ÍNDICE
GENERAL: Pulsando
el siguiente enlace, se llega a un índice general de capítulos.
PARA CONSULTARLO HACER CLIK sobre:
.
ESTE
CAPÍTULO SE HA DIVIDIDO EN DOS PARTES
(Y
UNA TERCERA, QUE COMPRENDE LAS CITAS).
ESTA
ES LA PRIMERA PARTE.
LA
PARTE SEGUNDA PUEDEN ENCONTRARLA PULSANDO
LAS
CITAS SE HALLAN EN ESTA OTRA ENTRADA.
SE
RECOMIENDA ABRIR ARTÍCULO Y CITAS A LA VEZ, PARA TENER LAS DOS
PÁGINAS A SU DISPOSICIÓN Y PODER LEER EL ARTÍCULO MIENTRAS
CONSULTAN LAS CITAS.
.
El
artículo se desarrolla en un texto escrito en negro y se acompaña
de imágenes con un amplio comentario explicativo (en
rojo y cuya finalidad es razonar las ideas).
Podrá leerse completo, pero si desea hacerlo entre líneas, bastará
con seguir
la negrilla o
las letras rojas destacadas.
SOBRE
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Imágenes
de frescos minóicos e hicsos. Arriba,
el famoso “salto” del toro (Taurokathapsia) procedente del
Palacio de Knossos,
tal como actualmente se expone en el Museo de Herakion, Creta (al que
agradecemos nos permmita divulgar nuestra imagen). La
fecha a la que pertenece esta obra permanece todavía en discusión;
habiendo teóricos que creen fue realizada durante el Minoico
Neopalacial (entorno al 1425 a.C.). Su
descubridor -Sir Arthur Evans- rescató estas pinturas del ala Este
del Palacio de Cnossos (cercana al patio junto al trono); por cuanto
su ejecución debe fecharse antes del 1375 a.C., cuando fue destruido
ese recinto real. Pese
a ello, muchos otros investigadores consideran que puede tratarse de
una obra muy anterior, perteneciente a los siglos XVI o XVII a.C.. Un
criterio que compartimos al observar los restos de las paredes
descubiertas en el palacio de los reyes hicsos, en Avaris (Egipto).
Frescos
que sin duda se fechan en ese periodo del dominio de extranjeros en
el Delta del Nilo; que comprende entre el 1670 y el 1570 a.C. (+/- 20
años).
.
Abajo:
Fotografías
de las pinturas halladas en el palacio hicso de Avaris;
agradecemos a Terrae Antiqvae y a su director Jose Luis Santos, nos
permita divulgar las imágenes tomadas desde su página:
https://terraeantiqvae.blogia.com/2008/032101-minoicos-creta-y-egipcios-en-avaris-y-malqata-egipto-la-taurokatapsia.php
. En
la antigua ciudad de Avaris -situada junto a la actual Tell-El-Daba-
elevaron los reyes extranjeros la capital de su reino hacia el 1670
a.C., tras dominar el Bajo Egipto. Hechos que se suceden poco después
de la erupción del Tera, fechada ocurrida entorno al 1680 a.C. en la
isla de Santorini (a unas cien millas al Norte de Cnossos).
Explosión volcánica, que sabemos fue una de las mayores hecatombes
de la antigüedad; que destruyó todo vestigio de civilización a
cientos de kilómetros a la redonda, llegando a afectar la
desembocadura del Nilo. Hemos
de suponer que los supervivientes al desastre -pertenecientes a la
cultura minóico-chipriota- se vieron obligados a abandonar la zona
(Creta y alrededores). Asimismo, las consecuencias del Tera
provocarían la huida de muchos que vivían en áreas próximas,
donde se observaban
los sucesivos maremotos, las nubes de polvo magmático y lajas
lanzadas por el cráter. Debiendo
deducirse que muchos de los egipcios se dirigieran hacia tierras
lejos de la costa y situadas al Sur,
abandonado la desembocadura del Nilo (donde llegaban por tierra y
mar, las olas, humos, gases y piedras volcánicas).
Un momento que debemos considerar idóneo para que los cretenses y
chipriotas que escapaban del Tera (buscando un lugar donde
asentarse), aprovechasen la ocasión para establecerse en el Delta.
De este modo, encontrándose semi-abandonada la zona Norte de Egipto,
estos extranjeros pudieron entrar desde Canaán hasta el Nilo,
construyendo allí su reino con capital en Avaris.
.
INTRODUCCIÓN:
Este
artículo es un resumen corregido y aumentado de otro mío, publicado
hace unos meses en el blog “ARQUEOLOGÍA,
FLAMENCO Y PREFLAMENCO” -intitulado
“CANAÁN
Y LOS PUEBLOS QUE COLONIZARON IBERIA...”-
.
A los interesados en consultar este trabajo inicial, les recomendamos
hacerlo a través del enlace que presentamos en cita (1)
;
donde accederán a varios
capítulos que formaban parte de un gran libro que redacté entre los
años 2008 al 2010. Un estudio extenso, dedicado a los orígenes del
folklore del Sur peninsular y que pensaba titular: “Prehistoria
e Historia del Flamenco”.
Finalmente, este proyecto de libro que
ya había acanzado las seiscientas páginas -aunque tan solo llegaba
a la etapa romana-; no
encontró apoyos
académicos (ni empresariales) para
conocer la luz, por lo que quedó inédito. Debido a ello, desde el
año 2015 decidí divulgarlo en ese blog llamado “ARQUEOLOGÍA,
FLAMENCO Y PREFLAMENCO”
(2)
donde
voy recogiendo los capítulos escritos tiempo atrás.
.
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1)
- Caída de los Hicsos y Canaán como enemigo de Egipto:
Recordaremos
que entorno al 1680 a.C. habían invadido el Delta del Nilo diversos
pueblos extranjeros, procedentes de Oriente Medio. “Bárbaros”
que según se considera, fueron empujados hacia Canaán por varios
motivos; entre otros motivos, la Historia marca la eclosión de la
Mesopotamia de Hammurabi y el nacimiento de mundo hittita.
Asimismo, aquellas hordas extranjeras entrarían en tierras del
Faraón tras la aparición de determinadas armas, como el carro de
guerra (que se atribuye a los Hurritas)-. Todo
ello situaría en el actual Canaán y a comienzos del siglo XVII
a.C., diversos pueblos hasta entonces ajenos a la zona; entre los
que destacarían los Amorritas, tribu desértica antecesora directa
de los hebreos. Junto a ellos, a nuestro juicio también se
establecen en Canaán gentes procedentes del mundo minóico y de las
inmediaciones de Chipre o Creta; cuando los movimientos telúricos
hicieron inhabitables sus islas. Siendo evidente que desde el 1680
a.C. -al reventar la caldera del volcán Tera
Santorino (destruyendo todo a su alrededor)-, los
habitantes del mundo minóico-chipriota hubieron de emigrar de sus
tierra.
Huyendo hacia Oriente Medio, tras la catástrofe que
acabó con la cultura cretense de su tiempo, erradicando todo
vestigio de civilización a cientos de kilómetros a la redonda.
Hechos
que obligarían ir hacia lugares más seguros a los supervivientes de
Creta y Chipre; quienes escaparían a Siria o Anatolia, pero que
finalmente serían “reconducidos” hacia Canaán (por los
hittitas y mesopotamios).
.
Acerca
de la gran explosión del Tera y sus consecuencias, repetimos lo ya
escrito en varios de nuestros artículos;
donde describíamos como ese volcán produjo gran bajada de
temperaturas, años sin veranos, lanzamiento de piedras y polvo
magmático, junto a repetidos maremotos. Una destrucción
que no solo asoló Creta e islas cercanas, sino que incluso llegó
hasta Egipto; donde alcanzaron rocas volcánicas y diversos males
provocados por la erupción. Hechos -que a mi juicio- llevarían a
los mandatarios nilotas a huir de zonas costeras y bajar hacia el
Sur; abandonando en parte la desembocadura. Todo ello, mientras
quienes escapaban del área del Tera se trasladaban, buscando nuevas
tierras; logrando asentarse en Canaán. Creto chipriotas, que a mi
juicio se internan poco más tarde en tierras faraónicas y donde
conquistarían el Delta con gran facilidad (hacia el 1670 a.C.);
seguramente con la ayuda de otras gentes establecidas, o bien
originarias de Canaán. Dando origen así al periodo Hicso; reino
extranjero del Nilo, que perduró durante unos cien años. Un siglo
en el que los hebreos (tribus canaanitas) fueron los burócratas o
ayudantes de esos hicsos (que a mi entender, procedían del Mundo
minóico).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al
lado,
mapa del Bajo Egipto (desembocadura) donde vemos marcada Avaris;
en un lugar muy cercano a la actual Tell-El-Daba. Como
podemos observar, la antigua capital de los hicsos se hallaba junto a
Canaán. A mi juicio, tan solo colocarían la ciudad principal en un
lugar tan fronterizo, aquellos monarcas que fueran muy cercanos a los
vecinos. Todo
lo que confirmaría que los hicsos eran creto-chipriotas huidos del
Tera, que entraron en Egipto con la ayuda de las tribus canaanitas.
Lo
que nos hace suponer sobre aquellos reyes bárbaros que dominaron el
Norte de Egipto durante un siglo, que fueron minóicos refugiados en
la costa Sur de Oriente Medio.
Quienes aprovecharon el abandono el Delta del Nilo tras el volcán;
estableciendo allí un reino con la colaboración de los que por
entonces habitaban Canáan (precursores de los hebreos).
Abajo,
imagen de la desembocadura del Nilo. La
escena que vemos no es muy diferente de la que pudieron observar
hace treinta y seis siglos.
.
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.
.
Unos
cien años más tarde de la creación del reino de Avaris, se
producen otras grandes explosiones en el cinturón del Tera-Santorino
(entorno al 1580 a.C.). Siendo ese momento cuando retroceden los
reyes Hicsos hasta Canaán, ante la presencia de los antiguos
egipcios en su zona. Lo hacen prácticamente sin combatir y por
debilitamiento
de sus huestes. Por cuanto creemos
que los hicsos abandonan Egipto debido al desastre y las erupciones
que de nuevo azotan sus tierras de origen;
provocando nuevamente maremotos y lluvia de lava con cenizas sobre
las ciudades costeras -desde el Nilo hasta Anatolia-. Debido a ello,
en mi opinión la caída del reino de Avaris no se debió a una
“expulsión” lograda a golpe de espada por los antiguos dueños
de aquellas tierras
(como los egipcios clásicos quisieron escribir). Sino
más bien a
problemas de destrucción en la armada y en puertos hicsos; junto a
otros daños
sufridos en las costas de Egipto o El Egeo -provocados nuevamente por
el Tera-. Lo que les llevaría a marcharse de Egipto,
debido
a la falta de abastecimiento y a la destrucción de ciudades
asociadas, dañadas por el cataclismo; sitas en Creta, Chipre o
Canaán. Ello,
unido a las supersticiones religiosas que resurgirían tras aquellos
sucesos nuevos del Tera, llevarían
a los hicsos a retroceder para establecerse en palacios y en urbes de
Canaán.
Por todo ello, en
aquel momento, los súbditos del faraón
aprovecharían
la situación para
reorganizarse y avanzar hacia la desembocadura
(donde se hallaba Avaris, la capital de aquellos invasores que tanto
habían odiado durante más de cien años). Viniendo con sus huestes
desde el Sur y del Alto reino del Nilo, con el fin de expulsarles;
haciendo
frente a los hicsos todos aquellos que se consideraban “verdaderos
egipcios”.
Quienes habían mantenido su cultura milenaria, consiguiendo no ser
sometidos por la invasión; tras haberse instituido como una
resistencia -incluso parte de los habitantes del Delta-. Tras
permanecer durante cien años mandados desde una nueva capital por
entonces creada y hoy llamada Luxor (la egipcia “Lunu-sema”, o la
“Tebas” grecoegipcia). Desde la que se reorganizaron
como un Nuevo Egipto Faraónico, para acabar finalmente con el reino
bárbaro de Avaris.
.
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De
ese modo y tras el debilitamiento de los Hicsos, consiguen
expulsarlos
promoviendo un renacimiento; dando
así paso al Reino Nuevo. Que comienza desde este momento -entre los
años 1580 y 1560 a.C.-; manteniendo el poder en Luxor, donde lo
situaron desde el comienzo del Reino Medio
(en el 2050 a.C.). Con una capital escondida a centenares de
kilómetros y muy
lejos del mar; fuera de los posibles ataques extranjeros. Allí
donde se habían mantenido los verdaderos egipcios en estado “puro”
durante la invasión de los reyes de Avaris. Por
cuanto, tras la caída de esa dinastía bárbara, los súbditos del
faraón promueven la expulsión o la esclavitud de todos los habían
colaborado con el reinado de extranjeros. Pueblos en su mayoría
llegados desde Canaán; entre los que se encontraba el hebreo.
Quienes -como
hemos dicho-
habrían entrado con los hicsos en el Delta, para establecerse allí
como una burguesía comerciante y con capacidad de organizar
gestiones de tesoro y administración. Pero tras ese siglo de dominio
extranjero
del Bajo Nilo y al caer su poder; fácil es imaginar que la
sed de venganza que los egipcios antiguos tenían hacia los que
habían colaborado con los reyes de Avaris. Tanto
era el odio a ellos y a sus gentes asociadas, que
fue denostada la misma ciudad de Biblos; un puerto que durante miles
de años había sido tenido por aliado y fiel baluarte del Faraón
(colonia hermanada con el Nilo). Pasándose
a considerar a los bibliotas unos grandes traidores;
afirmando los egipcios que Biblos había iniciado una política de
expansión, aprovechando el gobierno Hicso, sin ayudar a sus
“hermanos” faraónicos y vendiendo a su propia nación. Así
es como hacia el 1570 y el 1550 a.C., Ahmosis y Tutmosis II
expulsaron definitivamente a aquellos “gobernantes extranjeros”
del Delta, que
según narran las crónicas nilotas eran “reyes pastores, tiranos e
ignorantes, bajo cuyo reinado no hubo prosperidad”
(3)
.
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Este
periodo de dominación hicso llevaría a Egipto a tener un fuerte
sentido patrio y
a fortalecerse militarmente; pero sobre
todo a desear destruir Canaán (de
donde consideraban procedían aquellos “bárbaros”).
Avanzando pronto los ejércitos del faraón hasta aquellas tierras
vecinas, en diferentes incursiones; donde
atacan y en gran parte, acaban con ciudades tan importantes (como la
mencionada de Biblos). En unas primeras victorias
territoriales de Egipto, con las que logran
dominar la zona del Líbano por completo. Tras ello, se alía
Tutmosis II con el reino de Mitani (unidos
a Babilonia) para
repartirse Canaán y someterlo enteramente; creando así un fortísimo
imperio faraónico que comprendía Líbano y Siria, llegando hasta el
Eúfrates.
Y tanta era la furia de los del Nilo en estos años contra los
pueblos originarios de Canaán; que un siglo después de la caída
del los hicsos (en 1462 a.C.); Tutmosis III atacará Mitani por el
Eúfrates, para controlar totalmente a los semitas (recordemos que
esta civilización mesopotámica de Mitani, había sido de fundación
Hurrita -de igual raíz a la de los Hicsos-).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Imágenes del Nilo.
Al
lado,
la ribera del río faraónico en lados con canales artificiales.
Abajo,
mi mujer junto a mis sobrinos, en la presa de Asuán.
.
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.
.
El
Reino Nuevo es la época del “gran renacimiento” y gloria
egipcia, en la que se genera un periodo de arquitectura incomparable;
en el que se levantan -entre otras maravillas- el famoso Valle de los
Reyes, así como innumerables templos junto a su capital (la actual
Luxor). Pese
a ello, ese nuevo Egipto renacido (el Imperio Nuevo) evitará
acercarse al Mediterráneo. Al menos tal como hicieron otros antiguos
reinos de faraón con capital en Memfis, que
se atrevían a enterrar a sus muertos en maravillosos cenotafios y en
las proximidades del mar -a la vista de cuantos extraños llegaban a
la desembocadura del Nilo-. Pero
ese otro Egipto, posterior a los Hicsos, será ya siempre temeroso y
hasta xenófobo (cerrado en sí mismo); no deseando que los
extranjeros conozcan sus entrañas sociales, ni menos sus secretos
-religiosos o de ciencia-. Pretendiendo
alejarse de otras civilizaciones a quienes se limitarán a someter;
más que conquistarlas y civilizarlas, como antaño había hecho
(siendo este el motivo por el que se perdió el recuerdo de su
cultura, tan solo parcialmente recuperada tras la lectura de los
jeroglíficos en el siglo XIX d.C.).
.
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Por
su parte, los canaánitas que no huyeron del Nilo al caer el mundo
Hicso, pasaron a ser esclavos; al igual que cuantos prisioneros
hicieron en Oriente Medio los ejércitos del faraón. Una zona que
durante este periodo del Reino Nuevo se intentó liberar como pudo
del yugo egipcio; principalmente en los dos siglos anteriores a
Akhenatón. Cuando durante el inicio del Imperio
Nuevo (del
1580 al 1380 a.C.) los nilotas conquistaron el corredor
Sirio-Palestino para evitar nuevas invasiones, incorporando también
Nubia (Sudán). Aunque
tan solo algunas ciudades de Canaán consiguieron por entonces
escapar al poder faraónico; principalmente las situadas en costa,
unidas a la organización filistea. Por lo que debieron servir a los
egipcios de aliados; actuado como mercaderes y sobre todo de
transportistas marítimos. Ya que la invasión faraónica de Canaán
y zonas limítrofes en esos años fue tan severa, que hasta los
cedros del Líbano pasaron a ser adquiridos como recaudación de
impuestos.
