Desearía dedicar este artículo a Fernando García de Cortázar y Ruiz de Aguirre; ilustre historiador e insigne intelectual (recientemente fallecido). Un hombre bueno que amó y engrandeció a España; soportando por ello, amenazas y hasta persecución.
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El artículo se desarrolla en un texto escrito en negro y se acompaña de imágenes con un amplio comentario explicativo (en rojo y cuya finalidad es razonar las ideas). Podrá leerse completo, pero si desea hacerlo entre líneas, bastará con seguir la negrilla o las letras rojas destacadas.
SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dos imágenes del Antiguo Egipto, relacionadas con cuanto vamos a analizar. Arriba, el papiro Hunefer; Libro de los Muertos de la dinastía XIX, fechado entre 1310 y 1275 a.C.. Representa al la diosa gato Mafdet (Bast), convertida en luz; que corta la cabeza a la sierpe Apofis. A mi juicio, se trata de una cosmogonía donde ese felino -adorado en Bubastis y que se identificaba con el Sol-, vence a la tiniebla y supera al tiempo. Imaginando una lucha entre el Espacio y el Tiempo; en la que el gato simbolizaría al primero, mientras el gran ofidio representaría el paso de las horas, días y años (el mal que nos consume). Por lo tanto, significaría esa gran serpiente del cronos, llamada en el Nilo Apofis; lo que en Grecia pasó a ser Tifón; vencida por Apolo y simbolizado en triunfo del bien sobre el mal.
Una idea que se comprende, observando como un enorme ofidio los giros del Cosmos y las circunvalaciones de sus astros. Ciclos del Universo, plenamente relacionados con el Tiempo; cuyas espirales serpentinas se ven principalmente en la Vía Láctea. Marcando el paso de las fechas, que nos “devoran”, hasta llevarnos a la muerte. Ante ello, la luz (de las estrellas y del Sol) se comprende como la de un gato, capaz de guiarse en la noche y matar a la culebra. Una luminosidad que significa la inteligencia y nos hace comprender los sínodos de planetas o su duración cíclica; capacitando al hombre para crear el calendario. Herramienta que divide y comprende el tiempo (corta la sierpe), permitiendo ordenar la Sociedad, dando lugar al progreso. Llevando a conocer en qué día hay que cosechar, preparar las tierras y el momento ideal para repartirlas. Pues hemos de recordar que en el Egipto Antiguo, anualmente los templos dividían las zonas de labor en parcelas; otorgando a los agricultores un área particular de trabajo durante esa cosecha.
Esta división del espacio cósmico, gracias al conocimiento del Tiempo; simboliza el triunfo del bien sobre el mal; lo que se representaba en la mitología griega con la emasculación de Uranos a manos de su hijo Cronos. Cosmogonía donde el gran padre Universo (de nombre Varuna en la India antigua y Uranos entre los helenos) es castrado por su vástago, naciendo así el Tiempo -Cronos-). Lo que representa el origen del calendario (la cronología espacial) gracias a las fases de la Luna; cuyos cuartos se simbolizan en la hoz con la que el hijo corta las turmas al progenitor (testículos que podemos identificar con el Sol y la Luna). De un mismo modo, en la imagen superior; la gata “Mafdet” -hija de Ra y Bastet- corta las espirales de la gran sierpe cósmica; acabando con el mal o la muerte (entendida como la tiniebla). Dando paso al calendario y a la civilización, que supera y trasciende al todo cósmico.
ABAJO: Papiro egipcio, donde se representa el horizonte con el dios solar, alzándose sobre el mundo circular, símbolo de la creación. Mientras, las diosas de las aguas vierten el manantial primigenio, de donde procede la humedad que permite la germinación. En el centro, agricultores preparan las cosechas, nacidas del milagro que origina la luz unida a las aguas.
En esta geovisión, el Sol figura amaneciendo sobre un cojín similar al que usaban los egipcios como almohada, mientras conciliaban el sueño; por lo que el despertar del astro se identifica con el del hombre. El Mundo que aquí vemos, es claramente esférico (redondo) y sobre él se contiene una cosmovisión con el nacimiento y el ocaso de los cuerpos astrales. En especial representa, el amanecer y la puesta de Sol; que surge entre dos montañas y se oculta todos los días por el punto opuesto. Hemos de destacar, para comprender el dibujo, que los sacerdotes egipcios se circuncidaban al ingresar en el templo; no solo por motivo de higiene, sino como símbolo de la aurora boreal. Significando el prepucio cortado que emerge, esa salida del astro rey por el horizonte. Asimismo, el río sagrado de los egipcios tenía un margen dedicado a la vida, y otro opuesto, para la muerte. De este modo, el lado Oeste del río Nilo se dejaba como lugar de los fallecidos (donde se hallan las pirámides); viviendo en el Este los que tenían medios. Quienes al morir, cruzaban el cauce en su último viaje; marchando desde oriente a occidente, tal como hace diariamente el dios solar. Aunque en el Nuevo Imperio y cuando sitúan la capital en Tebas (Luxor) lo hacen a la inversa; reservando el margen Este, para templos y tumbas.
La geovisión que analizamos (papiro bajo este párrafo), describe el ciclo de las aguas, donde los océanos rodean las tierras. Provocando el calor solar la evaporación, cuyas nubes revierten de nuevo a la Tierra. Sobre un Mundo, representado como un círculo (al igual que el Sol), por lo que claramente habla de un planeta esférico (al igual que el resto de los astros del Universo). Algo que es perfectamente comprensible, pues sin conocer la circunferencia geodésica, es imposible orientarse en el desierto. Donde los egipcios viajaban valiéndose de los astros; principalmente durante la noche y durmiendo por el día. Aunque para atravesar las arenas, es imprescindible saber que la Tierra es esférica; pues de lo contrario, estás perdido. Ya que sin el concepto de Latitud y Longitud, resulta imposible poder situarse; menos orientarse a través de las estrellas. Todo lo que demuestra que los egipcios conocieron desde los tiempos más remotos que nuestro Planeta era igual a La Luna, el Sol y al resto de cuerpos astrales (teniendo forma de “bola”). Lo que nos explica por qué las Pirámides de Giza están exactamente en el Grado 30º de Latitud; y que al sur de Aswan se situara la frontera de Egipto (junto al paralelo 24º, donde termina el Trópico).
A) INTRODUCCIÓN
Comenzamos una nueva serie de artículos, siguiendo el camino que hace años iniciamos en “De Cnossos a Tartessos”; llamándolos “los bigotes del gato cósmico”. El título tiene su razón en las “siete vidas” que protegen a esos felinos, entre las que se destacan: Ser capaces de mantenerse sobre sus cuatro patas, cuando caen desde una altura que pudiera hacerles daño. Conservar el equilibrio (en cualquier momento) y trepar de forma sin igual (escapando de depredadores o cazando su sustento). Teniendo asimismo unos reflejos, agilidad y elasticidad; que les permite reaccionar, moverse y esquivar enemigos, de modo incomparable. A todo ello, se suma su capacidad de visión nocturna, y su facilidad para adaptar en segundos las pupilas (pudiendo pasar a ver de noche y día, rápidamente). Aunque, entre todas aquellas “vidas del gato”, nos llamará especialmente la atención esa que le conceden sus bigotes. Dotados para orientarse, medir los lugares por donde puede caber y distinguir si lo que van a ingerir -o beber- está en buen estado (incluso si contiene veneno).
Muy pocos animales conservan este instinto, que parece propio de los felinos y que algunos canes también tienen (aunque menos desarrollado). Siendo los bigotes del gato como una brújula natural, con la que se guían en el camino. Sirviendo incluso para conocer si entrarán y saldrán de un boquete; proporcionando la longitud de aquellas “vibrisas”, el tamaño de su cuerpo con relación al orificio de paso. Asimismo, estas defensas les ayuda a conocer la humedad medioambiental, percibiendo si va a llover o a descampar; todo lo que les sirve para resguardarse o salir a buscar comida. Además, los pelillos -que no solo tienen junto al morro, sino también en las cejas y en las patas- les valen para ubicarse y orientarse. Por cuanto las madres gatas, se los cortan con la boca a sus pequeños, mientras quieren mantenerlos junto a ellas; ya que hasta que no les vuelven a crecer, los cachorros se sienten perdidos y no escapan del nido. Un milagro que se completa, si conocemos que gracias a sus bigotes, es muy difícil que estos felinos ingieran alimentos o beban algo que pueda acabar con ellos. Finalmente, diremos que las vibrisas del minino, les van a indicar cuando están enfermos, e incluso el momento en que morirán; facilitándoles buscar refugio o un buen lugar para agonizar.
Todo ello, es un verdadero enigma de la naturaleza; aunque no lo es menos la capacidad que tiene el hombre para dilucidar y comprender lo desconocido. Incluso, para intuir aquello que ni la ciencia, ni la tecnología de su tiempo le permita comprobar. Trascendiendo de un modo inimaginable y logrando hallar explicaciones, que por medios deductivos y racionales, no puede alcanzar. Habrá quien me discuta la existencia de este “sexto sentido” en los humanos; ante lo que siempre pongo un ejemplo absolutamente evidente. Tal como fueron las teorías del pitagorismo y su proyección en la astronomía del Renacimiento o en astrofísica moderna. Pues sabemos que Pitágoras, tras estudiar en un templo de Egipto y ser llevado más tarde a Babilonia (raptado por las tropas de Cambises, que invadieron el Nilo entorno al 525 a.C.). Formuló -o más bien aprendió y divulgó- una teoría por la que el Cosmos mantenía una armonía de distancias -sínodos y ciclos entre los cuerpos celestes-; perfectamente correlativa con la de los intervalos musicales. Es decir, que según la escuela pitagórica, los astros, sus tamaños y movimientos, estaban armonizados, como las notas en un instrumento. Siendo la relación entre la Luna y la Tierra, semejante a la que existía entre el DO y el RE. Pudiendo cifrarse los intervalos y ciclos cósmicos, del mismo modo al que se calcula el valor de la Escala musical.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Imágenes relacionadas con la diosa felino Mafdet, convertida en la gata sagrada Bastet (adorada en Bubastis) -esculturas votivas egipcias, donadas por la familia Fauré; tal como las exhibe el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen)-. Deidad del hogar y de la vida femenil; protectora de los partos y de los niños. Considerada la diva de los animales caseros, debido a que el gato había sido domesticado por los egipcios en tiempo tardío; sin ser dominado plenamente hasta el 1800 a.C.. Momento en que se crea el culto al felino y se sustituye por la serpiente, como totem guardián de los graneros y de las cosechas. Silos que hasta la aparición del gato, se protegían con sierpes; principalmente cobras a las que probablemente se arrancaban los colmillos. De ese modo, la adoración al minino de Bubastis (Bast); relega a la deidad culebra, que llega a aparecer entre las fauces de ese felino “Mafdet”. Diosa representada mordiendo un ofidio, que muere entre sus dientes; como símbolo de renovación religiosa y del poder de los gatos o las mangostas.
Tal como hemos anotado en el comentario a nuestra primera imagen; la gran culebra, se identifica con el Tiempo y los ciclos del Cosmos. De este modo, la diosa felino que la mata; resulta una figura semejante al Apolo griego, que acaba con Tifón. Pero principalmente hemos de identificarla con Cronos (dios del Tiempo), que castra a su padre Uranos con una hoz. Deidad cuyo arma simbolizaba los cuartos lunares; con la que el hijo corta las “dos bolas” al padre. Testículos que hemos de identificar con el Sol y La Luna, o los cuerpos astrales; cuyos ciclos marcan el transcurso del tiempo. Por lo que Uranos (el Universo) es la gran culebra cósmica, que nos devora girando; mientras Mafdet o Bast (Cronos), logra matarla. Significando esta cosmogonía, representada con animales; la resurección y superación del tiempo. A través del calendario (el corte de la sierpe Apofis o de las turmas de Uranos, con los cuartos de la Luna); que permite instituir la civilización y que logra transcender. Pues a través de esa medición del tiempo, se pudo crear la civilización; llevando a la Humanidad al progreso y superando a la muerte -conociendo los días, meses o años; anulando el proceso natural de destrucción, que su paso conlleva-.
La teoría pitagórica, que en principio resulta un disparate y un absurdo; parece que fue instituida y seguida por los sacerdotes del Antiguo Egipto y de Mesopotamia -desde los tiempos más remotos-. Aunque dos milenios más tarde, sabemos que fue tomada por los griegos y seguida por músicos como Terpandro de Lesbos o la misma Safo. Constituyendo una “religión” armónica, que finalmente divulga Pitágoras entre sus discípulos; quienes le dan un carácter mistérico. Manteniendo en secreto sus principios, debido a que en ellos se encontraba la fórmula para afinar instrumentos y valorar cada nota de la Escala. Una labor, que tan solo competía a sabios y constructores de objetos musicales, cuyas fórmulas de temperamentos pasaban de padres a hijos, o de maestro a discípulos. Principalmente en los templos, donde se cobraban grandes sumas por afinar y crear esos instrumentos -por entonces tan innovadores, como hoy pueda serlo un ordenador-.
Pero pasaron los siglos y la teoría de Pitágoras quedó en el olvido; considerándose un absurdo cósmico, aunque su sistema de cifrar y localizar las notas se divulgó y mantuvo durante milenios. De tal manera, cuando en el Medioevo fabricaban una flauta o un órgano; para regular su Escala se utilizaba un baremo de longitudes relativas a lo que Pitágoras enseñó. Cuya base principal es que entre un DO y el siguiente DO, hay 1/2 (la mitad de distancia). Conteniéndose las doce notas de la Escala, entre un sonido y otro igual multiplicado dos veces en su longitud. Siendo así, podremos comenzar a equilibrar los agujeros en una caña, que queramos convertir en “sirinx”; abriéndolos primeramente en razón a 2 o bien a 1/2. Del mismo modo que sabremos afinar una cítara o un laúd, simplemente ayudándonos de una cuerda bien tensada (monocordo) y partiéndola en esas proporciones pitagóricas. Localizando con esta técnica los DO,RE,MI,FA,SOL,LA,SI y sus cinco medios tonos. Un sistema de afinación, que se divulgó sobremanera cuando en el Renacimiento se fabricaron instrumentos de cuerda con trastes. Midiéndose la distancia de los trastes, gracias a la fórmula pitagórica; que marcaba como intervalos armónicos 1/2, 1/3 y 1/4 (bajo la función de Quinta y Cuarta -3/4 y 2/3-).
Asimismo, fue a comienzos del Renacimiento, cuando los escritos de la Escuela de Samos volvieron a conocerse en Italia; al deshacerse las bibliotecas de Constantinopla, tras la invasión musulmana de 1453. Llegando a Occidente de nuevo las teorías de Aristarco de Samos y de Pitágoras. En las que el primero, proponía una fórmula heliocéntrica del Universo; estudios que leyó Copérnico mientras residió en Roma y le ayudaron a deducir que la Tierra giraba (escribiendo su obra “Sobre las revoluciones de las esferas celestes”). Por su parte, las teorías pitagóricas (refritas por Platón) dieron lugar a la Escuela Neo-Platónica de Italia y principalmente llegaron a manos de Galileo. Quien las transmitió a Kepler, que basándose en los principios armónicos manifestados por el pitagorismo, llegó a resolver los sínodos cósmicos. Logrando demostrar que el giro de los astros no era perfectamente circular, sino elíptico y que se regía por un sistema sinódico igual al que determinaba el sabio de Samos: Basado en Cuartas, Quintas y Medios (1/2, 3/4, 2/3).
