sábado, 4 de octubre de 2025

SIETE: 7 DÍAS, 7 DIOSES y 7 METALES -capítulo cuarto de “Los bigotes del gato cósmico”-

 ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice de capítulos contenidos en este blog. PARA CONSULTARLO HACER CLIK sobre: http://decnossosatartessos.blogspot.com.es/2016/04/indice-de-articulos-principales-y.html

El artículo se desarrolla en un texto escrito en negro y se acompaña de imágenes con un amplio comentario explicativo (en rojo y cuya finalidad es razonar las ideas). Podrá leerse completo, pero si desea hacerlo entre líneas, bastará con seguir la negrilla o las letras rojas destacadas.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, techo en una de las capillas de la Catedral de Palencia, vista con espejos (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). En los motivos decorativos que presiden las zonas superiores de los grandes templos; veremos reflejadas figuras que simulan el Universo. Como una idealización del Cielo; concepto que religiosamente está unido al Paraíso y a la Creación. Al lado, techo en otra capilla de la catedral de Cuenca (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, foto tomada en el Lago de Sanabria; que recuerda su estanque fósil, nacido desde un volcán y los momentos en que nuestro planeta fue modificándose.





JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, entrada a la ermita de Santa Clara, en el Castillo de Coimbra (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). En la foto se observa el juego de luces y sombras, unido al de vanos en forma de estrellas; que simulan ese cielo concebido como lugar del eterno descanso y morada del Creador. Abajo, grabado con los planetas y sus sínodos, publicado en el libro de Andra Cellarios (Amsterdam 1705). Como podemos observar, sus líneas y diseño; mucho nos recuerdan a las de los techos de los grandes templos y las catedrales.






A) INTRODUCCIÓN (preliminar de capítulos anteriores):

          Recordaremos que esta serie de artículos se intitula “los bigotes del gato cósmico”, en razón a las múltiples vidas de esos simpáticos animales. Siete, conforme el saber popular nos dice; entre las que especialmente destacan aquellas que sus mostachos les conceden. Usados para orientarse, medir donde caben y distinguir lo que van a ingerir o beber (sabiendo gracias a ellos, si está en buen estado; incluso, si contiene veneno). Lo que constituye un verdadero enigma de la naturaleza; por lo que hemos dibujado un paralelismo entre “los bigotes del gato” y la capacidad del hombre para dilucidar y comprender lo desconocido. Intuyendo aquello que ni la ciencia, ni la tecnología de su tiempo le permite comprobar. Trascendiendo de un modo inimaginable; logrando alcanzar ideas, que por medios deductivos y racionales, no pueden explicarse.

             Ejemplo de lo que mencionamos fueron las teorías del pitagorismo y su proyección en la astronomía del Renacimiento o en la astrofísica moderna. Pues sabemos que Pitágoras formuló -o más bien aprendió y divulgó- una idea, donde el Cosmos mantenía una armonía de distancias perfectamente correlativa a los intervalos musicales -en sus sínodos y ciclos celestes-. Principios del filósofo de Samos, seguramente estudiados en Egipto y en Mesopotamia; y que -racionalmente- pueden considerarse un disparate. Aunque dos milenios más tarde, fueron la base del progreso en los estudios del Universo. Cuando el pitagorismo se divulgó hacia el Occidente; tras deshacerse las bibliotecas de Constantinopla (en 1453). Llegando a Italia sus teorías (“refritas” por Platón) y originando la Escuela Neo-Platónica renacentista. Conformando una guía que fue la base para grandes avances científicos. Destacando los alcanzados por la familia Galilei; primero Vincenzo (el padre) y después Galileo (el hijo). Quien las transmitió a Kepler; que basándose en esos principios armónicos, logró resolver los sínodos en la mecánica celeste. Unas Leyes de Kepler, deducidas desde un equilibrio Universal, similar al musical; que posteriormente hicieron definir a Newton su teoría sobre la gravitación. Fundada en un “arpa cósmica”, cuya fuerza de atracción de masas contenía un principio similar al de las cuerdas de un instrumento (perfectamente tensadas y afinadas; sosteniendo y dirigiendo la rotación de los astros).




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
La luz es uno de los elementos simbólicos primordiales en la religión, con el que se expresa la figura de Dios. Arriba, la iglesia museo de Toledo, dedicada a “Las tres culturas” (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). En la fotografía se observa el modo en que juega con la luminosidad este templo de origen visigodo, que luego fue mezquita y sinagoga; reconvertido en iglesia durante el siglo XVI. Al lado, una de las figuras de la tumba de mi familia, en la catedral de Cuenca (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Se trata del sepulcro de los Laso y Cobo, diseñado y esculpido por Benlliure; donde la magia de las sombras y las luces destacan con un papel especial. Abajo, la cripta de la catedral de Oviedo (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Dedicada a Santa Leocadia, se trata de una construcción prerrománica (quizás visigoda); en su interior de nuevo observamos el poder de la luz y las sombras.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado y abajo, sepulcro de la catedral de León (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Se observa ante él, el sentido que tiene la luz, como símbolo de vida y la sombra como el de la muerte.







B) Al principio fue la Luz, junto a la Partícula de Higss:

            Dicen la religiones que al comienzo, dominaba solo el Caos y tras ello nació la Luz, de la cual parte El Todo. Lo que nos llevaría a pensar un primer Universo donde no existiera Masa, por cuanto su único elemento sería la Luz. Debido a lo que ese Cosmos inicial y sin materia, estaría compuesto por una bola luminosa. Así, conociendo que la energía se transforma en Materia y viceversa; hecho expresado en la famosa ecuación de Einstein: Energía es igual a Masa, multiplicada por Velocidad de la Luz al cuadrado. Si invertimos sus elementos, entendemos que la Masa, sometida a la velocidad de la Luz se hará energía (principios de la fisión y fusión nuclear). Deduciéndose que Masa sería igual a Energía dividida por la velocidad de la Luz al cuadrado. Bastando buscar el procedimiento para que se produzca esa división de la Energía; entendiendo que un Universo formado tan solo por Luz, se convierte paulatinamente en Materia. Un hecho que Higss logró explicar con su partícula, que según el científico hizo nacer el Cosmos, tal como lo conocemos; a través de ese “ente”, que va interactuando y generando la Materia. Fenómeno que logró demostrar Higgs en un acelerador de rayos protones; comprobando que cuando colisionan a altísima velocidad, se dividen y crean “su Partícula”. Generando un Campo, llamado de Higss; donde es posible la Creación del Todo, desde la Luz. Un hecho que nos llama la atención, al comprobar como las diferentes religiones nos hablan de Dios, en términos muy parecidos: Simbolizado en un haz luminoso, desde el que todo nace. Refiriendo frases del tipo: Ego Sum Luz Mundi (Yo soy la Luz del Mundo); por cuanto este hallazgo de Higss también se denomina la Partícula de Dios.

           Numerosos científicos consideran que desde esta Partícula de Higss, se generan las grandes fuerzas del Universo, que originan el Big Bang. Promovido por la Gravitación, la Fuerza Nuclear Fuerte, la Nuclear Débil y la Electromagnética. Cuatro bases energéticas sobre las que partiría la creación de nuestro Cosmos, tras el momento inicial. Nos referimos a las primeras milésimas de segundo, después del Big Bang. Naciendo posteriormente la Materia; invadiendo todo con sus átomos. Originándose a la vez la Antimateria, que luchará contra su contraria (la Masa positiva). Considerando las observaciones en los aceleradores de partículas; que al comienzo, hubo una proporción de un millón de partículas de Materia, por cada una de Antimateria. Ello, nos llevaría al primer momento tras el Big Bang; donde tendríamos que esperar 380.000 años, para que se generase el primer átomo; a través de la función antes expuesta: Materia = (Energía dividida por la Velocidad de la Luz y al cuadrado). Naciendo así la Masa, gracias a esta primera energía subatómica.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, La Creación en un grabado de Martín de Vos (Amberes, 1532-1603) . Al lado, grabado de Abraham Rees donde vemos el cielo circular y un mapa del Zodiaco (con las constelaciones). Abajo, juego de luces y sombras en el claustro de la catedral del Burgo de Osma (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).








            En los momentos iniciales del Cosmos que describimos; todo es inestable y tiene una altísima temperatura. Por cuanto sus partículas subatómicas son absolutamente alterables y permanecen incandescentes. Debiendo considerarse que en el inicio no existieron átomos, propiamente entendidos; sino pequeñas fusiones subatómicas. Siendo después cuando aparece la Antimateria, que lucha contra su opuesta (la Materia positiva). De tal modo, gracias al enfrentamiento entre ambas y cuando la positiva gana a su contraria, se logra el nacimiento del Universo, cargado de átomos. De tal modo y en referencia al proceso de Creación; los científicos calculan que en los tres minutos iniciales. Se pasaría desde un estado incandescente motivado por la Gran Explosión, a formarse elementos líquidos que comenzarán a enfriarse. Generándose primero el hidrógeno, luego el helio y más tarde el litio. Tras esos primeros tres minutos desde la “gran explosión inicial”; el Universo ya mediría varios años luz y comenzaría a expanderse. Naciendo un Cosmos incandescente y compuesto por líquidos viscosos (un ente gaseoso y lechoso). Debiendo de esperarse trescientos ochenta mil años (380.000), para que los átomos se multipliquen y proliferen por el Espacio. Todo ello, formado por el efecto de unión y explosión de los elementos antes referidos (hidrógeno, helio y litio); que poco a poco crean haces de luz y bolsas de materia atómica.