Debiendo Biblos (o las urbes adyacentes) pagarlos al rey del Nilo,
obligatoriamente. Dejando
de ser Egipto durante el Nuevo Imperio, compradores y aliados de la
zona; llegando entonces hasta este área del Líbano como duros
recaudadores,
cuyos cobros e impuestos en tiempos de los Tutmosis (II, III y IV)
fueron verdaderamente duros. A estos faraones le suceden los
Amenotheps; entre los que Amenofis
II y III actuaron ya con menos militarismos y con más dedicación a
la cultura. Relajando un tanto el yugo sobre Canaán y las fronteras
(pese a que conservaron el Imperio y su gloria). Llegándose así
hasta el momento en que un rey “extraño” decidió reformar la
religión y el país del Nilo.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes de la famosa estatua de Nefertiti, esposa de Akhenatón. La talla recubierta de estuco fue hallada en Amarna, el 6. diciembre de 1912 y se halla en el Neues Museum, de Berlin (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Se fecha entorno a 1360 a.C., aunque actualmente existe una extraña polémica sobre su autenticidad y fecha. Todo lo que surge en razón al refinamiento y la calidad que contiene la obra; cuya estética y perfección es inigualable. Esta esposa de Akhenatón, al parecer era de origen “mittanio” y se llega creer que sucedió a su marido en el trono, disfrazada de hombre y bajo el nombre de “Smenekhara”. Otras teorías consideran que la cámara funeraria de Tutankhámon (hijastro o yerno de ella), inicialmente fue la de Nefertiti; quien enterrada allí como reina o como “Semenejkara”, habría sido expulsada de su cenotafio para inhumar en su lugar al joven faraón muerto y que finalmente descubrió Carter -en 1922-.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes de la famosa estatua de Nefertiti, esposa de Akhenatón. La talla recubierta de estuco fue hallada en Amarna, el 6. diciembre de 1912 y se halla en el Neues Museum, de Berlin (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Se fecha entorno a 1360 a.C., aunque actualmente existe una extraña polémica sobre su autenticidad y fecha. Todo lo que surge en razón al refinamiento y la calidad que contiene la obra; cuya estética y perfección es inigualable. Esta esposa de Akhenatón, al parecer era de origen “mittanio” y se llega creer que sucedió a su marido en el trono, disfrazada de hombre y bajo el nombre de “Smenekhara”. Otras teorías consideran que la cámara funeraria de Tutankhámon (hijastro o yerno de ella), inicialmente fue la de Nefertiti; quien enterrada allí como reina o como “Semenejkara”, habría sido expulsada de su cenotafio para inhumar en su lugar al joven faraón muerto y que finalmente descubrió Carter -en 1922-.
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En
el 1377 a.C. (fechas aprox. +/- 30 años) sube al trono Amenofis IV,
el gran “rey hereje Akhenatón”, quien dedica todo su reinado
al “florecimiento” cultural, espiritual, y sobre todo, a
la reforma religiosa que personalmente decide llevar a cabo.
Una
nueva fe que intentó imponer durante su vida entera y que se ha
denominado “el monoteísmo” de Egipto;
transformando gran parte del culto y costumbres del Imperio hacia la
veneración a un dios único (Atón). Sus cambios llegaron hasta el
punto de modificar la capital del reino, que ya dijimos
anteriormente habían situado en el actual Luxor hacia el 2050 a.C.
-por motivos de defensa y de nueva política-. Construyendo la nueva
ciudad y corte en la llamada Akhenatón; elevada con su mismo nombre,
que significaba el “Horizónte de Atón. La ubicó donde hoy se
sitúa la urbe de Amarna, y a medio camino, en el Nilo; a una
distancia similar, entre Luxor y la desembocadura. Pese a tanta
reforma y cambios, el
monoteísmo de Amenofis IV -del que tanto se habla-, no fue más que
una reforma en la que se sustituye al rey de los dioses Amón, por el
nuevo dios único: Atón
(personificado en el disco solar). Un
culto a Atón que ya se había iniciado en época de su padre
(Amenofis III); aunque la transformación religiosa del hijo fue de
carácter más reaccionario. Tanto
como para perseguir a quienes venerasen antiguos dioses. Por cuanto
este faraón llamado “hereje” y que reinó unos diecisiete años,
ordenó
destruir todas las estatuas del antiguo Amón y sustituirlas por la
imagen de Atón; del mismo modo que borra el nombre e inscripciones
de Amón-Ra, obligando crear nuevos templos
y bajorrelieves en favor del dios único representado en el disco-Sol
(Atón).
.
Asimismo,
Akhenatón, bajo este nuevo rito
se inviste como pontífice supremo y con ello lo que realmente buscó
fue restar poder al sacerdocio, para detentar todo el gobierno desde
la corona. Pues realmente, el credo del antiguo Egipto se dirigía a
un solo dios-rey; en la forma del Sol (Ra), muy similar al que
proclamará luego Akhenatón.
De lo expuesto, no nos debe quedar la menor duda de que en las
posteriores creencias del Mediterráneo Antiguo Oriental, será
fundamental la historia del Osiris primigenio; como “dios padre”
-dios único y creador verdadero-. Por todo ello, afirmar que
Akhenatón pretendía instituir el primer monoteísmo con fines
filosóficos, creemos que pudiera ser tan erróneo como considerar
que la armonía de las estrellas fue una idea de Platón (ya que este
filósofo la copió literalmente de los textos y de las enseñanzas
de los pitagóricos -principalmente de los que compró a la familia
de Filolao). Pero
el hecho realmente importante es que el faraón trató de imitar
cultos canaaneos y mitanios de su época; seguramente para llegar a
una confluencia con estos pueblos vecinos.
Pues aunque en infinidad de estudios que refieren el origen de los
hebreos, repiten y afirman de que el Yahvé bíblico está muy
influido del Atón de ese rey. Muy por el contrario, en
nuestra opinión fue Amenofis IV quien toma un dios similar al que
adoraban los semitas; posiblemente en un intento por acercarse a
países cercanos y a su organización estatal (con fines de alianza y
para evitar guerras, en un momento de gran crisis fronteriza).
.
De
tal manera, esta nueva deidad única egipcia se
acerca más al divo del fuego de origen mesopotamio y canaanita, que
al dios del Sol. Asimilándose mucho el Atón de Amenofis IV a los
Baal (o reyes), que todas las ciudades y religiones semíticas
tenían. Pues con la voz Baal -que
sabemos significa “señor” en lenguas semita- representaban
al mismo monarca; por lo que “el señor, su dios” hablaba por
boca del propio gobernante -a través del que era adorado-.
Tanto, que para su veneración se hacía común el sacrifico de
humanos en el templo en sustitución del rey; donde se contenía la
efigie de ese monarca-Baal (el dueño de la urbe o del reino). Siendo
así el modo en que “el señor” de la Ciudad o del Estado (Baal),
fue venerado simbolizado en el mismo fuego, representando la luz y
las estrellas (el Sol). Por lo que era común entre estos pueblos,
quemar vícctimas en su nombre -vivas
o recién sacrificadas- ofrecidas sobre un pebetero sagrado del
templo. En especial a los primogénitos que las familias adoradoras
del rey (las nobles), que entregaban a sus hijos con este fin. Tales
ritos y usos se sabe se llevaron a cabo entre semitas y sobre todo
tenemos testimonio de haberse practicado en los templos fenicios y
cartagineses (especialmente del Baal Melkarte en ciudades como Tiro,
Sidón, Cartago o Cádiz). Pese
a ello, aquellas inmolaciones del primogénito fueron precisamente la
piedra de toque para la creación de una nueva religión y de una
nueva civilización. Nacida desde Abrahám, cuando se acabó con este
cruento ritual de ofrecer el hijo primero
(tal como muestra la historia del famoso Sacrificio de Isaac).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos
imágenes del Nilo en su curso medio; en las cercanías de Amarna (la
antigua capital Akhenatón, fundada por Amenofis IV y destruida tras
su reinado).
.
.
3)
El Yahvé de los Israelitas:
.
De
tal manera, si consideramos que es Akhenatón quien copia un modelo
semita religioso del Baal, pretendiendo atraer hacia Egipto a estas
culturas coetáneas, que nacían en su tiempo e iban fortaleciéndose
en Canaán y el Sinaí (como la fenicia). Comprendemos
el por qué del nuevo dios Atón; principalmente en un intento de
Akhenatón por aliarse con Mitani, los Canaaneos y Amorritas.
Pretendiendo este faraón débil y decadente aunarse con aquellos
pueblos vecinos, cuando
repetidamente observa a los Hittitas “bajando” desde Anatolia,
realizando terribles razzias y conquistando antiguas tierras de
frontera faraónica en el Medio Oriente. De
ese modo, durante
su reinado pasan a manos hittitas, prácticamente la totalidad de la
actual Siria y el Líbano. Zonas que hasta Amenofis III dominaba
perfectamente Egipto; al igual que los territorios sináicos que
alcanzaban hasta Mesopotamia.
Pero debido a estas circunstancias políticas, creemos
que aquel retroceso de fronteras faraónicas fue acompañado por el
intento de reformar la religión del Nilo; con la intención segura
de atraerse la amistad de mitanios y canaanitas. Aunque esta postura
y la introducción de nuevos cultos, produjeron en Egipto todo tipo
de protestas; provocando incluso escisiones en los ejércitos que
guardaban tierras lejanas.
Cuanto
antes expresábamos lo comprenderemos mejor si observamos al antiguo
Amón Ra como dios del día y de la noche
(es decir de la oscuridad y la luz y por ello, en verdad un dios
único). Mientras
el nuevo Atón -reformado por Akhenatón-, es solo el señor de la
claridad y niega las tinieblas. Partiendo desde un planteamiento
maniqueo, plenamente semita; donde la oscuridad no puede ser adorada,
al representar el mal. De ello nos atrevemos a afirmar que el
reformador Amenofis IV es quien se inspira en religiones extranjeras
y no el que influye en ellas -tal como comúnmente se dicta-.
Por
tanto, habríamos de negar la idea tan proclamada de que los judíos
y su Yahvé nazcan desde este Atón y Akhenatón.
Siendo imprescindible observar que el
Dios de la Biblia es absolutamente distinto a Atón. Tanto que Yahvé
no se puede representar en efigie
y se expresa o simboliza con fenómenos como “la zarza
ardiendo”(Exodo, 3, 3) y sobre todo como una simple voz (más
nunca en la forma del Sol, la Luna, ni otro astro). Pues
ya en El Decálogo se prohíbe expresamente la creación de imágenes
de Dios, del cielo o los infiernos (Exodo.
20, 4-6). Siendo
por tanto el Dios de Judá, una idea abstracta, sin representación
terrenal y que se manifiesta solo en la forma necesaria para
comunicarse (la palabra):
Bien para entregar La Ley Mosaica (Gen. 19) o bien para evitar el
sacrificio del primogénito -común en los rituales del Baal-.
.
Las
características antes descritas nos enlazan plenamente con algunas
deidades semitas y babilónicas, relacionando este Yahvé con ideas
comunes a códigos de leyes, como fue del rey-dios Hammurabi (del
siglo XVIII a.C.). Aunque a su vez lo aparta del sacrificio humano y
de la inmolación primogénito, que se sabe practicaban los fenicios
y mesopotamios en sus templos. Tanto que la transformación religiosa
hacia el Yahvé judío se produce en razón a que el Dios de la
Biblia ordena el llamado “rescate”, con el que se sustituye un
animal por la persona ofrecida a Dios. Así
lo vemos en “El Sacrificio de Isaac” (Genesis 22), tanto como en
la ceremonia de “rescate” que se llevaba a cabo en los templos
levíticos; matando un animal -nunca un ser humano-, cuando el niño
se presentaba ante Dios por primera vez.
Por cuanto hemos explicado, parece claro que Yahvé ya está
determinado como monoteísmo en época de Abraham (unos cinco siglos
antes de Akhenatón); distinguiéndose de los dioses semitas en que
prohíbe la inmolación de personas en su nombre, sustituyendo ese
ritual por la entrega de una res. Más
tarde estudiaremos
los orígenes de este Dios de los judíos, que en el siglo XIX a.C.
haría nacer unas nuevas civilizaciones; desde las que proceden
algunos pueblos sináicos y las doce tribus de Judá e Israel.
.
Hay
numerosas referencias históricas y arqueológicas, para relacionar
al pueblo judío con tribus del Sinaí y con hurritas, tanto como con
migraciones de origen mesopotámico.
Por lo demás, en
lo que se refiere a su religión; la gran reforma que genera el
pueblo judío, es la imposición del rescate y la negación de
sacrificio ritual humano -inmolación
de personas, común en las religiones de este área y época-.
Transformando así realmente estos ritos semitas, generando
cultos que se abrirán hacia una nueva etapa, llegando al monoteísmo
moderno. Puesto
que al derogar la inmolación sagrada de humanos a principios del II
milenio a.C.,
lógicamente conseguirían mantener el espíritu de un pueblo unido
durante siglos -tanto
que aún hoy ha permanecido cohesionado y no ha desaparecido-. Debido
a que en aquella época, la mayoría del Mundo Antiguo subsistía en
el las sombras Eneolítico y tal solo las zonas más avanzadas habían
comenzado una plena Edad del Bronce -quinientos años antes-. Por
cuanto la supresión de sacrificios humanos rituales era impensable,
en
una etapa donde el poder se organizaba aterrorizando a los súbditos
con ritos terribles (como la entrega de infantes), para que así
rindieran plena pleitesía a los gobernantes.
.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes de Filae, en las cercanías de Asuán. Al lado, fotografía del templo de Isis, en Philae, antes de ser trasladado a su emplazamiento actual, tras realizar la presa del lago Nasser; del libro “Egypt Caught in Time” por Colin Osman (collection of photos and postcards Pyramid of Giza Research Assocation. Abajo, de nuevo el templo de Isis en Philae; otra imagen tomada antes de su traslado y procedente de “Egypt Caught in Time”, obra de Colin Osman (collection of photos and postcards Pyramid of Giza Research Assocation). En tiempos del Imperio Nuevo, los primeros faraones conquistan La Nubia (que comenzaba en las cercanías de Filae, junto a Asuán). Tras expulsar a los Hicsos -entorno al 1580 a.C.- los faraones mantuvieron durante dos siglos un ejército de enorme fuerza, extendido por Oriente Medio y el Nilo, llegando su poder hasta el actual Sudán. Pero en tiempos de Amenofis III, el poder del rey nilota va debilitándose y su hijo “Akenathón” llegará a gobernar un imperio con enormes problemas fronterizos y militares (asediado por los hititas). A mi juicio es este el motivo que llevará a Akhenatón a intentar asociarse con mitanios, canaaneos y otros pueblos de Oriente Medio; para lo que asimila el dios Osiris (Amón) con un nuevo Atón, creado de forma sincrética, tomando cultos y ritos de aquellos con los que deseaba aliarse.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes de Filae, en las cercanías de Asuán. Al lado, fotografía del templo de Isis, en Philae, antes de ser trasladado a su emplazamiento actual, tras realizar la presa del lago Nasser; del libro “Egypt Caught in Time” por Colin Osman (collection of photos and postcards Pyramid of Giza Research Assocation. Abajo, de nuevo el templo de Isis en Philae; otra imagen tomada antes de su traslado y procedente de “Egypt Caught in Time”, obra de Colin Osman (collection of photos and postcards Pyramid of Giza Research Assocation). En tiempos del Imperio Nuevo, los primeros faraones conquistan La Nubia (que comenzaba en las cercanías de Filae, junto a Asuán). Tras expulsar a los Hicsos -entorno al 1580 a.C.- los faraones mantuvieron durante dos siglos un ejército de enorme fuerza, extendido por Oriente Medio y el Nilo, llegando su poder hasta el actual Sudán. Pero en tiempos de Amenofis III, el poder del rey nilota va debilitándose y su hijo “Akenathón” llegará a gobernar un imperio con enormes problemas fronterizos y militares (asediado por los hititas). A mi juicio es este el motivo que llevará a Akhenatón a intentar asociarse con mitanios, canaaneos y otros pueblos de Oriente Medio; para lo que asimila el dios Osiris (Amón) con un nuevo Atón, creado de forma sincrética, tomando cultos y ritos de aquellos con los que deseaba aliarse.
.
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Continuando
con Abraham y la supresión del sacrificio humano, hemos de
reflexionar sobre el significado de ese rito, para comprender su
importancia histórica.
Así, sabiendo
que la figura del patriarca se sitúa en el siglo XIX a.C.; hemos de
tener muy presente que
en la Europa contemporánea a Cristo, aún todas las
religiones celtas llevaban a cabo en sus santuarios terribles
inmolaciones de personas. Tal como realizaban antes los etruscos;
quienes solían matar a víctimas propiciatorias con el fin de leer
sus vísceras y el hígado (al igual que los celtas). Unas costumbres
que los romanos combatieron y erradicaron de Italia antes del siglo
III a.C.; aunque no hay que olvidar que entre
los latinos se mantuvo el sacrificio de vírgenes Vestales. Del mismo
modo en Grecia existieron templos
dedicados a diosas como Artemisa, Hécate y deidades demoniacas
(Daimones); donde
se ritualizaba la muerte sagrada de humanos. Todo ello con el sentido
e intención de dominar al pueblo,
que impávido y sin poder hacer nada para salvar al inocente, debía
contemplar en grupo las ejecuciones sagradas (para
demostrar que de no obedecer, cualquiera podía ser ofrecido de
manera igual).
Estos ritos
crueles religiosos, eran comunes a todas las Sociedades neolíticas y
eneolíticas y el paso hacia la civilización plena -tal como la
concebimos-, suele coincidir con su supresión. Tal como sucedió en
las culturas precolombinas; donde
fueron erradicados tras la aparición de los españoles en el siglo
XV. Pues en lugares como México, el número de sacrificados en
templos era más de treinta mil a año. La mayoría entregados por
sus propias familias en el honor de los dioses; ofreciendo niños
para ahogarlos ante el dios de las aguas (Tlaloc) o doncellas para
diferentes rituales de muerte; junto a hombres a los que extirpaban
el corazón en vivo (que luego comían) o bien eran desollados vivos
por sacerdotes como los de Hiutchilopotchli.
.
Por
cuanto hemos expuesto, hubo de ser absolutamente innovadora aquella
religión surgida en Canaán sobre 1850 a.C.; cuando
en la montaña de Moirá
se prohíbe el sacrificio del hijo primogénito
-como recoge la Biblia-. Un ritual de inmolación que los semitas
practicaban como rito iniciático y que asimismo era llevado a cabo
por la mayoría de los pueblos de entonces
(4) .
Siendo
este un hecho tan transcendental e importante
-históricamente hablando-, que
explica la creencia de los judíos de ser el pueblo de Dios (tras
haberse negado a la inmolación ritual). Todo lo que asimismo
explicaría la existencia y cohesión de estas gentes bajo un mismo
culto; pues hay que recordar que el pueblo judío no lo compone una
raza y ni siquiera un país determinado, sino de una religión.
Creencias que entendemos partiendo desde este punto originario;
conociendo
que en el siglo XIX a.C. hubo gentes que se negaron a entregar a sus
hijos para sacrificarlos en nombre del dios (el Baal o el señor-rey).
Una negativa que por entonces suponía la condena al destierro de las
ciudades y la obligación a quedar solos en el desierto.
Comprendiéndose así el significado y origen de aquel grupo que más
tarde se asienta en Canaán; cuya cohesión pudo estar rubricada
durante milenios en base a ese principio:
No admitir sacrificios humanos en el templo y menos entregar
familiares para ese fin (tal como otros hacían). Todo lo
que sería el origen del pueblo hebreo, sin relación alguna con el
monteismo de Akhenatón; nacido desde tribus que preferían vagar por
el desierto, antes de someterse a las leyes del Baal. Unos
hechos que mantendrían unidos a los judíos por su religión;
absolutamente innovadora en plena Edad del Bronce, donde las
inmolaciones sagradas eran la base del poder y del gobierno
eclesiástico.
.
