lunes, 15 de noviembre de 2010

Meseket: La Barca de Ra (continuación)

Continuamos el relato de Joshua en que narraba como fueron él y Pitágoras de Samos iniciados en el Templo de Ipet Sut de Uaset (Actualmente conocido como el de Karnak, en la ciudad de Luxor). Habiendo sido allí juzgados y condenados por traición, tras lo que fueron obligados a beber un elixir de la muerte, aunque en verdad, les durmió. Despertaron junto a su defensor en el jucio, el director de la orquesta de Ra, un músico matemático que creyó en ellos y se presentó a como “garante” de su inocencia. Quién, por tal actitud, les hubo de acompañar en el viaje de La Duat (el camino al Más Allá)… . Viaje que nos narraba el texto del judío Joshua, contando como habían despertado ambos en una barca que se dirigía hacia Lunu (Heliópolis), para ingresar allí como sacerdotes. El viejo músico que con ellos iba, les explicaba lo que había sucedido en el templo durante sus pruebas como matemáticos y en la ceremonia de iniciación, algo que les hizo comprender que entraron ya en una nueva vida de sacerdocio, relacionada con el mundo de los muertos. En un inciso, habían bajado a la bodega de aquella barca (de Ra) que les guiaba hasta su nuevo destino, en aquella novedosa dimensión espiritual alcanzada; encontrándose que estaba dispuesta como una nave funeraria, egipcia con similares ofrendas, objetos y alimentos.
Continúa el texto:

Bajamos a la bodega de la nave, tras comer con el barquero sordomudo y aquello nos pareció un sueño… Estaba plena de ofrendas preciosas y de viandas para "el viaje", todo decorado con flores y adornos maravillosos. En los laterales, colgaban largas cortinas de papiros con rezos sobre La Duat y sobre la historia de Amón. Un gran texto presidía la parte alta haciendo de umbral, en el que ponía: “Que aquellos que han traspasado esta meta de muerte y vida, seán eternamente enterrados en la noche, sin jamás amanecer; si rompieran un día este secreto de la Barca de Ra”… Nos miramos al leer aquello y con algo de temor pasamos bajo este cartel, para ver cuantas cosas había allí dispuestas. Bandejas plenas de frutas pasas y frescas daban un olor inimaginable a la cámara, que estaba repleta de ánforas y platos llenos de alimentos decorados con flores. A los lados de estos, había dos instrumentos musicales preciosos: Un arpa de diecisiete cuerdas y una trompeta larga de templo (tuba) de plata. Dos camas preciosas se disponían en el centro de la bodega del barco y en cada una había extendido un hábito de sacerdocio de lino, tanto como unas sandalias de papiro al los pies de estas. Nos llamó la atención que los cordones del hábito y las mismas sandalias, estuvieran recubiertas en gran parte por polvo que parecía de oro.

Mientras observábamos aquel milagro con detenimiento y admiración, oímos un ruido tras nosotros; se trataba del barquero que había bajado hasta allí, para indicarnos algunas cosas. Por señales nos dijo que aquellos vestidos dispuestos sobre los camastros, eran nuestros y que los cambiásemos por los que llevábamos, aún manchados de sangre. Así lo hicimos y tras ello, le preguntamos por señas qué hacer con esas ropas que nos habíamos quitado y tenían tan desagradables marcas. El barquero lo entendió pronto y nos enseñó cómo, entre las ofrendas que nos habían dispuesto, había jabones, aceites, perfumes y hasta cenizas y sosas para lavar las vestimentas… . Las tomamos con algunas dudas, pues aún nos producía reparo tocar ese ajuar, que parecía funerario y solo para difuntos. Mientras, el sordomudo que guiaba la nave nos hacía ruidos y asentía, señalando y mostrando que todo aquello se trataba de objetos para nosotros y para nuestro uso durante el viaje… Así fuimos a la borda con los jabones para lavar las ropas, en cuanto parásemos para bañarnos en el Nilo (algo que un purificado debía hacer al menos cuatro veces al día). También subimos bandejas con frutas, e incluso varias jarras de cerveza cerradas y una de vino, que en la bodega habían dispuesto para todos nosotros.