           Ese momento “líquido” y de transición hacia la Masa, se logra descubrir y fotografiar gracias al famoso “fondo de microondas”, hallado en 1965 por Arno Penzias y Robert Wilson. Un hecho que deducen casualmente esos dos grandes físicos; al intentar razonar por qué las antenas de gran precisión, conservan un ruido constante y parasitario. Un zumbido de fondo, inexplicable; cuya razón se halla en ese Universo inicial, anterior al Cosmos atómico; cuyas ondas afectaban al nuestro (reflejándose como un tamiz de luz hecho micro ondas). Energía que se recibía en las antenas en forma de ruidos; como un zumbido acústico, cuyos orígenes nadie podía entender. Llegando a pensarse que ese parásito pudiera proceder de las heces que las aves depositaban sobre los receptores y emisores de sonido. Aunque Penzias y Wilson comprobaron que se trataba del simple reflejo de aquel Cosmos inicial y subatómico, datado en los 380.000 años primeros del Universo. Reflectando un tipo de energía nacida de un modo diferente; como la primera Luz de La Creación, con más de 13500 millones de años de antigüedad. Una imagen del Universo inicial, que finalmente se logró fotografiar en el año 2001.

           Continuando con el proceso que generó ese Todo en el que habitamos y cuyos átomos iniciales comenzaron a formarse 380.000 años después de su nacimiento. Tras esa Gran Explosión, se necesitaron unos doscientos millones de años más, para que se originasen las primeras estrellas. Mientras que para la formación del Sistema Solar, se precisaron aproximadamente un total de nueve mil millones de años (después del Big Bang). Por lo que nuestro “hogar”, es relativamente muy joven; ya que la edad del Universo se calcula en algo más de trece mil ochocientos millones de años. Un tiempo durante el que todas sus galaxias y elementos se han ido separando gradual y aceleradamente. Considerándose que esa expansión es cada vez más rápida y puede deberse a la Materia Oscura, actuando a modo de “anti-gravedad”. Una fuerza que finalmente destruiría el Universo, ya que va diseminándolo a un ritmo progresivo y cada vez más rápido; lo que provocaría el caos. Bien por la existencia de vanos tan gigantescos, que generarían vacíos inmensurables, sin atracción gravitatoria. Aunque -en mi opinión- esa desaparición del Cosmos también puede suceder, debido a la aceleración progresiva de expansión. Llegando a superar su Materia la velocidad de la Luz; pasando a convertirse en energía (como sucede en una explosión nuclear). Pero diversos investigadores opinan que la referida expansión, pudiera producir un nuevo Big Bang, que generase otro Universo. Siendo -quizás- el reto de la especie humana y a su inteligencia; pensar un sistema que frene esa destrucción del Cosmos (dentro de millones de años). Lo que podría explicar el por qué de nuestra existencia y evolución; como un elemento que lograse evitar la desaparición del Universo.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, techo de la catedral de Santiago de Compostela (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen); con la figuración de estrellas y cielo. Al lado, fotografía del Fondo de Microondas, facilitada por la NASA y divulgada por Wikipedia (a la que agradecemos nos permita divulgar la imagen). En ella se observa el Universo en su estado inicial, cuando todavía era una masa circular subatómica, compuesta por gases y líquidos. Su luz se lleva emitiendo desde hace unos 13.500 mil millones de años, como fondo y punto final de nuestra visión en el Cosmos. Ya que ese “fondo de microondas” nació unos 380 mil años después del Big Bang. Abajo, el cielo, con Cristo en su Almendra mística; representado en la iglesia de Santiago de los Caballeros de Toro (Zamora, a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Curiosamente, se observan ciertas similitudes con la fotografía que hemos visto anteriormente, donde se representa el Cosmos en sus orígenes.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, la iglesia de Mombeltrán (Ávila, a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). En ella vemos claramente el juego de luces y sombras, junto al poder que sus columnas expresan; representando quizás los pilares que sostienen el cielo. Abajo, Heracles, figurado como Orión; en un grabado de las constelaciones dibujado por Abrahams Rees.








C) Espacio-Tiempo; tamaño y edad del Universo:

               Se supone que el Cosmos tiene 13.800 millones de años; por cuanto todo lo que podremos ver del Universo está a 13.800 millones de años-luz. Sin llegar hasta nosotros la luminosidad de aquellas zonas más lejanas, por motivos evidentes. Pues lo que escape en distancia, desde el Big Bang; será imperceptible (no podemos alcanzar sus fotones). Ello supone que el radio de nuestra visión del Cosmos es de 13.800 millones de años-luz; lo que indicaría un diámetro del doble (27.600 millones A/L). Por lo que considerando que el Universo es redondo (avanza de un modo expansivo, en forma de bola); su volumen total sería de 13.800 millones A/L, elevado al cubo, multiplicado por 4/3 y por “pi”. Viniendo a resultar aproximadamente 11.008.442.251.073.000.000 A/L (unos 11.008.442.251.073 millones de años-luz). Tamaño y volumen, hasta el que nuestra vista podría alcanzar. Ya que aquellos elementos que estén más lejos de 13.800 millones de años-luz, solo podremos verlos conforme avance el tiempo. Necesitándose un millón de años más, para observar los astros que se situasen a 13.801.000.000 A/L. Por lo anteriormente expuesto, se considera como tamaño del Cosmos, aquel que podemos percibir; debiendo imaginarse que multitud de materia es ajena al alcance de nuestra observación.

           Asimismo, la progresión en la expansión del Espacio se ha medido. Considerando que la Masa universal se separa con una velocidad que aproximadamente se va acelerando a 67,8 Kmts. por segundo. Pudiendo disgregarse sus elementos de un modo tan rápido, que entre unos y otros se lograría superar la velocidad de la luz. Provocando la imposibilidad de percibir todos aquellos que se separen a más de 150.000 kmts. segundo y en sentido opuesto; ya que sus trayectorias contrarias sumadas, superarían la visión (su segregación sería más rápida que los fotones). Del mismo modo, debemos de pensar que el Universo tiene un “borde” o un lugar hasta el que alcanza nuestra percepción; momento en el que ya no se observa nada más. Llegando a verse tan solo las primeras luces del Cosmos; compuestas por esos gases y líquidos iniciales, producidos durante el nacimiento del Universo (13.800 millones de años atrás). Para que lo entendamos mejor, diremos que ese “borde universal” es como la línea del horizonte en el mar; cuya distancia se amplía al tener un punto de visión más alto. De tal manera, cuando estamos en la playa; vemos el fin de las aguas en una línea que alcanza un punto más lejano al elevarnos. Igualmente, si dejásemos pasar millones de años, el “borde” del Universo crecería; percibiéndose lo que está millones de años luz y tras aquel límite cósmico. Aunque, después esa línea del horizonte universal; aparecería de nuevo el “fondo de microondas”, impidiendo observar más lejos del tiempo transcurrido. Comprendiéndose así por qué Espacio y Tiempo son uno mismo; ya que si el Cosmos tuviera 20.000 millones de años, podríamos ver un espacio de ese tamaño.

               Pero regresando a “la partícula de Dios”, o el bosón de Higgs; vamos a intentar conocer mejor qué es y su significado, recogiendo las palabras del profesor Vilarroig (1) . Quien nos dice:

          “durante un tiempo espectacularmente corto (10-34 segundos) el Universo sufrió una expansión comparable a la que sufriría un objeto desde un tamaño inferior a un protón hasta el de una galaxia. Esta expansión se produce a una velocidad enorme que supone millones de veces más rápida que la de la luz. Aunque esto parece violar la relatividad especial, la teoría general de la relatividad permite expandirse al espacio sin limitación alguna. En estos instantes, la métrica del espacio-tiempo es tal que arrastra a la luz consigo, alcanzando valores muy superiores al actual (...) Aparentemente, el bosón de Higgs ha generado dos tipos de partículas diferentes. Digamos que ahora hay partículas con masa y sin ella, generando lo que llamamos gravedad y otra fuerza, llamémosla x. A medida que la temperatura desciende, la fuerza x se divide nuevamente y aparecen las interacciones fuerte y electrodébil, escindiéndose ésta última finalmente en débil y electromagnética. Si se realiza la operación inversa, es decir, se eleva la temperatura, las interacciones se unifican al llegar a TI en donde solamente existe una interacción, por lo que se denomina la Gran Unificación. Estas escisiones han generado lo que se denomina materia de espejo (mirror matter), que comparte con nosotros la gravedad (primera escisión) pero no otras interacciones como la electromagnética, por ejemplo, con lo cual ni la podemos ver, ni interactúa con nuestros electrones pudiendo interpenetrarse con la materia ordinaria. Hoy en día se postula que la materia oscura del universo podría estar formada en gran parte por este tipo de materia (...) En los primeros instantes solamente existen quarks, ya que la temperatura es tan alta que cualquier otra partícula que quisiera formarse a partir de ellos es inmediatamente disociada. Instantes más tarde, a medida que la temperatura desciende, se generan las primeras partículas actuales, es decir, protones, neutrones, electrones, piones, tauones, muones, neutrinos y fotones. Todos ellos conviven dinámicamente con sus respectivas antipartículas”.