Continuando
con la Historia religiosa de Canaán, comparada con el cisma de
Amarna
(la herejía de Akhenatón). También hemos visto cómo la
historia judía es muy anterior al referido faraón; ya que su
episodio más transcendental se data hacia el siglo XIX a.C.. Donde
la aparición de Abrahám y del Dios de Judá, desde tiempos tan
remotos, tiene como misión que no se realice más el rito de inmolar
al hijo mayor (Isaac).
Narrando el Génesis (22) el modo en que Yahvé envía un Angel, que
ordena a Abraham no sacrificar a su primogénito, cuando ya se
disponía a asesinarle; indicando donde hay una zarza en la que está
atrapado el carnero que ha de sacrificar en sustitución del hijo.
Este
episodio es el que marca la diferencia verdadera entre el pueblo
judío y los demás de Canaán; incluso
entre los hebreos y otras tribus sináicas de igual origen racial
(pero que permanecían con los ritos de inmolaciones humanas).
Puesto que sabemos como aquellos que no admitían los ritos del Baal,
se verían expulsados de las ciudades y obligados a vagar por el
desierto. Debido
a ello, hemos de entender al pueblo judío como aquellos que
preferían vivir fuera de las urbes protegidas y amuralladas -errando
por Canaán cual beduinos-; sin someterse a la inmolación del hijo.
Generando así un pueblo propio, que nacería entorno al 1850 a.C.;
hechos que La Biblia explica en la figura de Abrahám y que sitúa en
tierras de camino entre Ur (Babilonia) y el Sinaí. Lo
que según el Antiguo Testamento, sucedería en
el monte de Moriá y
en la ruta que seguía este pueblo pre-israelita para comerciar co
Mesopotamia y Egipto. En un altozano cuyo nombre se repite en la
colina donde Salomón edifica su templo; aunque el nombre de Moirá
habríamos de interpretarlo más bien como los
“montes Ammorreos”.
.
Como
venimos repitiendo, este es el momento histórico donde hay que
marcar el inicio de los hebreos; cuya diferenciación con otros no
fue racial, ni de territorio o político; sino solamente religiosa.
Pues el judaísmo marca su inicio
claramente en época de Abraham y con
este hecho que lo distingue totalmente de otras religiones semitas.
Así hemos de considerar claramente como hebreos pudieron ser ya un
pueblo cohesionado en Canaán durante el siglo XIX a.C.;
diferenciándose claramente de otros caananitas que practicaron las
religiones semitas -que ofrecían personas al rey (o al Baal)-.
Mientras aquellos a los que hoy llamamos judíos, nacerían cuando
instituyen la ceremonia llamada de “rescate”, donde se sustituye
al niño por un animal. Acogiendo
entre ellos a todos los expulsados de ciudades o de las fronteras,
cuando se negaban a matar víctimas humanas en efigie y ofrecimiento
al “señor”.
Aunque hubo reyes y poderosos de Judá que volvieron a los ritos
semitas y practicaron el sacrificio del hijo propio. Siendo
considerados monarcas o personajes degenerados entre los judíos; tal
como podremos leer en el libro de los Reyes; donde Jeremías o bien
Ezequiel hablan de ellos -entre otros pasajes bíblicos que recogen
cómo se practicaban esas terribles costumbres; ver cita (5)
-.
.
Por
cuanto hemos expuesto, consideramos
que la afirmación de que el Yahvé de la Biblia nace del monoteísmo
de Atón, es una apreciación alejada de la realidad histórica. Muy
por el contrario, en episodios del Antiguo Testamento que se fechan
en tiempos cercanos al reinado de Akhenatón -tal como es el Exodo
(era de Moisés)-, sí veremos ritos de tipo semita o caananeo en
Egipto.
Basta recordar el
famoso episodio de las Diez Plagas, cuya última maldición consiste
en la muerte de todos los primogénitos (animal o humano) como
narra el Exodo -ver cita
(6) -.
Con motivo de esta décima plaga, que traerá la muerte incluso al
heredero del Faraón; se instituye la Pascua (Exodo 12) por mandato
divino y en la que los judíos tienen la obligación de matar el
cordero (cabrito) de un año de vida -comiéndolo en familia con
agradecimiento a Yahvé-. Realmente, este
relato de la décima plaga que
puede resultar “extraño”; es
comprensible históricamente cuando conocemos las prácticas
religiosas de los caananeos y semitas. Quienes ofrecían sus hijos al
templo; cuando se producían catástrofes climatológicas, epidemias,
hambrunas, guerras o crisis de Estado.
Momentos en los que era obligado llevar a los vástagos ante los
dioses -principalmente primogénitos-, para sacrificarlos sobre el
altar divino y frente a la mirada de la familia (que no debía ni
gemir presenciando la escena; en la que normalmente era degollado el
niño, antes de ser arrojado al fuego sagrado...). Con lo relatado,
comprendemos
el simbolismo de cuanto narra el Éxodo, advirtiendo de que si no
liberaba al pueblo judío (que negaba el sacrifico de infantes),
morirían todos los primogénitos; antes los de los animales, pero
después habrían de matar a los de humanos.
Al estar practicándose ritos que admitían esas ceremonias de
inmolación; cuya
pirámide religiosa comenzaba por ofrecer el primer nacido de cada
animal, pero terminaba matando al heredero de cada casa (en efigie
del príncipe real).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Máscara
y sarcófago de Tutankhámon (propiedad
del museo de El Cairo; al que agradecemos nos permita divulgar
nuestra imagen). Actualmente existe una extraña
teoría sobre las facciones y la ejecución de ambas piezas. Habiendo
quien afirma que se trata en realidad la máscara y sarcófago de
Nefertiti, que tras la muerte de su yerno fueron transformadas,
añadiendo las facciones de Tutankhamon. Todo
lo que explicaría los cortes a los lados del rostro, mostrando como
el modelo que vemos está pegado sobre un molde anterior; a la vez
que justificaría la tosquedad de las orejas (que abrían sido
añadidas).
4)
– La “herejía” de Akhenatón y su posible influencia sobre el
judaísmo:
.
Para comprender
perfectamente lo antes expuesto, hemos de tener en cuenta algunas
premisas. Fundamentalmente para la diferenciación de quienes eran
fenicios, canaaneos, israelitas y judíos:
.
A-)
La delimitación de lo propiamente hebreo:
En
nuestra opinión -como dijimos- el carácter de lo hebráico aparece
con Abraham, hacia el XIX a.C..
De tal manera, partiendo de que esas tribus -pueblos nómadas- que
van a formar luego Israel, proceden de
quienes huyen o emigran de Ur, en el siglo XX a.C,
para comerciar y pastorear por el Sinaí. A nuestro modo de ver,
aquellos
beduinos errantes se establecerían en tierras fronterizas al mar
rojo y al Imperio faraónico, con la ayuda y aceptación de Egipto
(como colaboradores o aliados del Nilo).
.
B-)
Partiendo de que estas gentes venidas desde Mesopotamia se afincan en
tierras dominadas por Faraón, con el apoyo de su dueño:
Hay que tener en cuenta que en época de Abraham, muy posiblemente ya
adoptan muchos usos y creencias del Nilo. Ello,
junto a una forma de vida y costumbres que les impondrían o
enseñarían, los egipcios; un
hecho necesario para conservar amistad y alianza con emigrantes de
repoblación.
En referencia a ello, el
Yahvé de Abraham, sí puede ser una transformación del dios Osiris
o una deidad egipcia enseñada desde el Nilo a los preisraelitas, que
se establecen en tierras controladas por nilotas (impidiendo
que sacrifiquen a sus primogénitos). De
tal manera, el “rescate” -salvación de la víctima humana-
quizás se trata de una ceremonia o rito de iniciación egipcio. Una
celebración practicada ya desde el III milenio en el Nilo, y
enseñado
a los de Abraham, por cuanto cambiarían su religión semita, hacia
ese culto de “rescate” iniciático.
.
Esta
idea de que “el rescate” hebráico pueda proceder desde
costumbres de Nilo se comprende perfectamente; pues en una sociedad
piramidal -como la de Egipto- las vidas y almas disfrutaban de una
metempsicosis extraña, encadenada de un modo escalonado. Lo
que afirmamos se explicaría del siguiente modo: Sabiendo que en los
templos de los estratos mas bajos sociales faraónicos, inmolaban
animales menores. Hemos de suponer que en los altares más elevados
en escala social, se realizaría un mismo sacrificio, ofreciendo un
ser vivo mas importante (mas valioso). De ese modo -por ejemplo- si
en una ceremonia humilde sacrificaban varios peces; ese rito
equivaldría en una escala piramidal más elevada, a la inmolación
de un ave. Por lo que asimismo, el sacrificio de numerosos pájaros,
hecho en templos medios; se igualaría con el de un ovino o un
caprino, llevado a cabo entre los ricos -oveja o cabra que ya podrían
entregar individuos con cierta capacidad económica-.
Consecuentemente en templos frecuentados por los más potentados, las
anteriores ofrendas de varias reses menores, se equivaldrían con la
de un bovino. Todo ello en una cadena de valor sacrifical, que se
complicaría hasta llegar a las mascotas -tan queridas por sus amos
en Egipto-; o a los caballos y asnos -cuya carne ritual no era
alimento, sino tan solo se ofrecía al dios-. De
tal manera, sobre esta esta escala piramidal y del rescate de unas
vidas por otras, la Biblia nos explica su ritos y su significado.
.
C-)
Consecuentemente, el Levítico comienza tratando así de “El
holocausto”:
En
su ley (Lev, 1), vemos que las ofrendas se diferencian en animales
mayores (vacas), de ganado menor (cordero o cabra) o de aves.
Igualmente en Exodo (22, 28); refiere los mismos sacrificios y nos
dice textualmente: “Me darás el primogénito de tus hijos. Así
harás con el primogénito de tus vacas y tus ovejas, quedará siete
días con su madre y al octavo me lo darás”. Todo ello hemos de
relacionarlo con la ceremonia y el misterio de la circuncisión;
que se lleva a cabo al
cumplir una semana el niño, desde que viene al mundo. Presentando al
neonato en el templo y debiendo ofrecerse en el altar un sacrificio
cruento, para lavar la afrenta de dañar al hijo;
consistente en la inmolación de aves (palomas), ovinos o bovinos
-conforme la capacidad económica de los progenitores-. Como muestra
de cuanto exponemos, podemos leer en el Nuevo Testamento (Lucas; 2,
21-24); donde María y José, tras pasar esa primera semana desde
el nacimiento de Jesús, le llevan a circuncidar, para luego
presentarle en el templo y que así sus padres quedasen purificados.
En tal purificación ofrecen ante el altar sagrado, un par de
tórtolas (tal como ordena el Levítico 2, 10).
.
Este
rito lo relacionamos con el “rescate”; una pirámide de salvación
que vamos describiendo, donde puede llegar a redimirse la vida de un
ser vivo superior, cambiándola por varios de inferior rango
(animales o humanos). De tal modo, en Exodo (34, 19 y ss) dice
textualmente Yahvé: “Todo primer nacido es mio y todo primer parto
de tu ganado (...) sin embargo, el primer fruto del asno lo
rescatarás con una res menor, y si no lo quieres rescatar lo has de
desnucar. Rescatarás todo primogénito de los hijos y no
comparecerás ante mí con las manos vacías”. Todo ello, sin duda
alguna se relaciona con el primitivo rito de salvación de seres
humanos, en la obligada inmolación del primogénito que las
religiones semitas practicaban. Un culto que nos lleva indudablemente
hasta la figura de Abrahám y el sacrificio de su hijo, Isaac;
episodio del Génesis cuya comprensión creemos que puede explicar
gran parte del significado de lo hebráico, así como el origen de la
teología judeo cristiana. Puesto
que
entrelineas, en esos capítulos del Génesis, veremos que el
Sacrificio de Isaac se lleva a cabo cuando ese hijo de Abrahám tenía
treinta y seis -o
treinta y siete- años
de edad. Precisamente a la “edad de Cristo”, que como sabemos
nació durante el Padrón de Herodes, realizado en el año 4º a. C..
.
Así
pues, leyendo las citas recogidas en (8)
descubrimos
que si Sara
tuvo a Isaac con noventa años de edad (Gen. 17, 17); ello supone que
cuando muere la madre, el hijo de Abrahám tendría treinta y seis -o
treinta y siete-. Pues el capítulo siguiente al del Sacrificio (Gen.
22), narra como Sara
fallece con ciento veintisiete años (Gen 23) tras ese episodio de la
inmolación sustitutoria. Ello significaría probablemente la
existencia de un segundo rito de iniciación hebrea, que se llevaría
a cabo al cumplirse los treinta y seis. Momento en que quizás el
padre era requerido para ofrecer al hijo; quien sin conocer que sería
rescatado, podría optar por decidir sobre la vida de otro, antes de
que le “inmolasen”.
Siendo así, el progenitor llevaría hasta el altar al vástago,
quien
viéndose atado y entregado para su sacrificio, pediría que otro
familiar le sustituyera. Pagándose finalmente aquel rescate con una
anciana o un viejo de la familia; tal como era Sara
(la madre de Isaac; que muere tras el episodio del Sacrificio). Todo
lo que dejaría preso de sus actos al rescatado, que finalmente
habría de aceptar la traición ordenada sobre un familiar; aunque
se tomase
como individuos de sustitución aquellos que por su vejez o
enfermedad, apenas podían ya valerse solos. Una
ceremonia de rescate que sería de enorme utilidad para que el templo
se apoderarse de la voluntad y vida de aquellos ofrecidos;
que ante ante Dios debían reconocer su debilidad y su voluntad de
entregar a un viejo, en sustitución de ellos mismos.
.
Como
decimos, este ritual de Abrahám, visto en el modo en que lo hemos
planteado, podría resolver gran parte de la teología judáica, e
incluso la cristiana. De tal manera y realizando un paralelismo entre
el sacrificio de Cristo y el de Isaac; veremos que aunque ambos se
llevan a cabo a la misma edad (unos treinta y seis años), en el de
Jesús faltan todos los elementos sagrados: El padre, que ofrece su
vástago a Dios; el cordero pascual y sustitutorio; la liberación
del hijo y el rescate del inocente. Así
puede comprenderse quizás, por qué en la Pasión de Cristo
desaparece la figura del padre (San José), quedando solo el hijo
(Jesús). Pero
además, el rescate que se lleva a cabo durante esa Pasión de Jesús,
es el del culpable -Barrabás-;
sin liberar al inocente, tal como debía ser. Dejando al hijo en la
situación del “Cordero de Dios que quita los pecados”; cordero
pascual, que en el caso de la Pasión cristiana pasa a ser el hijo y
no una res. Todo
ello nos lleva a pensar en que aquel último rito iniciático
quedaría transformado cuando Cristo fue llevado a la cruz, en vez
sustituir su inmolación por la de un ovino y por la dormición de un
anciano.
Todo
lo que pudo generar una nueva secta o una nueva religión entre los
hebreos; quienes al verse ocupados por Roma y desvirtuados en sus
creencias y costumbres, siguieron a un nuevo maestro. A un rabino que
cambió el último trance, por uno mucho más duro; fundando así el
cristianismo.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Arriba, mi
sobrino japonés junto a la estatua del dios Horus, representado como
un halcón; en el templo de Filae. Al
lado: Estatua de Akhenatón en el
Museo de Luxor (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra
imagen). Abajo: Un
“encantador de serpientes” en el Nilo. Estas tres imágenes
muestran dos de los totems más importantes del mundo faraónico: El
halcón y la cobra.
Sin duda alguna, en el
Egipto Antiguo los animales se
valoraban por su belleza y por sus enormes cualidades naturales;
aunque se debieron
deificar con arreglo al uso y a la utilidad que prestaban al hombre.
Siendo el halcón capaz de cazar en el desierto -proporcionando
alimento-, asimismo servía como ave de rapiña para atrapar a las
palomas (usadas de mensajeras entre quienes se comunicaban
secretamente). Por su parte la cobra era enormemente temida, pero a
su vez se utilizaba para guardar graneros, soltándolas en los silos
como ahuyentadoras de roedores -bastando quitar sus colmillos con el
fin de que no atacasen a humanos-. Todo
ello, configuró una religión piramidal de tipo totémica; donde
algunos animales, como el carnero Amón, el perro Anubis (el halcón,
el gato o la sierpe) presidían el mundo de los dioses -frente a
otras especies que se consideraban diabólicas-.
Por
cuanto hemos expuesto, consideramos que la afirmación de que el
Yahvé de la Biblia nace del monoteísmo de Atón, es una apreciación
alejada de la realidad histórica. Muy por el contrario, en episodios
bíblicos que se fechan cercanos al reinado de Akhenatón -tal
como El Exodo (la era de Moisés)-,
sí vemos ritos de tipo semita o caananeo en Egipto. Basta recordar
el famoso pasaje de “las Diez Plagas” en las que la última
consiste en la muerte de todos los primogénitos (de animal o humano)
(Exodo 11 y 12 ). Con
motivo de esta décima plaga, que traerá la muerte -entre otros- del
heredero del Faraón, se instituye la Pascua (Exodo 12) por mandato
divino, en la que los judíos tienen la obligación de matar el
cordero (o cabrito) de un año de vida y comerlo en agradecimiento a
su Dios que le salva de ello. Realmente,
este relato que puede resultar extraño, se nos hace fácil de
comprender cuando conocemos las prácticas de los caananeos y semitas
en momentos de cambio o crisis del estado. Durante los que había la
obligación de llevar a sus hijos primogénitos para sacrificarlos
sobre el altar divino, ante
la mirada de la familia que no debía ni gemir presenciando la escena
en la que normalmente era degollado el niño antes de ser arrojado al
fuego sagrado.... Con ello, comprendemos el simbolismo de lo que
narra el Exodo advirtiendo de que si no era liberado el pueblo judío
(que negaba el sacrifico de infantes), morirían esa Pascua (en esos
ritos) los primeros hijos de los animales, tanto como los de los
hombres, pués no pactaban con Yahvé, el Dios que no admitía esas
ceremonias.
.
Es
decir, que en esta época en que se fecha la existencia de Moisés
(sobre el siglo XIV a.C.) parece que pudieron internarse las
religiónes semitas en Egipto, quizás de la mano de Akhenatón, o de
alguno de sus antecesores. De tal manera, no sería raro que las
reformas religiosas de Amenofis IV, que ya inició su padre, lo que
realmente deseaban era un trato o alianza de los egipcios con
territorios del Sinaí y Mesopotamia, incorporando esos ritos semitas
a la religión del Nilo. De
ello, la aparición en la Biblia del dato que enseña cómo Egipto
estaba “en el mal camino”, al morir los primogénitos, tanto de
hombre como de animal. Lo que se debería a la práctica de rituales
de sacrificio humano sin ceremonia de “rescate”, típica de las
religiones semitas (menos en la judía). Por
lo que concluimos que el Yahvé bíblico tanto como los Baal
semiticocanaaneos, fueron los que debieron influir en la reforma de
Akhenatón y no viceversa tal y como casi todos los expertos afirman.