El barquero colgó la fruta y las ánforas de una red, dentro del agua, para que se mantuvieran frescas. Mientras estábamos preparando aquello, el maestro arpista había iniciado sus sesiones de rezos y cánticos a Amón y a los dioses. Diariamente tenía que hacerlo al menos en tres ocasiones, por dos horas cada vez: Tras el amanecer o primer oficio, en que debía tañer las canciones del nacimiento de la luz; después del medio día, que cantaba los Maneros alegres de los dioses huéspedes; y antes del atardecer, que tañía de nuevo las melodías de despedida del Sol. Los sonidos y melodías eran muy diferentes, siendo los de la mañana Maneros que hacían pensar. Los del medio día, canciones que provocaban la sonrisa y los del atardecer cánticos que hacían llorar. (La descripción de las melodías y rezos en Maneros de tipo egipcio, se ajusta con lo que los autores narran sobre estos cánticos de origen marinero del Nilo)

Al acabar, dejó su maravillosa arpa de 21 cuerdas a un lado y Pitágoras le dijo que en Samos también se cantaba de manera muy similar a como había interpretado sus rezos y que allí se llamaban “Linos” esas canciones (Se corresponde con la realidad histórica pués así se denominaba a los Maneros, en el Mundo Heleno). El maestro invidente se sintió molesto y dijo con rotundidad:
-“¿Linos?. Se llaman Maneros egipcios y son originarios del Nilo, desde tiempos de las Pirámides”.

Yo le expliqué que en la tierra destruida de mis padres, tanto como en Fenicia también se cantaba de manera muy parecida y aquellas melodías recibían muy distintos nombres, siendo cantos de marineros… Dejé de intentar exponer que quizás, los Linos o Maneros, fueran de otro origen ajeno al egipcio, pues vi que este músico se comenzaba a enfadar sintiéndose herido en el orgullo patrio (que entre los de Egipto es mucho….). Pasamos a preguntarle sobre los instrumentos que habíamos visto en la bodega del barco, afirmando el maestro que la trompeta de plata era una ofrenda para mí, que había sido regalada al templo de Uaset por un fiel, pero que el destino era que yo la llevara y la tocara en el de Lunu (donde el instrumento quedaría entregado). Al igual que el arpa de diecisiete cuerdas, que habiendo sido mandada por un adorador de Amón hasta Ipet Sut, sería para Pitágoras, quien la llevaría hasta el nuevo destino, para tocar allí a los dioses su música. Bajamos hasta la bodega y tomamos nuestros nuevos instrumentos para ensayar con ellos, los subimos a cubierta y el barquero al vernos comenzar a tocar y a afinarlos junto al maestro arpista, tuvo un extraño gesto que rápidamente comprendimos, pues no conocía la música...

Pitágoras comenzó entonces a discutir sobre afinaciones y tonos con el maestro, conversación que yo corté pues sabía que podía eternizarse, pasando a decirles:
-“Habíamos dejado el relato sobre lo ocurrido en el templo cuando los dos falsos testigos que nos acusaron, habían sido encontrados culpables del robo de ofrendas y tomados por el espíritu de Seth. Tras lo que fueron enviados a letrinas. ¿Qué sucedió luego?”.
El maestro arpista sonrió y exclamó:
-“Sí. Tiene razón Joshua; antes de discutir sobre la música y su sentido en distancias… Voy a terminar de contaros lo que yo pude entender de aquella ceremonia, porque en verdad fue mas que interesante, ya que al ser vosotros dos extranjeros, se complicó la iniciación y hubo muchos temas extraños que solo los dioses pueden recordar e interpretar… Como os decía, aquellos dos que os acusaron, semanas antes habían pasado a letrinas a trabajar al ser entendidos como el espíritu de unos cerdos, encarnando al maligno Seth en el templo.

Por su parte, al ver que dos extranjeros como vosotros iban a presentarse al las pruebas de ingreso, el Supremo de Historia y Escritura, se había negado a que dos ajenos a Egipto pudieran abrir las llaves del templo y por ello se puso a inventar mil argucias. Entre ellas estuvo la de hablar con aquellos servidores de letrinas, quienes pronto le comunicaron que uno de vosotros, extrañamente era circunciso.” - Señaló en ese momento el maestro hacia donde se encontraba Joshua y continuó-.

“Tras aquello, pasó a informarse sobre si podía tratarse de un antiguo sacerdote expulsado de algún otro colegio religioso, aunque pronto, en la Casa de la Vida, le dijeron que Joshua era un hebreo de origen y por eso estaba circuncidado. De ello, comenzó a tramar ese discurso de herejía que ya de antemano tenía preparado, para pretender que no entraseis en el templo y que consiguió adornar con la bobada del semicírculo (el medidor de ángulos), intentando convencer a los sacerdotes que se trataba del Disco de Atón, heredado por los judíos como símbolo matemático y religioso….!Qué disparate!. Pese a ello, hubo entre los presentes quienes hasta se lo creyeron y denegaron así la naturaleza de ceremonia legítima a vuestras pruebas.