           Por cuanto decimos, el Cosmos inicialmente fue “un charco” con forma de bola; algo que nos puede llevar a comprender que el Espacio y la Materia nunca han perdido ese estado gaseoso o licuado (original). Lo que -a mi juicio- explica el estado elástico del Universo, como si se tratase de un elemento acuático. Algo que entendemos al observar que la gravedad y sus ondas, afectan al Espacio y al Tiempo; del mismo modo que si tiramos una piedra a un lago y ese golpe sobre sus aguas, hace vibrar el resto de elementos que allí flotan. Por ello, no es concebible un Espacio inerte, ni menos rígido; además, debido a la forma redonda del Cosmos, debemos pensar en un Espacio curvado. Del mismo modo que percibimos el agua curva en su línea del horizonte y en su superficie ondulada; al ser afectada por la gravedad. Consecuentemente, cuando se han medido las ondas gravitacionales que viajan por el Cosmos y se traza un triángulo entre ellas; no cumplen la función pitagórica que obliga a sumar 180 grados en sus tres catetos. Lo que significa que estas ondas gravitacionales nos llegan dobladas; a mi juicio porque navegan en un Cosmos redondo y sometido a la atracción entre cuerpos estelares. Por lo que van afectando al espacio que las transporta, curvándolo (conforme mayor sea el peso y su Masa).

             Debido a lo anteriormente explicado, si llenamos de materia una zona triangular del Universo; este comenzaría a ceder, conforme se acrecienta su peso, llegando a curvar los catetos de ese triangulo, de un modo inimaginable. De tal manera, en un Espacio así afectado (por la gravedad) las distancias varían y por lo tanto el Tiempo se amplia. Algo que entenderíamos imaginando que viajamos sobre un territorio de arcillas expansivas, que al humedecerse van creciendo. Por lo que el recorrido desde un punto a otro, se hace más largo conforme esas tierras se mojan; provocando que se necesite un tramo mayor para un idéntico viaje. Debiendo considerarse que si el Tiempo es una sucesión de espacios, existe más tiempo en un área inicialmente igual, cuyas distancias van creciendo por efecto de la curvatura que produce el estiramiento del Espacio (debido al peso que soporta). Todo lo que se confirma físicamente al observar que una mayor gravedad hace rotar más lento los astros y por lo tanto, su “ritmo universal” es mas lento. Mientras en un campo gravitatorio menor, pasaría el tiempo más rápido. Siendo ese efecto llamado dilatación gravitacional del Tiempo.

            Cuanto antes referimos, a mi juicio, solo puede aplicarse para el tiempo físico; pero nunca al de los seres vivos. Pues el “tiempo animal”, depende del transcurso de la vida; sin ser igual al de los astros, ni concordar en paralelo con el Espacio-Tiempo. Para que lo entendamos mejor, pondré como ejemplo una persona que vuela en avión, a la velocidad que rota la Tierra (en sentido contrario a su giro). Lo que supone llegar al punto opuesto del Planeta, el mismo día y a igual hora; aunque ello no indica que el individuo que así viaja, haya rejuvenecido un día o que muera una jornada más tarde. Viviendo tan solo una modificación del calendario; del mismo modo que sucede en la línea del cambio de fecha, situada en el Océano Pacífico (cerca del Meridiano 180 y junto a Hawai). Donde, al pasar esa frontera, nos encontraremos a la misma hora, pero un día antes o después. Sin implicar ese hecho, que hayamos rejuvenecido o envejecido una jornada; al atravesar esa fase de meridianos. Por lo que, en mi opinión, nunca podemos asimilar valores de los seres vivos a los del Cosmos; habida cuenta que el Universo nació hace unos 13.800 millones de años y nuestra especie apenas alcanza el millón (tras aparecer el Cromañón en Europa, hace tan solo 35.000 años) . Habiéndose formado el sistema en el que habitamos (el Sol y sus planetas) 4.800 millones de años después de que se originase el Universo. Lo que explica que las leyes de la física universal no sean iguales a las del ser humano. Del mismo modo que es imposible asimilar la existencia y envejecimiento de una piedra, al de los seres vivos.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS
: Arriba, grabado de 1880 con las Constelaciones idealizadas; donde vemos en primer término: Centauro, Serpiente, Dragón y la de El Gato o Felis (una antigua constelación creada en 1799 por el francés Joseph Jérôme de Lalande de estrellas. Entre Antlia y La Hidra -o el Dragón-) . Al lado, dibujo mío en el que represento la línea del horizonte cósmico; situada a 13800 millones de Años Luz. Edad del Universo, desde su inicio en el Big Bang; por cuanto no podemos ver ningún objeto más allá de esta distancia. Tal como sucede con el horizonte del mar; que solo se amplía si nos situamos en un punto más alto; momento en el que lograríamos alcanzar una visión más lejana. Del mismo modo que dentro de un millón de años luz, podremos ver lo que se sitúa tras este “fondo de microondas”; llegando a observar lo que hay a 13801 millones de años. Abajo, Luces y sombras en San Esteban de Gormaz (Soria); atrio de la iglesia de San Miguel.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS
: Al lado, Einstein en los años en los que recibió el Premio Nobel (1921). Abajo, precioso grabado explicativo sobre el uso de los espejos en la guerra, para quemar las velas de otras naves. Se dice que Arquímedes ganó una batalla en Siracusa, utilizando estos reflectantes cóncavos; llamados “usorios”, debido a que calcinaban con sus rayos. Asimismo, se considera que gracias a la utilización de espejos, los griegos y romanos lograron novedosas y numerosas observaciones astrales.







D) El origen de los dioses; las Súper Novas:

           Por cuanto explica la ciencia más reciente, resulta inevitable admitir que La Creación existió. Siendo -además- un hecho probado, que en el proceso donde se originó El Todo; la luz y el agua cumplieron las funciones más primordiales. La Luz, como generadora de los primeros elementos subatómicos del Cosmos, creando fotones, protones, neutrones, electrones, piones, tauones, muones y etc. Dando lugar a una naturaleza previa al átomo, que precedió a un Universo de partículas y la materia. Pero -asimismo- al unirse el hidrógeno con el oxigeno, nació el agua; un elemento esencial para generar la vida, debido a sus componentes y a la facultad que tiene para disolver y mezclar aquello que entra en su interior. Siendo el agua la que creará un “caldo primigenio” donde se cultivarán las células; disolviendo y uniendo diversos sólidos, gases y líquidos. Componiendo una “sopa inicial”, que sometida a descargas eléctricas o a cambios de temperatura; originarán la vida. Generando los primeros seres unicelulares, que por evolución llegarán a producir los pluricelulares y seguirán progresando hasta la aparición de nuestra especie. Unos hechos que indican como el Todo fue creado, desde la Nada; en un proceso donde la luz y el agua fueron fundamentales. Algo que nos explicaría por qué la Humanidad entiende, desde los inicios de su civilización; que esos dos elementos son de esencia sagrada. Hablando la mayoría de las religiones, de un dios padre de la luz, unido al Sol y llamado del día y denominado: Dios, Zeus, Teut etc. Junto a una deidad madre, concebida como agua y señora de la Luna (que mueve las mareas, con una cronología semejante a los periodos de fertilidad en la mujer).

           Pero, regresando a la astrofísica, si tuviéramos que definir dónde nacen los componentes que forman la Naturaleza y la vida (incluso la mayoría de los elementos químicos que conocemos). Habríamos de elegir a las estrellas Súper Novas; como deidades universales, que dan origen a cuanto tenemos. Enormes astros de luz, cuya explosión y destrucción, aniquila una galaxia; erradicando los planetas y materia que las rodean. Lo que se produce en una terrible muerte de las Súper Novas; con una explosiva agonía cósmica que da lugar a cuantos elementos conocemos. Llegando a generar, asimismo, la vida en el Universo. Todo lo que se produce cuando esas estrellas se agotan y van apagándose. Después de haber lucido durante millones de años, del mismo modo que un reactor nuclear (gigante); en cuyo interior se va quemando hidrógeno, produciendo esa combustión helio y energía. Hasta el momento en que el hidrógeno almacenado dentro de ellas, se acaba paulatinamente; por lo que su combustión varía. Ardiendo desde ese momento con el helio que emerge tras consumir el hidrógeno y con el carbón de sus residuos; los que finalmente siguen en llamas gracias a unirse con el oxígeno. Llegando a un estado, en que tanto el oxígeno como el carbón, se acaban; por lo que va apagándose la estrella, entrando en un proceso de enfriamiento (cubriéndose su gigantesca bola con un caparazón de hierro y carbono). Lo que provoca un caos gravitatorio, ya que las capas exteriores del astro no pueden soportar el peso de esa enorme estrella redonda, que pierde gases y va comprimiéndose. Estallando así la corteza de la Súper Nova, cuando sus capas van cayendo al interior; atraídas hacia el centro debido al peso de esa inmensurable masa y por efecto de su compresión.