D-)
Partimos también de suponer que los ritos judíos de rescate puedan
relacionarse con la religión faraónica:
Cultos del Nilo en los que se sacrificaban en templos diferentes
animales, de menor a mayor importancia; ascendiendo en sus “grados”
y de forma piramidal. Algo
que fácilmente comprendemos cuando imaginamos la idea (expresada ya
en el Levítico) por la cual “varias aves equivalen a un cordero”
y “un número de corderos a una vaca”, así como varios bovinos
se corresponderían a un asno (etc). Una
“pirámide de salvación y sustitución” en la que quizás
existía la posibilidad de redimir a un hombre, a cambio de varios
animales superiores (de mayor o menor importancia, según el rango
del humano). Aunque más habríamos de pensar en el rescate de un
humano de casta superior (reyes y nobles) cambiado por decenas de
hombres de clase media, o más bien por centenares de esclavos.
Ello nos llevaría a ritos piramidales, llevados a cabo
consecutivamente, en templos “asociados” y socialmente
escalonados; en los que se irían sustituyendo de menos a más, las
vidas de animales o de hombres, según la importancia de todos ellos.
Llegando
así hasta recintos sagrados tan solo reservados para las élites,
donde se celebrarían cultos de gran complejidad, en los que se
liberasen hijos de sumos sacerdotes y faraones, a cambio de una gran
cantidad de hombres o bien pagado con miles de cabezas de ganado,
ovino, bovino o caballar (en favor del templo que los recibía y
redimía).
.
Por todo ello,
habríamos de deducir que sobre la cumbre de esta pirámide ritual de
inmolaciones de animales, siempre estaría otra escala compuesta por
vidas humanas. Un rescate de personas entre los egipcios, que estaría
igualmente ordenado de menor a mayor rango social. Cuanto expresamos
significaría que en el Nilo habría dos tipos de redenciones y
adoraciones: Las de animales y las de hombres; celebrados con
sacrificios cruentos e incruentos. Los segundos se
corresponderían con entrega al templo de trigo, semillas o frutos de
la huerta; que se ofrecían a Osiris y a los dioses del bien (como
fruto del trabajo). Pero a los dioses del mal o de la guerra
(representados con totems como el cocodrilo y el hipopótamo), se
debían entregar vidas de animales o personas. De tal manera, en esas
ceremonias de rescate debemos pensar que lo más sencillo sería
fijar el precio a pagar para redimir del templo a los acusados de
haber delinquido. Siendo bajo el rescate de un esclavo en esa
situación; el precio fijado para la redención de un hijo o de un
pariente sería alto. Máxime si aquel era de familia adinerada o
próximo a la nobleza. Asimismo, otros casos de salvación se
relacionarían con homicidios, asesinatos o con incumplimiento en los
deberes militares; donde las personas de gran poder pagarían
fortunas al templo para que liberasen de penas y deberes a sus
familiares condenados. Finalmente, incluso podrían llegar a
establecer un impuesto de rescate para las personas al tuvieran una
determinada edad (como los treinta y seis años antes referidos);
siendo obligado a quien cumplía esos años, ir al templo y
realizar determinadas ceremonias iniciáticas.
.
E-
) Visto que los ritos y la religión de Abraham pudieron tratarse de
una síncresis entre las creencias semitas y las egipcias:
Consideramos -como dijimos-, que la afirmación de que el dios de
Akhenatón es el que genera el Yahvé de Moisés, no es adecuada
(históricamente hablando). Lo que se
resulta obvio, ya que el Dios de Moisés era el mismo que el de
Abraham y el patriarca venido desde Ur precede en al menos cinco
siglos a Akhenatón.
.
F- ) Como una de
las conclusiones finales, deseamos considerar que el rito de
circuncisión es de origen egipcio: Esta ceremonia se
lleva a cabo entre los judíos en el día octavo, tras el nacimiento;
siendo el único sacrificio humano que tolera el Levítico y el
Éxodo. De tal manera, como hemos narrado, el Nuevo Testamento
describe que tras circuncidar a Jesús niño, María y José acuden
al templo para purificar lo que han hecho, por lo que ofrecen la
muerte de dos tórtolas (en símbolo propio, como holocausto de
sangre suya). Aunque es importante añadir que la circuncisión se
relacionaba en Egipto con la salida del Sol en el Amanecer, entre las
dunas (al igual que el emerge el glande del prepucio). Un
hecho religioso que se identifica con el disco solar de Atón (el
dios de Akhenatón), pero igualmente con el de Amón-Ra y el Osiris;
venerado ya desde el comienzo del Egipto Dinástico. De igual
forma, el pene circuncidado se identifica con el loto del Nilo,
abriéndose sobre las aguas; pero asimismo con las columnas de los
templos en forma de cipo y que tenían talladas estas flores en su
capitel. Unos pétalos de loto que ingeridos en forma de te,
proporcionaban una sustancia alucinógena, que la mitología
greco-egipcia describe al narrar episodios sobre “lotófagos”
(hombres que se alimentaban de esas flores de río).
.
Por lo demás el Sol
al amanecer en su disco -Amón o bien Atón-, era el símbolo del
huevo cósmico o primigenio; del que se origina todo el Universo. Por
cuanto nos será fácil entender por qué el pene circunciso
significa la iniciación hacia una nueva vida. Entre los egipcios,
este rito era solo obligado para los sacerdotes y se realizaba de
adultos, por voluntad propia. Aunque hemos de entender que para
las tribus del desierto, carentes de agua, se hace muy necesaria la
circuncisión, al facilitar la limpieza del pene -evitando
enfermedades-. De ello, que -quizás- este rito de adolescencia
egipcio, se trasladase a la niñez entre los judíos; quienes
habitaban zonas muy pobres en pozos y aguas (ya que el Nilo
facilitaba suficiente caudal como para realizar una higiene personal
diaria).
.
Por
lo anteriormente expuesto, si Akhenatón hubiera sido el primero en
instituir la circuncisión; podríamos pensar que este ritual que
sustituía el sacrificio del niño, pudo ser llevado hasta los
hebreos en tiempos de aquel Faraón. Pero históricamente no fue así,
pues la circuncisión se observa ya a comienzos del III milenio a.C.
entre los egipcios. Por cuanto hemos de pensar que Abraham la toma
como forma de Alianza con Dios y con el Nilo, pactando con Yahvé
esta ceremonia como señal de único sacrificio sagrado
(Gen. 17, 9 y ss.). De tal modo en cita anterior
(8) ya
vimos el pasaje Bíblico donde Yahvé manda circuncidar a todo judío
nacido (en su octavo día); pero también a todo esclavo adquirido,
fuera o no del linaje de Leví. Ello nos indica que además de un
significado religioso tenía otro médico, tal como pudimos tratar en
nuestra obra “higa, higo, hígado y aojo. Magia religión y
medicina”. Pues el cuidado de las partes genitales y de sus
enfermedades en el desierto era primordial, ya que de sus mucosas
procedían algunos de los peores males endémicos que vivían las
civilizaciones de entonces. Nos referimos a Las gonorreas y la
ceguera que transmite su bacteria “clamydia” (9)
. Por todo lo explicado, parece claro que muy posiblemente la
religión de Yahvé y sus ritos, nacieron en gran parte en Egipto
(aunque procediera originariamente de Babilonia). Siendo adoptadas
por los antecesores de los judíos” que a comienzos del II milenio
a.C. habitaban la zona de Canaán y el Sinaí.
IMÁGENES,
AL LADO Y ABAJO: Dos
efigies de Akhenatón. Al
lado, estatua
del rey tal como se expone en el Museo de Luxor (al que agradecemos
nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo:
Estela
fechada entorno al 1340 a.C.; que representa a Amenofis IV junto a su
mujer (Nefertiti) y sus tres primeras hijas (Merit-atón la 1ª;
Meket-atón la 2ª y Ankhesen-atón la 3ª) -agradecemos al Museo
Arqueológico de Berlín nos permita divulgar la imagen-. En la
fotografía hemos incluido el nombre de las
niñas,
que aparecen
desproporcionadas y representadas tal como se hacía en la época de
Akhenatón: Con los miembros largos y deformes. A mi juicio, tales
malformaciones se deberían en parte a prácticas de modificación
del individuo llevadas a cabo por sacerdotes (vendando el cráneo y
otros huesos); pero también al abuso de la mandrágora, mezclada con
bebidas alcohólicas.
Pues al parecer, en época de Akenathón se puso de moda consumir
ralladura de mandrágora con cerveza o vino; un alucinógeno que
modifica el nervio óptico, haciendo ver alargadas las escenas.
Asimismo, el
abuso de esta bebida pudo llevar al mismo rey a tomar muchas de sus
decisiones y a promover el cambio de religión; llegando a crear
problemas en Egipto, que vistos históricamente resultan tan absurdos
como desacertados e irresolubles.
.
.
.
.
G)-:
Las estirpes de Efraim y Manases: Para
concluir, añadiremos como dato importante que dentro del mundo
hebreo existen dos tribus consideradas de origen egipcio -o
extranjero- llamadas, la de Efraim y de Manases.
Dichos grupos son los que fundan el reino de Judá (ajeno al de
Israel) y se consideran llegados tras la época de Akhenatón al
Jordán; creyendo que se establecen en este momento al Sur de Canaán.
Por su parte, el
Génesis nos dice que Efraim y Manasés eran dos hijos gemelos de
José;
nacidos de ese hebreo (que llegó a visir del faraón) y de su mujer
egipcia. De tal manera, estas
dos tribus se pueden considerar una personificación de posibles
migraciónes desde el Nilo, tras la herejía de Akhenatón -en épocas
cercanas a Ramsés II (tal como la Historia recuerda)-.
Quizás, la huida de dos pueblos; uno de linaje más faraónico y
otro con raíces hebreas. Todo ello pudiera relacionarse con el
Éxodo; aunque hemos de tener muy en cuenta que tan solo se
comprendería la venida desde Egipto de dos de las Doce Tribus. Por
lo demás, dichos
grupos de Efraim y Manasés parece que tenían un orden y unos cultos
muy distintos a los comunes entre israelitas. Tanto, que establecen
un reino aparte, llamado Judá y
que apenas se unifica unos setenta años con el de Israel (durante
los periodos de David y Salomón). Este
pueblo es el llamado Yahvista y el que mas influye en muchos de los
posteriores cultos de los judíos; pues al ser más conservador y
teocrático, fue el que siempre resistió más al invasor y
no se dejó subyugar fácilmente. De tal manera, habríamos de hablar
tan
solo de este origen egipcio, en los hebreos de Judá; una nación muy
relacionada con Amenofis IV. Mientras el reino de Israel -que
corresponde a las tribus restantes-, no procedería de este Éxodo y
su aparición en Canaán sería muy anterior. Finalmente faltarían
incluir una tribu más extranjera (procedente
de Creta o Chipre); asentada en Golán y de origen “Danao”,
que sería la llamada de Dan
(10) ;
incluyendo asimismo a los filisteos, que era otro Pueblo del Mar (de
origen similar a los de Dan) pero asentados en la franja de Gaza,
desde comienzos del siglo XII a.C..
.
H)-:
Por
último, hemos descartado la posibilidad de que el origen de los
judíos se circunscriba a época de Akhenatón
(mediados del siglo XIV a.C.):
Creyendo poder demostrar que es al menos cinco siglos anterior. Por
ello desearíamos terminar concluyendo con un breve bosquejo de la
procedencia inicial de los israelitas. Pues
el inicio del pueblo de Israel se produce cuando gentes de origen
Amorrita, en el siglo XIX a.C., entran en contacto con Egipto.
Pactando su posible asentamiento en tierras dominadas por el faraón
en Canaán, cumpliendo una misión comercial y de pastoreo favorable
al Nilo. Aquellas
zonas del Sinaí eran limítrofes y gobernadas por Egipto -directa o
indirectamente-; por cuanto para su asentamiento en ellas hemos de
suponer un pacto con quienes las dominaban. Dichos
tratados deben ser los que refiere el Génesis cuando habla de que
Yahvé promete una tierra al pueblo de Abraham, a cambio de una serie
de alianzas, que tienen vinculación religiosa (entre las que se
destaca el sustituir el carnero por el niño y la circuncisión).
Con ello podemos entender cómo un pueblo que vaga errante, viajando
desde Babilonia al Nilo, finalmente
deciden convertirse en sedentario; otorgándoles los egipcios esas
tierras del otro lado del Mar Rojo, a cambio de unos acuerdos. Lo que
generaría grandes alianzas con el faraón, motivando que sus
descendientes se trasladasen a vivir al mismo Egipto (en época de
José). Siendo
esta la teoría que más encaja con la formación y asentamiento del
pueblo de Israel, desde sus principios y en sus fronteras de Canaán.
.
I-):
FINAL:
Tras
las disertaciones anteriores sobre el origen de los hebreos, volvemos
a Akhenatón;
faraón del que ya dijimos cómo principalmente se dedicó a su
reforma religiosa. Tanto fue así, que
llega a abandonar la política, el comercio y a olvidar sus
destacamentos de frontera. Su imperio se fue desmoronando
en los pocos años de su reinado (apenas diecisiete); mientras el rey
tan solo se ocupó de instituir su nueva “idea monoteista”, en
la cual deseaba ser él mismo la cabeza y “gloria del dios Atón”.
Pese
a tal decadencia, su reinado es de gran importancia artística y
creativa, aunque gran parte de esas obras fueron destruidas a su
muerte, por considerarlas heréticas. Nació en su etapa una nueva
estética y un nuevo tipo de arte figurativo, en el que se alargan y
deforman las figuras humanas.
Se dijo de él que el mismo Faraón era deforme y alargado, con
malformaciones oseas y que para imitar sus defectos se crea esa
estética. Pese a ello, el mismo tipo de esculturas comienzan
levemente iniciarse durante el gobierno de su padre (Amenofis III);
en cuyas representaciones ya vemos rasgos “estirados”, su cabeza
apepinada y sus extremidades alargadas. Aunque es sobre todo durante
el periodo de este Akhenatón, cuando se llega a presentar a los
hombres, a los reyes y dioses, con formas en sus cuerpos similares a
las de los insectos (a veces más parecidos a escarabajos o
libélulas, que a humanos). Sobre ese hecho hay una teoría
comprobada afirmando que durante los reinados de Amenofis III y IV,
en toda la corte y en la alta sociedad egipcia, se impone como moda
el consumo de cerveza con mandrágora rallada. Al parecer, se pudo
comprobar por los estudiosos de arqueo-medicina, que dicha bebida
alcohólica mezclada con limaduras del la raíz de esa planta, causa
alucinaciones permanentes, que hacen ver la realidad distorsionada.
Su consumo de forma continuada afecta a la visión y al nervio
óptico, percibiendo la realidad de forma muy similar y tal como se
representa el arte de época de Akhenatón (en una “psicodelia”
del siglo XIV a.C., que alarga brazos y cabezas; nacida a todas luces
del consumo desmesurado de cerveza con mandrágora).
.
No
deseamos afirmar que quizás esta pócima -que se tiene como la
inspiradora de aquella estética de rasgos alargados-, posiblemente
también produjo el empeño del rey por su “reforma”. Aunque es
una hipótesis a estudiar, que el “visionario estado” de
Akhenatón y su empecinamiento por temas religiosos, pueda explicarse
en relación a su abuso de cerveza con mandrágora. Ya
que la herejía que comienza en época de su padre, fue dirigida por
él de forma muy virulenta; llegando a la persecución e intento de
destrucción de la religión anterior egipcia. Por ello, deseamos
exponer que fue
quizás esa cerveza mezclada con mandrágora, el motivo que lleva a
Akhenatón a ser como fue: Olvidado todo asunto de política,
comercio o fronteras y únicamente pensando en imponer su nuevo dios
en Egipto; un dios del cual él era su única cabeza.
.
Debido
a la situación que narramos, la nación egipcia se escinde
prácticamente en tiempos de Akhenatón, dividida en partidarios y
detractores del nuevo culto. Luego, el fanatismo de unos y otros,
hace que se hunda el Nilo en una gran crisis, que casi hizo
desaparecer el reino
de Egipto (un debilitamiento tan solo similar a la situación que
produjo la llegada de los Hicsos). Por
su parte, los Hittitas aprovecharán esta situación de conflictos
internos; llegando desde Anatolia a tierras del faraón y arrollando
todos los puestos avanzados que tenía Egipto, hasta el Norte de
Siria. Alcanzando Líbano y aliándose con los Canaaneos, quienes les
ven como libertadores y les facilitan el camino hacia el Sur. De ese
modo consiguen los hittitas en pocos años dominar desde el Líbano
al Sinaí -con
alianzas o victorias- ; alcanzando
-por el este- hasta la entonces egipcia Mitani,
creando así los de Hattusa un imperio de extensiones desmedidas. Por
su parte, algunas ciudades Oriente Medio, que estaban ocupadas por
egipcios -como lo fué Biblos-, deciden continuar fieles al faraón,
pero Akhenatón no envían ayuda a fronteras y pronto caen pasto de
los caudillos Caananitas revueltos, que ayudados por los Hittitas
destruyen sus emporios.
La fama de Egipto se desvanece y nadie puede permitirse mantenerse ya
fiel a Amenofis IV (Akhenatón); quien mientras su reino se hundía,
dedicaba sus principales esfuerzos para que los egipcios adorasen a
Atón en vez de a Amón... .
.
De
esta forma, el reino del “Faraón hereje” se convierte en una
anarquía y en ese periodo de declive -dicen- aparece por primera vez
en la zona del Sinaí un pueblo que los del Nilo llamaron “Apiru”
y que creemos se traduce como “los del otro lado”. Dichos Apiru
(o Hapiru) son según muchos autores los que luego se llamarían
hebreos; quienes durante el reinado de Akhenaton se intentan
establecer al Oeste del Jordán y más tarde parece que consiguen
hacerlo al Este de aquel río.
Pese a todo, en nuestro modo de ver, quizás
es entonces cuando los hebreos (o Apiru) se escinden de Egipto,
huyendo a tierras más lejanas, al otro lado del Mar Rojo. Muchos
creen que es en esos años cuando huyen del Nilo, pero no debemos de
pensar tanto en una huida como en el hecho de que en este momento
Egipto pierde la hegemonía en esas tierras de Canaán y del Sinaí.
Que
sin tener un señor, ni un gobernante; obligará a aquellos que las
habitan a organizarse de forma independiente y autosuficiente. Es
decir, que quizás
la crisis de Akhenatón, provoca la necesidad imperiosa de
organizarse para subsistir a esos del “otro lado”, quienes por
entonces habitaban en Canaán o en el Sinaí (dominado hasta esos
días por el faraón).
Sobre todo, ante la llegada de otros
tiempos; en que los egipcios no gobernarían estas tierras ni
protegerían más a los habitantes de Canaán.