Fueron aquellas leyes de Kepler, halladas al imaginar un Cosmos regido por una armonía similar a la musical; las siguientes: 1º: “Los cuerpos celestes tienen movimientos elípticos alrededor del Sol, estando éste situado en uno de los dos focos dentro de esa elipse”. 2º: “Las áreas barridas por los radios de los astros son proporcionales al tiempo usado por aquellos en recorrer el perímetro de esas áreas”. 3º: “El cuadrado de los períodos de la órbita en ellos, guarda proporción con el cubo de la distancia que hay respecto al Sol”. Será esta última ley (llamada de la armonía astral), la que unifica y determina exactamente los sínodos de los cuerpos celestes. Llegando a ellas Kepler, al estudiar la mecánica cósmica, comprendida como los intervalos en la Escala musical.
JUNTO Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Al lado, sello conmemorativo del cuarto centenario de Kepler. Abajo, dibujo mío de Pitágoras. Tal como decimos, Johannes Kepler formuló sus teorías, basándose en los principios del pitagorismo. Que expresaban como la mecánica celeste se relacionaba con la armonía musical. De igual modo, un siglo más tarde, Newton logró resolver la ley de la gravitación, explicando que el Universo era un arpa, cuyas cuerdas se tensaban armónicamente, en razón inversa al cuadrado de la distancia.
Un método similar siguió Newton; quien continuando la labor y trabajos de Kepler, explicó la ley de gravitación universal como una fórmula armónica musical. Demostrando hacia 1685 que los cuerpos se sustentaban en el Universo, en base a proporciones y distancias equivalentes a las de una cítara. Siendo esa fuerza “inversamente proporcional al cuadrado de su distancia” -de un modo semejante al que seguimos cuando afinamos un instrumento-. Todo ello, se logró basándose en las teorías de ese sabio nacido en Samos, durante la primera mitad del siglo VI a.C.; del que sabemos, fue a estudiar a Egipto y terminó en Babilonia. Para regresar más tarde a su Grecia natal, donde divulgó estas teorías ancestrales sobre música y Universo; creando finalmente una academia en Crotona (al Sur de Italia). Escuela pitagórica que preconizaba las referidas leyes de armonía universal; que dos milenios y medio después, valieron a Kepler y a Newton, para formular sus teorías. Principios en los que se basó toda la astrofísica y la mecánica celeste moderna, occidental.
El ejemplo que hemos visto demuestra que el hombre puede intuir, aquello que jamás pudiera descubrir. Logrando Pitágoras (junto a Terpandro o Safo de Lesbos), expresar teorías científicas, que tan solo miles de años más tarde se pudieron demostrar. Lo que a mi juicio muestra que los humanos tenemos “bigotes de gato cósmico”; un sexto sentido trascendental, que nos permiten saber qué es el más allá, o cual es el significado de nuestra existencia. Logrando intuir la mecánica celeste y descubrir que la belleza, el número, los sínodos y el movimiento de cuerpos astrales; se relacionan de un modo absolutamente armónico. En base a funciones semejantes a las fórmulas de afinación. Es decir, que la armonía cósmica y la musical, están aunadas. Algo que Kepler y Newton demostraron, pero que mucho antes Safo, Terpandro y Pitágoras de Samos, habían preconizado.
JUNTO Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Estela tartéssica de Los Llanos, procedente de Zarza Capilla; Badajoz (tal como la muestra el museo arqueológico de Badajoz, junto un dibujo explicativo; al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes). En ella se observa un guerrero y su ajuar; compuesto por armas, carro, espejo y una lira. Las cítaras eran símbolo de prestigio y poder en época tartéssica; lo que indica una clara influencia oriental. Mostrando que en la época seguían cultos helenos, como el de Apolo. Asimismo, hemos de entender que la lira como instrumento, significaba el conocimiento; ya que su dominio y afinación implicaba un esmerado estudio.
JUNTO Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Estela tartéssica de Dehesa del Boyal, procedente de Zarza Capilla; Badajoz (tal como la muestra el museo arqueológico de Badajoz, junto un dibujo explicativo; al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes). También se observa en ella un “formix”; simbolo de status y conocimientos.
B) CREACIÓN:
1º - Lemaître; un Galileo Galilei del siglo XX:
Comienza La Biblia (1) narrando La Creación del siguiente modo, en el Génesis: “En el principio creó Dios los cielos y la Tierra. Y la Tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Haya luz, y hubo luz. Y vio Dios que la luz era buena, y separo Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz día, y a las tinieblas llamó noche. Y fue la tarde y la mañana el día primero. Y dijo Dios: Haya un firmamento en medio de las aguas, y separen aquellas aguas. E hizo Dios el firmamento, y separo las aguas que estaban debajo del firmamento de las aguas que estaban sobre el firmamento. Y fue así. Y llamo Dios al firmamento cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo. Y dijo Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamo Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamo mares. Y vio Dios que era bueno” (Génesis I, 1-10).
Entre 1918 y 1927, unos tres mil -o dos mil quinientos- años después de que estas palabras se escribieran por vez primera (2) ; el padre Lemaître formuló la teoría que luego llamaron del Big-Bang. Idea creacionista sobre el origen del Universo, que años más tarde fue copiada por varios autores. Entre los que destacó Stephen Hawking, que “utilizó” este modo de concebir el principio del Cosmos, para formular un sistema filosófico por el cual Dios no existía... . Es decir, demostraba que no había un Creador, debido a que existió La Creación (nacida desde el Big Bang). Lo que resulta como afirmar que el color blanco no es más que una conjunción de tonos; en la que el blanco, no aparece. Pero no solo fue Hawking quien “calcó” la idea que Lemaître había bautizado como “Huevo Cósmico” o “Átomo Primigenio”. Ya que numerosos físicos del siglo XX, copiaron los fundamentos del jesuita; aunque para darle un sentido ateo. De ese modo, fueron formulados los principios del “átomo primigenio” como un medio de demostrar que Dios no era necesario y nunca se consideraron teorías calcadas de la original. Pese a ello, quienes “se inspiraron” en el susodicho Huevo Cósmico de Lemaître; para generar un principio carente de un Creador del Cosmos. Cayeron en el error de todo aquel que copia una idea y no sabe razonarla. Pues el concepto de un génesis del Universo partiendo desde un punto inicial, es radicalmente creacionista.
Además, en el intento de desprestigiar a este pensador que situaba el origen del Todo en una primera implosión. Pasaron a denominar esa hipótesis como “el Big-Bang”; nombre que le dio el astrofísico Hoyle para burlarse de ella (comparándola con el Big Ben, que marca las horas en Londres). Esta postura contraria a Lemaître, fue fundamentalmente apoyada por el grupo de Einstein y los científicos ateos de su tiempo; aunque tan solo logró borrar levemente el recuerdo de quien formuló la teoría. Todo lo que ha manchado la historia de la ciencia del siglo XX; como tan comúnmente sucede cuando se copian principios, se olvida al auténtico creador y se persigue a quienes contrarían las ideas políticas o sociales de su tiempo. Finalmente, en la actualidad nadie afirma que el Big-Bang sea una teoría de Hawking; tal como hace décadas se prodigaba. Aunque apenas se conoce al padre de la teoría, quizás porque se formuló bajo el intento de demostrar que Dios había creado el Universo, valiéndose de una “fuerza infinita”. Lo que el padre Lemaître consiguió explicar con ese “Átomo Primigenio” que explotaba, generando el Cosmos.
El caso del olvido y hasta la persecución sufrida por el jesuita creador de esta hipótesis hoy llamada Big Bang (admitida generalmente); se completó cuando el Vaticano decidió expedientarle e intervenir en sus estudios. Considerando que sus principios sobre astrofísica, eran un instrumento utilizado por los ateos para demostrar un Universo originado sin necesidad de Dios. Por lo demás, aquella teoría del “Átomo Primigenio” pensada por Lemaître, procedía de intuir que el Cosmos estaba en expansión; en un movimiento continuo donde se alejaban los cuerpos astrales, del mismo modo que hacen los átomos de un globo cuando se infla. Una idea que chocaba contra el pensamiento de Einstein y el de Hoyle; quienes concebían un Cosmos estático. Así fue como primeramente Lemaître demostró que los cálculos de la Teoría de la Relatividad no podían solucionarse bajo la hipótesis de un Espacio en estado de reposo. Llegando a hablar con el sabio alemán que la creó; quien reconoció que las correcciones matemáticas del jesuita, eran ciertas y exactas. Pero negando Einstein, por entonces, la posibilidad de un Universo en expansión acelerada; calificando de “abominables” las ideas de Lemaître. Todo lo que convirtió a este astrofísico en un nuevo Gaileo Galilei; perseguido y denostado por cuantos le rodeaban (tanto científicos, como teólogos). Así pues, por mucho que Einstein fuera el gran venerado y a pesar de tanta fama como otros tuvieron; finalmente el Universo y la Tierra “se movían”. Por cuanto hoy hemos de añadir que abominables o no; en verdad nuestro planeta y el Cosmos “SI MUOVEN”... .
SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dos fotos tomadas en Portugal. Arriba, un perrito callejero en Santar. Abajo, una gárgola de la Seo de Guarda; que representa un gato con enormes bigotes. Ilustramos el artículo con ambas imágenes, que nos ayudan a entender la importancia que tienen los “bigotes” para los canes y los felinos. Quienes si carecieran de estas vibrisas, se perderían o ingerirían alimentos y aguas que les provocarían la muerte. Siendo curioso el modo en que cuidan sus bigotes los mininos y perros callejeros; con el fin de mantenerlos en perfecto estado, para valerse por sí mismos.
2º - Lemaître; un Pitágoras del siglo XX:
Continuando con Lemaître y su mayor detractor, llamado Fred Hoyle; que divulgó el nombre de Big Bang para ridiculizar la teoría. Hemos mencionado antes de las imágenes que hace justamente ahora cien años, se discutía sobre un Universo estático y uno en permanente crecimiento. Siendo Hoyle quien más defendía la postura de un Cosmos estacionario y sin “crecer”. Mientras Lemaître, tal como dijimos; al estudiar La Relatividad, pudo comprobar que quizás los cuerpos celestes se hallaban en un estado perpetuo de separación acelerada. Esa hipótesis de un Cosmos en expansión inicialmente no fue admitida; pero se logró probar casualmente, gracias al astrónomo Hubble. Quien en 1929 observa como algunas galaxias tienen un color más rojizo, mientras otras son de un tono más azulado. Lo que le lleva a pensar que las que ve coloradas se están alejando gradualmente; debido a la ley de “corrimiento al rojo”. Una teoría que demostraba como si nos distanciamos de un punto luminoso, este refleja progresivamente brillos rojizos; pero si nos acercamos a él, la veremos paulatinamente tender a un tono más azulado. Un hecho físico similar al que sucede con el sonido de una sirena, que irá disminuyendo en intensidad al alejarse; pero que oímos gradualmente más fuerte y más aguda, al venir hacia nosotros. La nueva circunstancia hallada por Hubble le sirvió a Lemaître para confirmar que el Cosmos se estaba expandiendo y formular su idea de que el Todo nació desde ese “Átomo Primigenio” (actuando como un “Huevo Cósmico” que se dividió, generando la Creación).
Finalmente, unas cuatro décadas después de que este jesuita plantease la teoría hoy conocida como Big Bang; se obtuvo su comprobación más fidedigna, al poderse realizar una medición de temperatura mínima en el Universo. Conclusiones que se observaron nuevamente de un modo casual, y que llegan a demostrar que el Cosmos conserva siempre tres grados más, sobre el “cero absoluto”. Temperatura en la que todo se congela, que se cifra en menos 273,15º; aunque el mínimo existente en el Universo son 270 grados bajo cero. Probándose que en cualquier cuerpo, totalmente alejado de estrellas o puntos de luz que puedan proporcionar calor; su temperatura cósmica no alcanza nunca el cero absoluto. Esta circunstancia lleva a pensar, que estos tres grados de más, se deberían al “recuerdo” del Big Bang. Entendiendo que una primera explosión (o bien, la fricción por la expansión del Átomo Primigenio), habría dejado un “rastro de calor” permanente en el Espacio.
Como hemos apuntado, esa medición de la temperatura cósmica y la aparición de la primera imagen del Universo (hace cientos de millones de siglos), se halló por casualidad; aunque llevaban años intentando encontrarlas. Descubriéndolo de forma fortuita los físicos Penzias y Wilson, en 1964; cuando les enviaron a instalar teléfonos y medir radiaciones en el medio rural de Estados Unidos. Observando en ese momento que siempre tenían interferencias; por muy alejados que estuvieran de la ciudad. Llegando finalmente a la conclusión de que aquellos ruidos parasitarios procedían de un residuo de luz cósmica. Así fue como (con la ayuda de otros científicos), hallaron casualmente lo que se denomina “fondo de microondas”; que supone la radiación de luz del Universo hace millones de años, y que todavía llega levemente hasta nosotros. Logrando obtener desde esa radiación, una fotografía del Cosmos, en su estado primigenio. Haciéndolo a través de ese parásito que continuadamente aparecía en antena, llamado “fondo de microondas”; correspondiente al reflejo de las primeras luces que escaparon de los cuerpos astrales -380.000 años después del Big Bang, y hace unos 13.400 millones de años-. Un hecho físico que buscaban desde 1948, los astrónomos Gamow y Alpher (entre otros) y que en 1965 se logró detectar definitivamente. Al interpretar esas interferencias que recibían Penzias y Wilson en sus antenas; analizadas por los científicos que entonces estudiaban la posibilidad de un Universo en expansión (teoría que entonces no estaba confirmada del todo).
De este modo, al observar el “fondo de microondas”, se pudo comprobar que el Cosmos era infinitamente más pequeño en sus inicios y por lo tanto quedó demostrada la teoría del padre Lemaître. Quien cuarenta años antes de que nadie pudiera probar una hipótesis verdadera, ya la había formulado. Un nuevo caso histórico de esos “bigotes del gato cósmico”; de intuición sobrenatural, que antes vimos en Pitágoras o en la escuela de Samos. Quienes preconizaban una Tierra giratoria o un Universo armónico -conforme a medidas musicales-, sin poderlo comprobar y por pura deducción intuitiva. Del mismo modo que hizo Lemaître, formulando su teoría de un Universo en estado de perpetuo crecimiento; años antes que Hubble llegase a demostrar que el Cosmos quizás se hallaba en expansión. Tras observar este último como sus luces tomaban un color más rojizo si se situaban lejos; mientras tenían un tono más azulado, cuando se encontraban cerca del que las analizaba. Adelantándose Lemaître cuatro décadas a los descubrimientos de Penzias y Wilson. Quienes finalmente demostraron el estado expansivo de los cuerpos estelares; a través de la temperatura en el Espacio (tres grados menor al cero absoluto) y con el “fondo de microondas” (conservado en las radiaciones de luz, hace miles de millones de años).
