rumbo, vagando por el Mediterraneo durante dias, hasta llegar a tierras de Tartessos, donde entablaron contacto con su rey: Arganthonio. La teoría que nos presenta este texto, de como llegan hasta Tartessos los samios por mediación, ayuda y apoyo del faraón Amosis -aliado de los jonios- parece mas cierta y probable que un simple error de rumbo... Ello, porque además Amosis dominaba asimismo Chipre, donde aún vivían los huidos de Tiro y Sidón; fenicios que tras la invasión de sus tierras por Nabucodonosor, perdieron también la primacía del comercio con Tartessos y su poder sobre las colonias fenicias de Occidente -Gadir, Malaka, Sexi etc.-. Pasando los cartagineses a controlar casi todo el comercio con Tartessos, tras la caida de Fenicia. Por lo que la expedición de samios, organizada con la ayuda de Amosis, que nos narra el texto; se ajusta perfectamente a lo que en verdad pudo suceder en estos años en los que Tiro Sidón e Irsael, fueron subyugados bajo el mandato de Nabucodonosor  y las rutas hacia Tarshis y sus metales se controlaron solo por Cartago) 
Hasta esa nohe que partió a Tarshis, nunca había escuchado hablar a mi padre como un rabino, pero aquel amanecer  comprendí que el espíritu de la educación recibida en su juventud, no se había apagado nunca en él. Pasaron los años y siempre supe que sus éxitos se habían debido a aquella ilusión de “los de David”, que deseando llegar a alcanzar el Cielo, al menos consiguen que la vida no sea un infierno. Y todo esto, te lo cuento, compañero Pitágoras, no solo porque fuiste un gran amigo de mi padre; sinó sobre todo para que comprendas que quizás tus ilusiones de alcanzar y crear el gran teorema de la matemática, es más que un motivo para continuar (sin pensar en lo que ayer ocurrió). Pues no debes entristecerte porque te hayan dicho que a lo largo de la Historia ya han formulado muchos una teoría similar a que tú encontraste; pués tuya es si tú solo la descubriste. Ya que a veces, lo mas importante no es solo descubrir algo, sinó tener el valor y el arte para escribirlo y divulgarlo.... 

Además, esta noche he tenido un extraño sueño. Un raro y terrible sueño, que quizás proceda de las advertencias que muchos me llevan transmitiendo acerca de Egipto. Pues mi padre, que llegó a tratar con personas de Memfis y Sau (es Sais) cercanas al faraón, me dijo ya que este rey que hoy el Nilo tiene, puede ser el último de los faraones….

Pitágoras, que hasta entonces permanecía callado y a la escucha, dio un pequeño cabezazo y giró su rostro hacia mí; como asustado. Me miró y con cara de extrañeza, se llevó la mano a la boca, tapando los labios (como hacían los helenos) y me dijo:
-“No hables de ello aquí, ni pronuncies así el nombre del Faraón Amosis. Estamos en su templo y las paredes oyen día y noche”-.

Le dije entonces:
-“Ya ha amanecido. Voy a escribirte sobre la tablilla de matemáticas lo que he soñado, que es algo importante; pues quizás por ello me llamaron José (Joshua), al leer bien los sueños (como aquel que consiguió ver en ellos el futuro de Egipto…). Y es que esta ciencia de visión, es milenaria entre nosotros y con ella muchas veces sabemos interpretar lo que hay en el espíritu y en las intenciones mas profundas del hombre-.”