IMAGEN,
AL LADO: Junto
a estas lineas, un cuadro portugués con la presentación de Jesús
en el templo
(en este caso se trata de una obra de Jorge Alfonso, perteneciente al
precioso monasterio de San José en Setúbal -actualmente cerrado por
reformas y al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-).
De
nuevo vemos a San José ofreciendo dos palomas y al rabino, que
muestra o realiza la circuncisión del niño.
Tras cuanto hemos relatado acerca de las religiones de “rescate”
nacidas en la Edad del Bronce, comprendemos perfectamente los
elementos de la escena (la circuncisión como elemento de alianza con
Yahvé, a cambio del niño). Por lo demás, el
hecho de que “el rescate” se lleve a cabo con el primogénito, se
debe -a mi juicio- a una costumbre pastoril; porque entre el ganado,
las cabras, ovejas y algunas vacas, rechazan
al primer parido.
No sabemos bien a qué se debe este comportamieto de las primerizas
(muy común entre las ovejas), pero parece
que en el género humano también existe esa tendencia de temor o de
rechazo hacia el primer hijo; por motivos psíquicos postparto. Todo
ello, unido al sentido del linaje; explicaría el rito de rescate,
como una alianza impuesta en estas religiones que debían liberar al
primogénito.
Aunque en los cultos semitas más antiguos, se practicaría la
entrega del primogénito al templo (normalmente para inmolarlo en
efigie del Baal o señor -tal como aún hacían los fenicios hasta
tiempos de Roma-).
.
ABAJO:
Imagen
de Akhenatón
tomada
de la antigua fototeca de la Universidad de Bruselas (a la que
agradecemos nos permita divulgarla). En ella vemos
una de las esculturas de este faraón, donde se aprecian los rasgos
alargados, como signo de esa deformación que yo atribuyo
-personalmente- al abuso de la cerveza con mandrágora rallada. Este
rey, quiso ser el centro de toda la actividad religiosa de Egipto;
probablemente movido por ideas surgidas del consumo de aquella bebida
alucinógena. Pretendiendo una reforma en la que él fuese la única
figura y persona que representase al dios Atón (Amón) en la Tierra.
Abandonó sus deberes como gobernante, dividió el reino en dos
facciones
(partidarios y contrarios a su reforma) e
internó al Nilo en una guerra civil, que debilitó casi por completo
sus fronteras y su poder. Es entonces cuando -a mi juicio- aquellos
pueblos que habitaban en tierras limítrofes con Egipto, hasta
entonces dominadas por el faraón; necesitarán ser autosuficientes y
deberán defenderse por sí mismos -fundando Estados-. Generándose
en la zona de Canáan y del Sinaí el pueblo israelí y el judío
-durante aquella época-; ya con plena consciencia y separados del
Nilo, bajo la necesidad imperiosa de crear una nación propia (al
verse solos y sin el dominio, ni la defensa, de los ejércitos del
faraón).
5)
– El cautiverio judío, El Éxodo y Moisés (su relación con
Akhenatón):
Hasta
este momento no hemos tratado la figura de Moisés, el gran
libertador y legislador judío; ni sobre del significado de El Éxodo
-propiamente-.
Pero tras llegar a este punto de la Historia, nos será más fácil
comprender las situaciones que se generaron. Aunque regresaremos a la
etapa de entrada de los hebreos en Egipto, para ir comprendiendo las
fases de este pueblo. Así, acerca de esos judíos emigrados al Nilo
(en época de los Hicsos), nos dice la Biblia que los
descendientes de Jacob -venidos con José- luego hubieron de sufrir
un largo periodo de “cautiverio”. Lo que interpretamos como una
esclavitud o una dominación
-reducidos a casta inferior-, ocurrida
desde la caída de los reyes Hicsos.
Faraones extranjeros que les traerían a esas tierras, para trabajar
como funcionarios o como burguesía (durante el siglo XVII a.C.); lo
que les granjeó el odio de los verdaderos súbditos de Egipto, que
les subyugan tras recuperar su reino del Norte y echar a la dinastía
Hicsa. Permaneciendo
allí cautivos los hebreos unos doscientos años y hasta la crisis de
Akhenatón (sucedida hacia el 1350 a.C.).
.
Difícil
es comprender que los hebreos fueran totalmente esclavizados en
tierras ajenas y no perdieran su lengua, ni sus costumbres. Debiendo
considerarse más bien que tras el final del imperio Hicso
(acontecido hacia el 1580 a.C.), esos hebreos debieron caer en
“desgracia” y serían desplazados desde la clase alta, hasta los
mas bajos estratos sociales. Con
ello se entiende el relato bíblico en el que los descendientes de
Jacob, pasan de ser la élite social, a trabajar en labores de clase
media baja (entre las que estaba el oficio de albañilería,
ladrillero y las faenas del campo) (11)
.
Muy posiblemente ello ocurrió durante el periodo que hemos marcado
(entre el 1580 y el 1350 a.C.). Debiendo por entonces soportar el
yugo de los faraones más guerreros y más fuertes del Imperio Nuevo
(antes mencionados, de la XVIII Dinastía; entre ellos: Amosis, los
Amenofis y los Tutmosis). Aunque
con la llegada de Akhenatón, los canaaneos dejan de sufrir este
férreo control del Nilo; ya que el “rey hereje” no impedirá que
Canaán se “independice”, o que sea tomado por los Hittitas
(olvidando toda obligación política y militar en esas tierras).
Siendo
obvio que tras sublevarse esos territorios faraónicos del otro lado
del Mar Rojo; caerían bajo infuencia Hittita. Así,
los hebreos que habitaban aún en Egipto verían la posibilidad de
salir del territorio y del Imperio, para establecerse en lo que ya
considerarían como su tierra (liberada). Lo
que sucedería durante esta etapa, en el que -como dijimos- incluso
se escinde Egipto; dividido en guerras civiles, entre partidarios y
oponentes a la nueva religión.
.
Muchos
de los pueblos subyugados y esclavizados aprovecharían esa fase de
debilidad, para huir del poder faraónico y establecerse donde los
hittitas les permitieran. Para ganarse la amistad de los enemigos de
Egipto, quizás debieron exagerar su propia historia; relatando que
habían sido terriblemente esclavizados y perseguidos en tierras del
Nilo. Con lo que se ganarían la confianza de los hittias, para que
les permitieran establecerse en esa franja de Canán;
dominadas por los que verían un buen socio a todo pueblo que odiaba
al faraón. Probablemente
ello explique
cómo
los judíos conservaron todas sus tradiciones y lengua
desde la marcha de los Hicsos y hasta la llegada de Akhenatón; pues
probablemente no fueron tan cautivos, sino mas bien ciudadanos
sometidos a duros tributos y a trabajos incómodos
(ordenados por el rey del Nilo). Es decir, que desde la caída del
reinado Hicso, los faraones consideraron a estas gentes de origen
Canaánita como colonos de sus tierras allende el Mar Rojo; pero
sometiéndolos con dureza, obligados a fuertes tributos. De
ello, posiblemente tras la decadencia de Akhenatón y cuando logran
independizarse definitivamente de Egipto; los israelitas prefirieron
narrar una dura historia de cautiverio y enemistad con el Faraón.
Momento en el que creemos surge la figura de Moisés y también en el
que aparecen los denominados “Apiru”
-asentados en territorios del Jordán-. Apiru ó Hapiru
-Hebreos- que más bien hemos de identificar con las tribus de
Manasés y Efraim, quienes más tarde conforman el Estado de Judá
(como
reino del Sur y distinto al de Israel).
Aunque ello no explica plenamente la historia
bíblica que nos narra El Éxodo,
en la que un hombre de origen levítico, criado entre los faraones,
es quien lleva al pueblo de Israel hasta le Tierra de Canáan.
.
Para
comprender la figura de este salvador de los judíos -llamado
Moisés-, hemos de
avanzar un poco más en la Historia de Egipto; estudiando
lo sucedido tras la muerte de Akhenatón, siéndonos así más fácil
comprender a quién personifica esta figura mesiánica. Pues sabemos
que tras el fallecimiento del “rey monoteista” en el 1362 a.C
(+,-) la anarquía se adueña de un dividido Egipto; que heredará su
yerno, el famoso Tutankhamón.
El nuevo soberano abjura de la religión de su suegro, e intenta
reconvertir el reino al sistema antiguo; reponiendo la capital en
Tebas y sustituyendo la que fundó Akhenatón -con su mismo nombre,
en el término medio del Nilo; ciudad que fue destruida y olvidada-.
Tutankhamón (que en vida de su suegro se llamaba Tutankh-Atón, en
honor del Atón) pronto pasa a denominarse como mandaba el antiguo
culto a Amón, para honra y orgullo del dios anterior a Akhenatón
-ya restituido-. Así,
el nuevo rey, se reconcilia con los sacerdotes y vuelve al culto de
Amón, mandando destruir los templos, palacios y hasta las tumbas y
esculturas realizadas por Akhenatón.
Su desprecio hacia el padre político -del que había heredado el
trono- lleva a inclusive a desahuciar y expoliar las tumbas de las
familias de Amarna. Sabiéndose recientemente que vaciaron hasta el
cenotafio de la madre de su mujer; pues este sepulcro de la esposa de
Akhenatón se supone fue el que poco después se reutilizó para
enterrarle -cuando al parecer, le asesinaron-. Siendo esa la tumba
que encontró en 1922 Howard Carter; y que antes de ser de
Tutankhamón se considera que fue la de Nefertiti (12)
.
.
En
dicha decadencia del reino de Egipto, donde llegaron a asesinar al
joven faraón; los
que le suceden solo intentaron reconquistar algunas tierras perdidas
y un poco del orden olvidado.
Así se llega -tras Hotrembeb- a Ramses I, y luego a Seti I en 1319
a.C.. Reyes
guerreros que pretenden la reconstrucción del Reino Nuevo, con
campañas en Siria y Líbano, durante
los cuales hemos de imaginar que los hebreos aún permanecían en
semi-esclavitud o huyendo de Egipto; mientras en las fronteras de
Oriente Medio se libraban múltiples batallas. Finalmente,
sube al trono el famoso Ramsés II, quien deseoso de reconquistar
Canaán, pierde la guerra frente a los Hittitas en 1299 a.C. (en
Siria y Líbano); derrota tras la que jamás volverá a gobernar
Egipto plenamente aquella zona. De tal modo, sobre 1283 a. C. (+,-)
teóricamente los hittitas y egipcios se reparten Canaán en dos
mitades, pero realmente ya ni unos, ni otros, la dominarán
plenamente; pues están naciendo allí nuevos reinos y ciudades
(entre los que se encontrarán los Estados fenicios y los judíos).
Ramsés
II se casará entonces con una princesa Hittita, para forzar el
dominio de Oriente Medio; pero tras ello realmente no logra el
dominio de la zona. Tanto que Biblos como otras ciudades costeras,
junto a casi todo Canaán, pasan a ser considerados tierras enemigas
de ambos imperios y de frontera entre esos dos “agresores”
(hittitas y faraónicos). Ello produce un fuerte sentido nacional
común entre los habitantes de aquel área; intentando
así fenicios, caananitas y judíos, independizarse del vasallaje del
Nilo. Hasta el mismo Biblos comienza a ser totalmente autónomo,
consiguiendo marcar una frontera con Egipto y con los Hittitas
(lograda plenamente sobre el siglo XII a.C.). A
todo ello se sumarán
dos hechos, que posteriormente trataremos y que son: La
aparición de los Pueblos del Mar, pero sobre todo la del Hierro. Lo
que desde el siglo XII genera unas nuevas migraciones y una nueva
etapa en Oriente Medio. Un periodo durante el que se crean las tres
civilizaciones que perviven en Canaán: La Fenicia, el reino de
Judá-Israel y el de los Pueblos del Mar (los huidos del Hierro).
Quienes habitaron la zona promoviendo gran prosperidad durante unos
cinco siglos; hasta que los Babilonios atacan Oriente Medio en el 722
a.C.; llegando a destruir sus ciudades principales unos ciento
cincuenta años después.
IMÁGENES,
AL LADO Y ABAJO: Junto
estas lineas, altar tartessio hallado en de Coria del Rio. Se trata
de una mesa ritual hecha con tierra compacta y cuya forma recuerda a
la piel de un bovino. Su diseño es asimismo igual al del pectoral
más pequeño en el tesoro de El Carambolo. En la foto -bajo
estas lineas-
vemos los colgantes, tal como los muestra una vitrina del Museo
Arqueológico Nacional, donde se encuentra la reproducción de el
ajuar hallado en El Carambolo
(agradecemos al MAN nos permita divulgar su imagen). Asimismo podemos
observar en la parte alta de la foto; un dibujo con el altar de El
Carambolo, construido sobre el suelo y muy parecido al de Coria del
Río, tanto como a los colgantes en forma de pellejo. Tal
como hemos dicho; estos altares tartessios aparecidos en la Península
Ibérica y fechados entorno al siglo VII a.C.; cumplen las reglas del
protocolo levítico. Siendo como Exige Yahvé se hagan sus mesas
rituales del holocausto: Sobre el suelo, sin apenas adornos,
aprovechando algunas arenas y con forma de res.
ABAJO:
Altar de Beersheva, tal como lo muestra el Museo de Jerusalén (al
que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Estas
asheras sagradas estaban construidas como ordenaba El Levítico: Con
unas piedras, sobre la arena y sin apenas más recursos.
Finalmente se sincretizaron con asheras venidas de otros cultos
(especialmente con los micenios y los cretochipriotas); por lo que
sus
cuernos pasan simbolizar al mismo dios, o al poder. De
tal manera eran atributo de deidad sus astas, que para pedir
asilo al templo habían de agarrarse a una esquina de estas mesas,
pudiendo los sacerdotes conceder protección al que allí se
sujetase. Aunque si altar perdía uno solo de sus cuernos, quedaba
sin valor
y se consideraba profanado. No pudiendo cumplir con sus funciones
sagradas y menos con la potestad de asilar o salvar al que allí se
asiera.
Esta potestad del cuerno, que asimismo el pueblo judío ritualizaba
en el sonido del “shofar” (trompeta
sagrada construida con el asta de carnero), nos
habla de cultos venidos de la ganadería. Especialmente de religiones
ancestrales, donde las reses tenían un simbolismo fundamental;
por cuanto asir al ganado por los cuernos, significaba vencer al
animal. De
allí procedería el valor de las esquinas en los altares judíos; un
simbolismo que quizás tuvieron también los laterales de las mesas
sagradas de Tartessos (igualmente con forma de bovino).
6)
– Moisés y la Tierra de Canaán (diferentes autores y distintas
interpretaciones):
.
6-a)
Moisés visto por Freud, Campbell y otros teóricos del Éxodo:
Hemos
explicado la historia de los judíos, como un pueblo de origen
canaaneo (amorrita) que se trasladó al Nilo y que tras la caída de
los Hicsos permaneció -en gran parte- subyugado por Egipto (aunque
finalmente se liberarían; posiblemente desde el siglo XIV a.C.). Los
que comenzarían a huir y a independizarse en tiempos de Akhenatón,
son considerados por muchos autores como exiliados; quienes época de
Ramsés II deciden abandonar totalmente Egipto. Pero según varios
estudiosos, el secreto de su huida parece estar más relacionado con
la escisión de Egipto -en partidarios y detractores de Akhenatón-,
que con el éxodo de un pueblo esclavizado. Asimismo para otros,
serían los pertenecientes a las tribus de Efraím y Manasés, que
como sabemos no pertenecían a israel, sino fundaron Judá en el Sur
de Canaán.
De tal manera, dicen estos expertos en el tema, que tras el
fallecimiento de Amenofis IV; los aún partidarios de la religión de
ese faraón (“hereje”y monoteista), se sublevan durante decenios.
Hablando de que lucharían hasta contra Ramsés II, al que los
judíos -unidos a esos egipcios partidarios de la “herejía”-,
habrían solicitando un territorio, para crear una nación diferente
a Egipto. Esta es la hipótesis que muchos historiadores siguen y que
por primera vez intuyó ese magnífico “arqueólogo” aficionado
de origen judío -el inigualable psicólogo, que fué padre del
psicoanálisis-.
Sigmund Freud en su libro “Moisés y la religión monoteista”
plantea que el principio del pueblo judío fue solo como una escisión
del egipcio; separándose una parte de seguidores de Akhenatón,
cuando deciden emigrar de su tierra y huir al desierto -para evitar
la confrontación y crear un nuevo reino-. Esos
hechos los fecha Freud, tras la muerte del “Faraón hereje”,
datándolos en su opinión entre el 1350 y el 1310 a.C.
.
Joseph
Campbell narra en “Las Máscaras de Dios” del siguiente modo las
consecuencias de tal teoría, expuesta por primera vez por el
psiquiatra-arqueólogo: “Sigmung Feud dió un susto a muchos de sus
admiradores cuando propuso en su última gran obra `Moisés y la
religión monoteista´ que Moisés no era judío sinó un noble
egipcio -especificamente de la casa del faraón herético Aknatón,
quien reinó entre 1377 y 1358 a.C.-.
Que en los años inmediatamente siguientes a la muerte de este
Faraón, que supuso el colapso tanto de su corte como de su culto al
monoteísmo; Moisés partió de Egipto acompañado de colonos semitas
del Delta, a quienes procuró inculcar las creencias monoteistas de
Akhenatón. Sin embargo, en el desierto, esta gente oprimida por sus
castigos le mató y su liderazgo fué ocupado por el sacerdote
madianita de un dios volcánico árabe: Yahvé”. Continúa
relatando como el recuerdo de Moisés entre los huidos consiguió ir
transformando el dios Yahvé en un dios mosaico, dando nueva vida a
esa religión judaica (13)
.
.
Tal
y como afirma el profesor Campbell, no debemos rebatir directamente
tal teoría de Freud, cuando menos meritoria por haberse escrito hace
más de cien años (14)
.
Aún más siendo el mismo padre del psicoanálisis de origen judío,
mientras niega que uno de los hombres más ilustres de su pueblo, no
lo fuera. Pues la creatividad de tal idea y la razón arqueológica
asisten al genial Freud; que quizás sin suficientes argumentos o
datos -pero con gran sentido común- intuye una verdad que puede
convertir un mito, en una leyenda con visos de realidad histórica.
Porque su interpretación de Moisés verdaderamente alcanza a hechos
históricos que pudieron suceder perfectamente en los orígenes del
pueblo de Israel. Pese a ello, Joseph
Campbell, cree que tal mito de Moisés no es de origen egipcio, sino
semita y que se trata de una leyenda compuesta hacia el siglo VIII en
Israel, pero inspirada en una historia nacida en Summer. Dicho
planteamiento (del también genial Campbell), no podemos compartirlo,
pues dejaría fuera de toda realidad histórica a Moisés y a El
Éxodo. De
tal manera, si pensamos que la narración del Éxodo solo es un
relato babilónico revivido, habríamos de plantearnos la veracidad
histórica y la autenticidad del Antiguo Testamento (sin tener
sentido el cautiverio, la huida, ni la llegada a Egipto de los
judíos... Siquiera ni el mismo Abraham puede explicarse
arqueológicamente). Todo
ello, es lo mismo que negar cualquier viso de hechos históricos en
el Génesis y el Éxodo, hipótesis que no podemos admitir; ya que no
explica siquiera por qué no pueden encajar sus figuras históricas,
las fechas y personificaciones; en etapas que realmente vivió el
pueblo hebreo.