JUNTO Y SOBRE ESTOS PÁRRAFOS: Dos imágenes que habíamos publicado en nuestro anterior capítulo (LUZ Y GRAVITACIÓN). Arriba, “foto” tomada por la sonda Planck en 2013, con el Universo hace unos 13.400 millones de años. Apenas tenía el Cosmos unos 380.000 años (acababa de nacer). Se observa que era una amalgama de materia, muy unida todavía; los tonos rojizos son regiones más calientes y densas, mientras las zonas azules, corresponden a más frías. Asimismo, aquellas áreas bermejas, luego se convertirán en galáxias y grupos de cuerpos astrales; mientras las oscuras se harán vacío. Los expertos han visto en la fotografía restos de estrías, que demostrarían como el Cosmos pudo haber nacido plano, haciéndose gradualmente tridimensional (3) . Esta fotografía del Universo hace unos trece mil cuatrocientos millones de años; obtenida desde el “fondo de microondas”; podemos considerarla semejante a lo que sucedería si una persona nacida hace trece años y ocho meses; se hubiera puesto frente a un espejo, noventa y cinco días después de venir al Mundo. Tras ello, imaginaremos que ese bebé hubiese sido trasladado a trece millones y medio años luz, de distancia. Por lo que trece años y cuatro meses después, comenzaría a llegarle el reflejo propio, con noventa y cinco días (una “foto” surgida de la velocidad de la luz y el avance en el espacio). Al lado, el astrofísico Georges Lemaître, uno de los tres grandes del siglo XX (junto con Einstein y Plank). Pese a ello ha quedado en el olvido; debido a que sus teorías exponen que el Universo fue creado y no nació desde la Nada (mostrando la existencia de un Creador o un Dios supremo).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Ídolos oculados en pizarra y caliza del Calcolítico (fechados a comienzos del tercer milenio a.C.); propiedad del Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes. Arriba, vitrina del M.A.N. Donde se exponen varias de estas figuras; halladas en Vega de Guadancil (Garrovillas de Alconétar) y Barbacena, Elvas (Portugal). Todas presentan dos características: Unos ojos, figurados como planetas o astros -simbolizando posiblemente la Luna y el Sol-. Unos bigotes de tipo felino. Rasgos que se corresponderían con la magia y la sabiduría; seguramente representando a los chamanes (que quizás decoraban así sus caras, para hacerse ver como transmisores entre el cielo y los hombres). Sin duda alguna, en mi opinión; estos ídolos refieren el poder de los bigotes del gato y el de los astros. Al lado, detalle del hallado en el dolmen de Garrovillas (Cáceres). ABAJO: El famoso idolillo de Extremadura; visto desde su lado frontal, tal como lo exhibe el Museo Nacional de Arqueología. Observemos en esta estatua con unos cinco mil años de antigüedad, los rasgos felinos o caninos en sus bigotes.
3º – Lemaître y la física después de su teoría:
El Big Bang ha sido considerado durante los últimos cien años, el medio más sencillo para resolver el origen del Universo. Aunque no hubo una “gran explosión”; ni existió el “bang” al que aluden los científicos que copiaron la hipótesis del que primero la expuso. Pues tal como el padre de la idea dictó, todo procedía de un Átomo Primigenio; Huevo Cósmico que consiste en un punto infinitamente pequeño, al que el autor se refiere como una “singularidad”. Esta “singularidad” carece de resolución matemática y tampoco puede entenderse a través de la física de Einstein. Pues la Teoría de La Relatividad, es incapaz de estudiar aquello que es infinitamente pequeño, frente a las grandes magnitudes del Cosmos. Ya que logra calcular el arco de la luz atraída por la masa, el crecimiento o expansión del Universo y etc.; pero no puede ponderar las cosas “ínfimas”, ni lo que es enorme. Actuando la física eisnteniana como una balanza media; creada para pesar personas, pero incapaz de valorar gramos en especias, ni la carga de un camión... .
Para que lo comprendamos mejor diremos que si deseamos estudiar un elemento, hemos de analizar sus moléculas y átomos. Del mismo modo, para entender el origen del Universo, hay que comprender las características mas pequeñas del Espacio-Tiempo. Por cuanto La Relatividad, fue creada para medir el Universo en el tamaño actual y no sirve para calcular lo que sucedió en un Cosmos, millones de veces más reducido. Con este fín habríamos de acudir a la mecánica Cuántica; que quizás es capaz de hallar aquella “singularidad mínima”, al haber sido ideada esta otra fórmula, para medir lo infinitamente pequeño. Pese a ello, la teoría del Cuanto (Cuantió ó Quantum) descubierta en 1900 por Plank, tampoco puede observar “singularidades” ya que desea marcar siempre un máximo y un mínimo (en tamaño, energía, tiempo etc). Siendo así, el problema del Átomo Primigenio es que se considera infinitamente enano; o lo que es lo mismo: “incuantificable” .
De este modo, para lograr encontrar aquel “Huevo Cósmico” del que nace el Universo, se pensó finalmente en aunar La Relatividad y El Cuanto. Todo lo que terminó en desastre, debido a que no pueden combinarse y se contradicen en numerosos principios. Así fue como en los años setenta (hacia 1975), para lograr unir ambas ideas, se propuso la Teoría de Cuerdas y la Gravedad Cuántica. Un método que evita en sí mismo, interpretar que el Espacio es infinitamente pequeño, permitiendo deducir el tamaño que pudo tener ese “Átomo Primigenio”. Pues la Gravedad Cuántica determina que las partes del “Espacio-Tiempo” actúan como píxeles en una fotografía; uniéndose en forma de puzzles, para crear las formas de Espacio-Tiempo que percibimos. De manera muy diferente a como lo hizo la Teoría de la Relatividad, que valora la gravedad como una “curvatura” que produce atracción, cambiando las densidades, la energía y modela el movimiento de la materia. De ello, para lograr comprender las singularidades y el origen del Universo, se propuso la Gravedad Cuántica, que debía resolver estos dos problemas: Primero, mostrando qué sucede con una partícula cuando cae en un Agujero Negro; y señalando qué sucede en lo “singular”. En segundo lugar, para explicar qué es la Inflación Cuántica; el modo de expandirse el Cosmos, visto bajo la teoría ideada por Plank. Todo lo que teóricamente resolvería el Horizonte y el nacimiento del Universo.
Pero continuando con los intentos por aunar las ideas de La Relatividad y las del Cuánto; diremos que en su fase última se culmina por la llamada Teoría de Cuerdas. Una hipótesis en la que todas aquellas partículas subatómicas o infinitamente puntuales, son “estados vibracionales, de un objeto extendido más básico, llamado: `cuerda´ o `filamento´”. De ello, los electrones, protones o neutrones; no serían puntos, ni se consideran adimensionales. Sino se catalogan como “cuerdecitas o lazos”, que vibran en el Espacio-Tiempo (es decir, en una cuarta dimensión, imperceptible). Ello pretende alejarse del concepto de “punto-partícula” y desea afirmar que el tipo de vibración de cada “cuerda” es lo que determina si es un fotón, un electrón o un “quarks”. Aunque el Espacio-Tiempo en el que se mueven aquellas “cuerdas”, no sería cuatridimensional; fórmula que después de Einstein prevalece, al generar La Relatividad esa Cuarta Dimensión (Espacio-Tiempo). Sino se moverían en una realidad de diez dimensiones a la que se suma una décimo primera, que es directamente el Tiempo. Ello añade a las cuatro dimensiones convencionales, seis más compactadas (inobservables), más el Tiempo. Siendo aquellas que no podemos percibir, las que se desarrollan en la Longitud de Plank (escala por debajo de la cual se espera que el Espacio deje de tener una geometría normal). Medida de Plank que se corresponde a la distancia más pequeña pensable y que equivale a la recorre un fotón, viajando a la Velocidad de la Luz en el vacío (1 ctm : 1035). Pues hablamos de que si reducimos la física a escalas mínimas e inobservables, el comportamiento de sus elementos no es el clásico (euclidiano) y la geometría como tal, ya no es válida.
Por último añadiremos lo comentado en otros capítulos sobre la Distancia de Plank. Pues, al parecer, cuando a un fotón se le somete al estrés de la medida mínima; encerrándolo en lo que se denomina la distancia de Plank -un centímetro, dividido por diez, elevado a 35 (más exactamente 1,6 · 10 elevado a menos 35 metros)- . Este comienza rebotar en los límites de la “cerca cerrada”, alcanzando enormes temperaturas, hasta convertirse en materia (como si se tratase de una pelota de tenis, botando a enorme velocidad, entre dos paredes con una pequeñísima distancia). De ello, existe una hipótesis que plantea este hecho como generador del Big Bang; a través de neutrones o protones, que entraron en un espacio tan pequeño como el que Planck definió. Girando o botando en “las paredes” de la referida “cerca cerrada”, de un modo indescriptible; hasta alcanzar las temperaturas más altas, y estallar convertidos en materia.
Sería este el crisol de Planck, de donde habría surgido probablemente el Universo, al caer un simple protón en ese límite y sin poder salir de allí. Siendo el cerco tan pequeño (límite de Planck) que generaría un infinito estrés al protón; logrando subirlo cientos de miles de grados de temperatura, en millonésimas de segundo. Cociéndose o cocinándose así el Cosmos; que habría nacido tras estallar “el protón encarcelado” en esa longitud mínima del Espacio. Sea como fuere, hay motivos para pensar que el fotón, en su proceso de viaje por el Cosmos; al verse junto a una enorme masa astral, quizás sufre un proceso similar al antes descrito. En una reacción que convertiría parte de la luz en materia, durante unas millonésimas de segundo; siendo de ese modo atraída la luz por la fuerza de la gravedad. Demostrándose quizás, que tal como dijo Einstein: Masa y energía son dos conceptos tan equivalentes, como susceptibles de convertirse una en la otra.
SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dos imágenes que ya hemos divulgado en otros artículos. Arriba, representación geométrica de las Escalas Musicales y de su afinación. Este dibujo mío ilustra el modo en que un hecho teóricamente adimensional (como es la armonía y la música); puede representarse en una, dos y tres dimensiones, llegando a dibujar el álgebra musical. Abajo, las doce Notas de una Escala y sus proporciones, en un diseño mío que las hace figurar como una balanza y sus pesos. Observemos como entre un Tono y su igual -en una Octava mayor o menor-, hay siempre ½ (o bien 2). Es decir: si multiplicamos por 2 el valor de un DO1, llegamos al DO siguiente (DO2); si lo dividimos por 2, alcanzamos el DO anterior (DO-1). La proporción posterior para deducir toda la Escala es volver a reducir por 2 el total de lo que mide la Octava; alcanzando el centro de ella (DO · ¾) y resultando su Quinta Armónica. Siendo este el método que se siguió para hallar los valores de las Notas en la afinación pitagórica. Simplemente equilibrando en ½ cada vez los tonos; algo que nos habla de las leyes gravitacionales y el equilibrio perfecto, en la mitad de cada longitud.
4º – Plank y Lemaître:
Si antes habíamos hablado de la distancia de Plank (1 centímetro dividido por 1035) ahora hemos de mencionar el tiempo mínimo de la teoría Cuántica, que se cifra en millonésimas de segundo. Concretamente este Tiempo de Plank se calcula diez elevado a menos cuarenta y tres, fracciones de segundos (10-43 seg.) . Ante este planteamiento, hemos de pensar qué sucedió en el primer Tiempo de Plank, durante lo que hoy se denomina el Big Bang; e incluso, qué pasó antes de que existiera el Tiempo.
Hay quienes consideran que previamente a la aparición del Tiempo, habría una dimensión “menos temporal”; es decir, un tiempo retrospectivo. Bajo este concepto, podríamos pensar que previamente a La Creación del Universo, “algo” que llamamos Átomo Primigenio, pudo alcanzar una velocidad superior a la de la luz y retroceder en el Tiempo. Ello supondría concebir un “anti-tiempo”; actuando de forma similar a la “anti-materia” (que -como sabemos- estalla, al unirse con la materia). Conforme a esta hipótesis nuestra, el Tiempo y el Anti-tiempo, pudieron aunarse en el momento del Big Bang; generando la destrucción de esta dimensión y dejando tan solo el Espacio (sin temporalidad). Momento en que -quizás- desde un solo punto, incluso desde la nada; pudo crearse la primera dimensión. Para pasar posteriormente a la segunda y llegar a la tercera; apareciendo los cuerpos celestes como tal. Ello, nos llevaría a pensar en un anti-tiempo de Plank (-10-43 segundos) sumándose a un tiempo de Plank (+10-43 seg.), generando un momento cero; tan solo con Espacio.
Continuando con teorías acerca del nacimiento del Cosmos y su situación antes de originarse; los científicos piensan que previamente al Big Bang, existió un estado de equilibrio total, en el que una fuerza máxima lo gobernaba todo. Considerando a esta; una energía pura, unida y perfecta. A ello hemos de añadir la idea nuestra, planteando que quizás aquella “fuerza” que todo dominaba; tan solo tuvo pasado y no conocía el tiempo de futuro (como sucede con el hombre; que intuye el porvenir, pero solo tiene constancia de lo que ha sucedido antes). De este modo, al iniciarse La Creación, pudo producirse algo similar al fenómeno de sublimación invertida; cuando un gas se solidifica (lo contrario a la sublimación, que es el tránsito de un cuerpo sólido a gas). Pudiendo pensarse que aquella fuerza que todo lo unía y gobernaba, antes de que se produjera el Big Bang; fue realmente la Gravedad. Que se mantiene por leyes armónicas, uniendo de ese modo y equilibrando perfectamente el Cosmos. Por cuanto, no sería absurdo pensar en la hipótesis de una antigravitación, expandiendo y destruyendo la armonía anterior, provocando el Big Bang. Así pues, la Anti-Gravedad pudo ser esa fuerza expansiva que generó la “rotura” de aquello que había antes del Big Bang: Desde un Átomo Primigenio o bien un “punto de Plank”; incluso, la Nada. Ya que nada (cero) tiene numerosos valores indeterminados; como son: Cero elevado a cero; o infinito elevado a cero. Es decir, no sabemos el resultado de elevar la Nada a Nada (00); o si al hacer lo mismo con el infinito (elevándolo a cero), nacería el primer punto de Plank.