            Lo explicado en el párrafo anterior, sucederá antes o después en el Sol, cuya corona estallará y se expandirá por todo el sistema solar; destruyéndolo. Después de que al apagarse, el núcleo de nuestro haz de luz se haya comprimido en una millonésima parte y comience a arder, convertida en un nuevo astro, al que llaman “enana blanca”. “Estrellas enanas”, nacidas de las Super Novas reventadas donde solo ha quedado su núcleo. Famosas por su terrible estado de necesidad energética; que les lleva a robar todo elemento combustible que tienen cercano, con el fin de seguir luciendo. Aunque en ese trasiego de energía, tomado desde cuanto le rodea; termina convirtiéndolas en una terrible bomba termonuclear. Ya que absorbe en exceso lo que alcanza, sin poder quemarlo, entrando en sobrecarga. Por cuanto comienza a arder el carbón que había en su interior (al no quedarle apenas gases); llegando a convertir ese carbono en hierro. Momento en que su peso se le hace insoportable y revienta también el Núcleo de la Super Nova (ya como Enana Blanca); expandiendo los minerales y metales que la componían por el Universo. Vomitando al explotar, principalmente hierro; destruyendo sus astros mas próximos.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
El agua y la luz, son dos elementos primordiales en las religiones. Identificados con el bien, el principio del Todo y el origen de la vida. Arriba, pila de agua bendita en la catedral de Guimarais, Portugal (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Al lado, pila de agua bendita en la colegiata de Cigales, Valladolid (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, el palacio de la Aljafería en Zaragoza (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). En el Islam, el agua y la luz se expresan de un modo parecido al cristiano, deificados en su arquitectura.




JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, interior de un horno cerámico de leña; de los pocos que aún en nuestros días se utilizan. Las Estrellas Super Nova, actúan como un crisol o un horno, modificando los elementos y los componentes que guardan. A través de las altas temperaturas que alcanzan y los procesos que sufren, donde incluso llegan a expulsar materia a la velocidad de la luz. Abajo, las Osas Mayor y Menor (también llamadas Los Carros); en un grabado de Abraham Rees.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos páginas de un famoso libro de astronomía árabe, publicado en la Italia del Renacimiento: “Astronomía Albumasaris” (edición de Venecia, 1506).









           Del modo anteriormente descrito, se produce la mayor parte del hierro existente en el Cosmos (desde las Supernovas A-1); aunque otros metales más preciados proceden de un tipo diferente de estrellas. Nos referimos a las llamadas “Súper Novas solitarias”, que generan minerales más preciosos o pesados; como el oro, la plata y el uranio. Astros llamados “solitarios” caracterizados por su enorme tamaño y que no orbitan -ni se sitúan- junto a un centro de planetas; girando entorno a ellas (como sucede en el Sistema el Solar; cuya estrella central es Super Nova, del tipo A-1). Por lo que, debido al tamaño de esas gigantescas “solitarias” y al carecer de influencias gravitatorias que las intervengan demasiado; cuando se agotan, no se convertirán en “enanas blancas”. Sino, seguirán ardiendo; debido a un proceso de combustión que convierte el hidrógeno en helio, el helio en carbón y el carbón en oxígeno. Pudiendo así seguir luciendo y creando múltiples capas de elementos, en su “bola astral”; sin que su exterior se cubra de hierro enfriado, haciéndolas colapsar. Como sucede con las Súper Novas A-1; que tras ese proceso de falta energética, estallan y quedan reducidas a un núcleo “enano y blanco”.

            Por cuanto, las enormes “estrellas solitarias”, en su proceso de desaparición queman distintas franjas de materia; llegando a producir en su interior diferentes elementos, al fundir el carbón componiendo metales o minerales más pesados. Nos referimos al neón o el silíceo; que son los más básicos, entre los de mayor peso del Universo (lo que devengará que genere oro, plata o cobre). Pero, finalmente, también se producirá en ellas la explosión del núcleo; cuando este no soporta la gravedad del hierro que la recubre. Momento en que se esparcen sus restos por el Cosmos, llevando a otros lugares sus componentes (sea hierro, plata, cobre, oro, sílice o uranio). Por lo que, al reventar la gran “solitaria”, sus capas exteriores salen impulsadas; disgregando por el Espacio estos elementos preciados. Logrando la terrible muerte de una Súper Nova solitaria, exportar extraños metales (como el oro o la plata); cuyos restos podrán terminar cayendo como meteoritos, en lugares tan distintos como distantes. Unas minas áureas cósmicas, nacidas de un proceso donde el hierro se convierte en cobalto, el cobalto en níquel y así sucesivamente. Modificando en diversos pasos sus átomos, hasta llegar a los del oro; logrando que el metal ferroso se convierta en este otro dorado, tan preciado por la Humanidad. Cuya rareza se debe a la compleja y extraña alquimia de este final en las Super Novas Solitarias, gracias a las que se originan los metales preciosos. Nacidos de esos restos esparcidos por el Universo; donde se disgrega ese hierro hecho otros metales, sometido a temperaturas y velocidades inimaginables (expulsados a millones de años luz de distancia).

          Finalmente, citaremos otros tipos de Súper Novas y lo que se genera cuando explotan en su fase de combustión. Siendo las más curiosas, aquellas que por su inmensurable tamaño son llamadas “Enormes” y dejan una estrella de neutrones al acabar su vida. Un elemento astral con tal densidad; que la cantidad cúbica correspondiente a 30 gramos de arena terrestre, pesaría 90 toneladas en materia de esas Estrellas de Neutrones. Es decir, contienen trescientas mil veces más densidad, que la de nuestro Planeta. Debido a lo que exponemos, sus haces de radiación, lucen con una intermitencia continua; por lo que son llamadas “púlsares” y se estudian como relojes cósmicos. Pues gracias a ese parpadeo constante, sirven como medida del tiempo universal. Entre estos “púlsares”, las de más tamaño se denominan magnetales; debido a que por su gigantesca masa, atraen el hierro desde millones de kilómetros de distancia. Pero las que son ya completamente inmensurable, se denominan Híper Novas; y su estallido lleva a generar Agujeros Negros. Por cuanto su desaparición o muerte es terriblemente conflictiva; ya que al reventar y crearse ese vano oscuro. La materia de la estrella entra dentro de sí misma, cayendo en el vacío cósmico y de gravedad, que su situación le provoca. Aunque, al no poder entrar en su Agujero Negro propio, incapaz de digerir miles de billones de kilos en materia; este la vomita, provocando que su masa salga despedida a la velocidad de la luz. Generándose tal cantidad de rayos gamma, que en unos segundos se puede producir toda la luminosidad que el Sol emitirá durante su existencia. Un hecho que es capaz de quemar la superficie de los astros más lejanos, como sucedió en la Tierra hace 250 millones de años. Cuando los trilovites poblaban nuestro Planeta y fueron extinguidos por un reflejo de estos rayos gamma.

            Para terminar este epígrafe en el que hemos tratado sobre estas diosas, denominadas Súper Novas; que originan gran parte de cuanto existe en el Universo. Diremos que desde el descubrimiento de que el Cosmos estaba en expansión acelerada; logrado gracias a los cálculos del padre G. Lemaître. Se pensó que esa disgregación gradual, se debía al efecto de la primera explosión; al empuje de La Creación desde que reventó el átomo primigenio (tal como propuso este astrofísico jesuita; aunque su teoría posteriormente fue llamada El Big Bang). Pero, recientemente, se considera que hay otro motivo añadido, procedente del final de las grandes estrellas Novas. Las Híper Novas, que al autodestruirse, provocarían también un efecto de avance y separación entre los astros. Expansión que paulatinamente crece y se multiplica, con enorme velocidad; pudiendo llegar a destruir el Cosmos, si su aceleración alcanzase la velocidad de la Luz.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres portadas del libro Cosmografía, de Pietro Apiani. Arriba, edición en Basilea 1545. Al lado, edición alemana. Abajo, Venecia 1539.










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Cosmografía de Pietro Apiani. Al lado, el medio para calcular las horas conforme a la luz y las estrellas. Abajo, las medidas para tener una referencia geodésica y astral (dedos, palmos, pasos etc).









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Cosmografía de Pietro Apiani. Al lado, “corolario” para calcular las medidas de grados en los astros, con referencia al horizonte. Abajo, observaciones, usando aliradas.









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Cosmografía de Pietro Apiani. Al lado, medio para calcular los grados a través de la colocación del cielo. Abajo, las Constelaciones y su comprensión.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Cosmografía de Pietro Apiani. Al lado, explicación de los eclipses y su cálculo conforme a diversas figuras geométricas. Abajo, la Tierra y sus alíseos.