Saqué entonces la bandeja de arena (con sus varillas), que nos habían traído para hacer cálculos y dibujos y en ella escribí en una mezcla de griego con jeroglíficos que Pitágoras ya entendía, poniendo en ese "heleno-egipciano":
-“Decía mi padre, que el Faraón de Sais (Amofis), es un hombre inteligente, pero duro y sin raíces nobles. Ha educado a sus hijos (entre ellos a Psamético) fuera de las normas de la filosofía y de la realeza, por lo que sus descendientes son débiles y frágiles (cargados de defectos y caprichos). Tristemente, los babilonios, Ciro o Cambiases, emperadores de la nueva Persia, están al acecho sobre Egipto; pero saben que Amosis es fuerte y disciplinado, pues intentaron hace decenio invadirle y este les rechazó con fuerza. Por lo que han decidido esperar a su muerte (que no tardará mucho) para caer sobre el Nilo. Porque dan por seguro que cuando este faraón fallezca, podrán llegar con una victoria sin apenas lucha ni bajas, hasta su capital, Sau,  y conquistar todo el imperio de los faraones sin problemas ni grandes batallas”-.
(La referencia histórica que nos da el texto se ajusta a la realidad, dado que Amosis verdaderamente era un rey autoproclamado y sus descendientes crecieron en el ocio y la indisciplina. Este monarca gobernó mas de cuarenta y dos años el Nilo -hasta el 526 a.C.-; llevando su capital a la ciudad de Sau -Sais-, cercana a la de On -Heliópolis-. Se tiene por el último de los grandes faraones plenamente egipcios y su reinado se considera la época final dorada de este Imprerio, que tras él se vió invadido por los persas y ya no vuelve a tener carácter plenamente nilota. Amosis fué un rey filo heleno, tanto que dio autorización de vivir y varar en varios puertos en el Nilo a los jonios, pactando con Polícrates de Samos como aliado -tal como el texto narra-. Igualmente, llegó a casarse con una princesa de origen griego y ayudó a restaurar y recostruir el Templo de Apolo en Delfos. Rey muy interesado por la religión y sus misterios, fué generoso en ayudar a los santuarios y sacerdotes; por lo que la historia que nos narra el texto de cómo llegó Pitágoras hasta Egipto, no es nada extraña y puede ajustarse perfectamente a la realidad histórica. Por su parte, también es cierto que Amosis al final de sus días decide romper los pactos con sus aliados griegos, tras lo que solo unos meses después de subir al trono su hijo Psamético III, el reino del Nilo fué invadido por los persas.)

Pitágoras leyó cuanto yo había escrito en la bandeja de arena que le pasé y asintió con la cabeza, borrando luego con su varilla las palabras mías, poniendo sobre ellas en griego “continúa”; a lo que seguí; añadiendo:
-“Antes de venir al templo y de decidir ingresar como sacerdote en On y luego aquí, en Uaset; hablé con mi madre (se refiere a los templos de Heliópolis y Tebas, donde sabemos que Pitágoras y su compañero estudiaron). Le pregunté por qué mi padre tenía ese repetido deseo de que yo me hiciera matemático, entre los del oráculo del Sol y ella me contestó que mi progenitor estaba francamente preocupado por la situación de Egipto. Sabía que a la muerte de Amosis, su hijo Psamético podía ser invadido por los persas, los terribles herederos de Nabucodonosor, el destructor de Israel y Judá, que tenía en cautiverio al pueblo hebreo. Así mi padre le aconsejó que lo mejor para mí sería hacerme sacerdote y que en caso de que Egipto fuera invadido por Ciro (o por su hijo Cambiases), al conocer los oráculos y los astros, yo podía encontrar un sitio o refugio entre los babilonios (sin ser condenado a la esclavitud, como el resto de los israelitas, o los egipcios fieles a su país).

Por lo demás me dijo mi madre al despedirme, que si entraban los persas en nuestras tierras, jamás abandonase el templo y me hiciera pasar por sacerdote egipcio de origen griego. Dado que en ello mi circuncisión no me delataría, pues los clérigos del Nilo van circuncidados. Por lo demás si me hiciera pasar por extranjero (fenicio o jonio, dado a que hablo el hebreo y algunas lenguas helenas), seguramente los persas me respetarían y me utilizarían para pacificar a los sacerdotes. Pese a lo que debía asegurarme siempre poder huir de Egipto, si llegaban los babilonios. Por ello me aconsejó venir hasta este último y primer templo de Ra en, Uaset, junto a Siene, la primera catarata; casi en los límites del reino del faraón Amosis, por si tenía que huir al sur.”- 