.
Es
decir: Si sabemos por restos arqueológicos y culturales, que los
judíos son de origen Amorrita, venidos de la zona de Mesopotamia;
que luego vivieron cerca de los egipcios (o entre ellos) y que hacia
el reinado de Akhenatón, regresaron al Sinaí.
Se
hace imposible pensar que El Génesis y El Éxodo no nos hablan de
etapas, personificaciones y gentes coetáneas o paralelas. Pues
el Antiguo Testamento narra que el pueblo de Abraham, nacido en Ur y
venido hasta Canaán; por sus penalidades, emigró en época de José
a Egipto, tras lo que triunfan en el Nilo. Aunque luego son allí
sometidos, por lo que deciden huir o en regresar a Canaán, en
tiempos la de Moisés. Unos
hechos y etapas que concuerdan con lo que la Historia dice y
descubre; por tanto, si todo el Génesis y el Éxodo es falso -tal
como Joseph Cambel afirma- ¿Por qué encajan sus relatos con lo que
la arqueología y los arqueólogos van hallando?.
Así pues, si partimos, tal como dice Campbell, de que el Éxodo es
un mito semita transcrito en el siglo VII, sin contener realidades
vividas por los judíos; jamás llegaremos a entender por qué estos
Libros del Antiguo Testamento coinciden con las etapas y sucesos de
Egipto o de Canaán... .
Por lo tanto, la única hipótesis admisible sería considerar a
Moisés como un personaje histórico (más o menos legendario).
Aunque Campbell cree que los judíos del siglo VII a.C. -al ser
invadidos por los babilonios- le añaden las cualidades y leyendas de
un rey semita (akkadio), llamado Sargón.
Asimilando los israelitas su más venerado héroe, con un monarca de
Mesopotamia, cuyo gobierno se fecha en el III milenio a.C. y cuyo
recuerdo se pierde en la memoria. Aunque es
casi imposible creer esta hipótesis de Campbell, considerando que
los israelitas, durante su cautiverio en Babilonia, estudiasen y
conocieran a Sargón el akkadio (Sargón I de Argade); tanto como
para incluir pasajes en La Biblia inspirados en la historia de aquel
monarca del siglo XXIII a.C..
IMÁGENES,
AL LADO Y ABAJO: Junto
estas lineas, famosa cabeza en bronce akkadia, que se supone la del
rey Sargón (2270 al 2215 a.C. +/-).
La fotografía es una de las primeras tomadas a este busto, que
considera representa al famoso monarca akkadio. Perteneció a la
serie de imágenes que hizo su descubridor en 1931 (el profesor
R.Campbell Thomson); mientras en un igual tiempo (desde 1925 a 1935)
otro profesor Campbell (Joseph Campbell) iniciaba sus estudios de
antiguas religiones y de filosofía comparada. Creo que el
parentesco con el descubridor del busto akkadio, o bien su mismo
apellido, llevaron al joven Joseph a interesarse por la historia del
antiguo rey Sargón -estudiado y descubierto por R. Campbell-. Quizás
confundiéndolo con el Sargón de Siria (contemporáneo al cautiverio
de los judíos); por lo que en mi opinión, Joseph Cambell construyó
esta extraña teoría en la que identifica al Sargón de Akkadia, con
Moisés. Personajes
cuyo único nexo de unión es que al nacer fueron dejados por la
madre en un cestillo flotando en el río. Aunque Sargón sería
recogido por un jardinero, quien tras transmitirle su profesión, vio
como la diosa Ihstar se enamoró de ese chico que trabajaba el jardín
de su templo, concediéndole dones para llegar a general -y más
tarde a rey-. Una historia que muy poco tiene que ver con la de
Moisés, existiendo cientos de leyendas antiguas que tratan de niños
abandonados en cestillos en el río; entre las que podemos destacar
Rómulo y Remo (en Roma), o Habis (en Tartessos).
.
ABAJO:
Moisés
colérico, rompiendo las Tablas de
la Ley, al ver adorar a su pueblo el becerro de oro (grabado de
Gustavo Doré). Este
pasaje bíblico muestra el modo en que Israel todavía en pleno
Éxodo, practicaba ritos pertenecientes a diversas religiones de la
Edad del Bronce y de culturas coetáneas (como
la minóica o la egipcia).
Pese
a todo lo expuesto, Joseph Campell defiende que el “mito de Moisés”
es una transcripción del de Sargón rey de Argade (Akkadia); un
monarca que data de los comienzos de Babilonia, hacia el 2350 a. C..
Personaje que igualmente fue dejado en un cestillo por sus padres y
luego gobernó su reinó junto al Eúfrates (15)
. Para
su razonamiento se sirve de otros ejemplos que fundamentalmente
estudió Otto Rank (16)
en los que este autor escribe una monografía comparando más de
setenta variantes de esta leyenda, con otras similares: El hombre
nacido de padres desconocidos o de virgen, abandonado en las aguas
de niño, recogido por animales (o padres adoptivos), que finalmente
triunfa, llegando a gobernar un reino. Entre
ellos son sobradamente conocidos para nosotros niños-héroes cuya
historia es parecida a la de Moisés; como Rómulo y Remo, fundadores
de Roma; o Gárgoris y Habis, creadores de las primeras dinastías
en la Hispania prerromana (17)
. Aunque nunca nos atreveríamos a afirmar que la historia de Habis
se relaciona plenamente con la Moisés, ni aún menos la de Rómulo y
Remo. Pese a todo para el profesor Campbell, Moisés no es ningún
personaje histórico, sino más bien hemos de hablar de un mito
babilónico “traducido” al mundo judío.
.
Sin
desear contradecir a una autoridad tan destacada como Campbell, hemos
de manifestar nuestro absoluto desacuerdo con tal planteamiento
(que nos parece más bien surgido del paralelismo de nombres entre el
descubridor del busto de Sargón de Akkadia -Campbell Thomson- y
Joseph Campbell). Pues
para afirmar que El Génesis o El Éxodo no tienen relación con
hechos históricos, argumenta ese profesor americano que nadie ha
conseguido diferenciar las etapas de Abraham, José, la de cautiverio
y la de Moisés. Todo lo que no es cierto, ya que hay diferentes
teorías que encajan perfectamente con las Historia de Egipto, en
esas narraciones de El Antiguo Testamento. Tanto que el mismo
Campbell expone una relación de ellas,
en las que destacan: La de J.W. Jack, que piensa que el Exodo se
produce en época de Tutmosis III (sobre el 1502 al 1480 a. C +,-).
La de Freud, que fecha la salida de Egipto en los años de
Tutankhamón (1358 al 1349 a. C. +,-). La de Albright, que la data
en el reinado de Ramses II (1301 al 1234 a.C.) y la de Scharff que
piensa que se produce entre Ramses II y Merneptah (del 1240 al 1230
a. C.), por encontrarse en esta época estelas egipcias hablando de
las revueltas judías y hallarse entonces ya el término Israel
escrito. Aun habiendo quien piensa, como el prof. Meek, que la huida
de los israelitas se produce al final de la XVIII Dinastía (entre el
1220 y el 1200 a. C. +,-); con Seti II, cuando estos “abandorían”
Egipto aprovechando las revueltas internas.
.
Tal
diferencia de dataciones las considera Campbell una incongruencia,
por lo que descarta que la historia narrada por el Exodo concuerde
con hechos ciertos. Pese a todo, lo que no observa este gran autor es
que la Biblia hubo de recordarse en la memoria, durante varios
siglos, hasta ser escrita
(pues los alfabetos sináicos comienzan a extenderse en los siglos
XIV al XII a.C.). Ello que deja la posibilidad de que los hechos que
se narran -recogidos en un solo momento- quizás sucedieron en varias
épocas, o en un largo periodo de tiempo. Por lo que cabe la
posibilidad de que la huida de Egipto pudo hacerse en oleadas
distintas, hasta con centenares de años de distancia entre unos y
otros éxodos.
.
6-b)
El Moisés de Assmann:
El
más ilustre especialista de nuestros tiempos en esta figura bíblica,
ha sido Jan Assmann; profesor emérito de Heideberg, cuyo libro
“Moisés el egipcio” (Moses
the Egyptian)
publicado hace casi tres décadas, aún constituye una guía para
estudiar este personaje. De este modo, analizaremos la obra de
Assmann
intentando comprender mejor el significado de lo mosáico; aunque
para obtener una opinión más perfecta, lo haremos recopilando
comentarios que acerca del libro escriben otros catedráticos y
especialistas en el tema. Recogiendo preferentemente las
ideas o críticas publicadas por Greg Johnson
(del gabinete de prensa de la Universidad de Harvard);
por Saul
Friedlander (profesor
de la universidad de California, Jerusalen y Tel-Aviv); junto
a las de Roberto Navarrete Alonso
(de la Universidad Complutense de Madrid).
.
Comenzaremos
por el análisis que Greg Johnson realiza del libro de Assmann (18)
;
recogiendo sus palabras, traducidas de varios artículos. Donde nos
dice este profesor de Harvard: “Moses
the Egyptian, de Jan Assmann (obra que leí en junio de 1997) fue una
experiencia que cambió mi vida; ya que pertenece al género más
extraño de libros académicos escrito -audaz y emocionante-. Pues
aunque se trata de un erudito, documentado y riguroso estudio; en él
Assmann abarca toda la amplitud del pensamiento occidental e incluso
alcanza lo eterno. Todo con el fin de iluminar el gran vacío
existente en la Historia Occidental, que no explica la aparición del
monoteísmo bíblico” (...) “El hermetismo jugó un papel
importante en la liberación de la mente europea fomentada por el
cristianismo, ya que se presentó como una tradición de sabiduría
egipcia que databa del tiempo de Moisés, proporcionando así un
marco de referencia más antiguo que la Biblia. Siendo importante que
la tradición hermética fuera más antigua que la Biblia, ya que era
imposible rechazar el cristianismo, aunque se esperaba que sumiéndolo
dentro de una tradición más amplia, fuera posible alejarlo de la
intolerancia religiosa y la persecución”.
.
“Aunque
los textos del Corpus Hermeticum bíblico están escritos en griego y
latín (datando de los siglos segundo y tercero a.C..); Assmann
argumenta que las ideas centrales de ese Corpus Hermeticum y el saber
relacionado con los conocimientos del antiguo Egipto son de hecho
consistentes con las fuentes más antiguas del Nilo y que no están
lejos del tiempo de Moisés, aunque le precederían tambéin en
milenios. Lo que significa que había una tradición ininterrumpida
que transmitía las genuinas enseñanzas de sabiduría egipcia a los
antiguos griegos y romanos; lo que nos ha llegado a través de esta
vía hasta el mundo moderno” (19)
(...) “Asimimismo, Assmann especialmente conecta el monoteísmo
bíblico fundado por Moisés, con la religión del faraón hereje
egipcio Akhenatón -de mediados del siglo XIV a.C.-; a través de
tradiciones egipcias y grec romanas poco conocidas y que dan una
visión egipcia de la historia del Éxodo. Estas tradiciones aun
siendo muy interesantes, no establecen un vínculo directo entre
Moisés y Akhnaton” -una
idea que repetidamente también hemos expuesto, como conclusión
nuestra- (...) Pese a ello, sigue diciendo Johnson que según Assmann
“Hay
más que simples paralelos textuales entre el monoteísmo de Akhnaton
y la versión bíblica. Exisntiendo también similitudes doctrinales.
Pues ambos monoteísmos se basan en la negación del politeísmo
egipcio; se declaran a sí mismos como la única religión verdadera
y condenan otras religiones -como falsas-. Finalmente, ambos
monoteísmos no se contentan simplemente con negar otras religiones,
buscando también destruirlas; cerrando sus templos, desfigurando
imágenes, destruyendo escritos y persiguiendo a sus creyentes”.
.
Consecuentemente,
para Greg Johnson, “Uno
de los conceptos más interesantes de Assmann es la
"contra-religión". Argumentando que tanto el monoteísmo
de Akhnaton, como el de la Biblia, surgieron como contra-religiones
enfrentándose al politeísmo egipcio. De hecho, todas las religiones
nuevas, o movimientos de reforma dentro de las religiones, se definen
a sí mismas en oposición a lo que les precedió. Sin embargo, en el
caso del monoteísmo judío, la contrareligión tomó la forma de lo
que Assmann llama "inversión normativa", lo que significa
que los judíos llegaron a su concepto de lo sagrado simplemente
invirtiendo y profanando lo que los egipcios consideraban sagrado.
Por ejemplo, dado que los egipcios sostuvieron que el toro y el
carnero eran animales sagrados, la ley judía prescribe que serán
sacrificados”. Sobre
ello, sigue Johnson manifestando que “Aunque
Assmann no obtiene esta conclusión, su argumento apoya la idea de
que la "rebelión de esclavos en la moral" que Nietzsche
vio en la raíz de la moralidad cristiana, se remonta a la creación
del judaísmo en el Monte Sinaí. El judaísmo, en resumen, no es más
una religión en contra. Es decir, inversiones odiosas -parodias- de
otras creencias ajenas (o anti-religiones)”.
En
este punto no coincido en absoluto con la visión de Assmann, ni con
la que expresa Johnson; pues a mi juicio la religión egipcia ya era
monoteista desde su inicio, habiendo mantenido desde el IV milenio
a.C. una sola deidad suprema: Amón (al que Akhenatón tan solo
“sustituye” por Atón). Asimismo, en la lectura del Génesis
podemos comprender que personajes como Abrahám emigran de su tierra
originaria situada en Mesopotamia (Ur), huyendo del politeísmo y de
cultos aberrantes. Habiendo tomado este Patriarca que personifica a
los primeros hebreos llegados a Canaán (hacia el siglo XX a.C.);
muchos de los principios y creencias del Nilo.
IMÁGENES,
AL LADO Y ABAJO: Junto
estas lineas, portada del libro que comentamos: “Moisés el
egipcio”, de Assmann.
Al lado, imagen del profesor Jan Assmann. Abajo, otro de los libros escritos por el mismo autor: LA DISTINCIÓN MOSÁICA, O EL PRECIO DEL MONOTEÏSMO (editado en España por Akal).
Al lado, imagen del profesor Jan Assmann. Abajo, otro de los libros escritos por el mismo autor: LA DISTINCIÓN MOSÁICA, O EL PRECIO DEL MONOTEÏSMO (editado en España por Akal).
En
referencia a paralelo que Assmann realiza entre Moisés y Akhenatón,
Johnson manifiesta que ambos personajes históricos
“trazaron
una línea entre las religiones verdaderas y las falsas” (...)
“afirmando
que sus religiones eran las únicas verdaderas; mientras todas las
demás debían considerarse falsas”. Proscribiendo
ambos a quienes seguían otras creencias, ordenando su persecución y
la destrucción de aquellos cultos extraños. Todo lo que a mi juicio
puede ser cierto en el caso de Akhenatón, aunque no lo vemos tan
claro en el de Moisés; quien no dicta la presecución ni destrucción
de templos y religiones ajenas; exigiendo tal solo respeto a los
seguidores de Yahvé, y que estos no adorasen a otros dioses.
Sigue
Johnson comentando a Asmann, afimando que: “El
politeísmo antiguo no solo promovió la tolerancia religiosa.
También ayudó a promover la paz entre las naciones en una era de
constante guerra y derramamiento de sangre. La idea de un orden
divino universal sirvió como base para el derecho internacional y la
paz entre las naciones (...) Según Assmann, esta idea de la
"traducibilidad" mutua de los diferentes panteones está
atestiguada por las tablas de correspondencias mesopotámicas del
tercer milenio a.C..”
(...)
“El cosmismo pagano, la idea de que detrás de la pluralidad de
diferentes religiones hay un solo orden divino que se manifiesta de
diversas maneras, es la raíz de la idea tradicionalista de la
`Unidad Trascendente de las Religiones´.” (...) “Sin embargo, es
importante para los tradicionalistas reconocer que la unidad
trascendente de las religiones es rechazada por el monoteísmo
bíblico, que se define a sí mismo como la negación del politeísmo,
no como su cumplimiento en la noción de un orden divino común. Los
politeístas consideran que todas las religiones son verdaderas,
mientras que los monoteístas consideran que solo su religión es
verdadera y que todas las demás religiones son falsas. Los
politeístas están felices de reconocer que el monoteísmo bíblico
también es cierto. Están ansiosos por identificar al Dios bíblico
con sus propios dioses soberanos. Pero para hacer esto, los
politeístas deben negar la verdad de uno de los rasgos esenciales
del Dios bíblico: su pretensión de ser el único Dios verdadero”.
.
Acerca
de las palabras anteriores, escritas por Johnson -resumiendo las
teorías de Assmann-; diremos que a mi juicio contienen ideas
políticas, ajenas a la realidad histórica. No pudiéndose afirmar
que el monoteísmo sea el origen de las guerras o de los
enfrentamientos religiosos entre Estados y Sociedades. Pues
durante la Antigüedad, todos fueron politeístas; pero no por ello
se evitaba que los distintos territorios, tribus, culturas o
civilizaciones, luchasen para defender e imponer sus dioses
-intentando destruir los ajenos-. Resultando falso que aquellos
que creen en distintas divinidades, dejan de luchar en nombre de sus
ideas religiosas. Ideas de Johnson que se acercan a las teorías
histriónicas que consideran un genocidio la Evangelización de
América. Sin comprender que las religiones precolombinas
sacrificaban miles de personas a sus dioses, para lo que necesitaban
de perpetuas guerras intestinas. Fomentadas por pueblos como los
Aztecas, que ofrecía unas treinta mil inmolaciones humanas al año
en sus altares. Víctimas que tomaban a través de a lucha o
simplemente secuestrando y exterminando a pueblos que les rodeaban
(como los Tlaxcaltecas). De un mismo modo, tampoco es cierto que
el politeísmo de otras épocas y zonas del Planeta, no fueron a la
guerra en nombre de sus dioses (tal como afirma Johnson siguiendo a
Assmann). Bastando para comprobarlo recordar el modo en que las
religiones politeístas asiáticas y africanas han matado -o
intentado exterminar- a quienes practicaban otras creencias.
Hechos que pueden confirmarse simplemente recordando a los mártires
cristianos del Japón, a los de China o de la India; tanto como a los
miles de misioneros muertos en África por intentar extender y
enseñar su fe en aquellos territorios ajenos al cristianismo.
.