E) El 7 como número mágico:

          Muchos han sido, quienes durante años, me preguntaron los motivos culturales, históricos o de civilización; para sacralizar el 7. Una cifra que marca los planetas principales, las jornadas de una semana, las deidades del panteón clásico y hasta los metales más importantes. Número que compone los antiguos astros que presidían el firmamento, de este modo: Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno. Planetas que fueron convertidos en dioses, con el nombre de: Helio, Selene, Marte, Júpiter, Venus y Sarturno. Deidades que dan lugar a los días llamados como ellos: domingo (Sunday), lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado. Lo que a su vez, denomina a los metales; que les simbolizan, del siguiente modo: Oro (Sol), plata (Luna), hierro (Marte), mercurio (Mercurio), cobre (Júpiter), estaño (Venus), plomo (Saturno). Todo, en una cifra sagrada simbolizada en el 7; que veremos repetirse en todas las religiones antiguas y en la historia milenaria de las civilizaciones. Por cuanto debemos reflexionar sobre su razón y origen; lo que a mi juicio, se basa en tres motivos: Uno matemático, otro cósmico y -finalmente- el puramente humano.

          Durante años busqué esa razón matemática que llevase a sacralizar el siete; ya que se trata de una cifra que no es útil, ni menos se ajusta a un método natural de cálculo o de aritmética. Tal como sucede con el 6 y el 12, que conforman el sistema sexagesimal; o con el 5 y el 10, que son la base del decimal. Pese a ello, tras haber estudiado en profundidad los motivos para idealizar el 7; pude hallarlos en la ciencia del Egipto y Mesopotamia más antiguas. Encontrando una razón de enorme peso científico, que induce a sacralizar este número; al estar muy relacionado con el “p” (considerado por las culturas ancestrales). Un número “pi” que hace miles de años se concebía como 22/7; resultando esta fracción una aproximación bastante exacta, al ser igual a 3,142857142857142857... . De tal manera, bastaría con saber dividir cualquier número por 7, para lograr establecer su valor multiplicado por “p”; de un modo casi inmediato. Pues para hallar (x · 22/7); bastará calcularlo sumando (x · 10) + (x ·10) + (x · 2) y dividirlo por 7. Es decir, poniendo un ejemplo; si proponemos “x” = 9; para hallar su aproximación a “pi” haremos (9 · 22/7) = (90+90+18 : 7) = 198/7 = 28,285714285714... . El anterior el resultado de (9 · 22/7); podemos compararlo con la solución al multiplicar por el “pi” en las matemáticas actuales, igual a: (9 · p) = 28,27433388.... . Conteniendo unas pequeñas décimas de error.

           Para comprender lo expuesto, hemos de entender la facilidad que supone calcular esos resultados operando con un “pi” equivalente a 22/7; pues de un manera tan fácil, se hallan con el sistema de cálculo: {[(x · 10) + x] · 2} : 7 . Es decir duplicar (10 x + x), con lo que tenemos (22 x); para luego dividirlo por 7. Aunque, asimismo, hemos de tener en cuenta que durante la Antigüedad no había decimales (ni cifra), por cuanto los decimales se expresaban con quebrados. De tal modo, 0,5 se escribía como ½ ; 0,25 como ¼ ; y 0,75 como ¾ ; así sucesivamente. Por todo ello, la fracción sobrante en estas operaciones usando un “pi” de 22/7 , se podría reflejar perfectamente como: 1/7; 2/7; 3/7; 4/7 etc. . Bastando calcular cualquier cifra multiplicada por 22/7, del siguiente modo: Se aplicaba x por 10, añadiendo x (11x); se doblaba la cantidad y ya teníamos (x ·22). Después se dividía 22x entre 7 y lo que sobrase era la que configuraba el quebrado, que seguía a la cifra resultante. De tal modo, si antes habíamos dado el valor x = 9 . Resultando 22 · 9 = 198 ; dividiremos 198 entre 7, para hallar el resto final; siendo la operación sencilla al observar que (198 : 7) = 28 + decimales . Así pues, para hallar las fracciones sobrantes, el modo antiguo será muy sencillo: (28 · 7) = 196. La cantidad sobrante, será marcada por quebrados de 1/7. Es decir (198 – 196) = 2. Siendo el resto 2, el total es 2/7. Por cuanto el resultado final es: 28 + 2/7 = 28,285714285714... .

          Para comprender la facilidad de calcular con este “pi” antiguo, vamos a poner un ejemplo con una cifra de tres dígitos, como el 365. Debiendo hacerse primero la operación de 365 · 22; con la fórmula [(365 · 10) + 365] · 2 = (3650 + 365) · 2 = 4015 · 2 = 8030. Una vez tenido este resultado de (365 · 22) = 8030. Bastará con dividir (8030 : 7) = 1.147,14285714... . Lo que nos daría 365 multiplicado por un “pi” equivalente a 22/7; que podremos comparar con el resultado operando con el “p”” actual, igual a: 1.146,681318.... . Pese a ello, la expresión antigua del quebrado sobrante habría de ser: 1.147 + 1/7 ; ya que 7 · 1147 = 8029; faltando solo un número para 8030. Por cuanto se escribiría el resto decimal como: 1/7 = 142857142857... .

          Todo lo que hemos explicado nos lleva al misterio del los quebrados del número siete, que siempre contienen una serie compuesta por las mismas cifras, señalando: 14, 28 y 57 etc... . Un hecho que de nuevo, envuelve en un halo mágico y sagrado a esta cifra. Tal como podemos ver en la siguiente serie:

1/7 = 0,1428571428571428571428....

2/7 = 0,285714285714285714.....

3/7 = 0,42857142857142857142857....

4/7 = 0,571428571428571428 ….

5/7 = 0,714285714285714285714....

6/7 = 0,8571428571428571428 ….




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres imágenes, donde comprendemos el juego de luces y sombras, recreado en la arquitectura mística. Arriba y abajo, el claustro de Nuestra Señora de Batalla, en Portugal (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Al lado, interior de la iglesia de Castromonte, Valladolid (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen); donde se observan esas figuraciones cósmicas, mantenidas en diseños arquitectónicos, hasta el siglo XVIII.







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, enormes columnas góticas en Nuestra Señora de Batalla, simulando la altura del Cosmos y su Creación. Abajo, techo estrellado de la Catedral de Burgos, sobre la capilla de El Cid (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, enormes columnas góticas en el Monasterio de Alcobaza (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Igualmente estas alturas nos recuerdan la grandiosidad del Universo y de la Creación divina. Abajo, techo estrellado en la catedral de Orense (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, claustro del monasterio gallego de Samos (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen); donde podemos observar las estrellas colocadas en las claves de sus bóvedas. Abajo, techo gótico, en forma estelar de la iglesia de San Gil, en Burgos (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS
: Al lado, techo con estrellas, en el ábside de la iglesia de Santiago de Toro, Zamora (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, formas góticas geométricas, semejantes a estrellas, en la catedral de Sigüenza, Guadalajara (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).







           La segunda razón para la sacralización del número 7 -a mi juicio- reside en sínodos cósmicos. Ya que esta cifra señalaría casi perfectamente el ciclo de mareas en los océanos y su relación con la Luna; que en un principio marcaron los tiempos y el calendario. Debido a que las mareas se producen cada 12 horas y 25 minutos (aprox); por cuanto cada 28 días, las subidas del mar se ajustan prácticamente. Asimismo, hemos de destacar, que desde la Antigüedad más remota se dividió la jornada en 24 horas; que en los Equinoccios eran iguales (12 de día y 12 de noche). Es decir, si las mareas se producen cada 12 horas y 25 minutos; al multiplicar 25 minutos por 28, el resultado corresponde casi medio día (700 minutos, aproximadamente los mismos que tienen 12 horas, que son 720). Ello supone que cada 28 días, se observa como el crecimiento del mar, comienza a la misma hora. Aunque en verdad, habría que restar 20 minutos en cada ocasión; dos veces y por jornada (40 minutos diarios de descuadre). De tal forma, el ciclo completo para que dos mareas se inicien a la misma hora exacta, sería de 36. Siendo el resultado 36 · 28 días; es decir: 1.008 días. Un número perfectamente divisible por siete = (7 · 144).

             Por cuanto hemos explicado, el ciclo de 28 días señala el primer mes de mareas; y supuso -a mi entender-, la creación del mes dividido en cuatro semanas de siete días (4 · 7 =28). Mientras el ciclo completo, se compondría de 144 semanas (144 · 7 = 1.008). Todo lo que hemos resumido anteriormente, nos hace comprender la razón inicial de las 24 horas diarias, las semana de siete jornadas y del mes lunar, marcado inicialmente como 28 días. Una medida del tiempo (calendárico) plenamente relacionada con el número siete.