Le pasé la bandeja de arena escrita a mi compañero y el rostro de Pitágoras cambió al comprender lo que había en mi "intención" de hacerme sacerdote. Leyó mis palabras sobre la arena y las borró de un baquetazo; tras lo que rápidamente me escribió:
-“Promete por tu padre fallecido no contar nunca jamás cuanto voy a ponerte aquí”-. Lo prometí de palabra, en voz baja (y muy extrañado)…. Pasó entonces el griego a redactar rápidamente unos párrafos en aquel marco lleno de arena, que decían:
-“Amosis, rompió hace unos años los pactos con los helenos, entre ellos los que tenía con el samio Polícrates. Se ha aventurado a estar solo, sin naciones que le apoyen y es viejo, llevando mas de teinta años en el trono (estamos en el 535 a.C.). Los griegos saben que Ciro y los persas van a entrar sobre Egipto y ello no puede ya evitarse, pues tan solo esperan la muerte del faraón, para caer sobre su débil hijo, el futuro rey Psamético. Los sacerdotes del Sol, conociendo que pueden ser invadidos en cualquier momento por los babilonios, fueron a hablar con la liga jonia de la fócida (mi tierra). Les expusieron que en caso de caer Egipto bajo Ciro o Cambiases, querrían que alguien protegiera a sus sacerdotes, pero el faraón había roto sus pactos con los helenos y Egipto estaba solo frente a los persas, por lo que se sentían preocupados e indefensos.”-.

Me pasó la bandeja y cuando le hice el gesto de haber leído aquello, borró lo escrito y prosiguió poniendo:
-“Polícrates y otros tiranos de las islas jonias se ofrecieron a los sacerdotes, para enviar varios alumnos griegos a los templos mas importantes de Egipto, con el fin de que aquí estudiásemos. Venimos pagados en parte por las arcas jonias y también ayudados por algunos de los mas importantes sacerdotes de Egipto. Nuestra función acordada aquí, es la de aprender todo cuanto podamos de los templos y en caso de invasión, no huir de ellos. Pues los helenos han hablado ya con Ciro, para que si entran sus ejércitos en Egipto, no destruyan del todo el sacerdocio egipcio, ni los lugares mas santos del Nilo. Le han convencido para que se sirva de los griegos que aquí estudiamos y los aproveche, obteniendo a través de ellos, en los templos del Nilo toda su sabiduría y conocimientos. Los sacerdotes que se llegaron hasta la Jonia han pactado que así sea, si con ello se evita la destrucción de los templos.”-

Mi cara fue de asombro al leer aquello, pues conocía solo que pocos años atrás el faraón había roto sus pactos con los helenos, pero nada más pude suponer. Borró de nuevo la arena y siguió Pitágoras escribiendo:
-“Por cuanto te cuento, tu padre medió en estos tratos entre los jonios y los sacerdotes de Egipto que hasta allí se acercaron; quienes plantearon que había de intentarse, que ni los templos faraónicos, ni su religión, fuera destruida en caso de invasión babilónica. Llegando al acuerdo de que lo mas adecuado era enviar varios estudiantes extranjeros (incluso de tierras cercanas y amigas de los persas) a los mas importantes recintos sagrados del Nilo. Para formarlos aquí, por si en ellos entraban Ciro (o Cambiases), que aquellos helenos no huyeran del lugar sagrado (como se suponía iban a hacer la mayoría de los sacerdotes egipcios). Tras ello, al función nuestra sería la de explicar que somos extranjeros, cercanos de los persas y tratar que el templo sea respetado. De no conseguirlo, hay un trato para que Ciro (o bien Cambiases), nos dejen libres, tras haber contado y enseñado a los invasores, todos los secretos aprendidos en el templo; a cambio de que no destruyan los santuarios y en ellos introduzcan a sus sacerdotes o sus sabios zoroástricos.”-.