El hecho cierto, es que el Supremo de Matemáticas al poco de ingresar vosotros, le advirtió de vuestras dotes y de que seguramente ibais a ser admitidos en el recinto sagrado (con casi toda probabilidad, pues teníais unos amplios conocimientos de geometría y ciencias numéricas). El de Historia se negaba a que extranjeros pasaran el umbral de Toth y aquel otro, de matemáticas, le tendió una pequeña trampa, al estar muy molesto porque el historiador y escriba había ´tocado´ su pasado, mostrando públicamente que este había ingerido cerdo (para desacreditarle en sus juicios). Lo que tramó era comprensible, viendo la intransigencia y la injusticia de este Supremo de la escritura, que se hacía pasar por sabio sin reconocer quienes tenían mas talento.

Así el matemático, cansado ya de que el de Historia interviniera en los asuntos referentes a la ciencia de los números y la geometría, decidiendo quien debía entrar y quien no en sus Casas de la Vida; le dijo que lo mejor para evitar que fuerais investidos sacerdotes, era comprar a los dos de letrinas y que estos dijeran que os habían facilitado los secretos de las pruebas. De ello, incluso hizo lo posible por enviaros como castigo a los lugares que estos dos rufianes frecuentaran (como las "zonas de aguas y detritus" y la panadería, donde a diario recogían cenizas). Todo ello, para hacer ver al de Historia y Escritura, que os iba a vincular seriamente en la acusación de traición a los secretos del templo, algo que llegaba a estar penado con la muerte.  

Parece que tamaña injusticia que se iba a cometer en el templo de Amón poco le importaba a quien deseaba evitar por todos los medios que vosotros entraseis, por lo que tras verse que los dos de letrinas aceptaban testificar en falso frente a los sacerdotes, diciendo que os habían vendido los secretos de pruebas (incluso valiéndose de un falso escriba público). Reclamó el Supremo de Matemáticas secretamente al Sumo Sacerdote del Templo, afirmando que realmente, el espíritu de Apofis estaba en el recinto sagrado; por lo que de seguro había de prepararse una barca de Ra (la vuestra). Es decir, que con toda seguridad seríais investidos clérigos y descubierta la culebra que intentaba parar el amanecer en La Duat de dos personas que merecían vestir los hábitos que pretendíais llevar. Tras ello, el Sumo Sacerdote aceptó intervenir, aunque en este momento ya existía el gran riesgo de que el Supremo de Matemáticas se viera inmerso en la trama, dado que había sido él mismo quien había comprado el testimonio de los dos rufianes de letrinas. Por lo demás y para que aquel asunto no le pudiera salpicar mas, trajo a un sacerdote ajeno al templo y de la Casa de la Vida en geometría. Quien le era fiel y se hizo pasar por el escriba público y que le entregaría el falso documento, en que teóricamente se contenían los secretos que habíais comprado vosotros para pasar la prueba (documento que era un papiro en blanco....).

En este marco y sin saber nadie nada, comenzó vuestra exposición que terminó con aquel supremo de Historia aprovechando el semicírculo con el que medíais los ángulos, para acusaros de herejía, de robar secretos y de atonismo…. El “asunto” se completó cuando intervino (tal como se había acordado) el Supremo de Matemáticas, haciendo venir a los dos sinvergüenzas de letrinas, quienes afirmaron que os habían hecho el encargo de ir por los secretos de ciencia, adquiridos a gentes que les enviasteis, en sus salidas a los barrios de Uaset. Por último, el testimonio del escriba público (quien solo era un sacerdote amigo del matemático hecho venir para completar la farsa) ya creó el ambiente propicio para que fuerais detenidos y “el falso Juicio de Osiris”, se llevara a cabo. Curiosamente, mientras el Supremo de matemáticas leía un papiro claramente en blanco, vosotros dos no dijisteis nada (por respeto a él), lo que llevó a deducir a los presentes que verdaderamente Apofis y el espíritu del Mal que deseaba destruir el Maat, estaba en el templo. Pues si alguno de dos (Pitágoras o tú, Joshúa), hubierais reclamado que aquel papiro al que el Supremo daba lectura, estaba en blanco; posiblemente nadie os hubiera detenido y el juicio y la ceremonia hubiese sido tal como se pensaba…