Tras
continuar exponiendo Johnson que el monoteísmo es una de las fuentes
de la intolerancia, de las guerras ideológicas y de las Sociedades
autoritarias -tal como recogemos en cita
(20) -.
Terminará concluyendo que el único camino es regresar a un
politeísmo; anterior, natural y desde el cual se llegó a ese
monoteísmo “tan atrasado” (para estos autores) del cual parecen
ser “culpables” Moisés y Akhenaton. Todo lo que razona con las
siguientes palabras (que intentaremos traducir, aunque no llegamos a
explicarlas): “Restringir
el celo persecutorio del monoteísmo es un motivo noble. Pero no
altera el hecho de que es intelectualmente incoherente incluir el
monoteísmo bíblico dentro de la tradición única, primordial y
perenne. Esa tradición es integralmente pagana, politeísta y
cosmoteísta. El tradicionalismo solo puede abrazar el monoteísmo
bíblico desnaturalizándolo,
es decir, al negar
uno de sus rasgos esenciales, su pretensión de la verdad exclusiva.
Por lo tanto, cada tradicionalista es un hereje según los estándares
bíblicos. El tradicionalismo judeo-cristiano son contradicciones en
los términos. Porque las "contra-religiones" bíblicas que
explica Assmann, se corresponden con la "contra-tradición"
y la "contra-iniciación" como negaciones de la Tradición
misma”. Extrañas
palabras con las que debemos de entender que el monoteísmo hay que
considerarlo como una herejía, contraria a la religión primera e
incluso a la verdadera naturaleza del hombre. De ello que sea la
fuente de tantas desdichas (según afirma Johnson).
.
Igual
de inexplicables nos resultan otras de las palabras de Greg Johnson,
en sus “Notas sobre el Moisés egipcio de Jan Assmann”
(21)
,
donde
el profesor de Harvard nuevamente expresa que el monoteísmo fue
creado por Akhenatón y Moisés; generando un “dios único” que
se oponía a todos los demás y declaraba falsas al resto de
religiones.
Con este carácter y sentido, resume Johnson el capítulo primero del
libro de Assman (22)
;
pasando posteriormente a una parte segunda del libro en que explica
la identificación entre Akhenatón y Moisés, junto a las distintas
ideas paralelas, acerca del faraón hereje y del libertador de los
israelitas. Presentando la conocida teoría de que “Moisés
fue un sacerdote egipcio de Heliópolis conocido como Osarsiph”
(23)
.
Así
comienza a resumir los capítulos del libro donde Assmann explica la
herejía de Amarna y el reinado de Akhenatón; relacionádolo con el
significado de lo mosaico y lo hebreo. Uniendo el periodo hicso, con
la historia de José y los sucesos del periodo de Amenofis IV con el
Éxodo. Terminando por identificar a Osarsiph con Moisés y a los
enfermos que le acompañaban con los hebreos que finalmente logran
huir de Egipto (24)
.
Así finaliza Johnson su resumen de esta parte del libro de Assmann
con
la frase: “Por
todo lo dicho, hay más de una docena de tales relatos, que
repetidamente hablan de la expulsión de los judíos y los asocian
con enfermedades, subversión, misantropía, y la creación de una
religión a través de la `inversión normativa´; significando la
profanación de todo lo que Egipto concebía como sagrado”. Dando
una extraña visión en la que se identifica a los judíos y a su
religión, como la de un pueblo marginal, misántropo, “enfermo”
y absurdo (frente al gran Egipto).
Sin reparar que los hebreos eran simplemente una cultura diferente,
distante y fronteriza con el Nilo (evidentemente más pobres). Gentes
del Sinaí, emigradas a tierras del faraón desde el siglo XVIII
a.C.; pero que desde caída de los reyes hicsos (sus grandes
benefactores) habían sido tomados como enemigos del reino nilota
-que los subyugó con fuerza durante la primera parte del Imperio
Nuevo (especialmente desde el 1580 al 1350 a.C.)-.
.
Para
terminar, expone que según Assmann, el mal nombre histórico de los
judíos se debe a Akhenatón y a los crímenes que este faraón
cometió en nombre de su dios único. Una teoría
-a mi juicio- improbable;
pues cuando en España comenzaron las degollinas y los atentados
terribles contra las aljamas hebreas de nuestras ciudades (desde
1390) nadie conocía a Akhenatón. Ya que las persecuciones de judíos
hispanos se debieron a predicaciones católicas y a la identificación
del mundo árabe con el semita; uniendo a judíos y musulmanes, en
plena fase final de la Reconquista. Un antisemitismo
nacido sobre todo de la envidia cristiana, hacia el nivel de vida y
la cultura de los hebreos
(ricos, bien formados, autónomos y políglotas); pues en el siglo
XIV los católicos eran mucho más pobres y tenían menos recursos
que los judíos (25)
. Para
terminar nuestro comentario acerca de Jassmann y Johnson, quienes
consideran al monoteísmo el principal origen de las guerras de
religión
(al obligar declarar falsas, toda otra creencia). Diremos
que históricamente está probado que Egipto ya era una Sociedad
monoteísta desde el Periodo Dinástico; adorando a un solo díos
(Osiris, con el nombre de Amón); aunque Akhenatón elimina esos
divos que acompañaban al “gran creador”.
Pero para entender mejor cuanto expresamos, añadiremos que en
Egipto, el Faraón era además un dios; por cuanto los súbditos iban
a la guerra en nombre de este. Del
mismo modo que los romanos, consideraba divino al emperador y que
Roma luchaba en nombre de ese divo-rey desde El Imperio. Tanto que
cuando los cristianos se negaban a adorarle, los perseguían y
martirizaban. Del mismo modo que hizo Teodosio con los paganos,
cuando decidió imponer el culto a Cristo. De tal manera, para ver
que el monoteísmo y guerra religiosa nada tienen de correlativo,
bastará recordar cómo los galos se enfrentaban a los romanos en
nombre de Teutates o Beleno (sus dioses); así cómo destacar que
hasta hace unos decenios los japoneses aún morían en nombre de su
emperador (dios del politeísmo y panteísmo sintoista).
.
Mucho
más comedido y exacto será en sus planeamientos el profesor Roberto
Navarrete Alonso, quien nos dirá en su trabajo
“Historia,
memoria, éxodo.
A
propósito de Jan Assmann”:
“A
finales del siglo XIX tuvo lugar un giro decisivo en la historia del
pensamiento
occidental.
El descubrimiento del inconsciente por Sigmund Freud representa una
de
las grandes humillaciones sufridas por la humanidad a lo largo de su
historia,
junto
con las derivadas del heliocentrismo y la teoría de la evolución
(...) Son de sobra conocidas tres de sus obras al respecto: Totem und
Tabu (1913),
Die
Zukunft einer Illusion (1927) y Das Unbehagen in der Kultur (1930),
pero quizá
no
tanto el último de los trabajos de Freud: Der Mann Moses und die
monotheistische
Religion
(1939), en el que el psiquiatra austríaco aplicó su tesis sobre el
retorno de lo
reprimido
a la conformación de la identidad, no de las culturas en general,
sino de
una
en particular y, de hecho, particularísima: la del pueblo judío,
cuyo surgimiento
es
reconstruido
por
Freud
a
través
de
la figura del “hombre
Moisés”
(…) “Con y contra Freud, tanto Yerushalmi como Assmann se han
aproximado al problema de la conformación de la identidad colectiva
judía, en el caso de Yerushalmi, y no sólo judía, en el de Assmann
a partir de la distinción entre historia y memoria” (…) “Jan
Assmann. Es la aportación de este último a la teoría de la cultura
aquello a lo que proponemos atender aquí, debido al enorme potencial
del que está dotada para hacer frente a dos de las cuestiones más
urgentes de nuestro tiempo: el fanatismo religioso llevado al extremo
del terror y el problema de la identidad cultural en un mundo global
y, sin embargo, todavía poblado de fronteras y límites de muy
diversa índole” (26)
.
IMÁGENES,
ARRIBA Y ABAJO: Sobre
estas líneas, foto intitulada “Piramides 1881”; de Egypt Caught
in Time, por Colin Osman. Abajo, foto del sigo XIX de la Gran
Pirámide (agradecemos
nos permitan divulgarlas, a la Pyramid of Giza Research Assocation,
pertencen a su “collection of photos and postcards”).
7)
– Moisés y los “proto-fenicios”.
Teoría
propia sobre el legislador y libertador hebreo, como personificación
de los canaáneos navegantes, que se enfrentaron a Egipto:
.
De
tal manera, y a mi modo de ver; la conclusión lógica ante lo que
estudiamos del Antiguo Testamento, creemos sería pensar que: En los
ciento cincuenta años que median desde la muerte de Akhenatón,
hasta el final de la XVIII Dinastía (desde el 1358 al 1200 a.C.
+,-). Los canaaneos que habían vivido bajo el yugo egipcio, tras el
comienzo del Reino Nuevo, van liberándose gracias a la decadencia de
Egipto. Asimismo, se hace evidente, la existencia de un pueblo de
origen canaaneo que vino a vivir cerca o en el mismo Egipto -durante
el periodo Hicso-. Gentes que se quedan en el Nilo o en la frontera
egipcia, siendo subyugados o semiesclavizados, tras el nacimiento de
la XVIII Dinastía (con la caída de los monarcas extranjeros).
Pueblo o tribus que habrían llegado desde el Sinaí; como
comerciantes, emigrantes o colaboradores de esos reyes Hicsos. Estos
se relacionaban con los Apiru (Habiru o hebreos) que vemos citados
desde Akhenatón como población que va asentándose junto al Jordán.
Cuando muchos de los que quedaron bajo mandato del faraón, tras las
crisis y las muertes de Amenofis IV y de Tutankhamón; finalmente
decidirían huir de Egipto e irse a las inmediaciones del Jordán. Lo
que consiguen gracias a la ayuda de algunos egipcios y hasta de
miembros de la realeza del Nilo; quienes o bien huyen con ellos
-debido a estas crisis-, o bien les apoyan a salir del territorio, al
estar emparentados religiosa o familiarmente con los israelitas. Esta
creemos que es la conclusión lógica y
no podemos aceptar las teorías de ese magnífico especialista que es
Campbell, quien extrañamente desestima toda posibilidad de hechos
históricos en los relatos de El Éxodo. Siendo la teoría
generalizada, que este texto recoge lo que sucedió (de manera
idealizada) del mismo modo que sucede con la Troya de Homero. Pues
aunque la Iliada sea un poema épico; las evidencias arqueológicas
manifiestan gran parte de su veracidad histórica (no de lo narrado,
pero sí de lo acontecido).
.
En
esta hipótesis nuestra, es importante lograr descifrar el
significado de lo que Él Génesis y El Éxodo nos narran. Cuyo valor
sería incalculable, pues ha de suponerse que los hechos se
mantuvieron en la memoria de los judíos durante miles de años
(hasta llegar a escribirse). Dicha memoria -ágrafa- es lo que nos
obliga a destacar aún más todo ello; pues demuestra que durante
milenios se puede recordar una Historia y unos orígenes, trasmitidos
de padres a hijos de manera inalterable. Y como antes hemos apuntado,
algo muy similar sucedió con la Iliada o la Odisea. Cuya
transcripción se ha de datar aproximadamente cuatro siglos después
de la guerra de Troya, porque esa contienda troyana tuvo lugar a
fines del siglo XIII a.C., mientras el alfabeto griego no se comienza
a desarrollar hasta el IX y VIII a.C..
Lo que significa que la Iliada no se pudo escribir hasta la centuria
del 700 a.C., en la que ha de “situarse” a Homero. Diciéndose
por ello (de seguro) que su autor, fue el gran ciego-poeta; una
invidencia que obliga a entender que jamás pudo escribir la obra, y
que en todo caso, la recitaba de memoria... . Lo que nos lleva a
pensar que el
significado del mismo Homero -como ya dijimos en otros estudios- es
el de la personificación de esos poetas o aedas (trovadores y bardos
griegos) que cantaban versos heredados, guardando la memoria
histórica en poemas cantados (que siglos después, otros
escribirían). Del mismo modo, El Génesis y El Éxodo hubieron de
mantenerse cantados y recitados en versos; cuidadosamente guardados
durante milenios, posiblemente junto a melodías muy similares a las
que aún entonan los judíos.
.
Volviendo
a Moisés y su significado dado por Campbell, verdad es que su
personaje esconde unas claves mitológicas comunes a muchas otras
leyendas mediterráneas o mesopotámicas. Pero si tuviéramos que
analizar lo que significan esos niños arrojados al mar y salvados,
que luego reinan; a mi entender su figura se explicaría del
siguiente modo: Por
ser mitos o leyendas
que personifican a “culturas” o “pueblos” surgidos del mar y
a gentes llegadas cruzando los mares, que logran colonizar o gobernar
unas tierras
(como los griegos, los fenicios o infinidad de navegantes llegados
hasta un lugar que más tarde convirtieron en sus dominios). Debido a
ello, todos se relacionan con la “navegación”; tanto que como
dice la Biblia: Moisés significa “nacido de las aguas” (27)
. Al igual que el nombre de Habis tiene el mismo sentido (nacido de
las aguas); o tal como Rómulo y Remo, se relacionan con la acción
de navegar, salvar el agua y remar (del latín Remo=Remus y
Remigo=Remar). Por ello, creemos que el Moisés histórico pudo ser
un familiar del faraón, que ayuda a cruzar el Mar Rojo a los
israelitas (tal como defendía Freud). Quizás
un príncipe o un noble de la casa de Akhenatón (relacionado con
gentes del mar, con los Hicsos o con Biblos); que decide escindirse
de Egipto y fundar un nuevo reino al otro margen del Mar Rojo, para
lo que se sirve de una parte de los esclavos del faraón, a los que
apoya en su huída.
.
Pese
a ello Flavio Josefo niega este origen egipcio del libertador de los
israelitas (tal
como más abajo veremos); tanto que replica
con gran desprecio la obra de Manetón “HISTORIA DE EGIPTO” donde
se defiende un Moisés de estirpe faraónica
(28)
. Argumentando Josefo que Manetón, fue un historiador greco egipcio
del siglo III a.C. y un sacerdote en el Nilo; por lo que solo añade
falsedades acerca de esa figura. Aunque realmente el libro referido
de Manetón
aporta importantísimos datos sobre la historia de los faraones y
acerca del mítico Moisés. Narrando cómo en tiempos de Akhenatón
hubo una tremenda sublevación de esclavos; unos
ochenta mil, que estaban enfermos y leprosos, trabajando
en condiciones infrahumanas. No
recibiendo atención del rey del Nilo, estos
sublevados se habían hecho fuertes en el delta, estableciéndose en
la antigua ciudad de Avaris, capital de los reyes Hicsos
abandonada a tras la caída de esa dinastía de origen extranjero.
Aquellos
faraones bárbaros expulsados y los esclavos, tendrían una unión
-cultural
o sanguínea-; y
así desde Avaris los sublevados mandaron una embajada a tierras de
Canaán, donde
por entonces estaban asentados los reyes Hicsos (quienes tras su
marcha de Egipto se establecieron en esta zona de Oriente Medio).
Siendo atendida su petición, los
Hicsos y otros habitantes de Canaán deciden ayudarles, enviando
doscientos mil hombres hasta Avaris para hacer frente al ejército de
Akhenatón; liberando entonces el faraón los ochenta mil esclavos y
pudiendo huir del Nilo. Todo ello se logró gracias a que estaban
liderados por un egipcio llamado Orsasef, un sacerdote de Heliópolis
de sangre real, quien tomó luego el nombre de Moisés
(29)
.
.
Más
tarde analizaremos esta figura de Orsasef, tanto como la de un
hermano de Akhenatón, que
ostentaba el cargo de sacerdote supremo y que
curiosamente tenía un nombre muy cercano a Moisés: Tut-Mose.
De todo ello hablaremos en los siguientes epígrafes, con el fin de
hallar una explicación al origen del pueblo hebreo y al problema
histórico de El Éxodo. Porque
no parece posible un Moisés mítico, “alegoríco-poético”; tal
como plantea Joseph Campbell. Ya que -a
mi juicio-
que debemos entender su figura como una personificación. Un
personaje legendario pero con grandes raíces históricas;
seguramente basadas en lo sucedido entre los nobles egipcios, cuando
aquel país entra en guerra civil durante el periodo de Amenofis IV.
Pero también veremos que si fuera tan solo de origen egipcio el
príncipe que liberó a los judíos
-tal como afirma Freud-;
su nombre en hebreo y el significado de su leyenda se desvanece en
gran parte. Pues bajo esta hipótesis y
con un Moisés tan solo personificado en la aristocracia egipcia
partidaria de la fé de Akhenatón -deseosos de independizarse y
establecer su credo-. Nos quedan
muchos otros puntos sin aclarar; dejando sin explicación cuanto en
El Éxodo se narra sobre su de nacimiento, su origen judío, su
salvación en las aguas del Nilo -incluso el por qué de su nombre-.
ARRIBA:
Crátera
de autor desconocido; representa a Aquiles
armado por Atenea junto otros dioses (fechada hacia 575 a.C) y
pertenece al Museo Louvre -colección de Campania; al que
agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Tal
como decimos, Moisés al igual que Aquiles, son personajes históricos
sublimados; seguramente como personificación del pueblo al que
representan. Tanto que Aquiles simbolizaría a los aqueos, cuyo héroe
homónimo recuerda las gestas de su pueblo en Troya. De
un mismo modo que el nombre y los hechos de Moisés, sublimarían lo
acontecido entre los judíos durante su etapa de huida de Egipto (o
bien en el tiempo en que se independizaron de la ocupación militar
faraónica, en sus territorios de Canaan).
.
BAJO
ESTE PÁRRAFO:
Frescos
del palacio Hicso de Avaris (paredes
en reconstrucción del edificio de Tell el-Daba; que ya habíamos
publicado en el artículo anterior).
Agradecemos a Jose Luis Santos (de TERRAE ANTIQVUAE) nos permita
divulgar estas fotografías
que desde su valiosa página ha dado a conocer en la Red. En ambos
frescos podemos observar varias fases de “taurokatapsia” (lucha o
juego con el toro) muy semejantes a las del Palacio de Cnossos. El
carácter de estas escenas, lo que representan, su colorido y su
técnica; demuestran que las decoraciones del palacio hicso de Avaris
(Tell-el-Daba) son absolutamente paralelas con las de Creta y muy
similares a los frescos coetáneos hallados en Tera (bajo las cenizas
del volcán). Todo lo que demostraría que estos reyes hicsos
tendrían un enorme componente cretense; pudiendo haberse tratado de
cretochipriotas huidos del desastre volcánico, unidos a gentes e
Mitani y ayudados por los canaánitas -que
también marcharían de sus tierras avanzando hacia el Nio, por
idénticos motivos-.