Así pues, al dividirse el Átomo Primigenio, pudo ser la gravedad la fuerza que se rompe, al entrar en contacto con una Anti-gravedad, que llevaría a la expansión del Cosmos. Una anti-armonía, que al chocar con la armonía, habría roto el Huevo Cósmico, logrando crear las dimensiones, y con ello, el Universo. Quedando por resolver de dónde procede esta antiarmonía que actualmente se conoce como Energía Oscura. Fuerza “invisible” o “negra”, que compone la mayor parte del Universo y actúa como Anti-Gravedad; es decir, provocando un efecto de repulsión entre los cuerpos celestes (lo que lleva a su expansión gradual y acelerada). Un hecho, que quizás podríamos explicar, si comparamos de nuevo el Cosmos con un lago, donde la Gravedad es el agua (que permite a los cuerpos flotar) y la anti-gravedad (Energía Oscura) sería el aire que existe sobre este lago, que les hace caer. Siendo así, los cuerpos celestes viajan sobre el pantano (cósmico), como si fueran barcas (flotando); pero a su paso, van creando una estela, que provoca la separación gradual entre ellas. Es decir, cuanto mayor es la nave que cruza ese embalse universal, crea unas olas mas grandes y la progresiva dispersión de todas las embarcaciones que lo surcan.
Siguiendo con el ejemplo del lago cósmico, donde el aire que lo cubre es Energía Oscura y el agua permite la flotación gravitatoria. Resulta evidente que la parte oscura es invisible e imperceptible, pero existe. Pues cuando el aire entra en contacto con el interior del pantano, genera una ola y separa las aguas (haciendo un efecto de repulsión). Pensando que ambas energías (la gravitatoria y la Oscura) conviven al modo de agua y aire; se producirá finalmente la unión de ambas. Ocurre al entrar un tercer factor, que llamaremos Anti-Tiempo y entenderemos en forma de calor (o los rayos solares). Es así como el agua se convierte en gas (nubes) y unida al aire, viaja hacia un lugar indeterminado; donde por efecto de un cuarto elemento, el Tiempo (el frio), ese vapor se descarga, generando un nuevo charco. Pequeño estanque donde algún tronco seco del suelo comienza a flotar, dividiéndose en mil pedazos empezando así un “pantano cósmico” diferente. Con el ejemplo anterior, he querido explicar como pudo originarse el Universo, tan solo por unión de dos fuerzas (Gravedad y Energía Oscura); llegado ambas a crear el punto de inicio o Átomo Primigenio -de Lemaître-. Surgiendo así el Huevo Cósmico desde la primera distancia de Plank (un centímetro dividido por 1035) y formando una “pelota”, que creció de manera inimaginable. De este modo, el Universo inicial sería una bola de radiación, con un tamaño menor a miles de millones de la fracción de un átomo. Momento en que la gravedad comenzaría a actuar, modificando las temperaturas; generando la fuerza nuclear, para que los átomos no se segreguen. Aunque a su vez entra en juego la Energía Oscura, actuando como fuerza que separa los cuerpos celestes, provocando la expansión de los astros y la disgregación del Cosmos.
SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dos imágenes relacionadas con el origen del Universo y del Tiempo. Arriba, mosaico romano de siglo III d.C., hallado en la villa de Seintinum (propiedad de la Gliptoteca de Munich, a la que agradecemos nos permita divulgar la fotografía). En él se representa al dios Eón (Aión), deidad que supera el tiempo y de la que nace esta dimensión. Se trata de una divinidad eterna e imparcial, que carece de temporalidad; sin conocer el comienzo ni el fin y significando el infinito, en sí mismo. Su carácter de eternidad le convierte en un dios muy venerado para el Imperio romano; en cuyos fundamentos estaba mantener el recuerdo, las normas y la filosofía grecorromanas, por los tiempos de los tiempos. Se le representa dentro de un círculo, donde figura el zodiaco (como signo de la anualidad); aunque aquella circunferencia simbolizaba realmente el infinito; sin principio, ni fin.
Abajo, obra de Giovanni di Paolo pintada hacia 1450 intitulada “La Creación del Mundo y la expulsión del Paraíso” (propiedad del Metropolitan Museum of Art -N.Y.-; al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). En el cuadro vemos a Dios generando la Tierra y el Universo, figurados como círcunferencias de distintos colores y con los signos del zodiaco en el último disco (representando el tiempo). De tal modo, la concepción de Giovanni di Paolo, descubre que la primera dimensión sería la temporal y más tarde las geométricas; que darían lugar a los cuerpos astrales.
SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Arriba, el Lago de la Santa Espina (Valladolid), que consideraremos el “pantano cósmico primigenio” de donde surge nuestro Universo. A un lado de la imagen, podemos leer el proceso, donde entendemos como Energía Oscura al aire, y como Energía gravitatoria al agua, que permite navegarlo. Los astros son como barcas, que surcan el lago y se mantienen en superficie, gracias al empuje de ambas fuerzas -aire y agua-. Creando una estela, cuando se trasladan, lo que las va separando gradualmente -a mayor objeto en movimiento, más grande el surco y la ola que disgrega las naves o los cuerpos celestes-. Finalmente, actuarán dos energías más: El calor y el frío. Así es como el aire y el agua se unen por efecto de los rayos solares, que convierten en gas parte de ese lago. Esas nubes nacidas del pantano, se trasladan de forma indeterminada, hasta que el Anti-tiempo deja de existir y se produce el Tiempo, que imaginamos como el frío. Al comenzar el tiempo positivo, cesa el calor y se descargan las nubes; creando un pequeño estanque, donde un tronco del suelo comienza a flotar. Aquel trozo de madera empieza a disgregarse y comienza el nuevo lago cósmico; que relacionamos con el de la foto bajo este párrafo, del el pantano de Las Cogotas (Ávila).
5º – “E pur si muove”, conforme afirmarían Galileo y Lemaître:
Continuando con lo que existió en el momento de surgir el Cosmos, parece que antes del Todo, se hizo la armonía gracias a tres energías existentes: La llamada fuerza inicial o pura, la gravedad y la nuclear. Estas serían las que fueron dominando hasta que se produjo el Tiempo de Plank (10-43 segundos); dando lugar a la dispersión de los cuerpos celestes desde aquel punto-partícula, que medía la distancia de Plank (1 centímetro dividido por 1035). Para explicar el modo en que se expandió el Cosmos, en 1979 Alan Guth propuso una nueva teoría, llamada de la inflación. Especulando que los cuerpos celestes se dispersaron aceleradamente en los primeros momentos, tras la explosión; pero armonizándose posteriormente. Considerando este astrónomo el primer instante de inflación, tan terrible y caótico; que logró el orden desde ese caos. Una teoría que, a mi juicio, no cuadra con lo que sucede en el Universo; donde los astros y galaxias, se separan de un modo más rápido cada vez. Aceleración que choca contra el concepto de Guth, pues si sólo en el primer momento hubo una mayor velocidad de expansión; en nuestros días el Cosmos debería estabilizarse e ir más lento en su segregación (lo contrario de lo que sucede).
El hecho cierto, es que para concebir La Creación (bajo el concepto de Lemaître) hemos de considerar que un grano de arroz se hiciera del tamaño del Sol en fracciones de segundos; una velocidad que supera con creces a la luz. Todo lo que va contra los principios de Einstein, pues su teoría demuestra que el Espacio y los cuerpos, no pueden desplazarse más rápido que la luminosidad. Algo, que -además- nos haría concebir agujeros espaciales, por los que la materia se lograse trasladar, superando a la luz. Boquetes, que desde Einstein se llamaban “de gusano”; pensando que el Cosmos era como un queso gruyere. Con vanos donde uno de sus parásitos en forma de lombriz, podría atravesar la pieza entera rápidamente, pasando por aquellos túneles. Otra solución que proponemos, sería pensar en un “Anti-Espacio”, que sirviera para desplazarse entre esa “nada” y atravesar la dimensión cósmica en breves segundos (con mayor rapidez que la luz). Lo que no supone viajar a velocidad alguna; sino pensar que el Espacio pueda contraerse, o desaparecer, tal como sucede con el agua al descongelarse y licuarse, que se dilata o comprime; permitiendo viajar por ella.
Es decir, pensemos de nuevo que el Cosmos es un embalse, pero esta vez será un lago que solo podemos cruzar a nado. Lo más rápido que nos trasladaremos sobre la superficie, dependerá del impulso de nuestros brazos y piernas. Resultando imposible cruzar el pantano antes que el campeón del Mundo de natación. Del mismo modo que no hay forma de superar a la luz, viajando en el Espacio. Pero de pronto, llega el Tiempo y convierte el agua en hielo, siendo posible ir más rápido por la superficie, corriendo sobre ella (incluso patinando). Esto nos llevaría a concebir un estado distinto del Universo; que por efecto de una dimensión o energía, lo convierta en todo “pétreo”, “gaseoso” o “liquido”. Logrando así, que nos traslademos sobre él a mayor velocidad que la luz. Todo lo que se comprendería mejor si invertimos el ejemplo anterior y consideramos el Cosmos una gran bola de hielo; una pelota gélida que solo taladra la luz a una mayor velocidad (como un rayo Láser, hace sobre un cubito helado). Pero de pronto, con el cambio del Tiempo, este embalse pétreo se convierte en un lago de agua; donde se podrá nadar y trasladarse en barco a mas velocidad que lo hacía la luz sobre el bloque de hielo. Como decimos en nuestras imágenes -a continuación-; estas transformaciones del Universo quizás se producen a temperaturas muy por encima de las conocidas. Tal como se vivieron en lo que se llama el Big-Bang. Donde se llegó a diez mil millones, de millones, de grados (diez mil billones de grados), tal como la sonda Plank descubrió en mayo de 2009.
SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dos imágenes en las que exponemos nuestra teoría del cambio de densidad en el Cosmos. Arriba, el rey Alfonso XIII (junto a su esposa Ma.Victoria Eugenia) patinando en el Lago de la Casa de Campo, antiguo jardín real de Madrid. Abajo, el Lago de la Santa Espina, en Valladolid; que antaño sufría igualmente una gran congelación durante los inviernos. A continuación narramos de nuevo el ejemplo, con mayor detenimiento:
Imaginemos que el Cosmos es una balsa, sobre la que tan solo podemos nadar, para cruzarlo. Nadie podrá superar al campeón del Mundo de natación, que en este ejemplo sería la velocidad de la Luz. Pero de pronto, cambia el Tiempo y el pantano se hiela. Facilitando trasladarse sobre la superficie corriendo e incluso patinando; mucho más rápido que lo hacía aquel nadador mejor del Planeta. Ello, supone viajar al doble o tres veces más que la luz. Pero incluso, si invertimos el ejemplo, quizás lo entendemos más fácil. Pensando que el Universo es un pantano congelado enteramente. Por cuanto el rayo Láser (la luz) sería lo que más rápidamente atraviesa el interior de ese gélido lago. Pero gracias al Tiempo, sus hielos se convierten en aguas; facilitando nadar sobre él, e incluso viajar en barco; cruzando el embalse a mayor velocidad que lo hacía el Láser. Todo lo que planteamos, quizás se produce al contacto con el calor máximo; temperaturas muy por encima de las conocidas en nuestro Universo y que se vivieron en el Big Bang (que llegaron a diez mil millones, de millones, de grados).
Volviendo al título de este epígrafe: “E pur si muove”. Es una frase quizá legendaria, que hemos elegido para ilustrar la incomprensión, la humillación y hasta persecución que sufrieron Galilei, al igual que Lemaître. El primero por aseverar que la Tierra giraba y el segundo por afirmar que el Universo se expandía. Habríamos de añadir, que el Cosmos no se mueve -propiamente-; sino, crece a modo de un balón hinchándose. Ello lleva a deducir que, comparado con una pelota de fútbol inflándose; sus costuras no avanzan, se dilatan; y sus cueros no modifican su emplazamiento, solo se estiran. Es decir, sin moverse, todo cambia de lugar; como sucede al que después de tomarse siete cervezas, tiene la barriga llena y la camisa que antes le cubría su tripa, deja asomando el ombligo. En ese caso, podríamos decir que la ropa se había estrechado o que el cuerpo se cambió de sitio; aunque la verdad es que su abdomen se ha expandido, tal como lo hace el Universo. En un caso por efecto de las “birras”; y en el del Cosmos, debido a la lucha de Energías (en especial de la Fuerza Oscura, que provoca la repulsión de los cuerpos astrales; como sucede con la barriga del cervecero...).
Asimismo, hemos de añadir, que el milagro que obraron Penzias y Wilson en 1965, hallando el “fondo de microondas”; refleja toda la historia del Big Bang, conservando la efigie fotográfica (radiación) del nacimiento del Cosmos. Un enigma hallado casualmente por estos dos genios, que lograron la imagen de la primera unión de un electrón con un protón (al enfriarse el Universo primigenio). Lo que les convirtió en transparentes y liberó a los fotones, naciendo la luz. Viajando así por primera vez ese haz luminoso, 3800 siglos después de La Creación (unos trece mil cuatrocientos millones de años atrás). Como ya dijimos, los secretos cósmicos de ese Átomo Primigenio y su dispersión (hoy llamado Big Bang); se hallan impresos en el fondo de microondas. Logrando haber sido fotografiados por la sonda Plank desde 2009; calculando que la temperatura en el interior de esa “bola universal” con 380.000 años, era superior a los diez mil billones de grados centígrados -añadimos sobre la foto del Cosmos “recién nacido”, incluida antes, que podemos ver puntos rojizos, que se convertirán finalmente en galaxias y zonas oscuras, que serán de vacío-.
Por su parte, esta inflación del Universo, generó enorme ondas gravitacionales; como es normal deducir. Pues al separarse los astros, sufren del mismo modo que lo harían los cueros y costuras de un balón de fútbol; que se hincha rápidamente. La violencia de aquellas ondas de Gravedad iniciales, fue enorme y se lograron captar por primera vez desde un telescopio del Polo Sur. Su rastro quedó impreso en el Universo, porque el Cosmos en ese momento primero se expandió a mayor velocidad de la luz. Lo que podemos comparar con un dinosaurio que anduviera sobre la ribera de un río. Dejando tales marcas en el barro, que al solidificarse esas arenas, quedarían fosilizadas las pisadas del enorme animal (algo que no sucedería con una especie de tamaño normal; que apenas se hundiría en las arenas). Siendo así, como tras expanderse el ínfimo Huevo Cósmico de tamaño Plank (1 centímetro dividido por 1035) y quizás de una sola dimensión; dejó el rastro de sus ondas gravitacionales al dispersarse su materia a una velocidad superior a la luz. Desde aquel entonces, el Cosmos siguió avanzando sin parar; pues de detenerse, provocaría su destrucción. Todo lo que demuestra que la teoría de La Relatividad, nacida desde un Universo estático, erraba por su base. Tal como Lemaître quiso transmitirle al sabio alemán, recibiendo la aprobación sobre esas correcciones de sus cálculos relativistas. Aunque Einstein, a su vez, denominó “abominables” las ideas del jesuita belga (acerca del Átomo Primigenio y la propagación de un Universo en movimiento).