             Por su parte, esas primeras formas de establecer la temporalidad, se completaron con el estudio de las posiciones de nuestro satélite; donde cada 29,53 días la Luna vuelve a lucir igual. Lo que supone un desfase con los meses de mareas, ya que el periodo lunisolar de 29,53 días es igual al del mar, más un día. Es decir, 29,53 ciclos de luz en Luna = 28,53 ciclos de mareas; lo que supone una coordinación absoluta entre ambos, mostrando que es nuestro satélite el que marcará las subidas y bajadas de los mares. Por ello, los meses pasaron más tarde a ser lunisolares, valiendo 29´5 días, en el calendario lunar; señalando un año de 354 jornadas (12 · 29,5). Ciclo que supera en once días el solar, algo mayor a las 365 jornadas. Lo que en Mesopotamia se ajustaba con periodos llamados Saros y Gran Saros; en los que cada 19 años, el Sol y la Luna coincidían. Por cuanto narramos, esos sínodos lunares y de las mareas; me llevaron a deducir que debieron motivar la institución del 7 como número sagrado. Una sacralización que -a mi entender- fue muy antigua y anterior al calendario solar. Del mismo modo que lo sería la división de la circunferencia en 360 grados; datada en el tercer milenio a. C.. Razón por la que Mesopotamia seguía un sistema sexagesimal; de acuerdo con esta división del círculo en (60 · 6) grados. Mientras Egipto, entendía las matemáticas de un modo más “moderno”; usando una base decimal (que nosotros hemos heredado).

           En los anteriores párrafos, hemos expuesto mi opinión sobre los motivos que llevaron a sacralizar el número siete; por su utilidad para calcular “pi” y por su relación con los ciclos lunares y de las mareas (configurando los meses y las semanas calendáricas). Faltando una última clave para comprender la importancia de esta cifra; basada en un misterio relacionado con la creación y la fertilidad humana. Pues 28 son los días comunes del periodo femenino; que marcan las fases para engendrar. Una “regla” de la mujer, que también se relacionaba en la Antigüedad con los astros y las mareas; en especial con la Luna y sus fases. Considerando que los embarazos tenían una relación directa con este satélite terrestre y su luminosidad; al igual que influían en la fecundidad y el parto, esas crecidas de los mares. Lo que se mostraba en una misma duración entre los meses femeniles y los de ese astro que iluminaba la noche y dominaba los océanos. Luna y mares, tan unidos al neonato; que su nacimiento era anunciado con una rotura de aguas. Por todo cuanto esa diosa blanca y nocturna (Selene, Luna, Dana etc), se identificó con la madre; siendo considerada la esposa del padre Sol. Así como el número siete fue la cifra mágica que marcaba los embarazos y los ciclos menstruales; relacionados con las mareas y los meses lunisolares.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba y al lado; imágenes del libro de Efraim Chambers (1750); con las fases de la Luna y los cuadrantes para estudiarlas. Abajo, grabado del siglo XVI con una iconografía idealizada de la Luna.









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, grabado del libro de Pietro Apiani, Cosmografía; las constelaciones y su situación conforme al Globo Terráqueo. Abajo, La Luna en Die Calenderbilder (Berlín 1988).









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, grabado del libro de Pietro Apiani, Cosmografía; explicaciones sobre geodesia y medida de la milla (tamaño de la Tierra). Abajo, el Sol, en Die Calenderbilder (Berlín 1988).









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, imagen de la Luna llena en una litografía de 1885. Abajo, órbitas de los planetas y del Sistema Solar; la Luna y sus eclipses (dibujo del siglo XIX).







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS
: Techos con el cielo (Paraíso) y las estrellas, en la Catedral de Burgos (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, techo con figuras geométricas estrelladas en la Catedral de Plasencia (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, cúpula principal de la Catedral de Oviedo (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS
: Al lado, dibujo del siglo XIX donde se describen las órbitas de los astros en el Sistema Solar. Abajo, techo con formas que recuerdan a las órbitas estelares, en la sacristía de la Catedral de Sevilla.









F) Oro-Sol; plata-Luna; hierro-Marte; mercurio-Mercurio; cobre-Júpiter; estaño-Venus; plomo-Saturno:

            Al comienzo del epígrafe anterior, decíamos que los siete planetas fueron: Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno. Astros, convertidos en dioses; adorados en Roma y Grecia como: Solis (Helio), Luna (Selene), Marte (Ares), Júpiter (Zeus), Venus (Afrodita) y Saturno (Cronos). Deidades que dan lugar a los días llamados: domingo (Sunday), lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado. Lo que a su vez, denominó algunos metales que les simbolizaban, del siguiente modo: Oro (Sol), plata (Luna), hierro (Marte), mercurio (Mercurio), cobre (Júpiter), estaño (Venus), plomo (Saturno). Todo ello con unos conceptos, que desde la más remota antigüedad, unían el Cosmos con los dioses; y a estos, con las riquezas que la madre Tierra nos regala. Hechos que unos trece años atrás referíamos en uno de nuestros artículos de la serie TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE; intitulado “Dioses del comercio y la prosperidad, venidos del cielo” (2) . Entrada que brevemente resumimos a continuación, recogiendo algunas de sus frases:

          “Mircea Eliade (...) exponía claramente cual era desde los comienzos más remotos, la unión entre el mundo de los metalurgios y el de la feminidad. Algo que nacía por la identificación entre la matriz del metal y la de la mujer; hecho que parece generarse debido a que en casi todas las civilizaciones fueron las mujeres quienes inician (o descubren) la fundición y la alfarería. Algo que parece haber nacido gracias a que las madres y las niñas, para cocinar con facilidad y guardar los alimentos, comenzaron a preparar sus "aperos de comida" en cerámica. Tras lo que crearon hornos, en los que igualmente observaron (de forma casual o estudiada) como allí se fundían los metales. Trabajando primero con los materiales nobles, por su bajo grado de fusión (la plata, el oro o el bronce); cuyas `piedras´ irán echando a esos hornos cerámicos, para crear y modelar los mas antiguos abalorios y objetos útiles en metal” (…) “Pese a que la minería, las fraguas y el negocio de la metalurgia, pasó definitivamente a ser realizado por hombres, parece que la Historia nunca olvidó que fueron las mujeres (en sus cocinas y en sus hornos) quienes la descubrieron. Ello es algo sabido, porque en toda religión y culto a la herramienta -o al metal-, siempre se alude a la `madre´, a la fecundación, al nacimiento y a la misma matriz; en voces que identifican la fragua y el molde con la progenitora -como si aquella "matrix de forja" creara de un modo fecundado la pieza en hierro, bronce, plata y oro-

            “Por cuanto hemos expuesto, nada de raro tiene que las palabras: `Riqueza, comercio, fuego, metal (e incluso dolor)´; procedan de iguales radicales en semíticas. Algo que se repite en muchas otras lenguas puesto que irán unidos en múltiples civilizaciones esos conceptos del calor y la abundancia. No solo por efecto de los bienes aportados por el Sol y el fuego; sino fundamentalmente debido a que la metalurgia nace del horno y debió ser descubierta por mujeres -como hemos dicho-” (…) podemos observar como comúnmente y en casi todas las culturas, los misterios de la alimentación, de las herramientas, del progreso y de los metales, se relacionan siempre con los de la vida, de la protección y la regeneración. Teniendo todos ellos como punto de partida u objeto ritual, el fuego (en un gran pebetero, o en un crisol sagrado)

         “Más todo lo anteriormente expuesto se nos haría incomprensible si no entendiéramos un hecho `cósmico´ que hizo sublimar los metales: La caída de los aerolitos (que en su mayor parte están compuestos por metales). Meteoritos que fueron observados por los sacerdotes, astrónomos y astrólogos del Mundo Antiguo, como auténticas estrellas venidas hasta la Tierra y que llegaban hasta nosotros cual mensajeros de los mismos dioses -quienes de este modo enviaban sus dones a los hombres-. De tal manera, aquellos `trozos del Cosmos´ que impactaban en el suelo, introduciéndose en este -que a veces se fundían con los minerales de la tierra (debido a su incandescencia)-; se interpretaron como las semillas del Universo. Entendiendo su llegada y entrada en el lecho terrestre, como una fecundación de nuestro suelo. `Plantación´ en la que el meteorito caído actuaba del mismo modo que la lluvia venida del cielo, fertilizando la tierra; o la simiente que los hombres introducían en el terreno. Consecuentemente, se pudo entender que de esta unión entre Universo y Tierra (al impactar en ella los aerolitos), nacieron las vetas de los distintos metales, así llegadas desde el cielo; meteoritos que fueron fecundando los campos -con su simiente metálica- y que lo sembrarían, dando lugar a las minas de oro, plata, cobre, estaño y etc. Siendo aquellos metales, los dones más preciados regalados por los dioses a los hombres




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, grabado del siglo XVII (iluminado posteriormente) donde se representa Júpiter (propiedad de la Biblioteca del Museo de Breda, Milán; al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Al lado, Júpiter y sus fases en una litografía de la Astronomía Ilustrada (publicada por Smith; Berlín 1871). Abajo, Júpiter junto a Venus y Minerva (grabado francés de comienzos del siglo XIX).








SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, Marte en una litografía de finales del siglo XIX. Al lado, Marte en un dibujo renacentista del Calendario; conservado en la Biblioteca de Berlín. Abajo, imagen del libro Cosmografía de Pietro Apiani; donde se representa el sistema de Ptolomeo. Con la Tierra en el centro del Universo y los planetas girando entorno a ella.








JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, Marte en un grabado del siglo XVIII. Abajo, litografía de finales del siglo XIX con los planetas del Sistema Solar.










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, La Noche, esculpida por Benlliure para el sepulcro de mi familia; en la Catedral de Cuenca (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, rosetón de la catedral de León (a la que agradecemos nos permita divulgar nustra imagen). Observemos cómo estos adornos decorativos, nos recuerdan fielmente las formas del cosmos.