Si
interpretamos a nuestro modo el mito histórico mosáico,
concluiríamos que ese príncipe faraónico sí puede ser la
personificación de los pueblos proto-hebráicos. Entendiendo por
proto-hebreos a las ciudades y culturas caananeas de esta época: A
los Fenicios, a los habitantes Canaán y a los de las zonas de
Biblos, Tiro, Sidón etc.; que ya desde ese siglo XV a. C. van
tomando gran relevancia. Tanta como para poder liberarse de Egipto y
crear sus propios reinos (o
ciudades estado en las costas de Oriente Medio). De tal modo, al
igual que Rómulo y Remo -o Habis- personificaron las primeras
civilizaciones y pueblos llegados por mar hasta Italia o a nuestras
tierras, para colonizarlas. Moisés
también pertenecería (a mi juicio) a este ciclo de “gentes
nacidas de las aguas”, que “huyeron” o vinieron en barco desde
un lugar remoto, para asentarse y civilizar otras tierras. Siendo una
historia mítica común en todos los casos, la del abandono por sus
padres, quienes exponen al recién nacido al ahogamiento. Lo que a mi
entender se explica como una sublimación de aquellos que tras haber
sido expulsados o “expuestos” por sus culturas “progenitoras”;
logran escapar a través del mar. Después de que esas civilizaciones
de las que se originan, incluso desearon la desaparición del
“neonato”
(motivo por el cual se ven obligados a emigrar al otro lado de las
aguas). Aunque
el caso de Moisés es un tanto diferente, pues es abandonado a la
fuerza y recogido por la familia faraónica; lo que bien puede
significar la llegada a Egipto de los canaaneos, en barco
(los que hemos llamado proto-hebráicos y que se subliman en La
Biblia con el pasaje de José). Refiriéndonos
a pueblos venidos desde Oriente Medio navegando; de los que se sabe,
se aliaron con los faraones para comerciar, llegando incluso a
casar a sus princesas con hijos de nobles egipcios (y
viceversa).
.
Pese
a todo, a mi juicio, el abandono y exposición de Moisés en las
aguas, quizás debe explicarse en relación a la invasión y
subyugación de Canaán, llevada a cabo por Egipto desde el 1580 a.C.
-tras la expulsión de los Hicsos-. De
tal manera, podemos interpretar cuanto narra la Biblia cuando el
Faraón ordena la muerte de todos los niños varones nacidos de Leví;
como el reflejo de la época en la que estos reyes se dedicaron a
asediar y dominar las ciudades de Oriente Medio -sobre todo sus
ejércitos-. Un
momento que ya sabemos se corresponde con la etapa de gran expansión
de los primeros faraones de la XVIII Dinastía; quienes como dijimos,
tras Tutmosis III subyugaron duramente Canaán y gran parte de las
tierras, entre Biblos y Mitani.
Consecuentemente, el nacimiento de Moisés -recogido en Éxodo (2,
1-4)- creemos que puede situarse esta época; significando esta orden
dada por el rey egipcio de matar a todo niño nacido de Leví, la
prohibición a todo canaaneo de vivir libre en el Nilo o de realizar
labores y trabajos de hombre en Egipto -entiéndase con ello la
imposibilidad de estar reclutado para milicias, llevar armas e
incluso realizar funciones de contabilidad o gobierno-. Naciendo
así un Moisés, niño del linaje de Leví y que en nuestro modo de
interpretarlo, le hemos de identificar con la creación en esa época
de una gran fuerza militar secreta en Canaán
(un pueblo fuerte en sentido castrense).
Aunque quizás sería mejor hablar de una armada poderosa -con
enormes naves- nacida en las ciudades costeras de Oriente Medio.
Por cuanto Moisés (esa fuerza naval) es mantenido en secreto y vive
entre sus padres que lo guardan durante tres meses, hasta que no
pueden ocultarlo más. Ello podría significar que estos guerreros
o marinos armados procedentes de puertos o ciudades de Fenicia (
Líbano) se escondían ante los egipcios.
Viajando y sin hacer acto de presencia en las costas del faraón,
evitando ser vistos por los egipcios; mientras recibían ayuda y
apoyo de las ciudades y reinos de donde eran originarios (con grave
riesgo para todos de ser descubiertos).
.
Consecuentemente,
a continuación narra El Exodo, que cuando sus padres no pudieron
cuidarle, ante
el temor de que mataran al niño y a ellos, deciden
ponerle en un canastillo y dejarle abandonado sobre el Nilo
-única solución para que los egipcios no lo ejecutasen (tal y como
mandaba la orden del faraón)-.
Este último dato, creemos que debemos interpretarlo como el momento
en que las ciudades costeras de Canaán ya no pueden arriesgarse a
esconder más la existencia de sus marineros y de su verdadero
potencial bélico.
Unos ejércitos vivientes, localizados en los barcos con los que
comerciaban metales y armas para Egipto; procedentes de todos los
puertos canaanitas (desde Biblos a Haifa, pasando por Fenicia y
Chipre). Así,
ante el temor a ser descubiertos y antes de que los egipcios tomasen
represalias contra unos y otros (marinos y ciudadanos de los emporios
costeros). Obligarán a los navegantes a resolver la situación; bien
marchando hacia el Nilo a buscar allí suerte y aceptación del
faraón, o bien asentándose en otras tierras lejos de Canaán.
Posiblemente significando ese abandono de Moisés, el momento en que
ciudades como Biblos (o Tiro y Sidón) no pudiendo arriesgarse a
convivir con unas naves que comerciaban con armas y metales a
espaldas de los egipcios; ordenan a sus marinos que partan en sus
barcos a fundar nuevos reinos
-o bien que a entren en contacto con el Faraón, solicitando su
permiso para realizar dichas labores de compraventa y distribución
de metales en el Nilo.
.
El
hecho histórico sabido, es que múltiples naves cargadas de marinos,
venidos todos desde las costas de Canaán, llegaron hasta Egipto
durante el siglo XVI a.C.. La presencia de estos en las costas del
Delta les fue muy útil a los ejércitos del faraón, pues los
súbditos egipcios tomaron tanto “rechazo” a los extranjeros
-tras los Hicsos-, que apenas había quienes desearan comerciar o
navegar fuera de sus dominios.
Siquiera deseaban por entonces los egipcios salir de su país, a
menos que se tratase de campañas y misiones militares; por cuanto la
llegada de esas naves marineras canaánitas, les fue de gran
utilidad. Pues gracias a esa flota de complemento puderon comerciar.
Ya que Egipto durante el Reino Antiguo y Medio había sido un Estado
aislado -sin apenas expediciones ni navegaciones por el Mediterráneo-
temiendo siempre abrir sus puertas a extraños. Pero
en esta época del Imperio Nuevo (después del dominio Hicso) se
convirtieron en una sociedad en plenamente xenófoba. Tanto como para
no desear contacto económico con países desconocidos; siquiera
despertando su interés por crear una marina mercante -aún menos,
enviar expediciones por mar-. Debido a ello, tan solo dedicaron sus
astilleros y sus marineros, a la guarda y custodia de sus costas;
aunque con su capital en Tebas (hoy Luxor) y a setecientos kilómetros
tierra adentro, poco le preocupaba un ataque naval en el Delta.
Por lo demás, sin tener marinos mercantes y necesitando quienes
realizaran esta labor comercial, la
aparición de naves venidas desde las costas cercanas a Biblos, fue
bienvenida. Aún más, tras la destrucción de Creta; civilización
que les había proporcionado barcos y realizado el trabajo comercial
marino para el faraón, durante casi un milenio.
.
En
mi opinión, el
hecho antes apuntado fue crucial para que Egipto permitiera crear
barcos y armadas mercantes en los puertos de litoral de Oriente
Medio. Cuando tras la caída y destrucción del Imperio Minoico
-debido a los terribles terremotos sucedidos en la isla desde 1680 a
1580 a.C.-, desapareció
casi por completo la armada de Creta y Chipre, que hasta entonces
habían cumplido esa función para el Nilo. Ante esta situación,
hemos de pensar que desde el siglo XVI a.C. hubieron de abrirse
nuevos puertos y astilleros; lo que se lleva a cabo principalmente en
las costas de Canaán, gracias
a los bosques con cedros del Líbano. Siendo
históricamente evidente que los caananeos heredaron esa función
ante el Faraón, y que hasta entonces estuvo en manos de bibliotas,
cretenses o chipriotas.
Sabemos que los habitantes de ese litoral de Oriente Medio prestaron
ayuda y apoyo a los grandes afectados, tras el desastre del Tera en
el 1680 a.C.; facilitando su salida de Creta y Chipre, para dejarles
a refugiarse en el litoral de Canaán. Con ello, de seguro recibieron
a cambio grandes secretos de marina, navegación e ingeniería naval;
transmitidos por estos cretochipriotas “huidos” a sus costas.
Siendo este el momento en que comienza a nacer lo que luego sería
Fenicia; lo
que aún en el siglo XV a.C. era solo un “proyecto”, aunque
en el centenio siguiente se inicia como el gran emporio comercial de
las costas de Oriente Medio.
Creando fortalezas sobre islas y cabos, suficientemente distantes o
protegidos, como para poder defender sus ciudades solamente
valiéndose de barcos.
JUNTO
ESTE PÁRRAFO:
Un
fresco del palacio de Cnossos (publicado en nuestro artículo
anterior), fechado hacia el 1500 a.C. y propiedad del Museo de
Heraklion -al
que agradecemos nos permita divulgar la imagen-.
En la imagen podemos observar el enorme parecido con los frescos del
palacio hicso de Avaris, fechados hacia el 1600 a.C.
(un siglo antes).
.
ABAJO:
De
Nuevo el mapa que habíamos trazado del reino Hicso y de la zona de
influencia hicsa, durante los siglos XVII y XV a.C.
(sobre un mapa de Israel publicado en el libro de M.J.STEVE “Por
los caminos de la Biblia” página 86 -Barcelona 1967-).
En lineas discontinuas rojas
he marcado las
fronteras de ese reino hicso; en lineas azules, el área de gran
influencia de su gobierno, que
tenía como frente Norte de importancia la zona de Meggido
y Hazor (señaladas
con un círculo rojo). Asimismo podemos ver en
letras rojas la capital hicsa Avaris y su segunda ciudad Memfis; y en
letras verdes la situación de Biblos. Puerto de influencia egipcia,
de cuya destrucción o sustitución nacerían los emporios fenicios
desde el siglo XV a.C. (Sidón y Tiro), fronterizos con Israel y con
las tierras de los filisteos (Gath -Gaza- y Golán).
Esta
nueva civilización de los hombres rojos (púnicos o púrprueos),
comienza a gestarse por entonces; al tener un gran éxito en su
comercio con Egipto durante el Imperio Nuevo
-que, como dijimos se inicia sobre el 1580 a.C (+,-)-. Así, los
Faraones de la XVIII Dinastia no solo conceden a los canaaneos de
las costas el “monopolio” o confianza para ser sus marinos
mercantes; sino incluso, les dejan establecerse en pequeños barrios
del Nilo -debido
a que estaban originariamente mezclados y muy unidos a egipcios, que
habían emigrado a Canaán-. Así comenzaron a instituir sus casas y
negocios en Egipto, esos proto-fenicios; tanto
como para institucionalizarse como comerciantes, asesores y banqueros
de ricos y nobles nilotas. Y aquel pueblo,
de orígenes semítico-amorritas, que luego fue mezclado con
egipcios, cretenses e hittitas; es el que finalmente formaría
Fenicia. Gentes que aparecen
muy integradas en el siglo XV a.C. en el delta; viajando
continuadamente desde allí hasta sus tierras originarias, por mar
-para realizar labores mercantiles-.
.
Creemos
que en gran parte, es esto lo que simbolizaría Moisés (el nacido
del agua), como personificación de los navegantes canaáneos
(fenicios). Una civilización que tuvo tanta importancia comercial
para el Egipto de la XVIII Dinastía, que su mitololgía llegó a
identificarlo con el ave Fenix.
De tal manera, a mi juicio, es así como vieron los súbditos del
faraón a los venidos por mar desde las costas de Canaán. Quienes
llegando
con sus mercancías,
son interpretados como
aquellas aves zancudas que aparecían en el Nilo; anunciando el buen
tiempo y la inundación -que traería fertilidad y riqueza-. Además,
poco después, dichos mercaderes abrirán también rutas hacia el
Sur, por el Mar Rojo, llegando con sus barcos hasta zonas muy
próximas a la India. Importando hasta el reino del Faraón, piedras
preciosas, pavos reales, marfil en abundancia, metales preciosos,
telas (y toda clase de riquezas que Asia desde el II milenio a.C.
fabricaba).
Debido a ello, esos navegantes canaanitas fueron identificados por
los egipcios con la llegada de la garza real (o las zancudas) en el
momento en que el Nilo crecía, para traer la abundancia. Pues de
manera similar, los barcos de Canaán venían por mar, impulsados
por sus velas como las alas del ave Fenix y las palas de sus remos
(las patas de las palmípedas). Todo
ello, identificará finalmente a los fenicios con la garza o el
flamenco; zancudas benéficas que aparecían en tierras de Egipto
anunciando
la inundación, ayudando al agricultor -comiendo insectos, ratas,
ranas y sobre todo, las culebras de los barrizales-.
.
Esos
hombres a los que luego llamaron “de púrpura”, que viajaban con
su oro, sus telas rojizas y sus mercancías para la prosperidad de
Egipto; se identificaron con el Ave Fénix.
Un mito nacido en Egipto, pero que se exporta a otras religiones
antiguas; donde también hablarán de esa zancuda llamada en el Nilo
“Bennu” (Bnnw) y que era la fuente del la luz y la riqueza.
Aunque la
leyenda del Fénix se sublimó más, porque los fenicios eran
adoradores del Sol, del oro y sobre todo del fuego sagrado;
cuanto les identificaba claramente con el mito del ave sagrada. Pues
se decía que esta gran palmípeda, sobrevolaba anualmente la capital
egipcia (Heliópolis), tras lo que construía su nido para procrear y
renacer de la luz del Sol. En su propio hogar moría y ardía por los
rayos solares, tras lo que renacía de sus cenizas en ese nido que se
había construido sobre la colina mas alta de la ciudad del Sol:
Heliópolis. Su
rito se relacionaba con el huevo cósmico y el disco solar naciente
en el alba, y su cosmogonía creemos que está muy unida a las
ceremonias de los templos de Melkarte de los fenicios. Pues en tales
templos, se adoraba al Sol como dios y se tenía por costumbre,
quemar a seres humanos vivos, en pebeteros dedicados a Melkarte -dios
solar del fuego- (preferentemente niños primogénitos, como efigie
del rey ó Baal Melkart). El mito del Ave Fénix (Bennu) que renacía
de sus cenizas pudiera entenderse como este horrible culto en el que
el inmolado se sacrificaba como “sustituto” del soberano (el
Baal), quien renacía en cada holocausto como nuevo rey impuesto,
tras la ceremonia en la que la familia -junto a los oficiantes-
ejecutaban y abrasaban a la pobre víctima, que simbolizaba al señor.
.
Así,
tras
mencionar nuevamente esos terribles ritos llevados a cabo con los
primogénitos fenicios en los templos de Melkarte, podemos regresar a
Moisés. Un niño sacrificado y salvado de las aguas; aunque inmolado
por dos veces: Primero al ser abandonado en el Nilo y más tarde
cuando él deja caer una corona real
-con muy pocos años de edad; tal como recoge Flavio Josefo (30)
-.
Narrándose
que en su más tierna infancia fue llevado por su padre adoptivo al
templo egipcio; donde el niño hizo que rodase una diadema faraónica.
Al ver lo que Moisés hizo con ese símbolo del Nilo, un escriba
deseó acabar con su vida (por considerarlo un mal presagio) aunque
el propio faraón salvó al infante de ese destino.
Una
escena recogida por Flavio Josefo y que sin lugar a dudas -para mí-,
habla una de religiosidad procedente de Canaaón o de Biblos,
donde se adoraba a
una extraña Isis bibliota. Cuya historia narra que cada noche
quemaba una extremidad de su hijo Horus; al que la mañana siguiente
volvía a crecerle aquella parte del cuerpo que por la noche
calcinaba su madre. Esa
leyenda, a mi entender, sincretiza
la religión del Egipto con las de Oriente Medio, donde ya dijimos
que se inmolaba al primogénito. Así
y sabiendo que desde el cuarto milenio a.C., el puerto y los
astilleros de Egipto estuvo en Biblos (situado costas de la actual
Siria); hemos
de pensar que el ritual llevado a cabo con Moisés es una ceremonia
de sustitución, de tipo bibliota y donde el niño se ofrecía, en
efigie o a cambio del rey.
Siendo así, se comprende que posteriormente aquel infante que había
sido llevado a sacrificio, quedase dentro de la casa real, como
sirviente y hasta siendo considerado un familiar del faraón (al
haber sido entregado en sustitución del príncipe faraón). Algo
que explica también a figura de Moisés, como un nacido origen
canaaneo y admitido como príncipe egipcio.
.
Por
cuanto hemos expresado, tanto
el Ave Fénix como Moisés consideramos serían la personificación
de esos pueblos y personas, llegados en barco desde las costas de
Canaán y que convivieron con los egipcios durante la XVIII dinastía.
Quienes
incluso se casaron con la aristocracia del Nilo.
De tal manera, la historia de Moisés se iniciaría con aquellos
hombres venidos por mar a comerciar hasta el delta; procedentes de
Biblos, Tiro, Sidón o Haifa.
Quienes consiguieron hacerse famosos como banqueros, ganándose la
confianza de los faraones y que personificarían la figura luego del
salvador de los judíos. Pudiéndose
de este modo sintetizar el simbolismo de Moisés y su historia -con
los datos que hemos ofrecido- para definitivamente descifrarla. Pues
con ello llegaremos a saber quiénes fueron realmente estos pueblos
venidos de Siria, Libano y Oriente Medio, que colonizaron y
civilizaron la Península.
AL LADO y ABAJO: Dos
imágenes del altar púnico de cuernos encontrado en San Juan, tal
como lo exhibe el Museo de Alicante
-al que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotos-.
Se trata de una miniatura, casi igual a los altarcillos aparecidos en
Megiddo; aunque en este caso fue hallado en Campello (Alicante)
y se
fecha en etapa greco-fenicia de colonización. Se relaciona con Akra
Leuke o la colonia griega junto a la que apareció (Lucentum).
ESTE
CAPÍTULO SE HA DIVIDIDO EN DOS PARTES
(Y
UNA TERCERA, QUE COMPRENDE LAS CITAS).
ESTA
ERA LA PRIMERA PARTE.
LA
PARTE SEGUNDA PUEDEN ENCONTRARLA PULSANDO
LAS
CITAS SE HALLAN EN ESTA OTRA ENTRADA.
SE
RECOMIENDA ABRIR ARTÍCULO Y CITAS A LA VEZ, PARA TENER LAS DOS
PÁGINAS A SU DISPOSICIÓN Y PODER LEER EL ARTÍCULO MIENTRAS
CONSULTAN LAS CITAS.