Pero regresando a La Relatividad, diremos que antes de admitirse esta teoría, la energía y la materia se consideraban absolutamente independientes y diferentes (sin conexión). Finalmente, la fórmula de Einstein E=MC² , presentada en 1905; se demostró con las bombas atómicas de 1945. Lo que significaba que “la energía (E) es igual a la masa (M) multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz”. Bastando generar tal cantidad de energía, sobre una masa; que fisione sus átomos y transforme la materia en fuerza (o viceversa). Actualmente, los estudios de comprobación sobre la fusión y fisión de partículas; se realizan en aceleradores, que logran casi obtener la velocidad de la luz, haciendo colisionar iones, protones, electrones y etc.. Esos choques, dejan partículas minúsculas, convertidas en pedazos fisionados sobre las que puede estudiarse el Big Bang y lo que son los quarks. Permitiendo el análisis de lo más minúsculo del Cosmos y de su origen. Llegando a haberse hallado en los aceleradores, la llamada “partícula de Dios” o bosón de Higgs; de la que hablaremos a continuación y cuyo fundamento es ser “el pegamento” que une la masa de todo el Universo.
SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dos imágenes donde jugamos con la luz, para ilustrar nuestro nuevo epígrafe. Arriba, San Pedro de la Nave en Zamora; una de las iglesias más bellas de España. Abajo, Plaza del Puerto de Gijón.
6º – Siguiendo a Lemaître; profeta del siglo XX:
Decíamos en nuestro anterior capítulo, que el mayor problema de la física Cuántica, quizá podríamos comprenderlo pensando en aquel “fondo de microondas” como un holograma. Al hablar de un holograma universal, nos referimos a la expresión “espejismo cósmico”. Pues probablemente lo que “estabiliza” la física Cuántica es entender que en el Universo se pueden producir “espejismos”; a los que consideraríamos hologramas o simplemente trasformaciones de luz. Pese a ello, existe una idea inquietante en el pensamiento cuántico (4) , cuando algunos expresan que parte de nuestro Espacio esta impreso en dos dimensiones y no es tridimensional. Ya que desde esta idea, se avanza hacia la creencia de que el Cosmos pudo nacer como un plano. Una estructura bidimensional; que al crecer y agrandarse, tomaría gradualmente una forma tridimensional. Ello se ha llegado a observar en la primera foto que conocemos del Universo, donde desde el reflejo del llamado “fondo de microondas” hemos visto cómo fue hace 13500 millones de años. Viendo que tiene estrías, parecidas a las que se producirían en un balón de fútbol, que hubiera sido guardado durante años sin hincharse (aplastado) y al que de pronto se introdujera el aire. Por lo tanto, la idea de un Universo plano (en sus orígenes); a más de inteligente, parece absolutamente real. Sobre todo, si pensamos que el proceso más sencillo de concebir un volumen es que vaya desarrollándose en sucesivas dimensiones.
Ello, me obliga a proponer y pensar que quizás en su origen, el Universo fuera tan solo un punto. Es decir, que ni siquiera tuviera dimensión y que fue “parido” desde un Agujero Negro (caído por un sumidero celeste). Comprimiéndose en ese paso por el “boquete negro” hasta hacerse un semiátomo, o un elemento del tamaño de Plank; cuya masa superase la gravedad y la tensión superficial del Espacio del cual partía. Siendo así, podemos imaginarnos un punto existente en un Universo Inicial, cuya carga de masa provocaría el Agujero Negro, por el que se liberaría aquella materia del tamaño ínfimo (al que vamos a llamar “átomo negro”). De este modo, desde el boquete cósmico caería el “átomo negro”, hasta llegar a una nueva dimensión; manteniéndose entero y comprimiéndose al viajar dentro del Agujero.
Este Universo “parido” por un Boquete Negro, es una de las posibilidades más realistas, a mi modo de entender. Porque considero que hemos de plantearnos lo que sucede con la materia que “cae” por los “sumideros universales”. Agujeros Cósmicos que -pese a su mala imagen-, sirven realmente para regular y crear el Espacio. Ya que las galaxias -a mi juicio-, se mantienen unidas a través de la fuerza gravitatoria que generan estos “puntos negros”, cuando dominan y mueven cada grupo de astros, gobernándolos desde su centro. Debido a cuanto expreso, no necesitamos deducir que las galaxias sean hologramas, sino deberíamos suponer que la fuerza centrífuga de estos Agujeros Negros; provoca el movimiento giratorio de los astros que les rodean. Galaxias en forma de hélice, movidas por el sistema de aspiración, y del vano situado en su centro. Absorbiendo el Boquete Negro hacia su interior, aquello que necesita para regular el buen estado de las galaxias (que de otro modo perderían estrellas de manera desorbitada, al girar con velocidad y carecer de masa suficiente como para permanecer unidas). De esa forma, serían los “sumideros” Negros aquellos que fusionan los grupos de astros (uniendo las galaxias); y los que -además- pudieron dar origen al Universo. Pariendo lo que he denominado el “átomo negro”; comprimido dentro de uno de estos “agujeros” y pasando desde él a una nueva dimensión; donde estallaría, creando nuestro Cosmos.
SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dos imágenes que ya habíamos publicado. Dibujos míos: Arriba, disposición de los planetas del Sistema Solar, en forma de Octavas musicales y con las distancias ya marcadas en proporciones iguales. En la imagen superior tenemos algunas características de planetas que nos pueden hacer entender cómo y por qué se produce la “resonancia orbital” ya que:
-Júpiter y Saturno tienen los periodos orbitales en coincidencia de 5/2 -por cada 5 vueltas al Sol que da Júpiter, Saturno habrá completado 2-.
-Por su parte, la enorme proximidad al Sol de Mercurio, hace que su periodo de rotación que sea 2/3 de su traslación alrededor del astro central.
-Plutón y algunos cuerpos más pequeños se salvaron de haber sido expulsados del Sistema Solar porque coinciden en la órbita de Neptuno en 3/2 (cada 2 giros en torno al Sol de estos, Neptuno completa 3).
ABAJO: Explicación de las distancias en la primera serie de ocho planetas en el sistema solar (la primera Octava musical). Observemos que en todos los casos se cumplimenta esta razón basada en 2, de un modo más o menos exacto (con apenas variaciones entre las distancias reales de los planetas y las que se pueden calcular así)
Finalmente desearía añadir a la hipótesis personal de un primer “átomo negro”, nacido desde un Agujero Negro (sucediéndose en diferentes dimensiones y creciendo, hasta formar el Cosmos). A mi juicio, para todo ello tan solo se necesitaría la gravedad. Es decir, la fuerza gravitatoria sería la que dejaría caer desde un Universo Inicial ese “átomo” que al comprimirse se convertiría en un punto sin dimensión pero “negro”; traspasando el vano cuando el peso y masa se hace insoportable para el Espacio donde este se formó. Asimismo, por efecto de la gravedad, podría fisionarse y fusionarse el referido “átomo negro” al aparecer en una nueva dimensión; tras atravesar el Agujero Negro y donde su peso ya será soportado. Porque la tensión superficial del nuevo lugar en el que se situó ese “átomo negro”, pudo ser de gran resistencia. Tanta como para aguantar un solo punto, sin dimensión; donde se había comprimido la masa de millones de astros destruidos o anulados por el Agujero Negro del que procedía. Como si un objeto que flotase en un lago acuático, de pronto cayese a una cueva interior, con un estanque de mercurio (infinitamente más denso que el agua). Ello implicaría que al entrar en el Agujero Negro y hundirse en la nueva superficie cósmica de mayor densidad; el “átomo negro” se rompería y saldría a flote, generando gradualmente el Universo al dividirse sucesivamente. De un modo similar al que se narra, en el proceso de un Big Bang.
Hoy sabemos que Lemaître fue el verdadero precursor de esa teoría del Big Bang, cuyo fundamento teológico se basa en que el Universo había sido creado y no fruto de la evolución. Así fue como el sacerdote, desde 1918 comenzó a formular la idea del “átomo primigenio”, desde el que se originó el Cosmos; partiendo de un primer protón, cuya explosión generó el Todo desde la Nada (tal como narra la Biblia; aunque en menos tiempo, pues según las Escrituras, Dios hizo el Universo en siete días). Es así como la idea de lo que luego llamaron Big Bang está unida a dos hechos: Primeramente, a la Creación concebida por Lemaître (desde la partícula primigenia, que sería la obra de Dios). En segundo lugar, con la demostración de que astros y galaxias van expandiéndose progresivamente; lo que se interpreta como un residuo de inercia desde esa deflagración primera. En lo que se refiere a Einstein, este sabio jamás admitiría nada de cuanto hablamos; pues consideró la física de Lemaître “abominable”. Pese a todo, se vio obligado a reconocer que los cálculos y las conclusiones del sacerdote belga, eran ciertos y certeros. Pero el hecho que diferenció a ambos, no solo procedía desde un choque de creencias; sino nació del Universo, tal como fue concebido por Einstein. Que lo había considerado en estado inmóvil; sometido a una constante estable y sin cambios.
Bajo este parámetro, era cierto que las aportaciones de Lemaître modificaban gran parte de los principios einstenianos. Algo que finalmente tuvo que reconocer el físico alemán; pese a que para él, era duro leer las teorías de Lemaître; principalmente cuando el clérigo afirmaba que “aunque ciencia y religión debían seguir un camino diferente; el fin de ambas era el mismo: Llegar a comprender la verdad”. Tristemente Einstein, no quiso entender la enorme mística del jesuita; y se opuso tanto a ella, que este gran físico belga ha quedado en el olvido. Siendo tal la dejación, que la teoría de la expansión de Universo se atribuyó a Hubble y la del Big Bang se capitalizó por Hawkign. Así fue como en los años ochenta se “hizo un refrito” de las ideas de Lemaître y se divulgaron por físicos famosos de estos años, sin mencionarle y bajo el nombre ridículo del Big Bang. Intentando expresar quienes la dieron a conocer por entonces, lo contrario que manifestaba el que primero formuló la hipótesis de un Cosmos nacido desde una explosión primigenia: Mostrando que el Espacio había nacido de un modo similar al que la religión narraba.
IMAGEN ARRIBA: Dibujo mío ya publicado, con el Sistema Solar visto como una “estátera” (balanza) en la que el equilibrio de los planetas va en función de armonía musical. Como podemos ver, existe una proporción plenamente relacionada con los intervalos de una Escala. Tanto, que cuando comienza la segunda serie de “notas” (planetas) vuelve a tener la misma irregularidad que al principio. De ello, Mercurio actuaría como Urano (ambos DO) y Venus igual que Neptuno (SI2 y SI8) . Por lo demás, siguiendo estas proporciones, debería existir un planeta a la distancia que hemos marcado (el doble de la de Sedna menos la de Mercurio) a 22330 millones de kilómetros del Sol.
A LADO: Dibujo mío del Sistema Solar a modo de notas en una Escala, tal como la concibió el pitagorismo.
IMAGEN ABAJO: La Escala musical en la primera serie de Planetas (desde Mercurio a Urano). Se trataría de una Octava inversa (do-si-la-sol-fa-mi-re-do) porque cada planeta dista el doble del anterior, menos un tono (el intervalo inicial = Mercurio-Sol). Ello implica que cada vez sube a una Octava diferente y baja una nota, todo lo que supone la serie que hemos descrito (do1-si2-la3-sol4-fa5-mi-6re7-do8); donde cada tono pertenece a una Escala diferente y superior. Bajo la “balanza cósmica”, hemos recogido los valores de los intervalos en tres tipos de afinaciones: Igual Temperada (que usamos actualmente); junto a las notas en una afinación Pitagórica y Enarmónica (de la escuela de Samos). En todo lo expuesto, observamos una relación armónica plena entre las notas musicales y los sínodos cósmicos o la mecánica celeste.
7º – El origen del Huevo Cósmico y la “partícula de Dios”:
Para cuanto explicamos, es imprescindible tener en cuenta que en el Universo en sí mismo, nada “pesa” y solo tiene masa; pues el peso es producido por la gravedad y la gravitación, nace de la masa. Por ello, de no existir la materia, el Cosmos tan solo sería una bola de luz (tal como muchos imaginan a Dios o el Mas Allá). Es aquí donde llegamos al “bosón de Higgs”; quien propuso en 1964 el origen de la masa desde una primera partícula, que se considera no tiene carga ni color; de tamaño ínfimo y que se desintegra en millonésimas de segundo. Todas las demás partículas interactúan con este bosón hallado por Higgs, adquiriendo materia (permeando el vacío) y las que no lo hacen carecen de esta; como sucede con el fotón. Esa partícula llamada de Higgs, interacciona entre los fermiones, que son los que constituyen la masa (electrones, muones, taus, quarks); actuando como “un pegamento” o “un encofrado” que va uniendo unos y otros. Hasta constituir un tipo de materia o de fenómenos; al intercalar -por ejemplo- un fotón y generar energía electromagnética. Es tan esencial para que los cuerpos astrales existan, que se denominó “La partícula de Dios”, tal como la llamó en sus libros el Premio Nobel Leon Lederman (5) . En bosón intuido por Peter Higgs en 1964, fue finalmente encontrado hacia el año 2014; cuando un acelerador de partículas (CERN) logró poner en máximo movimiento dos protones, chocándolos. Observándose lo que al colisionar y partirse, generan estos bosones. Conociendo que así se estructuran los átomos; generando los cuerpos con masa, por lo que fue denominada “partícula divina”.
Algunos piensan que fueron esos bosones de Higgs los que provocaron el nacimiento de las cuatro fuerzas iniciales del Universo; dando lugar a La Creación. Considerándose las energías que habrían provocado y regulado el Big Bang, las siguientes: La fuerza nuclear fuerte, la energía nuclear débil (que provoca el brillo de las estrellas), la electromagnética y la gravedad. Habiendo nacido en el primer tiempo de Plank (1043 fracciones de segundos) estas cuatro fuerzas, que rigen toda la física del Universo. De ese modo, en esta porción del segundo primigenio de Plank, los átomos invaden el Cosmos, naciendo la antimateria y comenzando la lucha entre la masa y la anti-masa. La batalla del mundo blanco y la zona oscura del Universo; siendo en nuestros días la última parte negra o invisible, el 95%; mientras el área positiva o el Espacio observable, tan solo compone un 5% del Todo.
Una idea que nos lleva a pensar que -quizás- la Antimateria, proceda de un Cosmos previo, que dio origen al nuestro; y que por ello no podamos percibir la Energía ni la Masa Oscura. Planteándonos si la Anti-materia, el Anti-espacio, el Anti-tiempo y la Fuerza Oscura; pueden proceder de un Cosmos anterior o paralelo, que complete al nuestro. Del mismo modo que sucede en el Mundo que habitamos, donde el hemisferio Norte y el Sur, componen la esfera terrestre. Un hecho que fue anatema entre las civilizaciones antiguas, que desconocían y no admitían la esfericidad del Planeta; a quienes jamás hubiéramos podido convencer de que la Tierra es redonda y unos viven sobre el Ecuador, mientras otros lo hacen bajo ese paralelo central. Razón por la cual, se observa el cielo de forma totalmente distinta, si lo miramos desde la zona Sur, o en el hemisferio Norte. Pero regresando a la Antimateria y sus orígenes, este elemento que al tener contacto con un cuerpo “estalla” y lo destruye; posiblemente se extinguió en gran medida, tras el Big Bang. Debido a que la materia ganó la batalla entre ambos elementos y el Universo nació. A ello se debería que actualmente, en el Cosmos haya una proporción de un millón de materia por cada parte de antimateria. Esa diferencia uno a un millón, es seguramente fruto de La Creación; cuando el choque entre ambas generó el Universo, anulando mil veces mil, la antimasa y formando los cuerpos astrales. Por su parte, en el Big Bang se generan los primeros átomos, componiendo muchos de los elementos que conocemos, y de su fusión nacen cuerpos como el agua (que es casi tan antigua como el Cosmos).
SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dos imágenes relacionadas con la flotación y la gravedad. Arriba, una foto mía de 1975; cuando tenía unos catorce años y era saltador de trampolín (practicando sobre una cama elástica, en casa de mis padres). Durante esta época, entrenaba en el equipo olímpico del Canoe N.C., y tuve que aprender a moverme en el aire, luchando contra la fuerza gravitatoria. Intuyendo el medio para hacerlo a gravedad cero, de forma semejante y como se hace actualmente dejando caer un avión a la velocidad de la atracción terrestre. Momento en que el deportista aprovecha la falta de resistencia gravitatoria, para dar las volteretas y giros. Teniendo que controlar luego el equilibrio, cuando vuelve a caer con gran peso. En este salto, que se llamaba “clavo” -y no “ángel”-, el cuerpo se aceleraba de un modo progresivo, hasta aparentar quedar inerte y al caer justo antes de esconder la cabeza. Todo ello se lograba, sabiendo que hay un momento en que quedas parado en el aire por efecto de la fuerza del salto, unido a la gravedad; dando la sensación de que permanecías “atado al vacío” en esos segundos en que se lograba la gravitación cero.
Abajo, folleto de una exposición sobre grabado japonés; que organicé junto a mi mujer, en la Academia de Bellas Artes de Valladolid (año 2008). Su título era “El mundo flotante” traduciendo el nombre que se da a este tipo de láminas, llamadas en el Mikado: Ukiyo-É. Palabra que en lengua de Mishima, significa “el mundo que flota”; refiriéndose a cuanto imaginan y expresan estos dibujos impresos nippones. Dando la sensación de un “planeta” gaseoso o que navega, que se manifiesta en muchos de estos grabados; donde también se mantiene la tradición “flotante” de aquella isla. Cuya mitología más antigua narraba que el archipiélago del Sol Naciente era como una enorme balsa, anclada en el Pacífico. Atacada en ciertos momentos por un gran monstruo pez; que se introducía bajo esa plataforma flotante, golpeándola y moviendo sus aguas. Provocando así, los tsunamis y terremotos. Una explicación de los movimientos sísmicos, que jamás podría encajar con la verdadera existencia de fallas y geosinclinales. Pero que no está tan lejos de la realidad, pues aunque la balsa y el terrible pez nunca existieron; la imagen expresiva es lo más parecido a cuanto sucede. Bastando sustituir el monstruo, por el “cinturón de fuego” y la empalizada anclada sobre el mar, por una isla con los cimientos tan débiles como el agua. Ya que los movimientos sísimicos se deben principalmente al peso y presión de los océanos, sobre la “linea de flotación” o zona terrestre, del Japón.
8º – El movimiento Universal hallado por Lemaître:
Llegando ya al final del desarrollo en nuestro artículo, recordaremos -de nuevo- como habíamos destacado el modo en que el astrónomo Hubble (en 1929) descubre la separación gradual interestelar. Valiéndose de un potente telescopio, donde logra captar grupos de astros, lejos de la Vía Láctea; a los que observa en diferentes tonos. Un hecho que le lleva a pensar que las galaxias se estarán alejando de forma progresiva, del modo en que el padre Lemaître expuso (debido a los distintos colores que presentan). Logrando demostrar con esas diferencias de tono en las luces universales, que el Espacio se expande, tal como Lemaître había afirmado dos años antes. Deducción del sacerdote belga, que más tarde publicó Edwin Hubble; pues parece que el jesuita prefirió que lo redactase finalmente el astrónomo, tras haberlo comprobado en el telescopio (por motivos de humildad y quizás para no tener más problemas con sus superiores eclesiásticos). Expresando Wikipedia lo siguiente, acerca del caso: “no solo debe devolverse a Georges Lemaître el honor del descubrimiento y demostración de la expansión del Universo, sino que quedaría probado, ochenta años después, que las acusaciones de plagio que de numerosos medios llegaron en la época contra Hubble, realmente tenían algo de razón” (7) .
Sea como fuere, finalmente Hubble publica su ley, expresando que cuanto más distancia hay hasta una galaxia, más rápido se aleja de nuestro planeta; pues su “corrimiento al rojo” crece. Un color bermejo en el brillo, que significa lo mismo que los cambios de vibración y volumen, en el sonido. Siendo evidente que si oímos un tono que progresa y va cada vez más alto, el que lo emite se acerca a nosotros; mientras si sucede a la inversa, aquello que lo provoca, se está apartando. Por este efecto lógico, en el siglo XIX se dedujo que cuando una luz se alejaba progresivamente, tendía al rojo; mientras las que vienen hacia el punto de observación, adquieren una nota gradualmente más azulada (lo que estudiaron observando los astros mas fulgentes, principalmente Sirio). Con esta simple base y siguiendo las directrices de Lemaître; tras años de estudio, Hubble genera una fórmula inspirada en lo que dictaba el sacerdote belga, pero que lleva su nombre. Demostrando que las galaxias situadas al doble de distancia de la Tierra, se alejan dos veces más rápido (conforme de expande el Universo). Siendo totalmente proporcional la velocidad a la que se separa un cuerpo celeste; con la distancia que guarda al otro de referencia. De tal manera, si un grupo galáctico se halla a diez mil años luz de nosotros y otro a veinte mil; el primero, se distancia progresivamente de la Tierra a la mitad de velocidad, que el segundo.
Lo expresado anteriormente, demuestra que la fuerza de expansión se acelera de forma aritmética y no decelera, como se pensaba a comienzos del siglo XX. Además, últimamente los astrónomos llegan a la hipótesis de que esta inflación creciente, provocaría “multiversos” (Universos paralelos, que no vemos) e incluso diferentes Big Bangs. Una idea que no podemos calcular científicamente, ni concebir en la física; pues sabido es que el Cosmos creció a mayor velocidad que la luz. Por cuanto aquello que hace unos 13800 millones de años tenía el tamaño de un átomo, hoy se estima que mide unos 93.000 millones años luz. Por lo que su velocidad de crecimiento anual sería de unos 6,74 millones años luz; aunque debido a la aceleración habríamos de calcularla progresivamente. Por ello y a la densidad que tuvo en su inicio; todo nos lleva a deducir que ese Átomo Primigenio, en sus orígenes era y procede de un Agujero Negro. Una idea que hablaría de Universos “muriendo”, cayendo toda su energía y materia en un “sumidero” que lo traga, lo comprime y lo “escupe” en un nuevo Espacio. Pasando toda la masa y el vacío a aunarse en ese punto, que seguramente no tiene ni dimensión y por ello absorbería el Cosmos. Resultando finalmente ese agujero negro que lleva el Todo a la Nada, el proceso del que nacería el Huevo Cósmico, que finalmente revienta y crea otro Universo. Como si el Espacio-Tiempo sufriera un proceso de muerte y reencarnación cósmica.
La teoría que antes expusimos, creada por Alan Guth en 1979; expresa que el átomo pasó a medir cincuenta centímetros en una mil millonésima de segundo -“one billionth of a second”-; pero tras ello se frenó en su crecimiento. En ese parón, habría dejado todo en un plano (como un balón desinflado) porque su materia no siguió expandiéndose de manera homogénea, sino dispar. Ello quizás provocó un primer universo bidimensional; en forma de una circunferencia con ese tamaño (unos 50 ctms). Siendo este el motivo por el cual el Cosmos tiene estrias o “daños laterales”. Cuya visión general presenta roturas iniciales (de radiación), como lo que sucedería si una pelota de cuero se hincha de un golpe. Sufriendo algunas de sus costuras y quedando los cosidos desigualados (más largos en un lugar que en otro). La idea así, de un Espacio primigenio en una dimensión (un punto de tamaño Plank = 1 ctm. Dividido por 1035), que llegaría a formar primero un círculo de 50 centímetros de diámetro (157,0796... de perímetro) en una diez mil millonésima de segundo -“one billionth of a second”- (6) . Nos lleva a pensar que si en su diezmillonésima del segundo siguiente, el balón de ese tamaño se hinchó y se hizo una esfera; esta bola de fuego y masa tendría unos 645.964 centímetros de volumen. Una pelota maciza a millones de grados centígrados con algo menos de 6,5 metros cúbicos; y desde la que comenzó a originarse el Cosmos.
SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Arriba, La Vía Láctea, tal como se observa desde los telescopios. Su forma es igual a la de un remolino de agua y más concretamente al giro de esta en un sumidero. En su centró parece que está el gran Agujero Negro que lo absorbe todo. Abajo, propuesta del nacimiento de un Nuevo Cosmos, desde la caída en este boquete del gran agujero central en la Vía Láctea. Hemos invertido la situación de esta galaxia y así la imaginamos vista desde fuera del centro. Un punto desde el que, en un momento, habría de salir todo lo que comprime el boquete por el que “cae” el centro de la Vía Láctea. De ese modo hemos indicado el nacimiento del nuevo Universo con los siguientes puntos:
-1: Antes de caer y entrar la masa en este Agujero.
0: Justo en el momento en que se produce la generación de un mínimo espacio, en la Nada comprimida por el Agujero Negro. Naciendo el trozo de átomo de tamaño Plank, como un punto de una dimensión.
+1: Se crea el círculo desde el primer punto, en una mil millonésima de segundo; siendo el Universo todavía una circunferencia plana de unos 50 centímetros.
+2: Aquella circunferencia, se convierte en una esfera de unos 6,50 centímetros (suponemos que en otra mil millonésima de segundo).
+3: Se expande el Universo, desde esta esfera anterior.
9º – Inflación, Energía Oscura y Agujeros Negros; creadores o destructores:
La teoría de la infllación, afirma que el Universo es el Todo y que se expande sobre la Nada; por lo que al no tener obstáculo, pudo crecer a mayor velocidad que la luz. Así, el Universo sería capaz de viajar o trasladarse, con la rapidez que "desea". Pues es el mismo Espacio y por ello el Cosmos puede acrecentarse como necesita o planea -superando con creces a la luz-. Partiendo desde este planteamiento, en el año1999 los científicos midieron la forma en la que ese Todo aumenta y se acelera. Llegando a la conclusión de que los primeros 9000 millones de años, estuvo decelerando; pero durante los últimos 5000 millones se va acelerando y gana la Energía Oscura. Ello sucedería -a mi juicio- porque al “inflarse” de un modo tan progresivo, se produciría un efecto similar al de una esponja; siendo su composición cada vez más blanda. Para entender mi idea, bastaría imaginar un paquete compacto de lana, que gradualmente se va cardando y aumenta, pero poco a poco carece de consistencia. Aquella pérdida de compactación sería similar a lo que sucedería en el Cosmos, que al crecer gradualmente, gana en vacío y está cada vez más “rodeado” por Energía Oscura.
Desconocemos realmente lo que es esta Energía y Materia Oscura; pero sabemos que existen, tal como podría conocerse la aparición de carcoma en la madera (al observar que una viga se reblandece y agujerea). De un modo parecido, ese mundo “oscuro” e imperceptible del Universo, que jamás ha sido observado; se intuye por la fuerza de repulsión que la Energía negra ejerce sobre los cuerpos celestes y la lucha que esta mantiene con la Materia Oscura (su enemiga, también imperceptible; pero que actúa de modo gravitatorio). Así esta fuerza invisible, va separando las galaxias, desde hace 5000 millones de años, como una anti-gravedad; conociéndose lo que esta provoca en la mecánica celeste, pero sin saber nada de ella. Aunque se piensa que aparece cuando se van generando los grandes vanos en el Cosmos; unos vacíos con extensión en miles de millones de años luz, que provocaría la inflación y aquel flujo oscuro que hace repelerse a las masas (al contrario que la gravitación). Es pues (a mi modo de ver) una anti-armonía y un efecto similar al caos; que sucedería de un modo similar al girar los polos de imanes. Es decir, supongamos que la gravitación es una fuerza de imantación y de pronto pensemos que el objeto imantado se carga de energía opuesta, rechazando el lado en que le atraía anteriormente. Algo que puede suceder de forma parecida, cuando al separarse los cuerpos estelares, la gravedad se “olvida” y torna hacia un punto contrario; convirtiéndose en repulsión de masa.
Lo antes expresado hace pensar que el Universo llegaría a crecer tanto, que se rompería el Espacio-Tiempo; del mismo modo que si llenamos una piscina con más agua de la que puede soportar, rajando su vaso y comenzando a perder líquido. Todo ello, hace pensar a algunos teóricos, que esa Energía Oscura sirve para “rajar” el Cosmos y generar otros Universos nuevos. Una idea que no encaja bien con los Agujeros Negros, concebidos como un sumidero, o paso, entre dos Espacios; en el que el boquete absorbe el Todo, lo comprime hasta la millonésima de un centímetro, para convertirlo en un punto. Y cuando la materia ese Cosmos se ha hecho un simple punto, cae en otro espacio con mayor “densidad”, donde en una mil millonésima de segundo se transformaría en una circunferencia de fuego (bidimensional), de unos 50 centímetros de diámetro. Pasando en el mismo tiempo a ser una bola incandescente (tridimensional), del mismo tamaño y desde la que se originaría un Cosmos. Por cuanto para concebir un fenómeno que logre comprimir una trillonésima parte de un átomo, de tal forma que contenga todo un Universo. Creemos que solo es pensable el efecto de un Agujero Negro; capaz de tragar galaxias y empujarlas hacia lo que parece la Nada (aunque a mi juicio, sería una gran trituradora, que aplasta el Todo convirtiéndolo en casi la Nada). Un fenómeno que el boquete cósmico podría realizar; hasta que en un momento, su ojo central estuviera tan lleno, como para necesitar expulsar en otra dimensión o Espacio, aquella trillonésima parte de un átomo. Que al verse liberado de la energía del Agujero Negro, comienza a crecer y a generar un nuevo Cosmos; del mismo modo que haría un gigantesco muelle introducido en una caja, que de pronto se abre y salta; recuperando su forma espiral.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Explicación de La Creación, desde los Agujeros Negros. Ejemplo mío, imaginado en un lago; como si el Universo fuera un estanque, con escapes en su fondo. Sumideros que le harían perder el agua, yendo a parar aquellas vías, hasta otro punto en el que generarían nuevos lagos. Arriba y al lado, dibujo sobre una foto de Sanabria, donde en su parte más profunda he colocado una imagen de la Vía Láctea, invertida. Imaginemos que nuestro Universo es este lago sanabrés, en cuyo fondo y por la presión del vaso, se han abierto tres escapes. Estos actuarían creando remolinos, llevando hasta esos “sumideros” parte de materiales, de vegetación e incluso peces del pantano. Equivaliendo todo lo atrapado en el giro de la fuerza del agua que escapa, a las galaxias (representadas en un triángulo que figura en el remolino); en cuyo centro hay un Agujero Negro. Así, vemos la Via Láctea imaginada en modo inverso, bajo el lago y actuando como un tapón abierto en una bañera. Atrayendo cuanta agua y objetos pueden; aunque la fuerza que tiene su escape termina por atomizar todo lo que llega su punto central (comprimiéndolo). Hasta que en un momento, aquel sumidero se tupe, por exceso de absorción y la materia atomizada del lago es expulsada (en forma de spray o gas). Esta es una idea que quizás se comprende mejor imaginando una presa hidroeléctrica y el golpe de sus turbinas. Abajo, dibujo del lago que simula un Universo y sus desagües que figuramos como Agujeros Negros, generando una galaxia de materiales, girando absorbidos por el escape -explicación punto por punto de una generación de multiuniversos, a través de este sistema-.