            “De este modo, podremos entender la importancia que hubieron de tener no solo los aerolitos, sino sobre todo los primeros metales; que sabemos se hallaron en estos `trozos de estrellas´ que los hombres recogieron del terreno, para adorarlos y estudiarlos. Siendo un hecho y evidencia históricamente probada, que muchas de las civilizaciones (al menos las del desierto), hallaron los metales gracias a los meteoritos. Piezas caídas del Cosmos, que en su mayor parte se componen de metales (y algunos vidrios), y que al ser encontradas por los hombres en la Antigüedad se usaron como el primer medio de obtener ciertos minerales. Consecuentemente a ello, hace unos cien años extrañó a los arqueólogos sobremanera que ya en el III milenio a.C., en los enterramientos egipcios, apareciera con cierta profusión el hierro. Mineral férrico en estado dulce (sin apenas dureza) y que lucían en las coronas y adornos más importantes los nobles del Nilo. Por cuanto la arqueología llegó a la conclusión de que esas joyas y abalorios que contenían hierro en el III milenio a.C. (más de mil años antes de la Edad del Hierro), habían sido forjadas con minerales extraídos y obtenidos de los aerolitos. Hecho este que hizo intuir por qué se daba tanto valor al hierro en el Egipto del tiempo de las Pirámides, cuando lo engarzaban y colocaban en joyas, junto al oro y a las más preciadas gemas

          “Ampliando algo más lo que vamos exponiendo, diremos que de la concepción hermética y de la idea mágica de aquel `Mundo´ generado por los aerolitos sagrados y los metales que de ellos se obtenían; surge finalmente una dogma que afirma como cada metal procede de un astro. Así, el oro vendría del Sol y la plata de la Luna, siendo aquellos dos grandes dioses, los que habrían mandado su semilla en forma de meteoritos, para fertilizar la tierra con sus dones más preciados procedentes de su `esfera´. Naciendo por medio de esta `fecundación cósmica´, las vetas o minas de todo metal habido en la tierra; que procederían de los trozos de planetas sagrados caídos del cielo, que cual esperma divino, fueron sembrando los campos de riquezas minerales. Siendo así, los siete principales planetas, tenían su metal procedente de las semillas enviadas por ellos hasta la Tierra; lo que dio posteriormente una estructura en la que cada dios mandaba unos metales, colores, tiempos y etc. . Igualmente que cada día de la semana era gobernado por un astro; teniendo también su planeta y su deidad; junto a una Nota en la escala musical... . Es decir”:

-Sol - Domingo - oro - topacio - (1ª nota musical = nuestro Do)

-Luna - Lunes - plata - perla - (2ª nota correspondiendo al Re)

-Marte - Martes - hierro - rubí - (3ª nota corresponde al Mi)

-Mercurio - Miércoles - mercurio - esmeralda - (4ª nota, corresponde a Fa)

-Júpiter - Jueves - estaño - amatista - (5ª nota corresponde a nuestro Sol)

-Venus - Viernes - cobre - zafiro - (6ª nota corresponde al La)

-Saturno - Sábado - plomo - diamante - (7ª nota corresponde al Si)


          Ante las últimas ideas recogidas, hemos de añadir que en la Antigüedad, cuando pensaban que la Tierra era el centro del Universo. Consideraron que tan solo dos astros tenían una órbita única: El Sol y la Luna. Deduciendo que el resto dibujaba dos sínodos celestes anuales; uno mientras nuestro planeta giraba los seis primeros meses del año y otro (visto como inverso) durante los seis siguientes. Debido a ello, se concebían cinco Notas musicales con dos sonidos (órbitas); siendo estas las que tienen natural y sostenido (o bemol, según quiera verse). De tal manera, en nuestra Escala; sería el Mi y el Si, las que carecen de “sostenido”; por cuanto el Sol se correspondería con un Mi y la Luna con un Si. Mientras el resto (Do, Re, Fa, Sol, La) se identificarían con Marte, Mercurio, Venus, Júpiter y Saturno; que en la antigüedad se suponía tenían dos giros (una segunda órbita inversa a la primera). Tal como se observaba desde la Tierra, al creer que volvían al lugar de partida; pensando que nuestro planeta permanecía inmóvil (sin considerar que cada seis meses, veíamos el Cosmos desde un punto opuesto). Finalmente, tan solo añadir la importancia del fuego, la luz, el agua y los metales; en el relato de La Creación. Todo ello, entendido como una unidad y principios divinos. Conceptos e ideas sagradas, contenidos en el modo de comprender el origen del Universo y del Mundo; en gran parte de la religiones (desde la más remota antigüedad).




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, Mercurio, en Die Calenderbielder (Berlín 1888). Al lado, Mercurio y sus atributos, en un grabado del siglo XVI. Abajo, Mercurio en un grabado de Berniere, desde un dibujo de Rafael.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, litografía del siglo XIX, con la imagen de Saturno. Abajo, Saturno, en un grabado de Berniere, desde un dibujo de Rafael.









JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, litografía del siglo XIX, con Saturno y el resto de planetas del Sistema Solar. Abajo, Saturno, en Die Calenderbielder (Berlín 1888).










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, Cosmografía de Pietro Apiani; el Globo terráqueo y sus divisiones, para calcular las horas. Abajo, Saturno devora a sus hijos (famoso cuadro de Goya); imagen del tiempo (Cronos), imparable hasta que lo destruye todo.









G) Metales de los dioses; preciados, pesados y nacidos del Cosmos:

         Llegamos a este epígrafe penúltimo, donde comprenderemos mejor el origen de los metales y fenómenos que antiguamente se consideraban sus deidades. Para ello, hemos de recordar como el Universo, en sus inicios, era una “masa” lechosa; compuesta por gases y líquidos, donde comenzó a extenderse el hidrógeno (al ser el elemento más simple, formado por un solo protón y un neutrón). De tal modo, desde ese Cosmos sub-atómico y recién originado (con menos de 380.000 años); se pasó paulatinamente al un esatado atómico, logrado a través de la fisión. Unión de partículas, que hemos explicado, y fue evolucionando por efecto de las cuatro energías (gravedad, electromagnéticas y etc); unidas a la luz y a los cambios de temperatura. Generando la aparición de átomos, muy distintos y que llegan a estructurar los elementos (la materia, que comienza a actuar frente a la antimateria). En un proceso donde la gravedad cumplió una función primordial; logrando en 800 millones de años un Cosmos atómico (como el que conocemos). Todo ello durante una evolución, donde el hidrógeno, el helio y el carbono, van generando crisoles y haciendo lucir las estrellas; que juegan un papel especial. Logrando a través de su combustión, alimentar esos grandes hornos, que a modo de “fábricas”; harán nacer y mezclarse los astros y elementos.

           Consecuentemente, el cobre, procederá de una segunda generación de estrellas; producidas durante 13000 millones de años. Pues inicialmente aparecen solo las Súper Novas de primera generación (A-1); nacidas 800 mil millones de años después del Big Bang. Que al estallar, provocan otras Súper Novas, pero de segunda generación y que se desarrollan durante los siguientes 13000 millones de años, dando lugar al cobre. De ese modo se crea el crisol cósmico, donde las estrellas de la siguiente etapa (Súper Novas solitarias) tomarán el aluminio, el gas, el hierro y otros elementos procedentes de las anteriores; para fundirlos y reconvertirlos en el primer cobre existente. Siendo el proceso largo, pues al formarse la segunda generación estelar, ya tienen hierro en su composición inicial. Lo que les permite una estructura mayor, llegando estas Super Novas crecer mil veces más que sus predecesoras. De tal manera, al enfriarse esas estrellas de enorme tamaño, se convierten en Gigantes Rojas; de las que nace el metal cúpreo (como metamorfosis desde su hierro interior, al sumar neutrones). Estallando finalmente esas Gigantes Rojas y de cuya explosión se pensó que también procedían el oro, la plata, el plomo y el estaño (hasta hace no mucho, aunque hoy existen otras teorías).

             De tal manera, al haber observado el gran número de protones existentes en esos metales más preciados y antes referidos (oro, plata y casiteritas). Se ha deducido que probablemente nacen desde las Estrellas de Neutrones; las enormes Hiper Novas cuando revientan, formando grandes núcleos magnéticos (como antes hemos explicado). Cuya masa es tan pesada que supera en trescientas mil veces, la de nuestro planeta. Siendo la fusión de átomos producidas en estas Estrellas de Neutrones (tan absolutamente intensas en su materia); lo que origina esos elementos tan homogéneos (como el oro y la plata). Metales preciosos que llegaron a la Tierra cuando se formó el Sistema Solar; disgregándose los materiales que compusieron el Sol y los planetas que giran entorno a él. Por cuanto la Tierra está formada en gran parte por rocas venidos desde ese astro rey, donde se contiene el oro, la plata, el estaño, el plomo y el cobre. Aunque los primeros fragmentos que cayeron en nuestro Globo, durante el periodo de su configuración (miles de millones de años atrás); se hundieron y mezclaron con el magma. Quedando fundidos en el interior terrestre y sin poder obtenerse.