Pero ello no fue así y para colmo, yo por ser invidente y no conociendo que la escena pertenecía a una trama existente para vuestra iniciación. Por no saber que el papiro que sostenía el matemático estaba en blanco, reclamé sobre vuestra inocencia, lo que me ha traido hasta aquí… Hasta la Duat, junto a vosotros… Por intentar ser garante de vuestra inocencia”.-

Preguntamos entonces cual era la ceremonia y la escena que se esperaba realizar, que tanto había cambiado por esas dos circunstancias: La primera que calláramos sobre la lectura de un texto en blanco y la segunda, que este maestro reclamase a favor de nuestra inocencia. A lo que contestó:
-“Tenían pensado hacer este falso juicio, en el que vosotros os defendierais afirmando que el Supremo estaba leyendo un papiro en blanco. En ese momento, quien apoyaba vuestro ingreso en el templo, que no era otro mas que este Supremo, hubiera quedado fuera de escena y se habría marchado del patio. Tras ello, muy posiblemente, hubieseis sido simplemente expulsados del recinto sagrado, sin comprender nada mas y sin ingresar como sacerdotes. Pero aquel Supremo Matemático tenía gran fé en vosotros y sabía que erais gentes respetuosas y de bien, que jamás dejaríais en evidencia ante público a un gran sacerdote como él. Por ello organizó así las cosas, intuyendo que quizás de este modo, callando y pasando estas pruebas terribles; podríais acceder a un gran rango en el clero (complicando así esta difícil escena, del modo que siguió). Ceremonia, en la que lo único que quedó como espontáneo y no pensado por el matemático fue mi intervención…. Y por ello, aquí me veo… Aunque voy feliz, pues bien sé que me destinan como director a la orquesta de Ra en Lunu, que es tanto o mas importante que el cargo que ocupaba en Uaset”.-

Al terminar de comentar aquello, le dijimos que cual era entonces la trama pensada por los clérigos y que verdaderamente sucedió. Lo que nos fue explicando de manera en la que no podíamos dar crédito a cómo procedían en los templos para iniciar en los hábitos. Diciendo:
-“Llegó el momento en que os detuvieron y os llevaron ya al cuarto de guardias, junto a los centinelas. Allí intervinieron dos sacerdotes jueces, el Supremo de Matemáticas y el de Historia (que os habían acusado), tanto como el Sumo Sacerdote. Este último, os puso en la última prueba, diciendo que había un modo de que salvarais vuestras vidas y ese era el de que con él participarais en la trama de acabar con el matemático que os había traicionado y condenado falsamente… Es evidente que si hubierais accedido a hacerlo, vuestro Ka (alma) se hubiera perdido definitivamente y posiblemente os hubieran llevado a un lugar apartado, fuera de la ciudad, donde habríais sido abandonados y expulsados. No solo del recinto sagrado, sino también de Uaset. Tatuando seguramente en vuestro cuerpo, o cerca de la cara, esta circunstancia,indicando que jamás podríais entrar en ciudad alguna donde hubiera un templo de Amón (por ser dos proscritos de su sacerdocio).

Pero no fue así y os negasteis a dar muerte al que parecía vuestro traidor y quien era en realidad el que intentaba que ingresarais como sacerdotes de alto rango, sometiéndoos a tan dura prueba…. De ello, yo, ya enterado de la verdadera trama, argumenté que realmente aquellos dos rufianes venidos de las letrinas y que habían testificado en el falso juicio de Osiris contra vosotros, eran el espíritu de Apofis, algo que reconocieron los sacerdotes jueces. Para demostrarlo, hubo quien entre los jueces, llegó a pegaros, por ver si os sublevabais y deseabais dañar o dar muerte a alguno de los muchos injustos y traidores que os rodeaban; pero ello no fue así y preferisteis morir… . De tal manera se vió que el Maat estaba roto y por unos momentos, reinaba Apofis en el recinto sagrado… (se refiere a que la armonía y la justicia, principios universales del Maat y del bien, se había destruido; reinando el Mal en el templo -encarnado en el ofidio horrible-).