10º – Expansión y aceleración (hacia la destrucción del Cosmos)
La edad del Universo se calculó en base a su progresión de crecimiento, partiendo de su origen en una explosión y estudiando el recorrido de los astros durante esa deflagración. Calculando así el momento inicial; llegaron a la conclusión de que la velocidad de avance de los astros y la distancia hasta el “fondo de microondas”, indicaban unos 13.800 millones de años. Por lo demás -a mi juicio- si el Espacio ha avanzado en sus comienzos, a mayor velocidad que la luz, en gran parte queda por llegar la implosión primera del Big Bang, que se reflejaría ante nosotros en el momento que fuéramos capaces de alcanzarla (sirviéndonos de antenas, u otra tecnología que nos llevase a un lugar donde aún no se ha proyectado). En las siguientes imágenes, explicamos -a través de dibujos- cómo se pudo calcular la edad y el diámetro del Universo; siendo su hallazgo casual, pero su deducción genial.
En lo que se refiere al principio del Todo, parece que la base y fundamento se halla en la fuerza gravitatoria, que une y equilibra los cuerpos. Posibilitando la formación de galaxias y la unión de la masa. Ello supondría -a mi juicio- pensar que la fuerza nuclear que aúna los átomos, tiene un igual origen y que quizás todo parte de la Gravedad y desde los bosones hallados por Higgs. Que actúan como conexiones o pegamentos, realizando un entramado en la materia, similar al que hace un “encofrado” en un edificio. Estructura que en una construcción es invisible desde el exterior, aunque si abrimos las paredes y habitaciones (los átomos); veremos que se halla uniéndolo todo, a modo de un mecano que va solidificando los fermiones que constituyen la masa (electrones, muones, taus, quarks).
Acerca de la velocidad de disgregación del Cosmos, sabemos que avanzó superando a la luz y dispersándose, hasta que alcanzó el tamaño del Sistema Solar; momento en que entró en enfriamiento y se estabilizó -relativamente- en su inflación. Aunque queda por saber, qué sucedió hace 5000 millones de años, cuando de nuevo comenzó a crecer en progresión. Algo -que al parecer- se debe al vacío producido por su enorme expansión; pudiendo pensarse que al agrandarse el Cosmos por encima de unas dimensiones, perdió la estabilidad que le llevaba a un crecimiento gradual y sin aceleración. Siendo así, desde hace 5000 millones de años, entraría un nuevo factor en juego, como es la Energía Oscura; que tiende a separar los cuerpos celestes. A mi juicio, nacida de la “tensión espacial” que produjo el tamaño alcanzado por el Universo en este momento. Un hecho que podríamos explicar poniendo el ejemplo de una lona estirada y sujeta por cuerdas; que al llegar a su punto máximo de tensión y cubrirlo todo. Al superar su resistencia, y por efecto de una mayor fuerza progresiva en las cuerdas; comienza a rasgarse por doquier. Aunque este caso de la lona, más bien nos llevaría a entender los Agujeros Negros y no tanto la Energía Oscura, que provoca repulsión entre las masas universales. Un efecto que tan solo veríamos motivado, por el intento de autodestrucción en el Cosmos. Es decir, que aquella fuerza de repulsión entre los astros (llamada Oscura), hubiera nacido para terminar con el Universo, al considerar la mecánica celeste que el Espacio había superado ya el tamaño máximo al que podía llegar.
Consecuentemente con lo expuesto, la Gravedad sería la armonía celeste y la base de todo el equilibrio de los astros. Por lo que, en cuanto la fuerza gravitacional desaparece, se destruye el medio cósmico y con ello el Espacio. Siendo así, quizás los Agujeros Negros tienen como misión aglutinar entorno a ellos esos cuerpos celestes “sobrantes”, absorbiéndolos; con el fin de que no cese la armonía celeste. Que se mantengan las galaxias unidas junto a aquellos sumideros universales y que la Energía Oscura, que destruye el Cosmos; no pueda actuar -aunque la gravedad carezca de fuerza-. Cumpliendo una doble función esos boquetes negros: La primera, generar un campo de fuerza, que mantenga en equilibrio al Cosmos. En segundo lugar, actuar como una “aspiradora”, que limpia parte de la materia del Universo. Impidiendo con ello, que la Energía Oscura separe los grupos celestes. Siendo así, podríamos concebir los Agujeros Negros como puntos que absorben masa, posiblemente, para reciclarla (hacia un nuevo Espacio o dimensión); pero a su vez, como un modo de tensar esa lona cósmica, sin necesitar cuerdas. Pues la sujeción con cuerdas fuertemente atadas, es lo que entendemos como Gravedad, que actúa “inversamente proporcional al cuadrado de la distancia”; mientras la absorción de un Agujero Negro, puede atraer de un modo mucho más progresivo y afecta sobre cuerpos muy lejanos.
SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dibujos explicativos del modo en que se pudo medir el tamaño y antigüedad del Cosmos.
Arriba, ejemplo del Cosmos como una habitación oscura y redonda, de cien años luz de diámetro.
1) A la izquierda de la habitación: Bombilla celeste, del Big Bang.
2) En su lado opuesto (en verde): Interruptor que la enciende, aunque tarda en llegar el contacto 380.000 años; haciéndose la luz, en ese momento que hoy conocemos como “fondo de microondas”. Pero la luminosidad de la bombilla tardará cien años más en completar todo el recinto interior.
3) En azul, recorriendo todo: Cables de la instalación, que van desde el interruptor a la bombilla; por el suelo y mal enrollados. Tras encenderse la bombilla, el mal funcionamiento de los cables, hace que se produzcan incendios progresivamente en el cuarto; lo que va iluminando poco a poco la habitación. Es la creación de las estrellas, unos 200 millones de años después del Big Bang.
4) Por toda la habitación: Zonas donde el supuesto cable conductor va ardiendo, generando puntos de luz (estrellas). Cerca del interruptor, vemos la de nuestro sistema, el Sol; que se origina unos 9000 millones de años más tarde.
ABAJO: De nuevo, la referida estancia circular, con cien años luz de pared a pared. En el gráfico vemos el avance en años en la luz de la bombilla; desde que se enciende (380.000 años más tarde del Big Bang), hasta que alcanza el lado opuesto de la pared. Lo que en nuestros días nos ha llegado es el reflejo de esa “luz” en el “fondo de microondas”, que se calcula corresponde a 380.000 años después de nacer. Pues hasta entonces, no había luz en el Cosmos (originario) que tan solo se componía de gases (Hidrógeno, Litio y Helio). La medida que se observa en ese haz y bola de luz (hallada en las radiaciones permanentes), se ha calculado que se produjo 380.000 años después de dar al contacto del interruptor (el Big Bang). Ello supone una fracción de la 3630 parte, en la edad total del Universo. Pues finalmente se dedujo -aplicando cálculos sobre la expansión progresiva del Espacio-; que la edad del Universo era de 380.000 · 3630 = 1.379.400.000 años. Una proporción que aplicada sobre cien años, sería unos diez días (10 · 3630 = 36.300 días, que vienen a ser un siglo)
BAJO ESTE PÁRRAFO: Simulación del Espacio en el interior de la habitación circular, donde hacemos brillar una bombilla. El nacimiento de la luz sucede 380.000 años despúes del Big Bang, cuando los electrones se unen a los protones, y los fotones no tienen suficiente energía para volver a separarlos. Es así como los fotones ya no chocan con electrones libres, y la mayoría “escapan”. La simulación es en una habitación circular y pensando que el Cosmos tiene un siglo de edad. La luz aparecería 10 días después de dar al contacto (380.000 años tras el Big-Bang); las estrellas nacerían, un año y 164 días más tarde (200 millones de años después del Big Bang). Mientras el Sistema Solar lo haría en el año 65,35 del total (9000 millones de años tras el Big Bang). Según el tamaño del haz de esta luz, observada a través de parásitos en radiación (oídos en las antenas); podremos calcular qué medida y edad tuvo por entonces el Cosmos. Siendo así, la “foto” de Fondo de Microondas, indica un reflejo de 13.420 millones de años; y si nos ha alcanzado su luz, es que desde este momento, el Espacio jamás ha viajado a mayor velocidad que ella.
11º – Medición del Cosmos, desde la teoría expansiva de Lemaître.
Para que comprendamos bien el método de deducción sobre la medida y vejez del Universo; hemos expuesto este ejemplo figurado, en una habitación circular con cien años luz de diámetro. En ella situamos una bombilla de gran potencia, en un lado; y en el opuesto, un interruptor que la enciende (con una transmisión que tardará la 3630 parte de un siglo). Damos al contacto, que llega diez días más tarde a la bombilla; aunque la luminosidad de aquella tardará un 10 años en viajar hasta la zona del interruptor. Por su parte, los cables que recorrían toda la estancia, tenían fallos y comienzan gradualmente arder; provocando puntos de luz por doquier -que serían las estrellas-. Esos astros luminosos, se originan 200 millones de años después del Big Bang; lo que en proporción a un siglo (como edad total del Universo) supondría una fracción 69, significando 1 año y 164 días, en un siglo. La luz que nosotros tenemos, procede de esos incendios graduales y no pertenece al reflejo del Big Bang (que tan solo se percibe como un parásito de radiación). El Sol, que es nuestra principal fuente de luz, nació hace 9000 millones de años; lo que en proporción a ese siglo (imaginando esa la edad total del Cosmos), vienen a ser unos 65,35 años.
Como hemos dicho, el Universo y su edad pudieron medirse de forma certera, por casualidad; cuando Penzias y Wilson (en 1964) instalaban antenas de teléfono en lugares remotos -carentes de interferencias-. Percibiendo en ellas siempre un parásito de radiación; deduciendo que aquel zumbido procedía del Espacio. Ello es, como si al entrar en la habitación circular -que hemos imaginado-; colocamos una antena y al observar que esta vibra sin motivo; pensamos que el parásito acústico procede del punto donde se encendió la bombilla (cien años antes). Así pues y considerando que la luz observada en la Tierra, se genera en diferentes astros que han ido creándose mucho después del Big Bang -durante el día, desde del Sol (a unos ocho minutos luz) y por la noche, surgida del reflejo lunar, estrellas o galaxias-. Sabremos que la luz que nosotros disfrutamos, no es la del Big Bang; sino la que producen los cuerpos celestes nacidos millones de años más tarde. Ello hace suponer que ese zumbido parasitario, fuera el reflejo llegado desde la verdadera bombilla; situada en el otro lado de la habitación. Por cuanto, escaneando el extraño sonido y convirtiéndolo en imagen, obtenemos el tamaño y el haz que en esos momentos nos llega -sabiendo cómo era la luz primigenia-.
Este brillo de la bombilla, analizada y vista en imagen; es el “fondo de microondas”, cuya radiación refleja un Cosmos con unos 13.800 millones de años, “fotografiado” cuando tan solo tenía 380.000. Pudiendo así deducirse el tamaño del Espacio, como hicimos con el de la habitación. Del mismo modo que si nos enseñasen una foto fechada hace veinte años, con la efigie de un niño nacido cincuenta días antes. Sabiendo -por mediciones entre estrellas- que ha crecido 6,74 veces su tamaño inicial; puede deducirse que esa persona tiene veinte años y cincuenta días de edad (tanto como calcularemos su altura). Siendo este el medio de hallar el tamaño en años luz del Cosmos, ya que el total del universo se proporciona en X veces mayor a lo que vemos en imagen del “fondo de microondas”. Es decir, si aquella bola fotografiada es un Universo con 380 mil años; ello supone que hoy tiene unos 13.800 millones de años. Asimismo, estudiando su crecimiento expansivo, sabremos que el Cosmos hoy se dimensiona en unos 93.000 millones años luz. Conociendo que su expansión media ha sido 6,74 veces más veloz que la luz, el tamaño final del Cosmos sería unos 90.000 millones de años luz. Estos valores que hemos calculado, coinciden con la llamada Constante de Hubble; quien afirmó que el Universo se expande aceleradamente, bajo una progresión de 67,4 -lo que cuadra con mi cálculo sobre el promedio de inflación del Espacio, viajando inicialmente a mayor velocidad que la luz-.
Por su parte, una de las últimas deducciones -a mi juicio- sería que la expansión inicial, debió superar al menos centenares de veces la velocidad de la luz (progresivamente decelerándose, al irse enfriando). Ello lleva a pensar que en los inicios del Big Bang, el Espacio creció un 1026 de tamaño (tal como sabemos actualmente). Lo que supondría que un objeto como una molécula, se agrandase hasta tener la dimensión de 21 años luz; en una fracción de 1032 segundos. Algo que nos dice que aquello, con la medida de una molécula, en un segundo habría crecido 1026 por 1032 veces. Aunque al enfriarse, redujo su velocidad de expansión, al menos durante 8800 millones de años; porque hace unos 5000 millones, ha vuelto a acelerarse la inflación del Espacio. Por lo que la expansión calculada -según los últimos estudios- es de 70 km por segundo y por cada 3,26 millones de años luz de distancia. Ello supone, que la constante de Hubble, de 67,4 en progresión; subiría un tanto, llegando hasta los 70 de aceleración. Lo que a mi juicio, llevaría a pensar que el Cosmos es algo mayor y que quizás mide 96.500 millones de años luz; y no unos 93.000 -como normalmente se estima- (8) .
SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dibujos donde figuramos el modo de comprender el tamaño del Universo, estudiando la luz del Cosmos y sus características.
Arriba, fórmula para hallar la expansión del Espacio y la longitud entre las estrellas. Se trata de un método muy similar al utilizado antiguamente para medir el Arco terrestre, calculando distancias y sombras. Aunque en este caso, se realizan paralajes entre astros, estudiando la curvatura de su luz, debido a la densidad del medio en que se mueven. Es decir, conforme la atracción gravitacional ejercida sobre sus líneas luminosas. En este dibujo mío vemos cuatro estrellas, situadas a 1, 2, 3, 4 años luz (correlativamente); que al pasar junto a una conjunción de materia cósmica (galaxias) ven su luz arqueada, por efecto de esa masa. La 1, al estar muy cercana, dibuja una parábola mucho más pequeña; mientras los arcos de todas se abren correlativamente, hasta llegar al mayor (de la 4). Conforme a ello, a través de observaciones, podremos deducir la distancia de cada cuerpo estelar. El siguiente paso, será valerse de un gran telescopio que avance sobre el Universo y llegar a ver cómo estaba y dónde se situaban estas cuatro estrellas fijas, hace un año. Con ello, podemos de nuevo calcular arcos y viajes de luminosidad, logrando saber cuánto ha crecido el Universo.