Me quedé horrorizado, pensando que mi destino allí no era una decisión mía, sinó que mi situación e ingreso en el Oráculo de Amón-Ra, había sido ya pensada, planeada y planteada perfectamente por mis padres… Por lo que le escribí en la tabla de arena:-“Pero, yo… ¿He ido hasta On y luego he venido hasta Uaset, con algún motivo que tú conozcas?-.”

A lo que él respondió:
-“Tu padre parece que no ha fallecido de muerte natural y que su enfermedad pudo deberse a estos “elixires” que tanto los faraones, como algunos cortesanos y sacerdotes, son tan aficionados a administrar. Al sentirse enfermo y saber que pudo ser descubierto realizando los pactos con los jonios (a los que Amosis había echado del Nilo), me hizo llamar. Mandando una misiva, para que viniera a Egipto a estudiar con vosotros, como él deseaba (sufragando sus amigos samios mis viajes y las prebendas que voy pagando en los templos). Me pidió en su última "carta" que te trajera al templo del Sol junto a Siena, en lugar mas lejano de Memfis y de la Corte de Sais (por ello te convencí de no entrar en el templo de On -Heliópolis-, cercano a la desembocadura y donde comenzamos a estudiar hace un tiempo).

Mi misión no es solo ingresar contigo en el sacerdocio, sinó la de hacerte pasar por griego, en caso de que nos invadan los persas (como puede ocurrir en cualquier momento). Aunque ahora, la misión de los dos, es aprender cuanto podamos de la Luz de Egipto (la matemática y la ciencia de los dioses), para que en caso de invasión, sin precisar huir, podamos salvarnos a nototros y al templo de ser destruido (simplemente narrando los secretos). En lo que respecta a ti, no hay problema, pues conociendo la lengua griega como lo haces, podré hacerte pasar por heleno y tu circincisión se debería solo a haber ingresado en la casta sacerdotal, no a ser judío…”-.

Al leer estas palabras escritas por Pitágoras con la varilla de geómetra y sobre al arena de cálculos, me quedé profundamente preocupado y algo triste. Solo pude contestarle escribiéndole unas pocas palabras, que recuerdo fueron:
-“Gracias, amigo. Amigo mío y de mis padres… Ahora entiendo el extraño sueño que esta noche tuve, en el que he visto como los dos salíamos del templo, mientras Egipto era destruido y quemado. Después, tú escribías y divulgabas cuantos conocimientos habíamos aprendido en sus templos y gracias a ello nadie más tenía que volver a repetir la Historia”-.

Cuando estaba Pitágoras leyendo aquello, se oyó un ruido en la puerta. Rápidamente dimos un golpe a la arena y borramos estas últimas palabras y todo cuanto habíamos escrito, haciendo como si estuviéramos trazando cículos sobre la bandeja. El sonido de la entrada, era de un sacerdote aún impuro, que venía a despertarnos; llegaba con el rostro alegre pues decía que traía buenas noticias para nosotros…. Le preguntamos cuales eran y nos dijo que, casi seguro, ya estábamos admitidos en el templo; pero vendrían los maestros a hablar con nosotros y a comentarnos lo que había sucedido con otros aspirantes. Nos dio unos higos pasos, medio pan ácimo y un jarro de agua, para que desayunáramos; mientras nos preguntaba con cara de listo:

-“¿A que no sabéis de donde es este agua?”….
Dijimos que no y el lego replicó con cara de mas listo aún:
-“Del Nilo, porque en Egipto no hay otra. ¿Veis como aún os queda mucho que aprender?.... Me voy que dentro de poco vienen los maestros… A ver qué os dicen, de vuestras respuestas…”-.

Nos miramos, pensando que en cualquier lugar había tontos y el lego se fue, creyendo que había dicho una genialidad (porque sus palabras eran raras de escuchar de boca de un clérigo, ya que el dios Apis impedía beber a los sacerdotes agua directamente tomada en el Nilo...). Al poco rato y mientras nos preparábamos para seguir contestando relaciones entre la circunferencia y los polígonos, aparecieron los maestros de la Casa de la Vida matemática y astronómica que nos examinaba. Llegaron y nos comunicaron que estábamos admitidos, pero que en ello había un problema. Pues era verdad que fuéramos los mas sabios entre los que se habían presentado a pruebas, pero también era cierto que nuestros conocimientos procedían de otros anteriores, quienes nos los habían transmitido. 