Por ello, había de preparar inmediatamente la Barca de Ra, para expulsar a la culebra terrible y monstruosa, Apofis, que había penetrado entre aquellos muros del sacerdocio. Así, cuanto antes y para evitaros que sufrierais más en tan terrible proceso y penosa situación, el Sumo Sacerdote encargó que os dieran rápidamente a beber el elixir de adormideras de Imnhotep, que se usa comúnmente para dormir a los enfermos que hay que operar. Tras ello, pasó un sacerdote médico y os circuncidó en el sueño de los vahos, mientras conversaba con vosotros frente a los Supremos de justicia. (se refiere a lo que llamaban en Egipto “los vahos de Imnhotep”; el arquitecto, matemático y médico del faraón Djoser, que ya hemos dicho vivió hacia el siglo XXVII a.C.. Dichos vahos o elixires parece ser que estaban compuestos de adormideras y plantas anestésicas que proporcionaban el estado necesario para poder intervenir al enfermo de diversas enfermedades o dolencias –desde las amputaciones hasta las operaciones de cataratas, o de huesos y de cráneo, que se sabe hacían los médicos egipcios ya en época de las Pirámides-).

Allí, en ese último diálogo que mantuvisteis bajo los efectos de las adormideras, narrasteis cuantas cosas os fueron preguntadas, demostrando vuestra inocencia. Entre ellas solo llamó la atención como extraño, el hecho que contasteis por el que realmente decidísteis entrar en el templo, por motivo de una esperada invasión persa de Egipto. El primero, porque deseaba refugiarse entre nosotros como circuncidado, ya que al ser judío su pene estaba así y temía que si llegaban los babilonios a Egipto, le llevaran preso en cautiverio, como hicieron con el resto de sus hermanos (que fueron así esclavizados hace cincuenta años en Israel). El otro, Pitágoras, dijo venir mandado por un tratado entre los sacerdotes del Alto Nilo y los de Delfos, con los mandatarios de la Jonia; quienes al romperse los pactos existentes entre los helenos y nuestro señor, el faraón Amosis, pidieron la ayuda a los jonios para que internasen en sus templos a algunos extranjeros. Pues si invadían Egipto los persas, al ser los griegos en algo cercanos a ellos, podían proteger de algún modo los recintos sagrados, permaneciendo en ellos y hablando con los invasores, para evitar que destruyeran los santuarios y la religión del Nilo…. Eso fue todo cuanto contasteis en el verdadero juicio de Osiris, mientras os circuncidaban y pasabais en verdad a La Duat como ilustres difuntos”.- (los datos históricos que da sobre los pactos rotos entre los jonios y el faraón, al final de su reinado, son ciertos; al igual que los tratados y contactos que menciona, entre los sacerdotes del Alto Nilo y los de Delfos. Santuario que fue restaurado por los egipcios en esta época, tras sufrir un incendio)

Al oír aquello, solo pudimos expresar nuestra extrañeza y exclamamos que nos parecía verdaderamente increíble que ese Juicio final de Osiris, para transportarnos a La Duat, se hubiera llevado a cabo bajo esos efectos de los elixires de Imnhotep…. Aunque reconocíamos que en ello estaba la seguridad de nuestra inocencia y que con este medio que habían usado, era seguro que podían haber comprobado que cuanto decíamos sobre la matemática y nuestros conocimientos, era verdad. A lo que el maestro ciego argumentó que aquello era lo que nos había salvado, el no desear dar muerte a nuestro traidor y preferir no vivir mas en aquel mundo y en esa situación en la que nos había introducido el terrible Apofis…. Por lo demás, si no nos hubiéramos atrevido a morir en circunstancias tan injustas, nunca hubiéramos llegado tan rápido hasta La Duat, como ilustres sacerdotes que éramos ya, ni a la barca de Ra donde estábamos, camino del reino verdadero de Amón.

Pensativos nos quedamos un momento, pero pronto Pitágoras preguntó por el destino de aquellos dos traidores que habían participado en toda la trama, a lo que el maestro dijo que ya era hora de volver a los cánticos y rezos con su arpa; por lo que tras la puesta de Sol, quizás continuaríamos en conversación; aunque había muchas cosas que realizar antes de acabar el día…
Pedimos al barquero que parase la falúa para poder bañarnos como los ritos exigían y los tres entramos en el Nilo. Tras ello, el maestro arpista comenzó a tocar y a cantar sus Maneros, mientras Pitágoras le acompañaba con sus sonidos helenizantes y con toque de cítara. Yo dí algunos golpes de trompeta mientras se escondía el gran Ra en el horizonte. Aquel horizonte del Nilo, donde la belleza de las dunas escondiendo el disco de Amón, daba comienzo e inicio a lo que los egipcios llamaban La Duat, o la partida hacia el amanecer de Mesektet, la barca nocturna del Sol…
   


   

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