              Por cuanto señalamos, los metales que se conservan en el exterior y en la corteza; como vetas valiosas de oro, plata, cobre, estaño y etc.. Fueron cayendo mucho después y de un modo similar al que las religiones antiguas concebían; generando esas minas, gigantes meteoritos introducidos en la capa terrestre. Pues -como hemos dicho- los metales más preciados que formaron el planeta y venidos durante la creación del Sistema Solar, se irían hacia el núcleo o el centro del Globo (debido a su peso y fundiéndose). Mientras el hierro proliferaría por doquier en la Tierra; lo que se observa en las grandes zonas férreas existentes en todo lugar. Un metal no muy valorado en el mercado; aunque su utilidad y su función es enorme. Ya que el óxido de hierro conforma un gran alimento, que ayudó -en gran medida- a nutrir y desarrollar los primeros seres vivos (unicelulares).

          Acerca de los elementos más pesados y preciados (como el oro); sabemos que cayeron profusamente sobre nuestro Globo en tiempos de los asteroides; cuando desaparecieron los dinosaurios. En su mayoría, procedentes del “Cinturón de Asteroides”, sito cerca de Júpiter; desde donde fueron expulsados cientos de millones de años atrás. De los cuales proviene la mayoría de los metales preciosos que tenemos en nuestras minas; llegados desde esa concentración de asteroides situada entre Marte y Júpiter. Por todo cuanto hemos expuesto, no es tan ajena a la astrofísica, esa visión de las antiguas religiones. Donde se concibe, el oro, la plata, el cobre, el estaño, el plomo y el hierro; como un regalo del Universo. Una ofrenda llegada desde aquellos planetas en los que personificaban sus dioses y a los que llamaron Helio, Selene, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno. Todo lo que muestra una vez más, que con esos “bigotes del gato cósmico”; lograron intuir decenas de siglos atrás, algunas verdades inexplicables. Ideas ciertas, pero que la mente no pudo probar -ni imaginar- durante milenios.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Imágenes de la diosa y el planeta Venus. Arriba, Venus con Mercurio y Júpiter; en un grabado de A. Salamanca, siguiendo a Coxie (1530). Al lado, el Sistema Solar, con Venus sobre este; en un grabado de finales del siglo XIX. Abajo, Venus y Cupido; en un grabado de Antonio de Salamanca, siguiendo a Coxie (1530).







JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado y abajo; las fases del Planeta Venus; en libros de astronomía alemana, de 1848.










JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado y abajo; interior de la Catedral de León (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Observando esta foto, el juego de luces, las vidrieras y las formas del edificio; no es muy difícil comprender que el templo sea una pequeña reproducción del Universo y del cielo (concebido como un Cosmos y Paraíso artificial).








H) Final:

          Con el presente capítulo, daremos por terminada esta serie; que habíamos intitulado “Los bigotes del gato cósmico”. Donde deseábamos mostrar el modo en que la Humanidad llega a intuir teorías científicas y astrofísicas; imposibles de comprender o demostrarse (en su tiempo). Ideas, como las que promulgó Pitágoras en el siglo VI a.C.; exponiendo la existencia de una armonía en el Universo, relacionada con los intervalos de las Notas musicales. Hipótesis que dos mil años más tarde, sirvieron a Kepler para formular sus “tres leyes” sobre el giro de los astros (basadas en esa armonía cósmica pitagórica). Y que un siglo después, usó como base Newton; para desarrollar su teoría sobre la Gravedad. Todo lo que -a mi juicio- demuestra que en el ser humano hay un nexo que lo une al Cosmos; de un modo inevitable, místico y misterioso. A través del cual, logra intuir aquellas verdades universales, sin que pueda siquiera razonarlas. Siendo este enigma, muy parecido al que en la Antigüedad denominaban “Re-Ligare” (religión); concepto que podríamos describir de la siguiente forma: Conjunto de ideas o enseñanzas, a través de las que se logra la re-conexión de la persona; para que comprenda las razones y hechos, que explican sus orígenes y el sentido de su existencia.

          De tal manera, también plantearíamos como una hipótesis; que desde La Ilustración y la aparición del mundo científico; la nueva religión se hallaría en esa ciencia. Teorías y estudios, que asimismo contienen algunos dogmas y paradigmas, en ocasiones irracionales o inexplicables. Al ser considerados varios de esos principios científicos, confusos o erróneos; tal como sucede con las antiguas creencias. Por todo ello, no es una idea extraña; considerar que dentro de dos mil años, quizás nuestra ciencia se observe tal como nosotros vemos las religiones ancestrales. Plenas de razonamientos dogmáticos, impartiendo principios inexplicables o absolutamente rígidas en sus planteamientos. Confundiendo en muchas ocasiones, la moral con las normas sociales; la mística con la superstición, o la verdad con teorías imposibles de modificar. Pareciendo aceptable, observar que de una forma similar y tal como hacen los estudiosos modernos; en la Antigüedad se promulgaron algunas ideas sobre el Universo, que nadie podría probar, pero eran absolutamente ciertas. Teorías que fijan el origen de la vida en el agua; o el nacimiento del Cosmos, en la Luz (lo que finalmente la astrofísica ha demostrado). Asimismo, la idea de una Creación (tan discutida hasta hace muy poco); hoy se considera recientemente un hecho cierto. Llegando a la conclusión de todo parte desde un Big Bang (el estallido de la partícula primigenia). Por cuanto y de igual manera; es perfectamente admisible que se diera una verdad intuida, en las antiguas civilizaciones. Donde desde hace miles de años, se aseveraba que nuestra vida procedía del Universo y que somos parte de los astros. Creencias expresadas decenas de siglos atrás; adorando a los cuerpos celestes, considerándoles dioses y padres. Tanto como venerando a la luz y al agua; tenidos por la imagen de lo más divino en la Tierra.

             De tal manera, no sería extraño pensar que en un futuro muy lejano; los estudiosos de los años 4000, consideren nuestra ciencia de hoy cargada de errores y dogmas (tal como nosotros vemos las antiguas religiones). Pues pasados veinte, o treinta siglos; seguramente se adquirirá la sabiduría por medios infusos. Inoculando de un modo directo y en el cerebro; las matemáticas, la física, la Historia, y todo cuanto un ser humano debe conocer. Pudiendo trasladarse el saber, del mismo modo en que actualmente se administran las vacunas o los medicamentos. Un hecho perfectamente posible y que generaría un tipo de pensamiento completamente distinto al nuestro. Debido a que esos “inoculados”, lograrían deducir por sí mismos nuevas ideas o teorías; totalmente ajenas al procedimiento de desarrollo y aprendizaje, de cuanto conocen. Ya que no estarían sometidos a los cánones de la enseñanza, ni a una lógica adquirida. Lo que hemos vivido actualmente, con los cambios tecnológicos; que han supuesto una revolución en el plano telefónico y de intercambio de ideas. Permitiendo comunicarse desde cualquier punto del Mundo, al instante; llegando a hacerlo de modo gratuito y pudiendo ver imágenes inmediatas, que nos envía quien nos contacta. Todo lo que sería impensable tan solo hace cien años y ha modificado la forma de comprender el Planeta; configurando nuevas formas de desarrollo y comunicación. Generando una nueva plasticidad en el pensamiento, que provocará un tipo diferente de civilizaciones.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
El Cielo de Salamanca; fresco pintado por Fernando Gallegos, para la Universidad de esta ciudad (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Se trata de una figuración de las constelaciones, encargadas por el arzobispo Fonseca en tiempos de Fernando el Católico. A mi juicio, se hizo para conmemorar la Batalla de Toro; fecha que marcaría la posición de las estrellas. Todo lo que indica la importancia de la cosmografía y de la astronomía en esta época (incluso de la astrología).






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, interior con forma de estrellas y cruces, en la Catedral de Orense (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, ermita mozárabe de San Miguel, en el Monasterio de Celanova (Orense). En este pequeño templo, que data de tiempos de la primera Reconquista; se produce un milagro de luz. Consistente en que cada equinoccio, los rayos del Sol entran por la ventana del ábside y llegan hasta el final de la nave; formando una estrella. A los interesados en el fenómeno, recomendamos ver enlaces recogidos en cita (3) .






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
La iglesia en culto, más antigua de España: San Juan de Baños (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Fundada por el rey visigodo Recesvinto, en el año 661; igualmente contiene un milagro de luz, que podemos ver en estas fotos. Pues durante los veranos, el Sol llega hasta el fondo del altar.








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CITAS:

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(1): El origen de la materia y la energía en el universo

PEDRO VILARROIG AROCA

MACLA 4/5 2006 SEMINARIOS

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(2): Para los interesados en leer el artículo, pueden hacerlo pulsando el siguiente enlace:

https://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2012/01/1-6.html

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(3): Para los interesados en los equinoccios de San Miguel de Celanova, ver:

https://www.verdantexperiences.com/equinoccio-capilla-san-miguel-celanova/

https://www.youtube.com/results?search_query=https%3A%2F%2Fwww.youtube.com%2Fwatch%3Fv%3DS8AAyfSN87c