Por ello, tendríamos que pasar unas nuevas y últimas pruebas que demostrasen nuestra creatividad y capacidad matemática. De aquellas, ya dependería que entrásemos como aprendices (legos), o directamente, como sacerdotes al templo. Explicándonos que si ingresábamos como aprendiz (sin rango de clero), habríamos de trabajar en categoría de ayudante al sacerdocio, largo tiempo hasta que pudiéramos presentarnos a un nuevo examen, para conseguir ser sacerdote con plenos derechos. Escuchamos lo que nos decían y nos felicitamos por el resultado. Tras ello, les preguntamos cual era la última prueba, a lo que nos dijeron:

-“Tenéis que hallar el volumen de la esfera... Es decir, explicarnos cual es la relación que hay entre esa circunferencia de 10 dedos (que tan bien nos habéis razonado) y una esfera de igual diámetro. Para ello, podeis pedir tan solo tres artilugios de medida o trabajo (que sean admisibles en pruebas del templo) y antes de que se ponga el Sol, esta tarde, debeis contestarnos correctamente.”-

Pitágoras y yo, nos miramos un poco asustados por la dificultad que veíamos en la pregunta y les dijimos si nos daban un mas poco de tiempo, para poder elegir aquellos utensilios que nos ayudaran medir o estudiar, el volumen de la esfera. Nos dijeron que no había problema, ya que hasta el final de la tarde, teníamos el tiempo que deseáramos para contestar a la raqzón del volumen y de pedir los tres objetos para estudiarla y demostrarla. Pasamos unas horas pensando qué se necesitaría y al final solicitamos unas maderas flexibles (juncos o mimbres), un embudo y una vejiga de cerdo limpia y vaciada.

Se quedaron muy asustados por nuestra petición, tanto que cuando nos trajeron esos utensilios, todos quisieron ver cómo y para qué queríamos tan extraños objetos…. Pero al saber como los usábamos, les produjo risa; pues tras hacer unos aros perfectos y redondeados con maderitas y mimbres, que medían exactamente 10 dedos de diámetro. Metimos la vejiga de cerdo entre ellos, para que quedase ceñida por aquel contorno. Después, ayudados del embudo, comenzamos a llenarla de agua. Poco tardamos en conseguir que la piel del cerdo fuera tomando forma globular y se adaptara justo al tamaño de los aros que la ceñían. Cuando estuvo llena y parecía ya una esfera de 10 Dedos de diámetro, decidimos vaciarla en el cuenco cilíndrico (que teníamos, de idéntico diámetro), para medir cuantos dedos ocupaba de volumen. Finalmente, medimos el total de capacidad, poco a poco y con el recipiente de medir 1 y 4 Dedos cúbicos, que también teníamos; saliendo unos 520 Dedos.

Horas estuvimos reflexionando sobre la relación entre los diámetros, perímetros y volúmenes; y cuando cayó la tarde contestamos a los sabios que pedían nuestra respuesta lo siguiente:

Que su Diámetro al cuadrado, multiplicado por el Area de la circunferencia, todo ello dividido por 3/2 era igual al Volumen.
Y siendo el Area igual al Diámetro multiplicado por el Perímetro (dividido en cuatro); bastaba hacer con una misma cuerda una circunferencia y un cuadrado, para hallar toda la operación.
Es decir que en el caso de un Diámetro 10 era:
(Diámetro × Área) ÷ 3/2 = Volumen de la esfera
{10 × (10 x 10 × π ÷ 4)} ÷ 3/2 = 523 + ½ Dedos (= 523,5987…. en nuestro sistema decimal)