Abajo, figuración de los arcos de luz de las estrellas al soportar la gravedad, imaginados como si fueran chorros de agua. Lo explicamos como una gran fuente, cuyos caños tienen diferentes longitudes de tubería (desde la toma, hasta la boca). El grifo primero es el que sale más rápido, con solo un metro de distancia; el segundo lleva dos metros y así sucesivamente, hasta llegar al cuarto, que es el de menos presión. Ello obliga a que la fuerza del agua expulsada se reduzca conforme la longitud de tubería interior y su chorro describa una parábola más larga o corta, en relación a esto. Así pues, conociendo la sección y longitud de las tuberías -en cada caso- podremos calcular los arcos que describirán sus chorros. También la viceversa; estudiando la parábola del agua al salir, podríamos saber cuántos metros de tubería hay desde la boca del caño hasta el estanque. Este último caso es el que permite estudiar la distancia entre las estrellas, al conocer las parábolas que su luz describe cuando encuentra cuerpos de masa a su paso. Aunque su caso es inversamente proporcional al de la fuente; pues en el agua, a mayor cercanía, más fuerza y longitud de parábola. Mientras en la luz del Cosmos; a mayor distancia, mas amplio es el arco que describirá, al encontrar zonas de masa.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Gráfico, donde he querido representar una forma para medir la expansión del Universo. Los dibujos imaginan el Cosmos como un globo que se va hinchando; donde un astrónomo logra establecer una línea entre dos puntos (midiendo la distancia entre dos estrellas fijas). Al irse inflando, aquella marca se va estirando; con lo que lograremos saber de qué modo crece el globo, o el Espacio.
12º – ¿Desaparecerá nuestro Cosmos?
La pregunta que nos hacemos, solo tiene una respuesta, si observamos la expansión progresiva y cada vez más rápida, del Universo. Todo lo que lleva a pensar que en un momento se autodestruirá; por efecto de la aceleración en su crecimiento, o bien porque mientras se “infla” está generando una fuerza “anti-cósmica”, como es la Energía Oscura. Lo que obliga a deducir, que en un futuro de millones de años; las galaxias estarán tan separadas, que para entonces el Universo se convertirá en un lugar gélido y negro -donde apenas se observen astros, ni brillos-. Siendo la teoría de muchos, que en ese momento, la Energía Oscura, dominará el Cosmos; por lo que implosionará de nuevo y generará otro Big Bang.
Esta última idea, no nos complace, pues no tiene “lógica celeste”; ya que el Espacio nace de la “compresión” de toda su materia en un “Átomo Primigenio”, convertido en energía. No de la expansión del Todo, que se hace Nada. Es decir, el mecanismo del “Huevo Cósmico” -del que procede el Universo-, es el contrario al que sufre cuando se agranda aceleradamente; hasta llegar a transformarse en un lugar frío y sin astros visibles. Por lo demás, la Energía Oscura; también tiene una enemiga, llamada Materia Oscura. Masa invisible y de la que igualmente todo se desconoce, pero que actúa gravitatoriamente, luchando contra la Energía de igual nombre y tipo. Manteniendo una “guerra” similar a la que sabemos se produjo tras el Big Bang entre materia y antimateria, cuando se fue creando la masa estelar. Momento en que la materia tuvo que enfrentarse a la antimateria (que la destruye al contactar). Llegando a vencer de tal modo la masa positiva, que actualmente en el Cosmos hay una millónesima de Antimateria por cada parte de materia. Proporción, uno un millón, procedente de esa victoria, tras la guerra mantenida durante el nacimiento del Todo.
Por lo que sería posible pensar en la hipótesis de una igual guerra entre la Energía y la Materia Oscuras; que actualmente componen el 95% del Universo. Una lucha donde la “masa negra” saliera absolutamente victoriosa (anulando a la Energía Oscura) y debido a ello, comenzase una compresión absoluta del Universo. Regresando así el Todo hasta el “Átomo Primigenio”, al convertirse el Cosmos en una partícula del tamaño “Plank” (una millonésima parte de un centímetro). Partícula que al tener tanta densidad, caería a una nueva dimensión o Espacio, donde volvería a expandirse, generando otro Big Bang.
SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Tres imágenes de saltos de agua eléctricos en el Duero, junto a la zona fronteriza con Portugal. Arriba, el puente de Requejo; en Pino de Oro, cerca del pantano del Castro, entre El Sayago y Aliste. Al lado, la enorme presa de Aldeávila; un ejemplo de obra faraónica con una diferencia de altura, que supera los cien metros de caída. Abajo, el comienzo de los Arribes en la zona de Villalcampo, donde se sitúa el embalse que lleva su nombre.
Anteriormente hemos explicado lo que era un Agujero Negro, tomando como ejemplo las turbinas de una central eléctrica, que atraen el agua y material del fondo del embalse. Pensemos ahora, que aquellos enormes sumideros, construidos para generar electricidad; fueran boquetes capaces de comprimir el agua de un modo inimaginable. Actuando como prensas atómicas, capaces de reducir millones de metros cúbicos de agua, al espacio de una medida Plank (1 ctm. Dividido por 1035). Teniendo como uso trasladar hasta otro lugar los metros cúbicos que contenía el embalse; que una vez comprimidos, ocupan menos de un átomo. Supongamos que el destino de ese átomo acuático, será el desierto; donde finalmente es depositado y por un efecto inverso, allí se descomprime su materia H2O. Momento en que se expande de nuevo el agua, creando un lago distinto y dando lugar a la vida; donde antes solo había arenas. Este sería el funcionamiento y el sentido de los Agujeros Negros (conforme entiendo); que actuarían como aspiradoras del Universo, limpiando y comprimiendo masa celeste, para enviarla hasta otro Espacio; donde se originarían nuevos Cosmos (paralelos y diferentes al nuestro).
Queda por saber si la Energía y la Materia Oscuras, actúan bajo el principio de La Relatividad; por el cual la Materia nace de la Energía y -por lo tanto- son una misma cosa. De este modo, podríamos llegar a suponer que la Energía Oscura crearía tanta Materia del mismo tipo, que la segunda atraparía y haría desaparecer a la primera (como sucedió con la lucha entre “materia y la antimateria” en los principios de nuestro Universo). Aunque en este caso, ambas procedían de la energía del “Atomo Primigenio”; mientras no sabemos de dónde nace la Energía y “masa” Oscuras. Sin conocer tampoco la posible existencia de Antimateria Oscura; que al tocar con Materia del mismo tipo, se destruirían. Por lo tanto y sin evidencia de que halla una antimateria negra, conociendo que la Materia Oscura “comprime” y estructura, actuando sobre la Nada como una vertebración gravitatoria; eliminando la destrucción del Cosmos. Creemos que la posibilidad última fuera una “victoria” de esa Materia Negra sobre la Energía de igual tipo y el regreso final hasta el Átomo Primigenio.
Para entender este último planteamiento hemos de volver a la fórmula de Einstein, por cuyo principio, la materia nace de la energía (E=MC²). Por lo que en el momento del Big Bang, cuando todo era incandescencia; comenzó a nacer la Materia. Pero esta era muy frágil, apareciendo a su vez la Antimateria; entrando ambas en conflicto. Una situación que ha podido comprobarse en los aceleradores de partículas, cuando al alcanzar casi la velocidad de la luz, comienzan a originarse ambas (materia y antimateria). Siendo la segunda exactamente igual a la primera, aunque tiene carga negativa; por lo que al unirse, explotan de modo nuclear. Debido a lo que si ambas contienen la misma masa; esa explosión termina convirtiéndolas en Nada (energía) y luego, todo desaparece. Aunque finalmente -como sabemos- terminó ganando la Materia y en tan solo tres minutos, desde el Big Bang; se generaron los elementos líquidos que conocemos: Primero Hidrógeno, más tarde Helio y Litio. Lo que daba a esa “bola de gases” un tono lechoso, creciendo como una mole incandescente, alcanzando dimensiones de millones años luz.
Pero el Cosmos no se convierte en productor de átomos hasta mucho después, por lo que esa niebla de gases, formada por Hidrógeno, Helio y Litio solo pueden “lucir” unos 380.000 años después. Momento en que los electrones se unen a los protones, y los fotones no tienen suficiente energía para volver a separarlos. Es cuando esos fotones no chocan con electrones libres, y la mayoría de ellos “escapan”, sin hallar quien los retenga. Naciendo por entonces los primeros rayos de luz, que nos han llegado en el “fondo de microondas”; cuando finalmente se van formando los átomos. Momento en que -como hemos dicho- los primeros fotones escapan de la gran masa cósmica; lo que finalmente se logró contener en la imagen que antes hemos visto y explicado. En esta sucesión de formación de átomos, que van dando origen al Todo; se llega a la creación de las primeras estrellas, que nacen unos 200 millones de años más tarde. Mientras nuestro sistema solar se originó unos 9000 millones de años, después de ese Big Bang. Siendo así el modo en que dio comienzo La Creación; tal y como la conoce la ciencia en nuestros días.
SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Arriba, simulación de La Creación, partiendo desde la idea de que el Big Bang se genera desde una caldera a altísima temperatura. Ello supone que de allí escapa un gas comprimido, en forma de bola; que es la primera forma de aquel “átomo primigenio”. Carente de dimensión, el gas se concibe como un punto; pasando pronto a hacerse una gota y llegando adoptar con ello, una segunda dimensión. Más tarde, cristalizará la gota y se convertirá en una bola, tomando tres dimensiones. Finalmente, se fisiona y expande, formando el Universo y creando la cuarta dimensión “espacio-tiempo”.
Abajo, precioso grabado de Gelestruzzi (hacia 1550) sobre un dibujo de Polidoro de Caravaggio. Representa a Cronos castrando a su padre, Uranos. Como dijimos al comienzo del capítulo; este último era la figuración del Universo. Nombre cuya etimología se une a la del dios indoariano predecesor (Varuna), que simboliza el Cosmos; sin orden ni tiempo. Siendo su vástago, quien logra dominarlo; lo que se representa con esa cosmogonía del corte de turmas (como idealización del Sol y la Luna). Emasculación del progenitor con una hoz, instrumento que significa los cuartos lunares; gracias a los que se comenzó a crear el calendario, naciendo así la medición del tiempo (cronometría). Momento desde el que se origina esta dimensión, gracias al pensamiento humano; que lo convierte en “categoría” (como expresa Kant) y llega a unirlo al espacio.
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CITAS:
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(1): Primera traducción al español de la Santa Biblia, llevada a cabo por Casiodoro de Reina (en 1569) y revisada por Cipriano de Valera (en 1602). Según Otras revisiones editadas en 1862 y 1909.
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(2): Hay varias teorías sobre la autoría de El Génesis y la etapa en la que se redactó. Generalmente, se admite como obra dictada por Moises; aunque hay quienes fechan su escritura en tiempos de El Cautiverio. A los interesados en el tema, recomendamos el siguiente trabajo:
Cuándo se escribió el Génesis y por qué es relevante? Breve estudio histórico.
Peter Enns
https://www.fliedner.es/media/modules/editor/cienciayfe/docs/biologos/Documento_BioLogos_Enns_Genesis.pdf
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(3): Fotografía tomada desde “Elsa Planck” (a la que agradecemos nos permita divulgarla); del artículo EL MUNDO DE PLANK
http://www.astronoo.com/es/articulos/universo-planck.html
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(4): Nos referimos a las ideas de Susskind.
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(5): Leon Lederman “La partícula de Dios: si el universo es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?”.
2001, editorial Crítica, BARCELONA
“La Partícula Divina” Leon Lederman y Dick Teresi;
Editorial Crítica, 2019, BARCELONA
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(6): Considero que los estudios de Alan Guth están traducidos literalmente, por lo que “one billionth of a second” serían una mil millonésima se segundo y no una billonésima.
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(7): Acerca del descubrimiento del movimiento expansivo y alejamiento de los cuerpos celestes; Wikipedia nos dice lo siguiente (en la página de Edwin Hubble): SIC: https://es.wikipedia.org/wiki/Edwin_Hubble
“Controversia sobre el descubrimiento
En la edición del día 9 de noviembre de 2011 de la revista Nature, el investigador Mario Livio, astrónomo del Space Telescope Science Institute de Baltimore (Maryland), Estados Unidos, explicó que localizó en los archivos de la Royal Society of London una carta de 1931, la cual deja claro que Hubble no fue el primero en descubrir, en 1929, la expansión del Universo, sino el astrónomo y sacerdote belga Georges Lemaître en 1927, a quien debe por tanto desde ahora acreditarse el descubrimiento. Por otro lado, Mario Livio declaró que creía que Hubble no fue responsable de una falta de ética, pues la traducción del artículo del astrónomo Lemaître al inglés, aparecida a su vez en 1931, tenía los párrafos y cálculos fundamentales de 1927 omitidos, pero no por culpa del editor, o para favorecer a Hubble, como se ha creído siempre, sino por una decisión del propio Lemaître, quizá debido a su modestia, a que sabía que su propio artículo no era conocido, por haberlo publicado en francés, o bien a que sus datos de 1927 estaban ya desfasados en 1931.
De acuerdo con otros datos confiables de esa época, Hubble sí habría plagiado la idea, «al oírsela a dos o tres científicos», siendo uno de ellos probablemente Georges Lemaître al volver «en 1927-1928» de un congreso internacional, al parecer en Holanda, del que llegó «muy excitado» con la novedad.
Según todo ello, no solo debe devolverse a Georges Lemaître el honor del descubrimiento y demostración de la expansión del Universo, sino que quedaría probado, ochenta años después, que las acusaciones de plagio que de numerosos medios llegaron en la época contra Hubble realmente tenían algo de razón. Por ello, es probable que sean revisadas algunas leyes, paradigmas y descubrimiento de fenómenos relacionados por parte de Hubble, dejando intactos sus demás méritos”.
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(8): Nos dice Wikipedia que la expansión va aumentando en razón de:
“una función de onda de 6 protones por metro cúbico (6 x masa en reposo del protón 9,38379×102 MeV), el valor resultante —5,630274×103— se multiplica por el volumen del universo observable en la actualidad —13,7×109 años luz, o 9,1×1078 metros cúbicos— para obtener el total de la energía presente al inicio de la inflación —5,124×1082 MeV—. Por división de este número por la energía de Planck se obtiene el número inicial de fotones: 5,124×1060. Estos trenes de fotones serían inicialmente confinados dentro de una topología no calculable pero que se abre creando un espacio tridimensional de radio igual al radio de Fermi, 10–13 cm, y por lo tanto evitando la naturaleza puntual y adimensional de una singularidad”
SIC:
https://es.wikipedia.org/wiki/Expansi%C3%B3n_acelerada_del_universo
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