Los sacerdote maestros, nos felicitaron por la conclusión obtenida pero nos dijeron que el método y la razón eran erróneas: Primero, el método, porque no debíamos haber pedido una vejiga para llenarla a un igual tamaño de la esfera; debíamos haber solicitado un gran cuenco en forma semiesférica perfecta (cuanto más grande, mejor). Ya que con la mitad de una esfera, perfectamente hecha en metal o cerámica, llena de agua; hubiéramos calculado perfectamente el volumen real. Por lo que consideraban un gran fallo, intentar crear nosotros nuestra propia esfera entera (no media), preocupándonos mucho de mantener este tamaño de diámetro 10. De tal manera lo matemáticamente mas exacto, hubiera sido disponer de un recipiente grande perfectamente semiesférico, donde medir  a mayor tamaño el valor del volumen.
Por último, la razón no se correspondía con lo que los cánones egipcios pedían, pues para calcular el Volumen de la esfera, había de realizarse por la fórmula de la pirámide, que era la siguiente.

Tomar la circunferencia que queramos en cuerda; hacer luego con su perímetro, un cuadrado y con el diámetro, un triángulo. Tenemos así lo que llamaban los sacerdotes “la pirámide del Volumen” (que es dividir en cuatro partes el perímetro y en tres el diámetro). Tras ello, multipliquemos un lado del cuadrado, por un lado del triángulo. El resultado multiplicado por el Diámetro es el volumen de la media esfera…. Es decir, que la fórmula del templo partiendo de la pirámide sagrada, debía ser:

1-Hacer un cuadrado con el Perímetro de la circunferencia (como si fuera la base de la pirámide)   
2-Hacer un triángulo con su Diámetro (como si se tratara de las apotemas de la pirámide)
3-Multiplicar un lado del triángulo, por uno del cuadrado.
4-Multiplicar el resultado por el Diámetro, y ello era ½ del Volumen de la esfera.

Poniendo el ejemplo de un diámetro de 10 dedos resultaría:
(Perímetro ÷ 4) × (Diámetro ÷ 3) × Diámetro × 2 = Volumen de la esfera
En dedos: (7 + 100/117 Dedos) × (10 ÷ 3 Dedos) × 10 dedos × 2 = 523 + ½ Dedos

En sistema modeno decimal teniendo en cuenta que ¼ de Perímetro sabemos que es (10 × π ÷ 4 = 7,85398…) y 1/3 del Diámetro es: 10÷3 = 3,333…
Volumen = 7,85398 × 3,333…. × 10 × 2 = 523,5987….
Lo que resulta igual al sistema moderno de hallar el volumen de la esfera que se considera:
Volumen = 4/3 de “pi” por el radio al cubo
Siendo en nuestro caso, Radio = 5; sería:
Volumen = 4/3π × 53 = 4,18879… × 125 = 523,5987….

Por último, los sacerdotes expusieron que la razón matemática del volumen, era la cifra sagrada dividida entre 6 (se refiere a "pi" partido por 6); teniendo que exponerse que el volumen de la esfera es igual al Diámetro al cubo, dividido por 6 y multiplicado por la cifra sagrada (3+1/7). Es decir:
(Diametro · Diámetro · Diámetro) : 6 · (3 + 1/7) = Volumen


Lo que en sistema moderno decimal, con el diametro 10 se expresaría:
Diámetro al cubo, partido por 6, multiplicado por "pi" = Volumen
(10 · 10 · 10) : 6 · 3,1416 = 523,6

Tras habernos expuesto los sacerdotes, que claramente habíamos fallado en el método de hallar el volumen. Primero, por no haber previsto que ha de medirse en medias esferas, hechas en cuencos (no en pellejos hinchados…). Y que habíamos errado en algo mucho mas importante, como era la relación entre la pirámide y la esfera…. Determinaron que habíamos de entrar e ingresar como aprendices, teniendo el deber de presentarnos en 12 meses a un examen nuevo de sacerdocio. Mientras tanto, trabajaríamos en calidad de lego, en las funciones que a partir de ese momento nos daban en el templo. Así fue como Pitágoras y yo, entramos en el Oráculo de Ra en el año judío de 3126 (se refiere al 535 a.C.); el mayor templo de culto solar de los egipcios.

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario